El presidente que reclasificó al ketchup como un vegetal para los comedores escolares de niños pobres finalmente puede haber dejado de respirar, pero la Revolución Reaganiana ya va por su segunda reencarnación –sobrepasando por lejos los excesos de la primera. Según el 54° Estudio Ejecutivo Anual de Compensaciones de la revista Business Week, la diferencia […]
El presidente que reclasificó al ketchup como un vegetal para los comedores escolares de niños pobres finalmente puede haber dejado de respirar, pero la Revolución Reaganiana ya va por su segunda reencarnación –sobrepasando por lejos los excesos de la primera. Según el 54° Estudio Ejecutivo Anual de Compensaciones de la revista Business Week, la diferencia entre los ingresos de los trabajadores y los de los CEOs llegó a ser de 301 a 1 en 2003, cuando las ganancias semanales de los trabajadores promediaban $517 y el promedio de los CEOs se llevaban a sus hogares $155.769 por semana.
Mientras la riqueza financiera del 1 por ciento más rico de la población creció 109 por ciento entre 1983 y 2001, la de los dos quintiles más pobres cayó un 46 por ciento. Un estudio del Banco Mundial el año pasado encontró que la brecha entre los ingresos del 30 por ciento de las familias más adineradas y el 30 por ciento de las más pobres era mayor en EE.UU. que en las 11 otras naciones industrializadas que abarcaba el estudio.
Según Edward N. Wolff, un experto en concentración de la riqueza, en 1976, el 10 % más rico de las familias norteamericanas tenía el 50 % de la riqueza de la nación; para 1995 acaparaban el 70 % de toda la riqueza, y el 20 % de las familias más ricas poseía el 83 % de la riqueza –mientras el restante 80 % de las familias era dueña sólo del 17 %.
La brecha entre ricos y pobres ahora es oficialmente más grande que en cualquier otro momento desde la presidencia de Herbert Hoover. Como consecuencia, los estándares de vida están en una espiral descendente para la clase trabajadora en la nación más rica del mundo.
La esperanza de vida ha empezado a caer en EE.UU. La gente vive más tiempo en promedio en Costa Rica, un país con un PBI per cápita equivalente a un décimo del de Estados Unidos. La mortalidad infantil en EE.UU. es más alta que en Cuba. Y más de uno cada cuatro trabajadores hoy no tiene acceso a ningún seguro de salud financiado por sus patrones.
Como plantea James Lardner de Inequality.org, «En el mundo desarrollado, por lo menos, la salud de la población parece depender menos del ingreso nacional o por cápita que en la forma en que se distribuye ese ingreso. «Así -continuó- Grecia, donde el ciudadano medio gana cerca de la mitad de lo que gana el norteamericano promedio, supera a Estados Unidos en la mayoría de los índices de salud, incluyendo la longevidad.»
A pesar de las previsiones color de rosa de los economistas de bajo desempleo para los meses siguientes, hay indicaciones de que las estadísticas oficiales de desempleo del gobierno subestiman el problema groseramente. Por ejemplo, un estudio local reciente del condado de Lawrence, la tasa de desempleo de Ohio muestra que la desocupación es tres veces peor que la que se está informando a través del Departamento de Trabajo de EE.UU.
Según el gobierno, la tasa de desempleo del condado de Lawrence era de sólo 5,7 por ciento en abril. Pero cuando los funcionarios del condado hicieron su propio estudio el mes pasado, estimaron que el número real era de 17,9 por ciento, según el periódico local Herald-Dispatch. En el estudio del condado de Lawrence, se encontró que más del 20 por ciento de las familias estaba viviendo por debajo de la línea oficial de pobreza.
Se han agregado nuevos puestos de trabajo a la economía durante los últimos meses, revirtiendo finalmente tres años de declive, pero los nuevos trabajos que se ofrecen pagan menos que los que se han perdido. Según el Instituto de Política Económica (EPI), «promediando durante los últimos tres meses, y comparando este año con el anterior, las industrias que se expanden como una parte del empleo total pagan en promedio 13 por ciento por debajo de las industrias que se achican». Y casi uno de cada 10 nuevos empleos agregados desde febrero es un trabajo temporario.
Hay suficientes trabajadores jóvenes para llenar estos nuevos empleos de bajos salarios, mientras una educación universitaria de cuatro años está fuera del alcance para un creciente número de familias de clase trabajadora con hijos. «Ésta puede ser la primera generación en la historia norteamericana que no se educará mejor» que la anterior, según el presidente del Centro Nacional para la Política Pública y la Educación Superior, Patrick Callan.
Ésta también es la primera generación de jóvenes trabajadores en la historia norteamericana que tendrá que afrontar un nivel de vida más bajo que el de sus padres. «Si en América se está librando una guerra de clases, mi clase está ganando claramente,» se jactaba exultantemente el CEO Warren Buffett en su carta anual a los accionistas de Berkshire Hathaway.
Pero para tres generaciones consecutivas, la «guerra de clases» en EE.UU. ha sido completamente unilateral. Es tiempo de que el movimiento obrero empiece la contraofensiva.
Traducción de Guillermo Crux, especial para Panorama Internacional