Traducido para Rebelión por Juan Carlos Postigo Ríos
Hoy el agrio test a todos los demócratas de América del Norte y del Sur es el tema de la ocupación militar de Haití, el saqueo económico y la negación de los derechos políticos y humanos básicos de la población haitiana.
En 2004, una fuerza de invasión dirigida por los Estados Unidos derrocó al gobierno elegido democráticamente de Jean Bertrand Aristide y posteriormente promovió y organizó un ejército de ocupación. Esta fuerza militar de la ex colonia ha reprimido reiteradamente con violencia manifestaciones ciudadanas, asaltado violentamente los barrios de los pobres y asesinado, herido y arrestado a haitianos que estaban declarando sus derechos de autodeterminación y el fin de la ocupación extranjera.
Desde que los EE.UU. carga con una mayor responsabilidad por la invasión, la ocupación y los posteriores saqueo y privatización de los servicios públicos fundamentales, tenemos la responsabilidad especial de denunciar claro y alto a las Naciones Unidas (UN) en apoyo de las Cinco Libertades de Haití:
- Las Naciones Unidas deben poner fin a la presencia militar en Haití de su ejército de ocupación (MINUSTAH), acción contraria a los propios principios de la organización. Haití debe recuperar el derecho a la autodeterminación y la libertad para elegir su propio gobierno.
- La población haitiana pide el fin del saqueo de su tesoro nacional por parte de bancos oficiales y privados que extraen pagos de un millón de dólares estadounidenses a la semana para deudas ilegítimas contraídas por la corrupción de antiguos regímenes dictatoriales. Los haitianos exigen liberarse de las deudas de la élite ilícita para poder financiar programas básicos que posibiliten la vida del 80% de la población que vive en la pobreza extrema.
- Todos los países que han sufrido grandes desastres naturales, como los huracanes que han devastado Haití recientemente, tienen derecho a ayuda humanitaria prolongada y a gran escala sin ataduras. Los haitianos exigen el cumplimiento inmediato de la ayuda prometida y su distribución de acuerdo con las necesidades sin que el MINUSTAH la manipule para prolongar su ocupación.
- El colapso del modelo de libre mercado hoy pone de relieve las desastrosas consecuencias de las políticas del FMI y el Banco Mundial de privatización de los servicios públicos en Haití, donde la «salud y la educación privadas» excluyen con eficacia a la gran mayoría de los haitianos. La población debe recuperar el derecho de poder «renacionalizar» los servicios públicos y todos los sectores económicos estratégicos necesarios para su bienestar.
- Las libres elecciones significan la vuelta de los líderes políticos derrocados, exiliados y perseguidos y el final de la ocupación militar extranjera y la represión de movimientos anticolonialistas. Las elecciones con fuerzas de ocupación apuntando a las cabezas de los electores y los candidatos no tienen legitimidad. Nosotros, la gente de América del Norte, del Sur y Central, tenemos la responsabilidad de exigir el fin del MINUSTAH y la vuelta de la soberanía nacional a la población haitiana. Sin gobierno no importa lo que reivindique su política y la retórica puede justificar sus credenciales democráticas cuando actúa como gendarme colonial.
(Último libro de James Petras, Sionismo, Militarismo y el Declive del poder de los Estados Unidos [Clarity Press: Atlanta Ga.])