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¿Ahora Herty?

El desastre del desarrollo de Nicaragua en su contexto

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Al visitar áreas de Nicaragua gravemente afectadas por el huracán Mitch en 1998, uno no deja de caer en la maligna colonial guerra de clases librada por plutócratas corporativos y sus frentes políticos e institucionales contra los pobres del mundo. A pesar de los actuales disturbios en la capital Managua, sigue sin ser una guerra a tiros como sucedió en Haití desde el golpe contra el presidente Aristide. Pero, a pesar de ello, las condiciones en las áreas rurales alrededor de centros departamentales como Somoto y Ocotal, y en barrios urbanos en ciudades de mayor tamaño como Esteli y Matagalpa, revelan un progreso generalizado de la miseria.

El miserable legado de 15 años de barbarie neoliberal es un fenómeno nacional. Los efectos inhumanos de la extrema pobreza se extienden lejos más allá de los suburbios de crecimiento descontrolado de la capital Managua. Es difícil imaginar una crítica más elocuente del papel del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Interamericano de Desarrollo.

Y todo es deliberado. No en el sentido de que los zombies de la clase empresarial que cobran sus salarios en esas instituciones actuen intencionalmente para matar de hambre a millones de personas y negarles acceso a la educación y a la salud. Como los burócratas de la Rusia estalinista, de Alemania nazi o de Inglaterra imperial y Francia, sólo obedecen órdenes y les importan poco las consecuencias.

Utilitarismo pernicioso – Tiempos duros en Centroamérica

Estas agencias imperialistas imponen sufrimientos a cientos de miles de personas en Nicaragua, porque sus amos corporativos decidieron hace décadas que el gran dinero norteamericano necesitaba una gran reserva de mano de obra esclava en México, Centroamérica y el Caribe. Tenían que reducir costes para competir con las economías emergentes en Asia y vender más barato que sus competidores europeos. El instrumento fundamental para lograr este objetivo ha sido el intento de tratar de destruir las economías agrícolas internas de esos países y privatizar sus recursos del sector estatal.

La ejecución implacable de esas intervenciones de «libre mercado» creó cuantiosa mano de obra esclava disponible para las corporaciones multinacionales y facilitó la concentración de riqueza dividida entre las corporaciones multinacionales y las elites clientes locales. Tal vez el escándalo Nemagon que destruyó la salud de miles de trabajadores bananeros centroamericanos y de sus familias como resultado del uso indiscriminado de peligrosos pesticidas constituya el ejemplo más vívido de cómo esta guerra de clases contra los pobres ha afectado a la gente en Nicaragua. Décadas más tarde, los trabajadores y sus familias aún tratan de conseguir compensación de las gigantescas multinacionales agroquímicas.

Entre muchas otras cosas, este proceso ha asegurado lumpen-electorados con poca educación utilizables en espurios ejercicios «democráticos» cuidadosamente controlados y manipulados por una descarada intervención extranjera. Cuando los electores no se adaptan, como en Haití, EE.UU. y sus aliados como Canadá y Francia, recurren a golpes militares a la antigua. Este proceso regional también ha acelerado invariablemente las tendencias antes existentes de problemas medioambientales.

A los políticos y gerentes que hacen que estas cosas ocurran les interesa poco que nada de esto sea sostenible política, económica o socialmente. Cobran regularmente su parte y siguen despreocupados adelante hacia su próximo negociado – en Irak, Europa Oriental o Asia Central. Y dejan a tras a millones empobrecidos que sufren.

¿Quién va a limpiar los restos del café?

La lógica neocolonial determinó por qué, en los años ochenta, había que destruir la revolución nicaragüense, tal como las revoluciones cubana y venezolana confrontan actualmente ataques en una escalada sistemática. Un sitio emblemático para comenzar a contemplar los resultados de esa realidad es la pequeña ciudad de Ocotal. Es una población con mercado típico de Centroamérica cercana a la frontera hondureña donde aviadores de EE.UU. comenzaron a perfeccionar su pericia en el bombardeo de civiles durante la guerra colonial de EE.UU. contra Sandino en los años veinte y treinta del siglo pasado.

En un área famosa por sus bosques de pinos, muy diezmados actualmente, la ciudad yace en un valle a unos 640 metros sobre el nivel del mar. Al entrar a la localidad, se conduce por un alto puente sobre el río Coco que sigue hacia la Costa Atlántica de Nicaragua y marca la frontera con Honduras. La gente cuenta que es difícil conseguir trabajo en Ocotal, la capital departamental de Nueva Segovia, una de las mejores áreas de cultivo de café de Nicaragua.

Estas áreas rurales dependen considerablemente del café para el empleo temporero. Pero, como en otras áreas de cultivo de café, la volatilidad de los precios de este producto en los últimos años, ha perturbado severamente los modelos tradicionales de empleo. Inmensas cantidades de familias de pequeños agricultores y de jornaleros han migrado a otros sitios. Se van a áreas fronterizas más fértiles cerca de la Costa Atlántica de Nicaragua, a centros urbanos o a Costa Rica, en busca de trabajo más estable.

Se calcula que en 2004 sólo en Costa Rica hubo 800.000 nicaragüenses trabajando. Esa estadística explica por qué las remesas familiares del extranjero constituyen la mayor fuente de divisas extranjeras de Nicaragua. La gente del lugar tiene pocas opciones. Una migración a semejante escala significa que cada año les es más difícil a los cultivadores nicaragüenses de café encontrar los trabajadores capacitados necesarios para cosechar eficientemente café.

Nicaragua por un dólar al día – ¿para siempre?

También falta otro tipo de trabajo. Una enfermera con una ONG local dijo que trabaja por 35 dólares estadounidenses por mes, porque sus alternativas son eso o la indigencia total. En realidad tiene bastante suerte. En la comunidad local de Santa Rosa, a unos 15 kilómetros de Ocotal en la ruta a la famosa área de cultivo de maíz de Jalapa, la gente trata de vivir con 20 dólares al mes. Parece inconcebible que las cosas puedan haber empeorado de cómo estaban cuando ocurrió el Huracán Mitch. Pero así es.

Un pediatra de Boston de visita que distribuye albendazol a madres y niños en estas comunidades preguntó retóricamente: «¿Qué sentido tiene tratarlos por parásitos cuando tienen que volver a beber agua contaminada?» Existe un puesto sanitario en la comunidad de unas 550 personas. Pero no tiene ni enfermera, ni médico, ni medicinas.

El esfuerzo de auxilio y reconstrucción que produjo breves intervenciones de las agencias de ayuda internacionales, USAID y la Unión Europea decayó en sólo uno o dos años. Un ingreso típico en comunidades rurales como Santa Rosa o Nuevo Dipilto u otras comunidades alrededor de Ocotal es de menos de 25 dólares al mes. El desempleo en gran parte del propio Ocotal asciende a más de un 60%, igual que en los barrios marginales de cualquier gran centro urbano de Nicaragua.

Santa Rosa, una comunidad de más de 500 personas no tiene electricidad a pesar de intentos de las agencias de ayuda de proveer electricidad mediante turbinas de viento. Hace siete años, la pre-escuela fue apoyada por una ONG europea. Ahora ayudan otras organizaciones extranjeras. Pero a pesar de ello, el generador diesel de energía sigue generalmente sin funcionar por falta de combustible.

La escuela primaria y la pre-escuela han sido pintadas y equipadas por Operation USA, una ONG de California. Pero su esfuerzo también ha terminado. Pocas ONG tienen los recursos para sostener un apoyo semejante. ¿Qué sentido tiene hablar de sostener servicios educacionales, sanitarios o sociales en comunidades abandonadas por el gobierno central en las que la gente gana menos de 30 dólares estadounidenses al mes?

Madres y bebés mueren – el corazón del Banco Mundial se derrite – un poco.

Esa realidad significa que esos servicios tan necesarios se tambalean de una crisis a la otra, de la escasez a la superabundancia y de vuelta a la nada. Como corresponde al modelo neoliberal, la existencia del gobierno central sólo se infiere por sus símbolos vacíos – como el puesto sanitario sin personal ni medicinas. La democracia en Nicaragua significa que cada seis años la gente llega a elegir otro equipo de lacayos corporativos para que vendan con entusiasmo el país en tratos aprobados por el Banco Mundial y el FMI. Mientras tanto, se menosprecian sus propias necesidades básicas.

Resulta, por lo tanto, irónico descubrir que haya sobrevivido el programa Casa Materna de la revolución sandinista para madres embarazadas en las áreas rurales. Trabajadoras dedicadas de la salud sostuvieron por compromiso puro este programa sanitario integrado en Ocotal y en otros sitios en toda Nicaragua rural durante los años noventa. El reconocimiento del valor del programa por sucesivos ministros de la salud de la Alianza Liberal no resultó en financiamiento gubernamental.

Cuando las Casas Maternas finalmente obtuvieron un financiamiento tardío del Banco Mundial no fue para salarios, sino para infraestructura. Aparentemente, ni siquiera el Banco Mundial puede aguantar cifras de mortalidad infantil y maternal que caigan demasiado por debajo del brillante ejemplo de Cuba. Pero esperan, a pesar de todo, que las trabajadoras del programa sanitario vivan de aire.

Que coman teléfonos móviles…

Dipilto Nuevo es algo diferente de Santa Rosa. Como se encuentra más alto su clima mina algo menos la energía de cada cual. Los bosques de pino que la rodean sostienen obstinadamente una presencia hermosa, a pesar de la continua quema por parte de familias rurales desesperadas por hallar espacio para cultivar y las pérdidas por las repetidas plagas de la madera. Pero, como por todas partes, el clima cambia.

Los promotores de la comunidad local dicen que las temperaturas promedio han aumentado varios grados durante los últimos cinco años – de unos 26 grados a cerca de 32. La desertificación, tan evidente cerca de Someto, más al oeste, se impone continuamente hacia el este, hacia Dipilto. Las comunidades ubicadas más al oeste comprueban que los recursos hídricos se hacen más escasos con cada año que pasa.

Desde Mitch, se ha agregado algo nuevo en la carretera al sur de Ocotal: la cantidad de torres de comunicación. Sus estructuras de acero pintadas de rojo y blanco, hace que sean fácilmente visibles de la punta de un cerro al otro. Como en otros países, los teléfonos móviles se han convertido en un accesorio de estilo y en una necesidad para mucha gente en Nicaragua.

Un negocio en Ocotal, en un edificio de la era colonial hispana, con ornadas cornisas sobre sus altos techos ocultando muros deteriorados de adobe, ofrece tarjetas de recargo por 3 dólares. O sea, el ingreso de tres días de una familia típica de Santa Rosa, Dipilto Nuevo o uno de los barrios marginales de Ocotal. Esta incongruencia dice mucho sobre las grotescas e insostenibles desigualdades generadas por más de una década de capitalismo de engañoso «libre mercado».

Plan Puebla Panamá de mano blanda – con una tapa de CAFTA

Cuando uno comienza a preguntar por qué ha ocurrido todo esto, llega a la subordinación del bienestar de la gente a los beneficios de las corporaciones. La práctica neocolonial de las corporaciones ofrece necesariamente muerte, esterilidad y destrucción a cambio de arrancar las entrañas de los recursos y de la gente de un país, dejando atrás restos quemados, estropeados. Los proyectos de infraestructura del Plan Puebla Panamá – cuyos componentes esenciales están siendo silenciosa y determinadamente implementados en toda la región – son emblemáticos al respecto.

El Plan Puebla Panamá, financiado con préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo, trata el istmo centroamericano como una especie de área de tránsito de pista de carrera. El objetivo principal es el embarque rápido de las materias primas locales y de artículos producidos por la mano de obra esclava local a las lucrativas operaciones de sus amos en el Norte. En la dirección opuesta vuelven los bienes de consumo importados de alto valor.

Basta con pararse en la Carretera Panamericana y contemplar la fila interminable de camiones contenedores que pasan como bólidos continuamente día y noche para comprenderlo. Si bajas del pavimento, a un camino rural local, la velocidad desciende a unos 30 kilómetros por hora. Así que los costos se reducen para las grandes empresas. Para los productores agrícolas locales, la infraestructura de comunicaciones sigue siendo desesperadamente inadecuada.

El coro anual de quejas de los productores agrícolas en Nicaragua al respecto se ha convertido en un ritual. Las prioridades no podrían ser más obvias. Para confirmar la liquidación de los productores agrícolas locales, agricultores locales corroboran que no hay créditos para la producción básica de granos.

Paralelamente con todo esto, Estados Unidos utiliza medidas comerciales como el mal llamado Acuerdo de Libre Comercio de Centroamérica (CAFTA) para garantizar un marco para inversiones que permite a las corporaciones de EE.UU. y a sus clientes locales la explotación al máximo de la infraestructura del Plan Puebla Panamá y de la mano de obra esclava local.. Es sorprendente que al parecer muchos en Estados Unidos creen que estas medidas los benefician. Toda la idea es transferir negocios afuera de Estados Unidos a sitios donde los costes son los más bajos.

Centroamérica es un lugar semejante. No sólo la mayor parte de la población vive con salarios de subsistencia mínima. También paga por los costes de infraestructura de las corporaciones multinacionales a través de impuestos directos e indirectos que son devueltos al Banco Interamericano para que otorgue más préstamos favorables a las corporaciones. ¿Qué podría ser mejor para las grandes corporaciones?

Herty Lewites. Tal vez algo le salga bien a la embajadora Moore…

En ese contexto, las elecciones municipales el año pasado, causaron miedo en la embajada de EE.UU. en Managua. El partido sandinista FSLN barrió en las elecciones, venciendo en todas, con la excepción de un puñado, las autoridades municipales. Subsiguientemente, parece menos y menos probable que los acostumbrados clientes de EE.UU. en la Alianza Liberal y en el Partido Conservador puedan ofrecer los resultados electorales apetecidos cuando se realicen las próximas elecciones presidenciales en 2006. Una victoria presidencial sandinista en 2006 podría arruinar la fiesta de los accionistas de Wall Street y de los cobradores de dividendos y desbaratar los planes corporativos para la región, una repetición a menor escala del derrocamiento de la dictadura de Somoza en 1979.

A la búsqueda de un posible campeón de peso pesado, la embajadora de EE.UU., Barbara Moore, sonríe actualmente con cariño al antiguo alcalde de Managua del FSLN; Herty Lewites. Lewites podría ser la personificación política más astuta del fatal abrazo con el que el capitalismo monopolista internacional sujeta actualmente a Nicaragua. Es un empresario neoliberal suave, que sigue afirmando que es miembro del partido del FSLN, a pesar de ser rechazado como tal por las autoridades del partido del FSLN.

En las elecciones municipales de 1995 participó contra el candidato sandinista en Managua, con lo que permitió que la Alianza Liberal de derecha ganara en la capital del país. Al llegar la vuelta siguiente de elecciones municipales había vuelto al FSLN y ganó en Managua como candidato sandinista. Pero desde entonces ha caminado por una senda bien utilizada antes por figuras sandinistas disidentes como el antiguo héroe guerrillero Edén Pastora y el galardonado novelista Sergio Ramírez.

La hora de los «viejos éxitos» de Lewites

Pastora y Ramirez, de modo diferente, se volvieron contra el FSLN y posteriormente pasaron a la irrelevancia. Ahora Herty Lewites desafía al líder sandinista Daniel Ortega utilizando las mismas afirmaciones tan trilladas de Pastora y Ramírez. La acusación siempre es la misma: «Ortega es un autócrata, Ortega asfixia el debate democrático, Ortega perdió contacto». En realidad, el comportamiento de Ortega no es más antidemocrático que el de Tony Blair, Silvio Berlusconi o Jacques Chirac, aunque al propio Daniel Ortega podrían desagradarle semejantes comparaciones.

El único argumento fuerte de Lewites contra Ortega es su triple fracaso en sus intentos de conquistar la presidencia de Nicaragua. Ortega, argumentan los partidarios de Lewites, es un perdedor. Pero los resultados de las elecciones municipales del año pasado ponen en duda esa afirmación. En realidad, sea o no elegido presidente de Nicaragua por segunda vez, los logros políticos de Ortega desde que perdió la elección de 1990, han sido consistentemente exitosos y duraderos.

Los oponentes de Ortega, por rápidos que sean en cuestionar sus antecedentes electorales, omiten lo obvio. La victoria del año pasado del FSLN en las elecciones municipales fue una vindicación triunfante de su liderazgo político. Hizo parecer ridículos los intentos, financiados con inmensos recursos, de los partidos políticos tradicionales respaldados por Estados Unidos, de destruir a Ortega y al FSLN. Han fracasado los mejores esfuerzos durante veinte años de gobiernos de EE.UU. de Jimmy Carter a George W. Bush, que tenían todo a su favor.

¿Hará el spagat?

Así que ahora es probable que el gobierno de EE.UU. espere que Lewites, divida el voto sandinista o repare una especie de criatura Frankenstein electoral liberal-independiente para la mayor gloria de la «democracia» al estilo de EE.UU. Hasta ahora Lewites ha movilizado un cierto apoyo entre sandinistas descontentos, muchos de ellos con legítimas preocupaciones sobre las permanentes contradicciones dentro de la dirección del FSLN. Pero su apoyo más ferviente se encuentra dentro de la embajada de EE.UU. en Batahola Sur de Managua. Como en el caso de Pastora y Ramírez anteriormente, las alternativas de Lewites son simples.

O puede servir, como Sergio Ramírez, sólo para dividir al movimiento sandinista durante un breve momento de prominencia electoral conduciendo en última instancia al olvido político. O puede dar el pequeño salto ideológico necesario para unirse a sus socios naturales en la acaudalada clase corporativa-cliente representada por los tradicionales partidos liberal y conservador. Este último es el paso más probable para el oportunista que hasta sus amigos reconocen que es.

Para la embajada, una papeleta electoral que presente a Lewites junto con un candidato liberal utilizable como Eduardo Montealegre o el algo más afable José Antonio Alvarado representaría una hermosa recompensa. Lewites es perfectamente capaz de realizar la delicada gimnasia política necesaria para caer desvanecido en brazos de la Alianza Liberal. Todo depende de cuán potente sea su deseo de convertirse en el válido de la embajada de EE.UU. con la banda presidencia nicaragüense en Managua.

Ecuador y Bolivia – la bandera pirata con la sonrisa en los labios

Pero a medida que las condiciones de la vida material de la mayoría pobre en Nicaragua continúan decayendo, semejantes cálculos políticos podrían ser sobrepasados por los acontecimientos. Los políticos en Nicaragua tienen plena conciencia del reciente derrocamiento de un presidente más en Ecuador antes de terminar su período. Como un memento mori político más, la protesta política en Bolivia también constituye una advertencia permanente de que la paciencia popular no es de modo alguno inagotable.

Alarmado por posibles disturbios ante los continuos aumentos de precios, el gobierno autorizó recientemente un nimio aumento de salarios de un 15%, aún no implementado, para los trabajadores en toda Nicaragua. El aumento de sueldos conquistado por los maestros con su huelga anteriormente durante este año, aún no ha sido pagado, a pesar de los acuerdos. Mientras tanto, la gasolina y el diesel, el gas para cocinar, el cemento, los tejados de zinc, y las barras de acero para la construcción de casas, junto con una serie de otros artículos y materiales básicos, aumentaron todos al doble en 2004.

El precio de la electricidad – un monopolio privatizado – aumenta implacablemente. Estos ejemplos son totalmente representativos de las tendencias inflacionarias en Nicaragua, pero el Banco Central de Nicaragua puede tratar de amañar las estadísticas. En efecto, la irrelevancia para la vida de la gente corriente de un aumento de un 15% de los salarios cuando vive en esta economía neoliberal esclava, se hizo rápidamente evidente en las violentas protestas de la semana pasada.

Estas protestas se han agudizado y aumentado en los últimos días, y numerosos manifestantes y policías fueron heridos. La crisis comenzó después de aumentos de tarifas en el transporte público en Managua de 15 centavos de dólar a 18 centavos. Nótense las cifras.

Un aumento de 3 centavos de dólar en los precios de los autobuses fue suficiente para provocar violentas protestas en toda Managua. El gobierno y otros políticos liberales acusaron rápidamente a los sandinistas de fomentar los disturbios. En realidad, a la gente ya está harta de la economía esclava neoliberal en la que han estado viviendo durante tantos años.

Es una señal más de hasta qué punto la clase política nicaragüense se encuentra atrasada en cuanto al flujo del sentimiento popular. El inmenso aumento en los costos básicos de vida de la gente se debe en gran parte a la continua debilidad del dólar así como al aumento del precio del petróleo. Sólo la regulación gubernamental puede proteger los niveles básicos de vida de la gente.

Mucha gente teme que los disturbios de la semana pasada en Managua podrían dar sólo una ligera idea de lo que queda por venir. El dólar sigue perdiendo valor como divisa segura para reservas y los precios del petróleo continuarán altos durante años. La aritmética es simple. Los políticos clientes de EE.UU. en países como Nicaragua podrían afrontar pronto protestas populares según modelos similares a las movilizaciones de masas en Argentina, Bolivia y Ecuador.

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Toni Solo es un activista residente en Centroamérica. – Contacto a través de [email protected]