El ciclo económico militar responde al punto de vista económico de la economía de defensa, también llamado «ciclo armamentista». En cualquier caso, ambos nombres se refieren al ciclo que describe la ruta de la producción de armas desde la decisión de invertir presupuesto público militar para cubrir la supuesta necesidad de armas y su uso […]
El ciclo económico militar responde al punto de vista económico de la economía de defensa, también llamado «ciclo armamentista». En cualquier caso, ambos nombres se refieren al ciclo que describe la ruta de la producción de armas desde la decisión de invertir presupuesto público militar para cubrir la supuesta necesidad de armas y su uso final.
El principio real del ciclo comienza en los argumentos y discursos que legitiman la necesidad de armas y de los ejércitos, los que dependen de la identificación de las amenazas a la seguridad de un país y la defensa de justificar altos niveles de militarización y armamento. De este modo, las doctrinas de seguridad desarrolladas por los gobiernos -directamente influenciadas por los informes de defensa, seguridad, conflictos y centros de paz; popularmente conocidos como think tanks establecen un cierto nivel de armamento y desarrollo militar de una determinada sociedad.
Además del motivo de la influencia permanente de los grupos de presión en las políticas de un país, la necesidad de mantener las fuerzas armadas depende de la cultura de defensa, la educación militarizada, la historia y la tradición armamentística-militar, y la tolerancia de las armas en la sociedad. También tenemos que considerar el rol de la sociedad civil y el hecho de que los movimientos sociales pueden determinar los niveles de armamento y militarismo.
El supuesto de necesitar mantener las fuerzas armadas abre el camino a decisiones políticas estrictamente relacionadas con el ciclo económico militar o armamentista, así como decisiones en los presupuestos militares que vienen determinadas por discursos, doctrinas y otros puntos de vista militares sobre las necesidades de defensa de un país. El gasto militar incluye investigación y desarrollo (I+D militar) de las nuevas armas y su producción en la industria de defensa, que está financiada en parte por el presupuesto público. Por lo tanto, cuando se trata de gasto militar, I+D militar e industria militar, tenemos que prestar atención no sólo a los presupuestos de los estados, sino también a los presupuestos de otros ministerios como el de industria. En conjunto, estos financian todo el negocio del ciclo económico-militar. Otros elementos que forman parte de este ciclo son el comercio de armas y las entidades financieras que financian todo el ciclo económico-militar, teniendo un rol destacable los accionistas de empresas de armamento y los bancos que financian las exportaciones de armas y la producción militar en general.
Por otra parte, el término «complejo militar-industrial» procede del discurso de despedida del presidente Eisenhower en 1961, quién lo utilizó para referirse a los lobbystas con mayor influencia en la Casa Blanca. El llamado complejo militar-industrial está formado por un conjunto de personas y de organizaciones empresariales y políticas, entre ellos, oficiales militares de alto rango de los departamentos y/o ministerios de defensa, que tienen el deseo de influir en las decisiones sobre la política militar, incluyendo la compra de armamento.
Una serie de empresas, así como gran cantidad de individuos, incluyendo políticos y personal de los departamentos gubernamentales relacionados con las empresas militares, están involucrados en el llamado complejo militar-industrial, que puede influir desde la industria de defensa a los departamentos de Interior y comercio exterior. En el ámbito de la Administración, pueden formar parte del complejo militar-industrial los altos mandos de las Fuerzas Armadas, quienes disfrutan de estrechas relaciones con la industria armamentística. Estos ejercen influencia y presión en relación al incremento de arsenales, número de armas y el equipamiento militar. Tienen, por tanto, la habilidad para incidir en la política nacional e internacional de un país determinado. Cuando se da el caso en que un miembro de las Fuerzas Armadas o un ejecutivo de la industria militar accede a responsabilidades políticas o viceversa (incluso algunas veces puede ser la misma persona), se da lo que ha sido denominado como el fenómeno de las puertas giratorias en el sector de defensa.
El ciclo económico-militar puede generar dinámicas políticas y económicas que pongan a un país y a su economía en una situación ideal para quien obtiene beneficios de este ciclo, en el que la economía de defensa se convierte en una economía de guerra permanente. Es importante analizar y entender el ciclo económico como tal: gasto militar, industria de armas, exportaciones y financiación de armas. Las compañías y los individuos que forman parte activa del ciclo económico-militar componen el complejo militar-industrial, el cual se beneficia principalmente de las guerras.
En definitiva, el negocio de la guerra se explica con el ciclo de economía militar que se basa -como muchos sectores de la economía- en la lógica neoliberal, el mercado libre, la privatización y la reducción de las regulaciones. Esto causa actitudes estrictamente relacionadas con el enriquecimiento personal y la maximización del beneficio económico de la industria de defensa, formando el llamado militarismo neoliberal. Además, el negocio de la guerra va más allá de las armas y del sector de defensa. La guerra necesita muchos recursos, no sólo armas y ejércitos, también logística, transporte, alimentos, limpieza, servicios de interpretación y seguridad privada. También existen guerras de codicia, las cuales no sólo se basan en el poder sino también en los recursos: petróleo, coltán, diamantes y cualquier material que se pueda comprar y vender en el mercado. Los beneficios económicos son parte de la guerra y las guerras se producen para extraer beneficios.