El Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras En este proceso de desdolarización de la economía mundial juega un papel importantísimo el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), constituido formalmente en marzo de 2015, aunque la idea comenzó a gestarse a iniciativa de China en octubre de 2014, y que ha entrado en funcionamiento el […]
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras
En este proceso de desdolarización de la economía mundial juega un papel importantísimo el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), constituido formalmente en marzo de 2015, aunque la idea comenzó a gestarse a iniciativa de China en octubre de 2014, y que ha entrado en funcionamiento el 16 de enero de este año. Es claramente el trampolín para la desdolarización de la economía mundial a medio y largo plazo porque se incardina con otras estructuras que también están en marcha ya como la Unión Económica Euroasiática y la Organización de Cooperación de Sanghai de las que os he hablado antes, de la Nueva Ruta de la Seda e incluso del Nuevo Banco de Desarrollo que impulsan los países BRICS.
Con ser esto importante, lo es aún más porque el BAII ha anunciado también que está estudiando la creación de su propio sistema de transacciones financieras internacionales. Esto, conocido como SWIFT, es el arma definitiva que tiene Occidente para hacer frente a cualquier pretensión de eludir o modificar el sistema de dominio económico y financiero. El SWIFT es quien controla todas las comunicaciones financieras entre bancos y otras entidades financieras y se estima que mueve unos 6.000 millones de dólares al día transmitiendo órdenes de pagos del comercio interestatal, tanto público como privado. Cuando Occidente tiene problemas con algún país, especialmente con aquellos que no le siguen el agua, como el caso de Irán o ahora de Rusia, amenaza con «desconectar» a ese país del sistema SWIFT por lo que el país en cuestión no puede realizar ningún tipo de transacción financiera lo que, en la práctica, significa que se impide a ese país el comercio a nivel mundial salvo que el país en cuestión recurra al trueque.
Esta amenaza, que como digo es recurrente en los últimos años y se ha hecho tanto contra Irán como contra Rusia al constatar que las sanciones que se imponen no son eficaces en tanto que no consiguen los cambios buscados en política exterior, por ejemplo, es lo que ha llevado a que ciertos países hayan establecido recientes acuerdos para comerciar en sus propias monedas como he dicho antes que acaban de hacer Rusia y China. También lo hace Irán con estos dos países, por cierto.
Tras la amenaza que se le hizo a Rusia de «desconectar» el SWIFT, este país se puso manos a la obra para crear un SWIFT alternativo al occidental y está en ello. El sistema está ya avanzado, aunque aún no está operativo, y a medio plazo va a ser el instrumento del que se va a dotar el BAII para sus operaciones porque, además, los créditos que ya está concediendo se hacen en yuanes. Aunque la moneda china es ya formalmente una divisa internacional al haber sido incluida en diciembre del año pasado en la canasta de divisas del FMI junto al dólar, la libra esterlina, el euro y el yen es la primera vez que se utiliza en solitario para la concesión de créditos. Es lo que acaba de hacer el BAII con cinco países asiáticos: Myanmar, Laos, Vietnam, Tailandia y Camboya. Este crédito, por un importe equivalente en yuanes a 11.500 millones de dólares se ha otorgado para el desarrollo en estos países de infraestructuras a lo largo del recorrido del río Mekong.
Ha sido el primer crédito concedido pero el segundo, por un valor equivalente en yuanes a 811 millones de dólares, acaba de ser concedido a un país muy significativo: Indonesia. Este es el país con mayor número de musulmanes del mundo y marca un cambio de rumbo significativo al desvincularse de una estructura pro-occidental como el Banco Asiático de Desarrollo, que venía ofreciendo créditos a Indonesia pero como siempre, imponiendo condiciones de política interna. Esas condiciones no existen en el BAII, por lo que no es muy descabellado augurar un espléndido futuro al BAII que es ya, de forma clara, la alternativa al FMI, al Banco Mundial y a otras instituciones ligadas a estas dos como el BAD.
No es extraño, por lo tanto, que la constitución del BAII haya sido acogida con entusiasmo por una gran cantidad de países (son 57 quienes se han incorporado a él, y otros 18 han pedido formalmente su ingreso) aunque cada vez son más los que se incorporan a él desde fuera del ámbito territorial de Asia. Esto es así porque tiene un funcionamiento totalmente distinto al del FMI o al BM. Por ejemplo, en cuanto al capital que se aporta y al sistema de cuotas. Mientras que el FMI exige a los países miembros que todo el capital que se aporta esté en una divisa (os recuerdo que hasta diciembre en que se incorporó el yuan éstas eran únicamente el dólar, el euro, la libra esterlina y el yen) el BAII permite que ese capital se pueda aportar al cincuenta por ciento en la moneda propia del país que quiera ser miembro y el otro cincuenta por ciento en divisa.
Además, China ha renunciado expresamente al veto (que sí ejerce EEUU en el FMI) por lo que el sistema de cuotas es el mejor exponente de que estamos ante la alternativa al FMI y al BM y así lo están entendiendo los países: China tiene el 26’06%, India el 7’51%, Rusia el 5’93%, Alemania el 4’15% y Corea del Sur el 3’5%. Para que os hagáis una idea, tras la reforma a que se vio obligado el FMI tras la constitución del BAII, una reforma a la que venía negando desde 2010 pese a que ese año se había comprometido a hacerla, en el FMI China tiene el 6’46%, India el 2’78%, Rusia el 2’74%, Alemania el 5’65% y Corea del Sur el 1’82%. Menos para Alemania, la ganancia para el resto es espectacular. Y así con todos los países.
Reitero la idea de que el BAII es la alternativa al FMI y la BM y que es el instrumento para la desdolarización de la economía mundial a medio y largo plazo. ¿Por qué? Pues porque pese a que el FMI se vio obligado a realizar estos cambios, de menor envergadura de lo que debería haberse hecho puesto que la justificación fue «teniendo en cuenta los cambios de posiciones en la economía mundial» (1), una semana después violó su propio código y sus propias normas al cambiar las reglas por las que se conceden créditos a los países. Lo hizo con Ucrania, un país que tiene una deuda de 3.000 millones de dólares con Rusia y que según las normas del FMI no podría recibir nuevos préstamos si esa deuda es reclamada por el país acreedor. El FMI ha permitido el no pago de la deuda a Rusia argumentando «que es en dólares» y ha concedido un nuevo crédito a Ucrania, el país moroso. La norma del FMI es que no se dan facilidades ni nuevos préstamos a gobiernos que estén en suspensión de pagos técnica en el caso de deudas contraídas con otros gobiernos. Pero lo que no era posible para Gracia, por ejemplo, sí lo ha sido para Ucrania. Ante este comportamiento ha quedado aún más patente que EEUU manda y los demás obedecen. Ya lo ha dicho también de forma muy gráfica Obama: «es EEUU y sus aliados quienes deben marcar las pautas de comportamiento económico y los demás sumarse al mismo, y no al revés». (2)
La vuelta al patrón oro
Por lo tanto, Rusia y China, China y Rusia, volvieron a constatar que dentro del FMI y el BM el recorrido es muy corto y aceleraron todos sus planes alternativos, entre ellos el de la desdolarización. En una estrategia de toma y daca, Rusia y China se están deshaciendo de los bonos del tesoro de EEUU que tienen. Sólo en los meses de diciembre de 2015 y enero de 2016 vendieron bonos estadounidenses por valor de 18.000 millones de dólares y mientras hacen esto se dedican a comprar oro. Porque esta es la otra gran apuesta: vincular sus monedas, el rublo y el yuan, al patrón oro.
A raíz de los acuerdos de Bretón Woods, en 1944, por los que se crea el FMI y el BM, se decidió adoptar el dólar estadounidense como divisa internacional bajo la condición de que EEUU sostuviera el patrón oro. EEUU lo hizo hasta 1971 en que rompió unilateralmente ese acuerdo. Ahora Rusia y China están andando un nuevo camino intentando restaurar el patrón oro, haciendo que las monedas estén respaldadas por este metal y no al criterio de un banco de un solo país, como es el caso de EEUU y su moneda. Así nos encontramos con que en el último año y medio, tanto Rusia como China están comprando ingentes toneladas de oro reduciendo sensiblemente la distancia que tenían respecto a EEUU.
Las cifras son elocuentes: desde febrero de 2014 a febrero de 2016, Rusia ha pasado de tener 1.035 toneladas a las 1.352 que tiene ahora; China ha pasado de las 1.054 toneladas a las 1.708 de ahora. Son los dos únicos países que han comprado oro en este tiempo y aunque aún están muy por debajo de EEUU, por ejemplo, que tiene 8.133 toneladas, o de Alemania, que tiene 3.381 toneladas, ya están muy cerca de Italia, Francia o el propio FMI. La apuesta ha subido considerablemente porque el 19 de abril China decidió establecer su propio punto de referencia del precio del oro creando la Bolsa de Oro de Shangai (3). Esto se explica muy rápidamente diciendo que al establecer su propio punto de referencia que, además, es superior al tradicional y que está hecho en yuanes y no en dólares, China está aumentando significativamente la liquidez y la eficiencia del precio del oro vinculando este metal al yuan por lo que se erosiona aún más el predominio del dólar en la economía mundial.
Con este movimiento, la alianza entre China y Rusia da un paso más. Varios bancos rusos han abandonado la referencia del oro de Londres, que era la única existente hasta el momento, y ya están operando con la de Shangai. Y el mismo camino van a seguir a corto plazo porque el 27 de abril, China dio otro paso más hacia la desdolarización al lograr la incorporación de uno de sus principales bancos en el grupo de los cinco grandes bancos, ahora seis, el China Construction Bank, HSBC, JPMorgan Chase, Bank of Nova Scotia, Toronto Dominion Bank y UBS, que marcan el precio oficial de la plata (4). Por lo tanto, China ya tiene su propia referencia del precio del oro y tiene parte en la referencia del precio de la plata y no es descartable en absoluto una iniciativa similar con el platino. Un nuevo paso hacia la desdolarización.
Todos estos movimientos o son ocultados por los medios de propaganda, antes llamados medios de comunicación, o bien son tergiversados cuando no se intenta dar la vuelta a la situación acentuando las dificultades, reales o supuestas, que tienen tanto China como Rusia a nivel económico. Como en todo, es una verdad a medias y no hay nada más peligroso que las verdades a medias. Como esta conferencia se enmarca dentro de unas jornadas de filosofía, voy a citar a otro filósofo que habría que releer de vez en cuando, Herbert Marcuse, porque hizo muchas cosas pero una especialmente: diseccionar con la precisión de un cirujano el papel de los llamados medios de comunicación en el mantenimiento del status quo. Marcuse no sólo dijo lo obvio, que no hay mensajes inocentes, sino que los medios de comunicación con su mezcla de verdades, medias verdades y mentiras manifiestas conducen a la inercia, a la sumisión y a la renuncia a cambiar. En eso estamos, por eso yo les llamo medios de propaganda y no de comunicación.
Dígase lo que se quiera, pero los datos macroeconómicos están ahí y los reconoce el propio FMI. China sigue siendo la primera potencia económica del mundo, cada vez a más distancia de EEUU pese a que su crecimiento se desacelera, se ralentiza y otras expresiones semejantes que habréis oído o leído. Acostumbrados como estábamos a que China crecía entre el 10% y el 11% anual, el que el crecimiento esté en el 6’5% se considera con preocupación. Pero es que en Asia China no está sola. Otro país del que he hablado antes, India, mantiene un crecimiento económico -siempre en términos macros, no hablo de si se refleja en la población- del 7% y recuerdo que India forma parte como segundo país del BAII, por ejemplo. Y Rusia, de quien se dice que está siendo muy afectado por las sanciones, se está recuperando mucho mejor de lo que los occidentales preveían. Pensaban, por ejemplo, que el PIB de Rusia se derrumbaría y sí, ha caído pero no tanto como esperaba Occidente: fue el 4’6% en 2014 y el 3’5% el 2015 pero los analistas estiman que este año no llegará al 2% y que el 2017 va a estar muy cerca de volver a los parámetros positivos. Ya hay ciertos indicativos de ello, como que este primer trimestre de 2016 se ha recuperado la producción industrial en más del 1% y alcanzado un superávit en la balanza comercial de 160.000 millones de dólares. En el caso de China, el superávit en este primer trimestre ha sido de 406.000 millones de dólares.
La razón de estos datos hay que buscarla en algo que nunca dirán los medios de propaganda, y es que tanto Rusia como China en estos momentos están centrados en reforzar la economía en el consumo interno. En el caso de Rusia, para eludir, al tiempo que para combatir, las sanciones y reducir la dependencia de Occidente. En el caso de China, para fortalecer la Nueva Ruta de la Seda que es la gran estrategia económica de futuro de China.
Un ejemplo de lo que digo es que Rusia se ha convertido en el primer productor de trigo del mundo, superando a EEUU. Al imponer Occidente las sanciones a Rusia por la crisis de Ucrania, Rusia respondió con una medida inesperada: impuso sanciones a los productos agrícolas y ganaderos occidentales. Eso ha supuesto un auge espectacular de la producción local, llegando a la situación que acabo de mencionar con el trigo. En el caso de China, hay un claro parón en la producción destinada a la exportación porque se está trasladando esta producción desde las zonas costeras a las del interior para asentar y fortalecer la estrategia de la Nueva Ruta de la Seda que es, preferentemente, euroasiática.
Por ir estableciendo ya algunas conclusiones, repito que la cooperación estratégica entre Rusia y China va a más casi cada día que pasa. El 16 de febrero el Ministro de Exteriores chino lo dijo de forma muy clarita: «la cooperación entre Rusia y China no se limita a las cuestiones bilaterales, sino que también juega un papel activo en una serie de cuestiones internacionales como Siria, la Organización Mundial del Comercio y el FMI».
El caso de Siria ya lo he comentado, también el del FMI. Pero ¿por qué la mención a la OMC? Porque Occidente está viendo lo que se le viene encima, que pierde su hegemonía cada día que pasa, es lo viejo que no termina de morir de Gramsci, y hace movimientos desesperados para intentar evitar lo inevitable. Uno de esos movimientos es que está intentando construir nuevas normas para el comercio internacional, y así hay que interpretar tanto el TTIP, el tratado que está intentando firmar con Europa, como el TPP, un tratado similar con los países del Pacífico. Esto es un síntoma evidente de la debilidad de Occidente, no de fortaleza como alguien puede creer. Es como cuando intentamos coger agua con las manos: durante un momento retenemos el agua, pero inevitablemente se nos escurre por entre los dedos. Eso es lo que está haciendo Occidente en estos momentos.
Por si hay alguna duda sobre lo que está pasando y el por qué Eurasia es el eje sobre el que pivota este siglo XXI, el presidente chino, Xi Jinping, acaba de decir la primera semana de marzo que «la asociación estratégica entre Rusia y China es clave para la estabilidad mundial; no sólo juega un papel clave en la defensa de la paz y estabilidad en la región, sino en el mundo en general».
Tenemos la alianza entre Rusia y China consolidada, pero es que hay otros países asiáticos que están acercándose cada vez más a estos dos grandes. Es el caso de India y de Irán, por mencionar a los principales y sin olvidarnos de Indonesia, como comentaba antes. Con la incorporación de India y Pakistán a la OCS el año pasado se aceleró el proceso de integración y expansión de la OCS, pero con la de Irán, que tendrá lugar el verano de este año, este proceso da un acelerón importante y definitivo.
Irán es ya miembro observador de la Unión Económica Euroasiática, es un socio preferente de China en la Nueva Ruta de la Seda y está siguiendo los pasos de rusos y chinos hacia la desdolarización. Si ya comercia con ellos en sus monedas respectivas, acaba de dar un paso más anunciando, el 10 de febrero de este año, que la venta de petróleo la realizará sólo en euros, prescindiendo del dólar, y que dicha medida se establece «por el momento» y a la espera de que se asienten los planes para hacerlo en otra moneda «que tal vez sea el yuan».
Como es lógico, ante este anuncio otro movimiento a la desesperada de Occidente, en concreto de EEUU: un juez condena a Irán a pagar 11.000 millones de dólares como «responsable» (sic) de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la Administración Obama dijo que iba a establecer más sanciones contra Irán por las pruebas realizadas con misiles «porque violan los acuerdos nucleares» (sic) y se añade que una parte de los fondos que el país persa tenía congelados en EEUU y que en virtud de esos acuerdos tenían que haber sido devueltos, y aún no lo han sido, irían destinados a pagar a los familiares de los soldados muertos en un atentado en Líbano en la década de los 80 y del que también se responsabiliza a Irán.
La guerra híbrida de Occidente
Son aparentes gestos de fuerza que ocultan, en realidad el nerviosismo de Occidente ante la pérdida de su hegemonía. Al principio de la charla os hablé de la Conferencia Europea de Seguridad que se había celebrado en Berlín en febrero. En ella se recoge como nunca hasta ahora esta realidad: se dice que «la alianza entre la UE y EEUU es ahora más débil y menos relevante que nunca»; se reconoce que China es un actor principal en la escena internacional aunque, eso sí, «ello esta poniendo nerviosos a otros jugadores internacionales» (es decir, a Occidente); que «Rusia es agresiva y está provocando una crisis sin límites» (cuando no es Rusia quien está rodeando de bases a Occidente, sino al revés) y que, por todo ello, «2016 es probable que presente un periodo de crecientes riesgos, incluidos los de confrontación militar, dada la incertidumbre y la transformación de una era internacional más inestable» (5). Esto mismo, casi palabra por palabra, ha repetido Hilary Clinton en un discurso de su campaña electoral para la presidencia de EEUU. Ha dicho que «la actual debilidad de EEUU hace del mundo un lugar más peligroso» y que esa debilidad, y la de la OTAN, «son una señal peligrosa para amigos y enemigos» por lo que durante su presidencia la prioridad de su política exterior será «contener a Rusia y China». Cuidado con este personaje, que tiene muy poco de progre.
Estas amenazas por parte de Occidente ya se están concretando en actos. Es lo que ahora se llama «guerra híbrida» y que es una combinación de guerra convencional, de sanciones, de las mal llamadas revoluciones de colores y de cambios en la normativa internacional como las que se gestan en el comercio mundial. El objetivo no es tanto derrocar gobiernos, que en el caso de Rusia y China es un objetivo imposible, sino en interrumpir o dificultar los proyectos transnacionales que están en marcha, conectivos y multipolares del tipo Unión Económica Euroasiática, Nueva Ruta de la Seda e, incluso, los BRICS.
Esta es una faceta a tener en cuenta sobre lo que está ocurriendo en Brasil y sobre la que no me voy a extender pero sí mencionar que uno de los principales proyectos que está impulsando el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS es la mejora y construcción de nuevas líneas ferroviarias en Brasil y se está haciendo por una compañía china y utilizando las monedas respectivas, el real y el yuan. Por lo tanto, aquí también hay una desdolarización evidente de la economía. Como digo, no me voy a extender pero sí a recordar que los BRICS no surgieron con el intento de destrozar a Occidente, no ped´ñian cambios radicales sino una redistribución del poder el los organismos capitalistas clásicos, en el FMI, en el Consejo de Seguridad de la ONU… Los BRICS siempre han abogado por el diálogo, la negociación y la multipolaridad pero ni aún así ha sido visto con agrado por Occidente que está haciendo todo lo que está en su mano para romper y/o desestabilizar este eje.
Esto es algo que no podrán hacer con el núcleo duro de los BRICS, el que podemos llamar RIC, Rusia, India y China por las razones que os he comentado. El tiempo se ha sobrepasado y hay que terminar, por lo que como conclusión queda que Eurasia es un proceso irreversible que adquiere una importancia geoestratégica y económica de primer orden en la actualidad. La crisis que está sufriendo Occidente, económica, política y moral, hace que las contrapartidas que pudiese ofrecer Occidente para contrarrestar la influencia del proyecto euroasiático son cada vez menores y ello lleva al mismo argumento: estamos asistiendo al fin de la hegemonía occidental y al surgimiento de una nueva era que no va a pivotar ni sobre EEUU ni sobre la UE; ni siquiera sobre sus valores y sus instituciones. Eurasia es el nuevo eje, el eje sobre el que pivotará el siglo XXI porque no hay que olvidad, a fin de cuentas, que aquí se asienta el 63% de la población del planeta y el 60% de los recursos.
Espero que haya sido de interés esta aportación. Muchas gracias.
Notas:
(*) La primera parte de este artículo puede leerse aquí: Eurasia como eje del siglo XXI (I)
(1) Alberto Cruz, «Los movimientos de China y Rusia tras la reforma del FMI: acelerar la desdolarización» http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2091 (2) Obama ha dicho esto el 4 de mayo. Este comentario no fue dicho en la conferencia sino que ha sido añadido por el autor para esta publicación.
(3) Añadido para la publicación.
(4) Añadido para la publicación.
(5) «Los anteojos de Europa», http://elterritoriodellince.blogspot.com.es/2016/02/los-anteojos-de-europa-acaba-de.html
Esta intervención se realizó en el marco de la XXXIII Semana Galega de Filosofía que con el título de «Filosofía y Política» organizó el Aula Castelao en Pontevedra entre los días 27 y 31 de marzo.
Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es «Las brujas de la noche. El 46 Regimiento «Taman» de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial», editado por La Caída con la colaboración del CEPRID.
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