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El Salvador: La izquierda que la derecha quisiera

Fuentes: Rebelión

La derecha estaría muy feliz con una izquierda complaciente, no cuestionadora, dócil, racional pero pro sistema, manejable, comprable, culta pero aburguesada. Una izquierda que aceptara sin protestar ni cuestionar argumentos como esos de que se trata del «interés nacional», una izquierda que renegara del socialismo y de la lucha de clases. Una izquierda convencida de […]

La derecha estaría muy feliz con una izquierda complaciente, no cuestionadora, dócil, racional pero pro sistema, manejable, comprable, culta pero aburguesada. Una izquierda que aceptara sin protestar ni cuestionar argumentos como esos de que se trata del «interés nacional», una izquierda que renegara del socialismo y de la lucha de clases. Una izquierda convencida de que sistema democrático es sinónimo de sistema capitalista y que por ende los empresarios capitalistas son defensores de la democracia y que por tanto es preciso respetarlos, honrarlos y adorarlos porque gracias a ellos es que los trabajadores tienen empleos.

En una sola palabra todo ello se puede expresar en una izquierda domesticada.

Ciertamente, con los acuerdos de paz, se inicia un proceso de domesticación de los otrora revolucionarios, me refiero a las cúpulas dirigenciales de las diferentes organizaciones que integraban el FMLN; sin embargo, algunos dirigentes del actual FMLN se resisten a ese proceso de domesticación que quisiera la derecha, particularmente la derecha arenera y sus instrumentos de dominación ideológica.

Y digo que la domesticación de la izquierda revolucionaria se inicia con los acuerdos de paz, porque es a partir de ese momento que la dirigencia del FMLN acepta actuar conforme a las reglas del sistema, lo cual lleva al Frente a transformarse de movimiento revolucionario en partido político dentro de la lógica y la legalidad electoral.

Se podrá argumentar que el hecho de participar en la vida política del país de manera legalizada, no implica renunciar a sus objetivos. Que el Frente como institución política nunca ha renunciado a su ideal socialista. Formalmente no. ¿Pero actúa conforme a ese ideal socialista? ¿Qué de su programa de gobierno en las pasadas elecciones tenía un contenido socialista? ¿Cuáles de sus actividades cotidianas revisten un carácter socialista?

El problema del capitalismo, como sistema, es que no se reduce sólo a lo económico. El sistema capitalista integra un sistema político, ideológico, jurídico, social, cultural, etc. es una totalidad estructurada que todo lo subsume y en ese sentido es sumamente difícil escapar también a los vicios que le son propios. Así, por ejemplo, las prácticas individualistas, egoístas y miserables se hacen también presentes entre aquellos que pretenden no haber renunciado a sus ideales revolucionarios, pero que están dispuestos a darle zancadilla al compañero con tal de ser candidato a un cargo de elección popular.

Ciertamente, existe una inmensa diferencia entre quienes aun se mantienen como integrantes del Frente y los otros antiguos revolucionarios que han sido cooptados, -por ejemplo, algunos directores ejecutivos de ONGs- o los otros que han sido sencillamente comprados. Estos últimos son los que aparecen en los diferentes medios de comunicación despotricando contra sus antiguos compañeros de lucha, trabajando para el gobierno o dando «charlas orientadoras» durante los períodos electorales.

Estos que abandonaron el Frente y que afortunadamente lo hicieron solos, porque las bases del Frente no han olvidado las razones de la lucha, ni sus ideales revolucionarios, son menos peligrosos para el Frente mismo, que aquellos que sin abandonar el Frente buscan ser aceptados socialmente por la derecha.

El Frente como proyecto político revolucionario me parece que se encuentra ubicado en la actualidad en la mayor encrucijada de su historia. Por una parte enfrenta los males de una dirigencia dogmática, formada parcialmente con las visiones del materialismo histórico y dialéctico generadas en la antigua URSS y por otra la de unos aspirantes a dirigentes que, tal parece, carecen de formación marxista.

Un partido político que se define como revolucionario y que aspira como ideal último a la transformación del capitalismo y al avance hacia el socialismo, difícilmente puede tener una praxis política consecuente si carece de una visión teórica del capitalismo que le permita comprender la realidad cotidiana y las acciones de los diferentes sujetos que actúan tanto en el ámbito público como privado. Pero no se trata de cualquier visión teórica, sino que obviamente, se trata de asumir una visión teórica marxista. Por otra parte, parece que esta carencia de formación teórica marxista es lo que conduce a las diferencias que de manera permanente se presentan al interior del Frente entre sus cuadros con algún nivel de responsabilidad.

Pero como es una encrucijada, faltan los otros dos brazos de la cruz y estos son: por una parte recuperar el ideal y sus prácticas revolucionarias y por otra, ganar credibilidad sin sucumbir a la racionalidad de la derecha, a la cual lo único que le importa es terminar de domesticar al Frente y de no ser ello posible, desacreditarlo. En la actualidad, la derecha trabaja activamente y sin tregua en impedir que el Frente logre estas tareas, a sabiendas de que el fracaso del Frente les beneficia. Es una lástima que cuadros bien intencionados del frente, no se percaten de ello y se presten al juego sucio de sus enemigos de clase.

Esto último explicaría el porque los medios de comunicación le dan tanta cobertura a todo aquel que se manifieste en desacuerdo con la actual dirigencia. Y en esta práctica de la derecha no hay que confundirse, lo mismo harían mañana con los «reformistas», si estos llegaran a tomar el control del partido, a menos, que actuaran domesticadamente y ya no representaran ningún riesgo político económico para los grandes empresarios.

Cuando, como en mi condición de no militante del Frente, se desconocen las interioridades del FMLN, es difícil alcanzar a discernir si las acusaciones que algunos de sus miembros realizan tienen o no fundamentos reales. No se sabe si la base de las diferencias responde a razones puramente electorales o si se trata de una cuestión mucho más de fondo; o bien si se trata de diferencias de carácter puramente personal. A menudo, las diferencias entre las personas, cuando existe unidad en los objetivos, surgen en torno al cómo conseguir esos objetivos, pero ello no debería ser motivo como para que se repitieran las escisiones del pasado, las cuales si tuvieron su origen en diferencias entre los principios y objetivos revolucionarios, como se ha evidenciado posteriormente.

Reflexión desde el marxismo en torno a las posibles diferencias entre la gente de izquierda.

Veamos esta cuestión de manera ejemplificada. Uno se puede definir como anticapitalista, lo cual no es poca cosa, y podemos suponer que los dirigentes y los cuadros medios del Frente lo son y que están claros en el por qué lo son. Pero no me refiero a razones de carácter ético, de sensibilidad humana, o ambientalistas. Las cuales son razones valederas y nada despreciables, pero ciertamente para los marxistas existen otras razones.

Una razón de carácter general es la siguiente: cualquier problema económico, social, político, jurídico, ideológico o ecológico, si se analiza bien y se va hasta su raíz, nos evidenciará que siempre a su base está el sistema capitalista y su racionalidad, esto es, la búsqueda de ganancias. De ello, se deriva todo un conjunto complejo de visiones, de conductas, de acciones que sería demasiado largo de citar, razón por la cual remito a los lectores y lectoras a un escrito anterior.

Pero bien, a pesar de coincidir en el estar en contra del sistema y a favor del socialismo, pueden surgir diferencias en cuanto a lo que entendemos por socialismo. Si por socialismo entendemos el que se intentó construir en la URSS, pues, sencillamente me parece, que eso no es a lo que aspiraría para nuestro país y ello, aun cuando tuve la oportunidad de conocer los grandes avances de los soviéticos en materia social, lo cual no es poca cosa.

No obstante en aquellos años lejanos de mi juventud, ante la imposibilidad de proponer algo alternativo, siempre sostuve: Si, estoy a favor del socialismo porque resuelve los problemas de la pobreza, pero al día siguiente del triunfo de la revolución, yo me marcharía, porque siento que el régimen asfixia, y yo necesito para vivir también de libertad. Claro, tal actitud era fácilmente definida en aquel entonces y probablemente también ahora como una posición pequeño burguesa. Si embargo, a este momento, estoy convencido que era una postura profundamente marxista. Ya que Marx, quien no era muy dado a especular, planteaba su visión del socialismo en los siguientes términos:

«Finalmente, imaginémonos, para variar, una asociación de hombres libres que trabajan con medios colectivos de producción y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social».

La cita anterior constituye una de las pocas referencias que formula Marx, sobre lo que podría ser el socialismo y es claro en ella, la importancia que le asigna Marx a la libertad. Ya que no sólo explícitamente hace referencia a una asociación de personas libres, sino le añade que actúan con plena conciencia de lo que hacen y no se puede tener plena conciencia de lo que se hace, si no se es libre, si no se tiene libertad.

Ahora bien, no se piense que esta libertad tenga algo que ver con la libertad burguesa, propia de las democracias capitalistas. Una sociedad que manipula las conciencias, que desinforma, que distorsiona la realidad, que sesga las opiniones, ciertamente, no es una sociedad libre. La libertad condicionada que existe en USA o en El Salvador de hoy, no son diferentes. Ambas responden a la necesidad de reproducir el sistema y sus aparatos de dominación y quien no reconozca o acepte el carácter condicional de su libertad, no sólo no tiene acceso a los medios de comunicación masiva, sino que si lo hiciera mediante cualquier medio de comunicación, por muy marginal que este fuera, será sancionado, ya que el régimen se encarga de tener censores de lo que se dice y se escribe en cualquier medio de comunicación. Estas son sociedades totalitarias disfrazadas de democracias.

De igual manera, tendríamos un serio desacuerdo si pensáramos, siguiendo la visión europeísta del marxismo y particularmente, la divulgada en los manuales soviéticos, que el sujeto revolucionario tiene que ser necesariamente el proletariado. Y si a partir de ello con una postura dogmática y mecánica dedujéramos que, siendo que en nuestro país no existe un proletariado masivo, procedería entonces realizar primero la revolución democrático burguesa, para generar así el proletariado, como un paso previo a revolución proletaria; tal como lo sostenían algunos partidos comunistas latinoamericanos en épocas pasadas.

No sé si exista actualmente alguien que siga sosteniendo tal tesis. Ejemplo claro de dogmatismo, ya que como la realidad no se ajustaba al dogma, había que transformar la realidad para ajustarla a la teoría. Algo similar ha ocurrido con el dogma neoliberal, se ha buscado ajustar la realidad a la doctrina. Cuando lo correcto es proceder de manera inversa. Las teorías en las ciencias sociales son un instrumento de conocimiento de la realidad, surgen de una realidad y dan cuenta de esa realidad. Puede ocurrir que las realidades coincidan y en consecuencia una teoría que surja para explicar una realidad particular sea aplicable a otra realidad. Tal sería, por ejemplo, la teoría del intercambio desigual de Prebisch que surge para explicar la realidad latinoamericana y sin embargo, es extensiva al tercer mundo.

Sin embargo, suponiendo que existiera coincidencia en lo que se entiende por socialismo y sobre el sujeto histórico, a pesar de estas coincidencias se presentarían seguramente diferencias en cuanto al cómo avanzar hacia el socialismo: ¿Lucha armada o vía electoral?

En el pasado se pensó que la lucha armada era una opción, algunos pueblos habían tenido éxito con esta vía hacia la construcción del socialismo. Pero no sólo eso, sino que cuando los pueblos caen en la desesperación, la reacción instintiva es a la violencia. Violencia que de no ser correctamente canalizada, no se convierte en una violencia revolucionaria, en el sentido de dar paso a la construcción de una nueva sociedad, sino sencillamente a la destrucción de la misma. Como cualquiera de las dos afectaría a los burgueses, aunque de distinta manera, estos están dispuestos, no sin dolor y de mala gana, a abrir algunos espacios de praxis política controlada. Estos espacios se presentan, para algunos sectores de la izquierda, como la alternativa democrática para avanzar hacia el socialismo, luego de controlar el Ejecutivo. Seguramente asumen que luego de una serie de cambios estructurales sucesivos se puede ir avanzando paulatinamente hacia la nueva sociedad.

Debemos asimismo señalar que existe otra izquierda, autodenominada «izquierda democrática», que además de no tener nada de izquierda, asume una postura entre ingenua e ignorante al pensar que no es necesario acabar con el capitalismo para resolver los problemas de nuestra sociedad. Esta es la izquierda cosmetóloga que para tranquilizar sus conciencias le basta con darle algunos retoques al sistema.

Una nueva visión acerca del sujeto y del cómo avanzar hacia una sociedad alternativa a la capitalista en el Tercer Mundo.

Debo reconocer que escribir este apartado es uno de los retos más difíciles a los que me he enfrentado en mi vida académica. Esta dificultad está relacionada principalmente con el escepticismo que se tiene acerca de las potencialidades de la realidad socioeconómica, política y cultural, llamada economía solidaria, economía del trabajo o nueva economía popular, a cuyo estudio he dedicado la mayor parte de mis esfuerzos durante los últimos años, y al hecho de que resulta prácticamente inconcebible que alguien se atreva a cuestionar el carácter de sujeto del proletariado y el rol de vanguardia del partido.

El cuestionamiento sobre el carácter del proletariado se inscribe más en la línea de lo que se ha entendido tradicionalmente por proletario, identificándolo con el obrero industrial, y no en el sentido marxista, en donde proletario es todo trabajador. Y en cuanto al partido, nos parece que aún tiene un papel importante que desempeñar, si abandona su visión vanguardista y acepta que la realidad ha cambiado y que han aparecido otros agente de cambio muy importantes como son: las comunidades organizadas, las cooperativas, el movimiento social, etc.

Ocurre que en nuestros países, la realidad está marchando por otros caminos y aunque por ahora no sean significativos cuantitativamente, si nos ofrecen una realidad cualitativamente diferente y muy esperanzadora para quienes miramos esos procesos, no tanto en su realidad sino que en sus potencialidades.

Existen actualmente en el mundo, pero principalmente en el submundo capitalista, aquel donde el sistema revela su verdadero rostro, como dijera hace muchos años Eduardo Galeano, los otros, los que no son pragmáticos, los que se resisten a creer que la utopía ha muerto, los que creen que otro mundo es posible. Estos, los otros, son a los que llamamos constructores de sueños. Y son constructores de sueños, porque a diferencia de los antiguos utopistas que primero soñaban, estos han comenzado por hacer para después soñar, pero en su construir soñando, van soñando que es posible otro mundo construir. Están en Brasil desde hace ratos, han surgido con fuerza en la Argentina recientemente, en Chile los encontramos también, como en Bolivia, en Perú, Ecuador y en toda Centroamérica, solo para mencionar los más conocidos por nosotros.

Antes de proceder al desarrollo teórico, quisiera citar el pensamiento de algunos integrantes de la comunidad Nueva Esperanza:

«Recuerdo la cantidad de opiniones y propuestas… sobre el gran sueño de lo que queríamos ser, de nuestras vidas en la comunidad que íbamos a crear, una comunidad viva, dinámica, desarrollada, autogestionaria, solidaria, con salud, educación, viviendas dignas, proyectos productivos…. etc. En fin, ser una comunidad forjadora de nuevos valores para contribuir a la construcción de una sociedad nueva. Se valoraba que todo esto era posible lograrlo mediante el compromiso y el esfuerzo de cada uno, que no sería fácil, que en el camino nos encontraríamos con grandes desafíos pero que debíamos hacerlo para hacer realidad nuestros sueños.»

La cita anterior nos muestra lo que yo denomino el momento utópico, en el sentido de lo todavía no realizado, pero que ya tiene una existencia a nivel ideal y que plantea una serie de exigencias su posible concreción.

«Al llegar nadie tenía nada, y ahora todo el mundo tiene sus pollitos, sus chanchitos, sus vaquitas. Y todo eso se debe a la organización y a la orientación que nos hemos dado. Porque es muy importante la orientación. Mire el asistencialismo jode, porque la gente se acostumbra a que se les dé y cuando la asistencia termina, se hunde todo. Pero aquí se supo orientar. Por ejemplo, el taller de costura es autónomo, se ha dejado libre a las mujeres que trabajan en él para que se organicen como quieran y van teniendo éxito, con lo cual van naciendo nuevos proyectos para mujeres. Otro ejemplo es la granja de poyos, otro proyecto que dirigen las mujeres y que pinta muy bien…. Yo estoy trabajando ahora en el proyecto de pesca y en el de odontología…«

Del momento utópico se pasa al de la implementación, a la realización de los sueños, donde se ven los resultados y se sigue soñando e implementando nuevos proyectos. Por eso, me gusta llamarles: constructores de sueños.

«Nuestros proyectos son de tres tipos: los que pertenecen a la cooperativa: ganadería, agricultura, pesca y transporte y también la tienda, todo esto lo coordina la directiva de la cooperativa. Luego tenemos los proyectos sociales: la educación, la salud, la vivienda, el agua, todo lo que entra en el área social y esto lo lleva el comité comunal y luego están los proyectos independientes, porque no son de la cooperativa, ni de la comunidad pero que tienen el reto de aportar, el compromiso pues, de aportar al área comunal. Y en esto está el taller de costura, la granja de pollos, el comedor«.

En los testimonios citados anteriormente se manifiesta el carácter integral que posee la estructura comunitaria. Es claro que lo económico resulta relevante y que lo enfrenta de manera asociada y con propiedad colectiva y mediante el trabajo cooperado, pero no se descuida lo social, ni se deja a que cada cual lo resuelva de la manera que pueda, sino que la comunidad lo asume de manera social y comunitaria. Y a su vez, lo que denominan proyectos independientes, si bien benefician a sus integrantes, también deben de contribuir a la satisfacción de las necesidades comunales, la solidaridad está presente en toda la vida de la comunidad.

Para finalizar estos testimonios, permítanme agregar la reflexión de una religiosa que ha acompañado la experiencia de la Comunidad Nueva Esperanza:

«Estando aquí comprendo mejor lo que significa partir de cero. Porque los ricos son cada vez más ricos, y los pobres trabajan y trabajan y no pasan de lo mismo. Yo he llegado a llorar de tristeza cuando veo a la gente con la piel curtida de trabajo, de quemarse la piel con el sol, de trabajar. No me estoy refiriendo a la gente de Nueva Esperanza, sino a la gente que vive alrededor. Esta gente no pasa de su analfabetismo, de su desnutrición, por no decir hambre, no pasa de su ranchito de lámina, cartón y paja. Y, ¿por qué?, porque este sistema está organizado de tal manera para que el pobre sea cada vez más pobre. Y eso es un pecado para nosotros

Creo que sobran los comentarios.

Retornando a nuestra temática, comencemos, pues, por hablar del sujeto del cambio histórico. A este lo clasificamos en sujeto real y en sujeto potencial. Y como se observará éste sigue siendo el proletariado, si a éste lo entendemos como trabajadores y trabajadoras.

El sujeto real está constituido por todos aquellos que de forma organizada enfrentan sus problemas de pobreza y exclusión social y que avanzan hacia formas asociativas en los diferentes ámbitos de la actividad económica. Que practican nuevos valores como la unidad, la cooperación, la solidaridad, etc. Y que practican la democracia participativa, en su quehacer sociopolítico.

Los sujetos potenciales, son los asalariados del sector capitalista de la economía, los empleados del sector público y el resto de trabajadores en el sector no capitalista de la economía, que no poseen las características previamente señaladas para el sujeto real, por ejemplo: los campesinos o integrantes del sector informal urbano. Afirmamos que son sujetos potenciales, porque pueden transformarse en sujetos reales dejando, por ejemplo, su condición de asalariados y avanzando hacia formas autogestionarias de la producción, lo cual genera formas de cooperación, de unidad, de solidaridad, de participación en el ámbito económico, lo cual al ser interiorizado se manifiesta en los diferentes ámbitos de la actividad humana. Sobre el particular las experiencias en la Argentina son muy aleccionadoras, como pequeñas muestras de la potencialidad sujetual de los obreros. O el caso de los integrantes del Movimientos de los Trabajadores sin Tierra en Brasil, que en los espacios económicos que los campesinos organizados han arrebatado al capital están creando los gérmenes de una nueva sociedad.

La historia nos enseña que el capitalismo se manifiesta de manera marginal en las entrañas de la sociedad feudal europea y que en la medida que fue creciendo cuantitativamente, logra el suficiente poder económico para transformar la sociedad toda. Las células burguesas se desarrollan con anterioridad al asalto del poder político y no lo contrario. Por otra parte, Marx nos decía, en las entrañas de la sociedad vieja surgen los elementos de la sociedad nueva.

Al respecto, existe un planteamiento marxista muy interesante en la Tercera tesis sobre Feuerbach:

«La teoría materialista de que los hombres son productos de las circunstancias y de la educación, y de que, por lo tanto, los hombres modificados son productos de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que son los hombres quienes modifican las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ejemplo, en Robert Owen).

La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.» (Cursiva en original)

Las diferentes actividades humanas no son actividades compartimentadas y en consecuencia, podemos suponer que existe una interacción entre las mismas. El carácter alienado y alienante del trabajo en el capitalismo, se manifiesta también en prácticas políticas alienadas, en una ideología pro sistema y en una formación cultural burguesa. Claro, todo ello es reforzado por los aparatos de dominación del sistema: los medios de comunicación, la educación, las religiones retardatarias. Así como la misma actividad social que presiona hacia prácticas consumistas y al tener cosas como forma de realización personal.

El más grande temor del régimen es que las personas puedan llegar a pensar por su propia cuenta, que se dejen afectar por la realidad y que lean o escuchen opiniones diferentes a la «verdad oficializada».

Por tal razón es que el último párrafo de la anterior cita de Marx, representa en mi opinión un verdadero quebradero de cabeza y vea si no : ¿Cuándo ocurre la praxis revolucionaria que posibilita la coincidencia de la modificación de las circunstancias y la actividad humana? ¿Ocurrirá en un proceso revolucionario, como la lucha armada que conocimos en el país que llevó a modificar las circunstancias y la actividad humana? ¿O bien ocurrirá en el proceso de construcción del socialismo en una determinada sociedad? La historia no nos permite obtener una respuesta absoluta, aunque si respuestas parciales y una hipótesis, que me parece bastante plausible, a partir de algunas prácticas en la economía solidaria que se vive en muchas comunidades organizadas.

Intentemos explicarnos. Durante los años de la guerra, tanto los combatientes como las familias desplazadas, debido a una serie de circunstancias propias de la guerra, se vieron forzados a modificar una serie de actitudes, de visiones y de conductas tradicionales y fueron descubriendo lo mejor de sí mismos: la disposición a entregar la vida por un ideal, el soñar con una nueva patria libre y liberada, el sacrificio diario, la unidad, la cooperación, la solidaridad, etc.

Ciertamente, no creemos que lo anterior sea una verdad absoluta y generalizable, ya que hubo otros que descubrieron lo peor del ser humano. Pero bien, en muchas comunidades organizadas, e integradas por desmovilizados y por familias desplazadas, he encontrado a esas personas transformadas, a esas personas que practican nuevos valores. Pero he allí lo interesante: al buscar enfrentar sus problemas de pobreza y exclusión social de manera organizada, están cambiando sus circunstancias y se están modificando a sí mismos.

Si bien es cierto que las diferentes actividades económicas que realizan, no se han socializado en su totalidad, ya que existe aún trabajo individual o familiar, no es menos cierto que a medida que se avanza en la organización se va accediendo a formas colectivas de propiedad y a formas asociativas en diferentes ámbitos de lo económico, tales como en la comercialización, en las finanzas, en los servicios, etc.

Donde se practican los valores de unidad, solidaridad y cooperación, etc. No sólo se han liberado de la explotación capitalista, sino que han logrado que su trabajo vaya dejando de ser un trabajo alienado y alienante, en la medida que se participa en la planeación, en la proyección y en la toma de decisiones. Pero esos valores y esa nueva actitud participativa y deliberante, también se hace presente en el ámbito político, en lo social, en lo cultural.

Un elemento clave en todo este proceso es la organización, ya que ella posibilita socializar experiencias, problemas y sueños individuales. Las personas van descubriendo que sus problemas no son exclusivos de ellos, sino comunes a los otros. Pero lo más importante: las personas van tomando conciencia de que no tienen la culpa de estos problemas. Quizá en un primer momento responsabilicen a los gobiernos, al modelo, a la dependencia, pero en ese proceso terminarán por descubrir que la causa última radica en el sistema capitalista y a partir de esto estarán en capacidad de valorar de mejor manera sus esfuerzos por lo que están construyendo.

Y cuando comparten sus sueños, descubren también que otros tienen sueños semejantes y que el soñar con otro mundo mejor, no es cosa de ingenuos, de ignorantes o de locos. Entonces, ya se está en camino de hacer realidad esos sueños.

Pero igual se socializan experiencias empíricas y conocimientos teóricos, lo cual contribuye a potenciar sus actividades y a evitar errores ya cometidos. Entre las comunidades organizadas se va generando un conocimiento colectivo muy rico, el cual se comparte de manera generosa, entre si y con las nuevas generaciones.

La organización tiene como base a la comunidad, la cual da paso a la asociación de comunidades en un territorio próximo, para luego pasar a la asociación de asociaciones en territorios más distantes y podría seguir avanzando hacia espacios mayores tanto a nivel nacional como internacional. Pero a su vez esta organización está atravesada por otro tipo de organizaciones, tales son, por ejemplo, la de mujeres, de jóvenes, de educadores, de lisiados, de productores, etc.

Esas nuevas prácticas que tienen las comunidades organizadas en lo económico y en lo social, también se manifiestan en nuevas prácticas políticas. En estas prácticas lo novedoso viene a ser la inversión de roles entre el partido y las organizaciones, a partir de la cual se transforma la práctica política tradicional en la que es el partido el que instrumentaliza a las organizaciones, y las pone en función de sus intereses electorales, de sus proyectos políticos o de sus luchas.

La organización comunitaria no conduce a la despolitización, como pudiera pensarse en razón de que en ciertas ocasiones las comunidades rechazan la presencia del partido en sus luchas reivindicativas. Todo lo contrario. El avance en su nivel de politización les ha llevado a comprender y a diferenciar cuando sus luchas deben de darlas solos, cuando requieren del acompañamiento del partido y cuando se requiere del partido para conseguir determinado objetivo. Esta es la inversión a que me refiero.

Por ello cuando se trata de conseguir el poder municipal se usa el canal del partido para llevar a sus candidatos. Pero esos candidatos, luego gobernantes municipales, son representantes de las comunidades y aunque, pueden ser también miembros del partido, su compromiso y responsabilidad real es con las comunidades, aunque formalmente respondan al partido.

Lo anterior viene a modificar la labor administrativa municipal, en tanto que el Consejo Municipal da continuidad a las prácticas propias de las comunidades organizadas, donde se vive la democracia participativa y se priorizan los problemas a enfrentar mediante asambleas generales con participación de la gente. Los cabildos abiertos dejan de ser una cuestión meramente formal y pasan a ser espacios y prácticas democráticas auténticas. Además de que los integrantes de los consejos municipales no sólo conocen de los problemas más urgentes a resolver, sino que los viven.

Bien, para los fines de este ensayo me parece que lo dicho es suficiente, no obstante para quien desee seguir conociendo sobre el particular y descubrir más argumentos a favor de esta tesis, al final de este trabajo me he permitido incluir al final un listado de diferentes materiales que se pueden ser consultados sobre esta temática. Por ahora prefiero llegar al punto que me ha impulsado a escribir este ensayo y es el siguiente:

Para la izquierda revolucionaria la prioridad política no es ganar la Presidencia de la República, ni siquiera las diputaciones aunque son necesarias, sino los Consejos Municipales, ya que los cimientos de la nueva sociedad es necesario y posible construirlos en la base misma de la sociedad.

Sé que para muchos esto puede resultar descabellado, sobre todo cuando miran la posibilidad de ganar la presidencia a la vuelta de la esquina. Y es por eso que dicen de no haber sido por el candidato, de no haber sido por las técnicas, por los métodos, por las armas obsoletas, por la propaganda sucia, etc. Ya estaríamos sirviéndole a la gente… En el pasado así se veía también el triunfo de la revolución: a la vuelta de la esquina. Aprendamos de la historia.

Hay verdades que son conocidas y sin embargo, en la práctica se ignoran. Es sabido que las revoluciones, los cambios radicales de la sociedad, no se realizan por decreto. Que no basta con poseer el poder formal, si no se cuenta con poder real y el poder real radica en lo económico.

Dado el poder económico con que cuentan los grupos familiares empresariales en el país, un gobierno de izquierda en el remoto supuesto que accediera al ejecutivo en el corto plazo, sólo sería viable con una izquierda domesticada, que respondiera a los intereses de la gran burguesía y de las transnacionales. No es muy lejano el ejemplo histórico de Duarte, quien a pesar de contar con el apoyo de la fuerza armada y del imperialismo no pudo gobernar y en consecuencia consolidar las reformas estructurales que había sido posible decretar en el marco de la guerra y con objetivos más contrainsurgentes, que sociales.

La resistencia de los grupos familiares empresariales en el país, debido a la concentración y centralización del capital, les facilita el ponerse de acuerdo y resolver sus propias contradicciones. No existen fracciones poderosas de la burguesía que sean distintas y que tengan intereses diferentes, los cuales generarían contradicciones que podrían ser utilizadas por la izquierda. Es más, los pequeños y medianos empresarios, cuando ven peligrar el sistema, se agrupan con los grandes en un solo bloque como las vacas en la Argentina ante la amenaza de una fiera. Este fue el origen de ARENA.

No reconocer estas realidades revelan un desconocimiento de lo que es el capitalismo o pecar de un excesivo voluntarismo. Para cambiar la realidad es preciso conocerla y conocerla en su esencia y no tan sólo en su apariencia.

Supongo que para la izquierda revolucionaria no partidaria puede resultar mucho más fácil aceptar un planteamiento de esta naturaleza. En cambio para la izquierda partidaria la cuestión se presentaría mucho más difícil de aceptar, en razón de su heterogeneidad de intereses, de aspiraciones, de proyectos, de visiones, etc.

Y sin embargo creo que existe en la base social del FMLN, quienes no sólo podrían estar de acuerdo con este planteamiento en términos teóricos, sino que además están dedicados a construir esa sociedad alternativa. Y tal suposición es precisamente lo que me ha animado a escribir este ensayo, reuniendo una serie de elementos que he expresado verbalmente, de manera desarticulada desde hace ya bastante tiempo. No se trata, pues, de una reacción ante la pérdida del FMLN y a un intento de contrarrestar la desesperanza que se generó entre muchas personas de izquierda.

Estoy consiente que aceptar un cambio en las prioridades políticas y en el rol del partido, tiene implicaciones muy grandes, sobre todo después de haber orientado la actividad partidaria a la lucha electoral, la cual ha demandado cantidad de recursos humanos y materiales, y que, siendo honestos, debemos de reconocer que han sido un absoluto despilfarro, porque en nada se ha beneficiado a la gente. Al menos esto es así, en lo que a las campañas presidenciales se refiere. Prácticas muy propias del capitalismo, ¿debe seguirlas imitando la izquierda revolucionaria? ¿O se deben de buscar formas alternativas? ¿Qué hacer?

Son muchas las actividades que tendrían que realizarse, algunas hasta escapen seguramente a mi imaginación o a mis conocimientos, pero podemos mencionar algunas.

En primer lugar, debería propiciarse o generarse organización a nivel de la base, esto es, entre quienes definíamos como sujetos potenciales. Y como estos sujetos potenciales son diferentes, los objetivos o los móviles de la organización tienen que ser también diferentes.

Los motivos de la organización en la maquila, por ejemplo, son muy diferentes a los de los trabajadores del sector informal urbano, como estos a su vez no coinciden con los de los campesinos o los de los empleados públicos. Pero todos tienen que tener como horizonte la construcción de una sociedad alternativa a la capitalista y en ese sentido deben de irse dando algunos pasos en esa línea.

La organización de los trabajadores en las maquilas, o de manera general en las empresas capitalistas, debe de orientarse en lo inmediato a las actividades reivindicativas, pero sin dejar de lado la posibilidad de transformar esas empresas capitalistas en empresas autogestionadas por los trabajadores. Los maquileros son muy dados a cerrar empresas y a dejar en la calle a los trabajadores, es entonces necesario que los trabajadores se vayan preparando para tomarse la empresa y convertirla en una empresa autogestionaria que podría seguir maquilando productos. Ahí tenemos un ejemplo de lo anterior con «Just Garments», Prendas con Justicia, 100% hecho por sindicato. O de manera general, cuando se presentara una crisis como la ocurrida en la Argentina, que condujo al cierre de muchas empresas, las cuales fueron tomadas de manera espontánea por los trabajadores y las echaron a andar mediante una labor autogestionaria, evidenciando con ello que los trabajadores no necesitan de los patronos para poder producir.

Es preciso apoyar la reactivación de las cooperativas de la reforma agraria o transformarlas en comunidades rurales organizadas, como ha ocurrido en algunas regiones del país. Lo importante es que se constituyan en un auténtico poder económico y político.

Continuar y profundizar la organización de las comunidades rurales e ir conformando asociaciones de comunidades, a fin de gestionar proyectos económicos y sociales de mayor cobertura. Para mejor comprender lo anterior es preciso establecer algunos de ejemplos de cómo funciona la economía solidaria.

Así por ejemplo, cuando se ha logrado avanzar hacia la creación de una asociación de comunidades es posible constituir asociaciones de productores, ya sea de hortalizas, de leche, de granos básicos, de caña de azúcar, de frutales, de calzado, de ropa, de muebles, de pan, etc. También aparece la necesidad de constituir asociaciones para la comercialización de los productos, para abastecer de insumos a los productores, para prestarles servicios, para captar y canalizar recursos financieros, etc.

Sabido es que el mayor problema que enfrentan los trabajadores del área rural es el desempleo, en consecuencia lo que se requiere es promover proyectos económicos sostenibles, que generen empleo e ingresos. Pero es preciso avanzar de los microproyectos a los macroproyectos, a fin de que se conviertan en actividades rentables y no de mera sobre vivencia. Y ello es posible, cuando se avanza de la asociación comunitaria, a la asociación de comunidades.

Se debe promover la articulación económica entre las comunidades organizadas y de éstas con las cooperativas de la reforma agraria. Las relaciones intracomunitarias e intercomunitarias podrían comenzar a prescindir del dinero en efectivo en sus transacciones comerciales, y solamente utilizarlo como unidad de cuenta, de la misma manera en que se utiliza el colón, como dinero virtual para establecer el precio de los artículos.

A esta actividad comercial sin usar el dinero en efectivo se le denomina en la actualidad trueque, aunque al interior de las asociaciones comunitarias podrían usar algún tipo de moneda creada por ellos y de circulación limitada en la zona. Esto tendría numerosas ventajas, entre las cuales cabe mencionar las siguientes: se induciría a la compra de los productos producidos por los mismos productores asociados, se generaría cierto grado de desconexión de los circuitos del capital, con la cual se disminuiría la expoliación, se avanzaría hacia la eliminación del fetichismo mercantil y todas sus implicaciones, se avanzaría hacia el comercio justo, etc. Pero como no se espera la autarquía, las ventas al sector capitalista de la economía, posibilitarían las compras de lo que necesiten para su funcionamiento las comunidades.

De igual manera resulta de suma trascendencia profundizar la organización de los sectores informales urbanos. Este es un sector que padece de la expoliación del capital como un todo, pero que a menudo tiende a asimilarse al sector empresarial capitalista, por razones puramente ideológicas y de conveniencia política, pero que no reciben ningún auxilio, ni apoyo real del gobierno.

Promover la articulación económica entre los informales urbanos organizados y los trabajadores rurales organizados, ya sean de cooperativas o de comunidades. Una experiencia exitosa que ejemplificaría lo anterior es la experiencia de la red COMAL en Honduras, en donde se han creado redes comerciales entre productores, comercializadores y consumidores.

En todo este proceso juegan un rural importante los Consejos Municipales, como promotores, organizadores y facilitadores de la nueva estrategia. Pero para hacerlo es preciso que avancen desde los diferentes enfoques de desarrollo local, a la visión mucho más progresista de economía solidaria. Si realmente deseamos construir una sociedad alternativa a la capitalista, tenemos que comenzar a hacerlo desde la base misma de la sociedad, en las comunidades, en las cooperativas, en las asociaciones, etc. que se desarrollan, que tienen vida en lo local y donde los consejos municipales pueden jugar un importante papel. Por ello es que la prioridad del Frente debe de estar en las alcaldías.

Claro, que ello implicaría un cambio radical en la composición, en la orientación y en el trabajo de los Consejos Municipales.

De igual manera, los cuadros políticos del frente deben de promover la creación de ADESCOS y de ya existir las mismas, procurar reorientar su trabajo, hacia el enfoque de la economía solidaria.

Un papel de máxima trascendencia en este proceso le corresponde a las ONG. Debemos reconocer la existencia de ONG de diferente tipo, desde las que buscan perdurarle la vida al sistema, hasta las que creen que otro mundo es posible y que han venido trabajando, sin desmayar, por hacerlo realidad. Necesario es que socialicen sus experiencias, tanto las positivas como las negativas.

La necesidad del análisis marxista para la izquierda revolucionaria

El viejo Lenin decía que sin teoría no hay movimiento revolucionario y Nestor Kohan le añade: sin práctica ni proyecto político difícilmente haya producción teórica.

El capitalismo es un sistema que todo lo fetichiza, que encubre su realidad esencial y es por ello, que resulta tan fácil caer en sus redes y quedar atrapado en el ámbito de la apariencia real. Permítanme un ejemplo rápido y obvio.

El fenómeno de la explotación en el régimen feudal era evidente, los siervos sabían perfectamente que eran explotados, porque veían la cantidad de su producto que tenían que entregarle al señor feudal o los días que tenían que trabajar para su señor sin recibir nada a cambio, no dejaban lugar a dudas que el señor se apropiaba de algo que a ellos les pertenecía. Ya no digamos, los esclavos. Sin embargo, en el capitalismo la explotación se encubre, al presentar el salario como el precio del trabajo, no hay modo de ver la explotación; y sin embargo, si no existiera explotación no se podría entender porque unos cuantos capitalistas atesoran grandes fortunas, mientras que los trabajadores que son quienes crean la riqueza sufren de la pauperización absoluta y relativa.

La cosa se complica aún más en países como el nuestro, donde gran parte de los trabajadores no son asalariados y no se ve, de qué manera ellos contribuyen también a ampliar la fortuna de los capitalistas y se les busca asimilar a la clase empresarial, en tanto pareciera que las diferencias entre un cuenta propia, una microempresa y una gran empresa sólo son cuantitativas, unos son chicos, otros son medios y otros grandes. Pero parece no existir ninguna diferencia cualitativa, cuando la realidad esencial es que los primeros no son capitalistas y que sufren la expoliación de los capitalistas, tanto como los obreros sufren de la explotación. Los fenómenos son diferentes y se requiere de la teoría para poder comprenderlos.

El conocimiento de la realidad en una sociedad capitalista y del método marxista de análisis es de suma importancia para cualquier intelectual que se precie de serlo, pero es imprescindible para la izquierda, que se dice revolucionaria. Permítanme utilizar la reciente propuesta del partido ARENA de crear un FOSALUD financiado por mayores impuestos al consumo de cigarrillos y bebidas alcohólicas para ilustrar la utilización del método marxista de análisis, y al mismo tiempo para evidenciar la falta de formación teórica marxista de algunos diputados efemelenistas.

Primer paso: ¿Cómo se presenta el hecho o fenómeno a nivel de la apariencia real, esto es, de manera fetichizada? Se presenta como Impuesto a los cigarros y bebidas alcohólicas, etc: Que los viciosos paguen de manera solidaria los servicios de salud de los pobres. Parece muy justo, muy racional y muy atinado el Presidente de la República que retomó una propuesta del FMLN.

Segundo paso: ¿Cómo se presenta el hecho o fenómeno a nivel de la realidad esencial, esto es, desmitificada? A nivel esencial es falso que exista » impuesto a los cigarros y a las bebidas alcohólicas». Es un impuesto a los consumidores de esos productos. A los consumidores de estos productos de víctimas se busca convertirlos en victimarios. Sabido es ya que las adicciones no son un problema ético o moral, sino enfermedades que tienen múltiples causas, que son agravadas por las campañas publicitarias y las estrategias de mercadeo de las compañías que los producen, generalmente transnacionales

Tercer paso: Relación entre el nivel aparencial y el nivel esencial. ¿Quienes deberían de pagar el impuesto?, obviamente deberían pagarlo quienes se apropian de grandes beneficios a causa de la adicción que propician y fomentan mediante la publicidad, esto es, las empresas que producen y comercializan los productos adictivos, así como las empresas que lucran con la publicidad de tales artículos.

Pero claro, el señor Presidente de la República siendo consecuente con los intereses que representa y los suyos propios, nos dijo en campaña que no habría más impuestos, pero lo que no nos dijo era, que no habría más impuestos para los empresarios. Y el FMLN, parece que estaba de acuerdo, al menos, en lo que al FOSALUD se refiere.

Ahora bien, no basta con tener un buen método de análisis, es preciso contar con una teoría que permita desmitificar la realidad aparencial del capitalismo y en tal tarea, El Capital de Carlos Marx, sigue siendo insustituible y no porque lo dijo Marx, sino porque coincidimos con sus planteamientos y cuando encontramos una realidad no explicada por su teoría, buscamos la forma de teorizar sobre la misma, a fin de conocerla. El capital, ciertamente no es La Biblia, pero es que nosotros tampoco somos creyentes, sino intelectuales marxistas.

La izquierda que el pueblo necesita.

El pueblo salvadoreño, las mayorías populares, todos aquellos que han sufrido la explotación y la expoliación del capital, todos aquellos que han sufrido de la impunidad y la soberbia de los ricos, todos aquellos que arriesgaron su vida por un futuro mejor, todos los que vivimos la libertad condicional del régimen burgués, todos los jóvenes víctimas de este sistema opresor y excluyente, las madres de los desaparecidos….. necesitamos una izquierda revolucionaria, analítica, crítica, coherente, utópica, consecuente, orientadora, militante, pensante, anticapitalista y marxista. Pero sobre todo, una izquierda que recupere la mística revolucionaria.

Es preciso recuperar el orgullo de ser marxista y no andar pidiendo disculpas por serlo. Los y las marxistas luchamos por desenmascarar el régimen burgués, por acabar con el sistema capitalista, para hacer realidad la justicia, la solidaridad, la cooperación, la igualdad de género, la preservación de toda forma de vida y en consecuencia, preservar la naturaleza.

Quienes deben de sentirse avergonzados son aquellos editorialistas de los medios de comunicación de la burguesía, los intelectuales orgánicos del capital, los funcionarios públicos, los pastores retardatarios, etc. Todos los que buscan encubrir la realidad del sistema, los que justifican a los empresarios capitalistas, los que le sirven de ideólogos a la burguesía, los políticos corruptos, los intelectuales pancistas. Ellos son los debían de sentirse avergonzados de ser lo que son: cómplices del mantenimiento del status quo.

En esta democracia de opereta, la mayoría de políticos y de los medios de comunicación, han pasado a realizar el papel, que con otros medios, realizaron en el pasado los militares: el de preservar el sistema. Y es que las razones, las causas de la lucha no han variado en nada, por eso es que para la izquierda revolucionaria se torna una necesidad el aprovechar la ausencia de represión física, desenmascarando la realidad, formando cuadros revolucionarios, haciéndole evidente a la población la identidad que existe entre: ANEP, el Ejecutivo y FUSADES. Se presentan como tres instituciones diferentes, pero tienen idéntica alma, por sus venas corre la misma sangre, la del capital. Y aunque tienen funciones diferentes, responden a los mismos intereses: los del capital

Por eso que no basta con criticar al gobierno, es necesario hacerlo con ANEP y FUSADES. Desenmascarar sus formulaciones y planteamientos y no dejarse deslumbrar por sus «doctas» posturas, poco importa que provengan de intelectuales pancistas criollos, o de extranjeros. No tienen razón, ni justicia, porque responden a los intereses del capital y lo bueno para el capital o los capitalistas, nunca será bueno para la población explotada o expoliada. No hay que dejarse «dar atol con el dedo» , con la falacia del interés nacional, detrás del interés nacional siempre está más de un burgués agazapado.

Al frente se le complica mantener la consecuencia entre la visión revolucionaria y su ideal socialista cuando aspira a la Presidencia de la República, ya que es entonces, particularmente, entonces, cuando se dibuja como un partido político burgués mas, aunque con cierto tinte progresista. Y tal falta de consecuencia confunde a la población, ya que cuando con su programa de gobierno busca ser complaciente con la burguesía y ser aceptado por la misma, el pueblo no encuentra por donde vendrá la solución a sus problemas. Por otra parte, la burguesía no necesita ni quiere que gobierne el Frente: para eso ya tiene su partido.

El Frente tiene que realizar una labor de orientación permanente, partiendo de una visión radical de la realidad. Es necesario repetir una y otra vez que la causa última de los problemas radica en el sistema capitalista y esto es preciso evidenciarlo. En consecuencia se necesita de la formación teórica y del aporte de los intelectuales. El error en que incurrió el Frente de despreciar a los intelectuales revolucionarios, ya es tiempo de que se termine. No basta con ser buenos, e inclusive, excelentes políticos.

Los espacios que existen en los medios de comunicación deben de ser utilizados lo más intensamente posible, pero no con declaraciones públicas, donde la agenda la determinan los empresarios de la comunicación, sino con artículos, con programas de radio y televisión, en los cuales se vincule los problemas de la realidad nacional con la lógica del sistema capitalista. Se necesitan artículos que proporcionen una explicación científica de porqué la realidad es como es, estableciendo vínculos entre el poder económico y la realidad, entre el gobierno y la realidad , entre los aparatos ideológicos de la burguesía y la realidad. Esta es una forma de ir generando conciencia revolucionaria. ¿Por qué los diputados del Frente no escriben?

Algo que el Frente parece haber olvidado es la mística revolucionaria y quizá es por ello que la juventud, que los universitarios, ya no tengan un rol destacado en la actualidad. En los años 70s los jóvenes universitarios iban al campo a informar y formar a la población rural, se vinculaban con los sindicatos, etc.

En la actualidad en las comunidades organizadas existen maravillosas condiciones para sensibilizar a la juventud y para que sean solidarios. Las comunidades necesitan del aporte de los jóvenes universitarios y éstos de las comunidades para encontrarle sentido a la vida, para darse cuenta que la utopía no ha muerto, que ahí se está construyendo las bases de la sociedad del futuro.

Desde mi experiencia el contacto de jóvenes universitarios con la realidad de las comunidades tiene un efecto transformador: cuando los jóvenes universitarios visitan las comunidades, se avergüenzan de sus hábitos consumistas al constatar las carencias de la población rural, les molesta su individualismo al comprobar la cooperación y la solidaridad entre los pobres, además descubren el verdadero rostro del sistema capitalista y se desengañan de la retórica de los gobiernos burgueses.

Reflexión final

La práctica electoral está desnaturalizando al Frente, el tareísmo electorero les consume todos sus recursos materiales y humanos, el aburguesamiento de algunos de sus funcionarios está conduciendo al Frente a dejar de ser, el partido de la revolución salvadoreña.

En América Latina, la izquierda revolucionaria está percatándose de los cambios en la realidad y están volviendo sus ojos a las raíces de su ideología revolucionaria. Marx está cobrando de nuevo vida, presencia y actualidad, muy a pesar del discurso de quienes ya lo hacían muerto y sepultado.

Ojalá que este esfuerzo teórico, sirva al menos, como un llamado de atención para aquellos que nunca han renunciado a su ideal revolucionario.

Bibliografía

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