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Estados Unidos extiende sus tentáculos en Asia

Fuentes: Prensa Latina

Como un encantador de serpiente, Estados Unidos sopla su flauta para tratar de adormecer con su melodía a los pueblos asiáticos y poder ejecutar designios de dominación y subordinación militares con su denominada campana global antiterrorista.  LLama la atención que Asia, el continente más poblado del planeta, resultó el primer escenario donde el Pentágono se […]

Como un encantador de serpiente, Estados Unidos sopla su flauta para tratar de adormecer con su melodía a los pueblos asiáticos y poder ejecutar designios de dominación y subordinación militares con su denominada campana global antiterrorista.

 LLama la atención que Asia, el continente más poblado del planeta, resultó el primer escenario donde el Pentágono se desplegó con todo su poderío bélico para esa llamada operación de represalia o venganza por los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.

 Sin embargo, ese cambio militar hacia el Este desde el Oeste se perfilaba por la Casa Blanca con el objetivo de controlar mejor las situaciones en las regiones asiática y europea dado sus grandes intereses económicos, estratégicos y militares en la región Asia-Pacífico.

 El Comando del Pentágono en esa cuenca supervisa las fuerzas y operaciones militares, ejercicios y entrenamientos en un área de unos 170 millones de kilómetros cuadrados, que incluye 43 países y territorios y es responsable de la defensa de Japón y Surcorea, mediante Tratados firmados en 1950.

 En este contexto, antes de los mencionados atentados, Estados Unidos carecía de amplio acceso a las bases del Sur Asiático. Tampoco  cultivaba sus lazos militares con la India y Paquistán como medio de mitigar los conflictos bilaterales y las agitaciones internas, así como coordinar la seguridad regional.

 Un estudio del Pentágono publicado en el 2001 recomendó a la administración del presidente George W. Bush la creación de nuevos arreglos en Asia Suroriental para disponer de mayores entradas a puertos y zonas aéreas que pueden ser empleadas en tiempos de crisis, mientras se mantienen los lazos militares tradicionales con Japón y Surcorea.

 La nueva estrategia logró, como dicen los oficiales de alto rango estadounidenses, una cooperación multilateral fuerte en esa región, donde están desplegados más de 100 mil soldados norteamericanos en centenares de complejos terrestres, aéreos y marítimos en varios estados, en particular Surcorea y Japón.

 Esto representa, según diplomáticos y militares de Washington, «una importante forma de que Estados Unidos pueda demostrar su fuerte  compromiso con sus aliados y amigos en Asia».

 Pero lo cierto es que mediante los ataques devastadores y la ocupación de Afganistán, los enmascarados en Filipinas, las amenazas a Corea Democrática y los diversos tipos de ejercicios de guerra anuales, las actividades militares del Pentágono adquieren una influencia cada vez más preocupante e inquietante en la región.

 Además de las decenas de miles de soldados estadounidenses  estacionados en Afganistán, otros tantos desarrollan en diferentes meses simulacros conjuntos con Singapur y Tailandia en el Sudeste Asiático y Australia, Surcorea y Japón, sus fieles seguidores en las aventuras agresivas.

 Del otro lado, por primera vez en los últimos 44 anos, comandos especiales y paracaidistas de la India y Estados Unidos realizaron maniobras en una gigantesca base de la Fuerza Aérea en la ciudad de Agra, cercana al Taj Mahal, al norte de Nueva Delhi.

 Los entrenamientos se desarrollaron como parte de la cooperación militar y representaron los primeros de una serie entre las dos naciones. Los anteriores se efectuaron en 1963. Los más recientes fueron las maniobras navales Malabar, este mes, en la Bahía de Bengala, en el Océano Indico.

 También Washington sumó como aliado en su estrategia militar a Bangladesh mediante la firma con el gobierno de un Acuerdo de Estatuto de Fuerza que facilita la cooperación y el intercambio de efectivos, rechazado con anterioridad por la administración de la ex primera ministra Hasina Wajed.

 De lo cual se desprende que los atentados contra Nueva York y Washington sirvieron de pretexto a los halcones de Estados Unidos para intentar obtener la supremacía militar en todas las latitudes de Asia.