EE.UU. e Israel, con la complicidad silenciosa de una Europa cada vez más fascista, desordenan el mundo y lo colocan al borde del abismo, como nunca antes, en medio de una crisis socioeconómica internacional sin precedentes.
La guerra desatada contra Irán por el régimen sionista de Tel Aviv, con el mandato de Washington y la mudez del viejo continente, es un nuevo capítulo extremadamente peligroso de la loca carrera del presidente Donald Trump por pasar a la historia como el emperador del planeta tierra del siglo XXI.
La confrontación bélica iniciada por Israel frente a Irán puede desatar un conflicto global nuclear de consecuencias devastadoras para la humanidad.
Los gobiernos de la Casa Blanca y de Tel Aviv ya han convertido a Oriente Medio en un manicomio con su genocidio en Palestina, los continuos ataques a El Líbano y la cruzada en Siria.
EE.UU. utiliza a Israel como punta de lanza en esa región, como lo hace solapadamente con Ucrania contra Rusia en Europa, aunque proclame esté a favor del fin de las hostilidades entre Kiev y Moscú.
Los objetivos de la administración Trump entre otros son: recuperar el dominio unipolar en un mundo hoy multipolar, controlar el petróleo y otros recursos económicos en el Oriente Medio, debilitar a la Unión Europea, frenar el avance extraordinario de Rusia y China, y desviar la atención de la compleja situación interna estadounidense.
Está claro que EE.UU. está amenazado por una eventual guerra civil tras la decisión de la Casa Blanca de llevar a cabo una cacería de migrantes, que ha provocado las mayores manifestaciones en su territorio en las últimas décadas.
Millones de ciudadanos en casi todas las ciudades estadounidenses se han lanzado a las calles para protestar por esa política racista y xenófoba, pese a la violenta represión protagonizada por la policía, la Guardia Nacional y los Marines, con saldo de numerosos heridos, cientos de detenciones, y hasta el asesinato de dos senadores del partido demócrata.
Cierto que Trump ha conseguido perturbar el mundo con el apoyo de sus aliados, pero también es real que ello puede convertirse en un búmeran para él y su gabinete.
Es difícil augurar lo que pueda ocurrir en lo adelante, pero el inquilino del despacho Oval corre el peligro de terminar destronado.
No se pueden abrir tantos frentes al mismo tiempo, y Trump lo está haciendo mal asesorado por sus más cercanos colaboradores o con toda la intención de sacarlo del poder, a juicio de analistas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.