El 18 de noviembre de 2005 la misión permanente de la República Islámica de Irán ante Naciones Unidas publicaba un anuncio de pago en una página en The New York Times para explicar su posición sobre la crisis, que pasó desapercibido en los medios de comunicación, aunque merece recuperar de él algunos datos curiosos. Así […]
El 18 de noviembre de 2005 la misión permanente de la República Islámica de Irán ante Naciones Unidas publicaba un anuncio de pago en una página en The New York Times para explicar su posición sobre la crisis, que pasó desapercibido en los medios de comunicación, aunque merece recuperar de él algunos datos curiosos. Así recuerda que fue el prestigioso Stanford Research Institute estadounidense el que en 1974, durante la era del sha Reza Pahlavi, el que llegó a la conclusión en un exhaustivo informe de que pese a la riqueza en petróleo y gas de Irán, ese país requería dotarse de energía nuclear. Sostenía que necesitaba construir plantas nucleares capaces de generar 20.000 megavatios de electricidad antes de 1994. «Ahora -decía el anuncio publicado por la misión iraní-, 30 años, más tarde, aspiramos al menos a alcanzar ese nivel para el 2020, lo que permitiría a Irán ahorrar 190 millones de barriles de crudo o 10.000 millones de dólares por año a los precios actuales». «Con un territorio de 1.648.000 kilómetros cuadrados y una población de 70 millones, que en proyección serán 105 millones en 2050, Irán no tiene elección para acceder a otras fuentes distintas y seguras de energía. Actualmente 46.000 pueblos cuentan con electricidad, comparados con los 4.400 que lo tenían 25 años atrás».
En memorandos de 1978 el Departamento de Energía de EEUU alentaba los esfuerzos de Irán precisamente para sus proyectos de energía nuclear. De hecho el único reactor nuclear con el que cuenta actualmente Irán entró en funcionamiento antes del triunfo de la revolución y fue por un acuerdo del Gobierno de Reza Pahlavi con el de Gerald Ford.
El veterano laborista rojo Tony Benn, que fue secretario de Estado de Energía del Reino Unido de 1975 a 1979, denunciaba en noviembre pasado en un artículo en The Guardian la hipocresía occidental y la del propio Tony Blair -obstinado en modernizar el propio programa de misiles nucleares Trident británico- en la actual crisis iraní, recordando que el sha negociaba no sólo la construcción de plantas nucleares en Irán con EEUU, Francia y Alemania, sino que había llegado a proponer invertir el 50% del capital de la industria nuclear del Reino Unido.
Tony Benn decía en su artículo que era evidente que en ese momento había un peligro de proliferación nuclear y de fabricación de armas nucleares por parte de Irán, pero que ni a EEUU ni al resto de las potencias occidentales les preocupaba en ese momento lo más mínimo porque el régimen iraní de entonces era un aliado de gran importancia geoestratégica.
El Reino Unido rompió las relaciones con Irán en los años 50 cuando el primer ministro Mosaddeq, que había derrocado al autoproclamado sha Mohamed Reza Pahlavi, se atrevió a nacionalizar el petróleo, por lo que la poderosa petrolera Anglo-Iranian, con sus 50.000 empleados, pasó a manos del Estado. El sha recuperó el poder poco después a través de un golpe de Estado protagonizado por el general Zahedi y organizado sin mayor ocultamiento por la CIA. El petróleo pasó a ser controlado por un consorcio en el que el Reino Unido participaba en un 60% y EEUU con un 40%.
Cuando en 1979 triunfó la Revolución Islámica y el ayatolá Ruhollah Jomeini volvió de su largo exilio, el petróleo volvió a ser nacionalizado.Sólo un año más tarde, EEUU, con apoyo de Reino Unido, la URSS y otros países, armarían y financiarían a Sadam Husein para que lanzara una guerra contra Irán. Ocho años y un millón de muertos después, la guerra terminó sin vencedores ni vencidos.