Traducido del francés por Rocío Anguiano
Recordemos el 22 de diciembre de 2001: Richard Reid, el hombre del zapato lleno de explosivos, era detenido por intentar, según las autoridades oficiales, hacer explotar un avión de la American Air Lines, el vuelo 63 procedente de París con destino a Miami. Ahora, en Navidad, ocho años más tarde, Umar Farouk Abdul Mutallab, un nigeriano de 23 años, intenta hacer estallar un avión estadounidense de la compañía Northwest Airlines, el vuelo 253, que une Ámsterdam con Detroit en Estados Unidos.
Los dos utilizaron el mismo tipo de explosivo, el PETN (pentaeritritol), ambos fueron reducidos por pasajeros de los vuelos que supuestamente iban a hacer saltar por los aires y, también en los dos casos, las autoridades responsables de la seguridad aeroportuaria aprovecharon para reforzar los controles a los pasajeros. En el caso de Reid, la obligación de quitarse los zapatos y otras medidas de registro intensivo y, en el caso de Umar, la prohibición de levantarse durante la última hora de vuelo y futuras restricciones a la libertad de movimientos.
Otra similitud entre el caso Reid y el de Umar es el momento político especialmente inestable. El caso Reid se produjo justo después de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York, cuando la administración Bush llevaba varios meses preparándose para atacar y ocupar Afganistán e Iraq. En el caso de Umar, el momento también es políticamente delicado, ya que Obama acaba de lanzar una gran ofensiva en Afganistán con amplias repercusiones en Pakistán, y recientemente ha ordenado a la aviación estadounidense que ayude a las fuerzas del gobierno yemení a bombardear los supuestos refugios de «terroristas» de Al Qaeda donde, según lo que divulgan los medios de comunicación proguerra, Umar habría recibido el entrenamiento en el uso de explosivos.
El fiasco de la tentativa para encender lo que los propios pasajeros del vuelo 253 calificaron como «petardo», parece demostrar que o bien ese tipo de «entrenamiento» no es serio, o que la historia del «entrenamiento» en el Yemen es simplemente falsa. Reid tampoco consiguió hacer detonar los explosivos escondidos en su zapato.
El caso Umar, las inconsistencias que hacen pensar en una operación bajo bandera falsa.
El padre de Umar, el Dr. Umaru Mutallah, uno de los banqueros más importantes de Nigeria, ex ministro de economía de Níger, contactó con la Embajada de EEUU y se reunió con responsables de la CIA y con altos funcionarios de la agencia de servicios de información de su país y les avisó de que su hijo representaba un peligro. Entonces por qué se autorizó a Umar a subir a un avión que se dirigía a Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses dicen que estaba en una base de datos de individuos vigilados pero no en la lista de los que no podían volar, a pesar de las alertas de su padre.
Otra inconsistencia: Umar, que no tenía pasaporte, pudo coger el vuelo 253 en circunstancias dudosas. Un pasajero de ese vuelo, Kurt Haskell, hizo unas declaraciones de lo más abrumadoras sobre la forma en que Umar pudo subir a bordo del aparato:
Yo estaba cerca del terrorista cuando pasó el control en el aeropuerto de Ámsterdam el día de Navidad temprano. Mi mujer y yo jugábamos a las cartas justo delante del mostrador de facturación. Esto es lo que vi (y lo que declaré al FBI cuando fuimos retenidos en la aduana):
«Un hombre de la India bien vestido, de unos 50 años, se acercó al mostrador de facturación con el terrorista y dijo «este hombre necesita subir a bordo de ese vuelo y no tiene pasaporte». Los dos hombres formaban una extraña pareja, el terrorista un hombre bajito negro que parecía muy pobre y debía de tener unos 17 años (aunque creo que tiene 23, pero no lo parece). No pensé que fueran terroristas, solo que formaban una extraña pareja. El empleado dijo: «no puede subir a bordo sin pasaporte», Entonces el indio respondió: «viene de Sudán, hacemos esto continuamente». Deduje de ello que era difícil obtener un pasaporte en Sudán y que en cierta medida era una estratagema basada en la simpatía. Entonces el empleado contestó: «tendrá que hablar con mi jefe» y envió a los dos hombres hacia el pasillo. No volví a ver al indio, no estaba en el avión. También es raro que el terrorista no pronunciara una sola palabra durante todo ese tiempo. En cualquier caso, el terrorista consiguió subir al avión. No sé si hubo una gratificación o simplemente simpatía por parte del jefe de seguridad».
Sin embargo, los controles de seguridad del aeropuerto de Ámsterdam tienen fama de ser muy estrictos, incluso se somete a los pasajeros a un interrogatorio personal.
Otro factor desconcertante en los testimonios de esta tentativa de hacer estallar un avión estadounidense en vuelo, es lo que contó Jasper Shuringa, el pasajero que saltó de su asiento para controlar a Umar y apagar el principio de incendio:
«Temblaba. No opuso ninguna resistencia. Simplemente resulta difícil creer que estuviera intentando hacer estallar el avión. Estaba en trance. Tenía mucho miedo».
El hecho de que no opusiera resistencia, hace que surjan serias dudas sobre sus capacidades de «jihadista», al igual que en el caso de Reid, por cierto. Los dos parecían presentar en el momento de los hechos actitudes y comportamientos de personas bajo el efecto de estupefacientes.
La versión oficial simplista de los sucesos, divulgada con complacencia por los medios de masas, se desmorona a medida que surgen nuevos datos.
Apenas un año después de su investidura, Barack Obama ha adoptado la política extranjera de «guerra contra el terrorismo» «guerra contra Al Qaeda» de Bush II frente a los estados que EEUU califica de «delincuentes», como Yemen y Somalia.
En Yemen, según el NYT, la CIA es ya muy activa desde hace más de un año en el marco de operaciones clandestinas y la formación de agentes gubernamentales de contra insurrección. En los próximos 18 meses, el gobierno de Estados Unidos va a invertir 70 millones de dólares en financiar el despliegue de fuerzas especiales estadounidenses para dichos entrenamientos y en equipar a las fuerzas armadas yemeníes, lo que representa el doble de lo que había gastado hasta ahora.
La administración Obama intenta establecer relaciones de vasallaje con el actual presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh. Este país ocupa una posición estratégica en la península arábiga y, según Christopher Boucek, especialista de Yemen en la Carnegie Endowment for International Peace de Washington «los problemas de seguridad en Yemen no son solo cosa de Yemen… son problemas regionales y afectan también a los intereses occidentales«. Dicho de otro modo, el intervencionismo bélico de Estados Unidos ha encontrado una nueva presa. Este país pobre, inestable, cuyos dirigentes son fácilmente manipulables.
Los EEUU se han especializado en atacar a este tipo de país débil estratégicamente bien situado.
Obama puede contar con la «oposición» en Washington para aprobar esta nueva «guerra necesaria». Algunos senadores halcones republicanos así como Joe Lieberman, un sionista estadounidense a la vanguardia de todas las iniciativas bélicas de EEUU, ha exigido ya a Obama que lance un ataque «preventivo» contra los «nidos de terroristas» de Al Qaeda en Yemen.
Pero la opinión pública estadounidense, mayoritariamente en contra de nuevas guerras, no está dispuesta a aceptar otra guerra «necesaria». Para acabar de convencerla de que cambie libertad contra falsa seguridad, el totalitarismo, impuesto por un presidente blanco o negro, adopta siempre los mismos métodos. Hacer que reine el terror cuando resulte necesario montando falsos ataques, lo que se llama una operación bajo bandera falsa.
El caso Umar -puesto en la palestra por los medios de comunicación cuya función esencial es tocar a rebato, como hace el NYT que se empeña en vender a la opinión pública estadounidense un ataque «preventivo» contra un país refugio de «terroristas»- presenta elementos chocantes que hacen pensar en una operación de este tipo.