La decisión del presidente estadounidense pretende proteger la hegemonía militar de Israel en la región e impedir que Teherán se dote de armas convencionales de largo alcance
Trump ha decidido sacar a Estados Unidos del pacto nuclear con Irán. Lo hace acusando a Teherán de estar en estos momentos trabajando para conseguir la bomba nuclear. Una afirmación que nadie puede demostrar. De la que no hay evidencias. Que muy probablemente sea falsa. Ni el Pentágono, ni el ejército israelí ni los inspectores de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) tienen pruebas de la existencia de un programa nuclear iraní secreto. No obstante, eso no ha sido motivo suficiente como para disuadir al presidente estadounidense de romper un pacto que había sido visto como uno de los pasos más importantes para ayudar a la estabilidad de Oriente Medio.
Las cancillerías europeas lo han intentado todo. Hasta mandarle a Donald Trump mensajes a través de su programa de televisión favorito, Fox and Friends. El día antes del anuncio, el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, acudía a los platós de la única cadena que le gusta al magnate para pedirle que siguiera en el pacto. De nada ha servido. Y eso que el británico se esforzó de lo lindo al especular con un posible Nobel de la Paz -«como Obama»- si el presidente era capaz de lograr un pacto con Corea del Norte y salvar el iraní.
El espectáculo televisivo montado la semana pasada por el primer ministro Benjamin Netanyahu para anunciar a bombo y platillo que tenía documentos que demostraban que Irán sigue teniendo un programa nuclear secreto han funcionado mejor que la campaña de seducción europea. Ignorando las múltiples voces que advierten que lo ‘revelado’ por el político no es nada nuevo, la Casa Blanca ya dio pistas sobre lo que estaba por venir al dar validez al Power Point del halcón israelí.