El drama de los rehenes en la escuela de Beslan de Osetia del Norte, que durante 51 horas y media mantuvo en vilo a Rusia entera, acabó con la matanza de al menos 330 muertos, entre ellos 156 niños, y más de 700 heridos. Ese fue el precio de la libertad de los cautivos que […]
El drama de los rehenes en la escuela de Beslan de Osetia del Norte, que durante 51 horas y media mantuvo en vilo a Rusia entera, acabó con la matanza de al menos 330 muertos, entre ellos 156 niños, y más de 700 heridos.
Ese fue el precio de la libertad de los cautivos que retenía un comando armado, identificado con el ala más ra-dical del separatismo checheno.
El jefe del FSB (antiguo KGB) en Osetia del Norte, Valeri Andreyev, no precisó cuántos atacantes tomaron la escuela, pero en cambio aseveró que, de los 27 secuestradores muertos, «10 eran extranjeros, nueve de ellos ciudadanos de países árabes y uno negro», con lo cual quiso apuntalar la tesis del Kremlin de que Rusia se enfrenta al «terrorismo internacional».
En un primer balance de este trágico desenlace, salta a la vista que la cifra de secuestrados resultó en realidad muy superior al número oficial que estuvieron dando las autoridades rusas.
Desde el miércoles anterior, cuando comenzó el calvario de los niños, familiares y maestros que se reunieron en el patio de la escuela de Beslán para festejar el comienzo del ciclo escolar, los voceros oficiales rusos aseguraron que había entre 300 y 400 rehenes, número que a partir del pasado jueves se fijó en 354 personas, la mayoría niños de entre seis y 17 años de edad.
A pesar de la censura impuesta por el Kremlin a los medios de comunicación locales, invocando la reformada «ley de lucha contra el terrorismo» que prohíbe difundir información que teóricamente podría ser utilizada por los plagiarios, en el supuesto que estuvieran monitoreando los medios electrónicos, a primera hora de este viernes un rumor devino en clamor: había más de mil rehenes.
Trascendió el dato por el testimonio de dos mujeres que ayer fueron liberadas, en el grupo de 26 madres con sus bebés menores de dos años, y que se atrevieron a romper la «recomendación» de no hacer declaraciones públicas.
Zalina Dzandarova dijo al periódico Kommersant: «Allá no hay 300 personas, sino que puede haber hasta mil 500. La gente está acostada unos encima de otros. Nos separaron. A los que están peor, los llevaron al guardarropa».
Por su parte, el diario Ezhednievnaya Gazeta publica las palabras de Adel Itskayeva, otra de las mujeres liberadas, quien, igualmente, afirmó que había más de mil cautivos.
Las autoridades, amparándose en la misma ley, que asimismo proscribe difundir en Rusia cualquier exigencia de un secuestrador, lo que puede ser tipificado de «apología del terrorismo», dirán que no quisieron exacerbar los ánimos en Beslán si hubieran dado el número verdadero de rehenes.
Sin embargo, la concentración permanente de miles de personas en la plaza principal de esa ciudad de 40 mil habitantes, en angustiosa espera de noticias, sugería que ahí todos sabían cuántas personas había dentro de la escuela.
La cifra de mil rehenes también fue mencionada por Ahmed Zakayev, emisario de los separatistas chechenos en Gran Bretaña, quien aseguró desde Londres que se lo dijo Ruslán Aushev, ex presidente de Ingushetia que ayer fue clave en la liberación del primer grupo de mujeres y niños.
Según Zakayev, Aushev le telefoneó -y poco después lo hizo el presidente de Osetia del Norte, Aleksandr Dzasojov- con el propósito de que transmitiera a Aslan Masjadov, líder checheno desconocido por Moscú, la petición de interceder ante los secuestradores para liberar a los rehenes.
Zakayev, cuya extradición a Rusia bajo el cargo de ser «terrorista» fue denegada por Dinamarca y, luego, por Gran Bretaña, se ofreció a viajar a Beslán, a cambio de garantías de que no sería apresado apenas pisara territorio ruso.
Mientras Dzasojov buscaba el visto bueno del Kremlin para otorgar esas garantías, se produjeron en Beslán lamentables hechos que hicieron inútil continuar cualquier tipo de negociación.
El responsable del Servicio federal de seguridad (FSB, ex KGB) para Osetia del Norte, Valeri Andreiev, informó el sábado que las fuerzas de seguridad mataron a 32 miembros del comando, entre las cuales se encontraban por lo menos diez personas oriundas de países árabes.
Ajmed Zakaiev, portavoz del lider independentista checheno Aslan Masjadov, aseguró que los miembros del comando «no eran chechenos», pero según el FSB la operación fue organizada por el jefe de guerra radical checheno Chamil Bassaiev y dirigida por otro jefe de guerra, Magomet Evloev.
Por otro lado, se conoció que armas y municiones fueron colocados previamente en la escuela de Beslan (Cáucaso ruso), antes del inicio de la toma de rehenes, declaró el sábado el responsable del Servicio federal de seguridad (FSB) para Osetia del Norte, Valeri Andreiev, citado por la agencia Interfax.
«Hemos descubierto en la escuela una gran cantidad de explosivos y de minas, lo que puede indicar que los terroristas estaban preparados de antemano», dijo
Todo parece indicar que, a diferencia de lo sucedido hace casi dos años en el teatro Dubrovka, de Moscú, las autoridades rusas no lanzaron una operación de rescate, sino tuvieron que intervenir cuando los secuestradores chechenos empezaron a matar rehenes.
Se sabe a ciencia que la matanza comenzó hacia las 13 (hora local) de este viernes, cuando una ambulancia con cuatro enfermeros rusos se acercó a la escuela pa-ra recoger los restos de los muertos en los primeros enfrentamientos, que estaban ahí desde el miércoles anterior por la mañana.
La acción se concertó con los plagiarios y se consideraba paso previo a la reanudación de negociaciones, suspendida durante la madrugada, esta vez con Aslambek Aslajanov, asesor del presidente Vladimir Putin, cuya llegada a Beslán coincidió con las primeras víctimas.
El principio del fin
Al parecer, el trágico desenlace se precipitó por la desesperación de los rehenes, que -extenuados por el hacinamiento, deshidratados por falta de agua y hambrientos después de dos días sin probar alimento- trataron de huir cuando vieron la ambulancia.
Como los accesos a la escuela estaban minados, uno de los cautivos pudo haber provocado en su huida la primera explosión, que los secuestradores interpretaron como el comienzo de una operación de rescate.
Un grupo de 30 mujeres y niños consiguió escapar, mientras los plagiarios mataban a otros que corrían presas de pánico.
Las fuerzas rusas empezaron a disparar contra los atacantes, al tiempo que dos mujeres del comando checheno hicieron explotar bombas de potencia equivalente a 10 kilogramos de TNT cada una, lo que desplomó parte del techo del gimnasio donde estaba la mayoría de los cautivos.
Sólo en ese momento comenzó propiamente el asalto de las fuerzas especiales rusas a la escuela, pero no hubo factor sorpresa ni condiciones de luz favorables, ni cientos o miles de efectivos cumpliendo un solo plan de acción ni otros elementos que apunten a que las autoridades hayan tomado la temeraria decisión de intentar re-solver esta crisis mediante una operación de rescate.
Por ello, hasta el cierre de esta edición las fuerzas rusas seguían buscando en Beslán a algunos se-cuestradores que, en medio del caos y llevando rehenes como es-cudos humanos, lograron romper el cerco en la escuela.
Mientras, al filo de las 5 horas de la mañana de este viernes, el presidente Putin llegó a Beslán, y de inmediato se dirigió a un hospital, donde visitó a algunas de las víctimas.
En el contexto del elevado número real de muertos y heridos entre los rehenes, que no fue posible evitar, las autoridades del Kremlin eluden de nuevo el problema de fondo, que es la guerra en Chechenia.