Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
El comandante de las fuerzas estadounidenses en Asia Central, el General David Petraeus, anunció la pasada semana que había llegado a un acuerdo con el gobierno ruso para que facilitara el tránsito de suministros de índole «no militar» a través de su territorio destinados a las fuerzas de ocupación estadounidenses y de la OTAN desplegadas en Afganistán.
Petraeus hizo una declaración desde la capital pakistaní de Islamabad el 20 de enero, tras su visita a las repúblicas centroasiáticas de Kirguizistán, Kazajstán, Turkmenistán y Tayikistán, y su breve escala en Kabul para reunirse con el Presidente afgano Hamid Karzai.
Según Petraeus, el acuerdo permitirá que suministros logísticos esenciales como son los de fuel, alimentos y equipamientos para la construcción transiten por la red de ferrocarriles y carreteras rusas a través de Kazajstán y Uzbekistán hacia el norte de Afganistán, una de las pocas áreas del país ocupado donde las fuerzas de la OTAN no están teniendo que hacer frente a continuos ataques de los insurgentes vinculados con el anterior régimen talibán o con otras organizaciones de la resistencia de origen islámico.
Petraeus declaró a los periodistas: «Como tenemos el propósito de intensificar los combates en Afganistán, es muy importante que podamos disponer de varias rutas para llegar hasta ese país. Hemos alcanzado acuerdos sobre rutas de tránsito que incluyen ahora a varios países del Asia Central y también a Rusia».
El viernes, el presidente ruso Dmitry Medvedev anunció en el curso de una visita oficial a Uzbekistán: «Estamos preparados para desarrollar una cooperación total con todos los países para reforzar la seguridad en Afganistán, incluidos los Estados Unidos. Confiamos en que la nueva administración tenga más éxito que la anterior en resolver la cuestión afgana».
Representantes de la OTAN y de Rusia están manteniendo hoy [26 enero] una cumbre en la que la cuestión de Afganistán figura en primer lugar. Las conversaciones son las primeras que se celebran desde que se congelaron las relaciones tras la intervención de Moscú apoyando la invasión georgiana de Osetia del Sur.
La ruta diplomática para los suministros es un aspecto de la política exterior de la nueva administración de Obama, comprometida con una espectacular intensificación de la guerra afgana y con una nueva extensión de los intereses imperialistas estadounidenses en Asia Central. Este año, van a desplegarse en el conflicto hasta 30.000 soldados estadounidenses más.
Para comandantes como Petraeus, que están preparando los planes tácticos para esa escalada, el tema de los suministros y la logística para sus tropas en aquel país sin salida al mar amenaza con prolongarse.
Durante los pasados siete años, el grueso de los suministros de EEUU y la OTAN para la guerra habían transitado a través de Pakistán, desde el puerto de Karachi, a través del Paso Khyber y otros cruces a lo largo de la frontera con Afganistán.
Esta ruta pasa a través de la Provincia Fronteriza del Noroeste de Pakistán (NWFP, por sus siglas en inglés) y por sus Áreas Tribales Federalmente Administradas (FATA, por sus siglas en inglés), cuya población étnica mayoritaria pastún comparte un lenguaje, cultura y religión comunes con los pastunes del sur de Afganistán, y considera que la resistencia emprendida contra la invasión estadounidense y de la OTAN es también su guerra. Como ocurrió durante la ocupación soviética de Afganistán, la región de la frontera pakistaní ha proporcionado un puerto seguro a las guerrillas afganas y un campo abonado para el reclutamiento de nuevos combatientes.
Bajo las presiones de Washington, el gobierno y el ejército pakistaníes han dirigido unas operaciones militares inmensamente costosas e impopulares para intentar acabar con la actividad insurgente en la FATA, con lo cual lo que se ha conseguido es que aumente el odio contra la ocupación estadounidense y se multiplique el apoyo hacia las corrientes islamistas que abogan por la resistencia.
Durante el pasado año, el crecimiento de la insurgencia se vio reflejado en los cada vez más frecuentes ataques contra convoyes y almacenes de suministros dentro del territorio pakistaní. En lo que va de mes, el Paso Khyber ha estado cerrado en dos ocasiones por cuestiones de seguridad, a la vez que un grupo tribal bloqueó el paso hacia el norte de la ciudad de Quetta tras matar el ejército a un hombre de la localidad.
La extensión de la guerra afgana a Pakistán es el principal factor de los esfuerzos para desarrollar vías alternativas para los suministros.
A lo largo de toda su campaña electoral en EEUU, Barack Obama insistió una y otra vez en que iba a ordenar atacar objetivos de la insurgencia en el interior de Pakistán, con o sin el acuerdo del gobierno pakistaní. La administración Bush ha estado poniendo en marcha la política de Obama desde el mes de agosto. Las fuerzas estadounidenses han perpetrado alrededor de 30 ataques aéreos en la FATA, haciendo caso omiso de las protestas de Islamabad.
Los primeros ataques bajo la presidencia de Obama se llevaron a cabo el pasado viernes con aviones teledirigidos Predator, que destruyeron bastantes casas en las zonas del Norte y Sur de Waziristan y mataron al menos a 18 personas.
Sin embargo, desde un punto de vista militar, esas operaciones supuestamente «de precisión» han sido ineficaces. De los aproximadamente 260 muertos, el gobierno pakistaní ha estimado que la inmensa mayoría no eran ni combatientes ni líderes de la resistencia sino campesinos pastunes, entre los que había decenas de mujeres y niños. Los ataques han inflamado la hostilidad tribal contra los ocupantes de Afganistán y contra la colaboración del gobierno pakistaní con el imperialismo estadounidense.
Una operación de envergadura para acabar con la actividad insurgente en la FATA necesitaría cada día de docenas de salidas de la aviación de EEUU y la OTAN en violación de la soberanía nacional de Pakistán. Una vez alcanzado cierto nivel, sería también necesario desencadenar operaciones terrestres por un territorio escarpado, que se extiende a lo largo de la frontera afgana, contra las concentraciones de combatientes talibanes que el ejército pakistaní no ha podido, o no ha querido, erradicar de la zona.
Es decir, que habría que declarar abiertamente que la FATA es parte del escenario de guerra afgano. Las consecuencias impedirían utilizar Pakistán como ruta segura de tránsito.
La medida de la importancia de la cuestión de los suministros se aprecia en las especulaciones existentes en los círculos de la política exterior y del ejército estadounidense que están incluso justificando los pasos que EEUU está dando para poner fin a décadas de estancamiento con Irán. Con mucho, la ruta más corta y la más conveniente hacia Afganistán sería por tierra, desde el puerto iraní de Chahbahar en el Mar Arábigo hasta la ciudad afgana de Zaranj.
Los ingenieros indios acaban de completar la construcción de una autopista desde Zaranj hasta la ciudad de Derlaram, donde enlaza con la red de carreteras más importantes que unen las principales ciudades del país. El gobierno indio financió el proyecto para contrarrestar la negativa de Islamabad a permitir que los productos indios transiten a través de Pakistán hacia Afganistán. El ejército estadounidense podría utilizar la misma carretera como alternativa e enviar los suministros a través de la FATA.
Petraeus mencionó el año pasado los «intereses comunes» compartidos por EEUU y el régimen fundamentalista chií en Teherán en relación a Afganistán: impedir el retorno al poder de los extremistas sunníes; acabar con el tráfico de drogas y abrir nuevos mercados comerciales.
El think tank Stratfor, muy próximo a las agencias de inteligencia estadounidenses, comentó el 23 de enero: «Si pudiera lograrse un acuerdo entre EEUU e Irán, las fuerzas occidentales podrían así reducir su dependencia de las principales rutas a través de Pakistán y evitar quizá los costes logísticos y geopolíticos de tener que transportar suministros a través de Asia Central. EEUU podría claramente beneficiarse de la cooperación iraní en Afganistán…»
En estos momentos, tal «cooperación» no existe. Por tanto, la administración Obama no ha tenido más remedio que negociar con Rusia si quiere que progresen sus planes para conseguir el sometimiento de Afganistán. El Presidente ruso Medvedev ha indicado que Moscú pedirá a cambio concesiones importantes en temas tales como la expansión de la alianza de la OTAN y el sistema defensivo de misiles estadounidense. Si esas negociaciones se complicaran, la opción iraní puede ir ganando atractivo.
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