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Francisco: ¿misión cumplida?

Fuentes: Infolibre

El 13 de setiembre de 2013 no daba crédito a lo que veían mis ojos: el número de Il Manifesto, célebre quotidiano comunista italiano que tenía entre manos, publicaba un editorial seguido de una nota breve tituladaTodos los conventos a los pobres que había mandado Francisco a la redacción, la cual se había quedado totalmente perpleja: “Desde hoy comenzamos esta santa colaboración. Confiando en la comprensión de los lectores. Que dios nos perdone”. Traduzco a continuación la breve nota de Francisco, y el lector dirá si era o no para alucinar.

Hermanos, buenos días.

He leído en los periódicos que, en una visita a un centro de acogida de inmigrantes, solamente dije: “abramos para ellos los conventos cerrados”. En realidad, dije, pensé y comuniqué bastante más.

Quiero explicarme mejor, pues la idea es no sacar riqueza ni beneficio con las estructuras de la Iglesia, que debe volver a ser pobre.

Cristo, en su edad adulta, era un sin hogar. Abramos entonces también los conventos abiertos, esos que se han transformado en hoteles de 5 estrellas, o apartamentos de altos prelados, sedes de supuestas obras pías, o comanditas de cofradías multinacionales de santos que ni siquiera yo conozco.

Que se conviertan en albergues internacionales de acogida y de paz, como deberían convertirse, transformadas, todas las bases militares del mundo.

Roma, cuna de la cristiandad, es también el corazón hotelero y comercial del catolicismo organizado. Desde hoy, lo cierro. Ayúdenme a cerrarlo.

La Iglesia no es una renta inmobiliaria, pertenece a los caminos de la humanidad.

Universalistas y ecumenistas de todo el mundo, ¡únanse!

Que Bergoglio hubiera escrito días antes una carta a un no creyente como Eugenio Scalfari del diario Repubblica podía entenderse como un gesto campechano, pero dentro de un orden, por aquello de que el mainstream también tiene algo de templo sagrado. En cambio, que se dirigiera a Il Manifesto, no era para nada normal. ¿Un papa diciéndonos a los lectores de un periódico comunista: “Ayúdenme a cerrarlo”?

Desde entonces, le hemos leído y estudiado sin parar hasta el último Urbi et orbi. Lo hemos elogiado muchas, muchas, muchas, muchas veces pero también lo hemos criticado duro, especialmente a propósito de frases terribles sobre el aborto. Resumir hoy lo que fue Bergoglio es tarea imposible porque fue un coloso en lo mediático, lo geopolítico, lo teológico, lo eclesiástico.

Tratemos, eso sí, de señalar alguno de los hilos conductores de todo el pontificado. Tratemos hoy de explicar dónde reside el éxito de este papado, cuya magnitud sólo se ha empezado a percibir apenas ha concluido. Se ha recordado que Francisco fue el primero en muchas cosas. El primer papa en llamarse Francisco. El primer americano. El primer jesuita. El primero en no vivir en el palacio apostólico. El primer papa que fue nombrado cura después del Concilio Vaticano II. El primero en vérsele vestido con pantalones negros. El primero en conceder tantas entrevistas a televisiones mundiales. El primero en salir en tantas películas. El primero en nombrar a laicos en el gobierno del Vaticano. El primero en admitir mujeres en el Sínodo de los Obispos… La lista es infinita. ¿Por qué este afán explorador, pionero?

Tal vez porque fuera un jesuita que practicaba a fondo tres características de esa orden: el espíritu de comunidad, la disciplina y la actividad misionera. Recordemos que, junto con los franciscanos, los dominicos y los capuchinos, los jesuitas fueron los más grandes misioneros. Sin embargo, a diferencia de las otras órdenes, que podían evangelizar a golpe de justicia inquisitorial, los jesuitas prefirieron siempre adaptarse, adecuarse, acomodarse a la realidad: “entrar con la loro per uscire poi con la nostra”, escribe en 1585 el general jesuita Claudio Acquaviva. Su conquista religiosa es, ante todo, cultural. “La realidad es superior a la idea” (EG 231-233), escribe, en efecto, Francisco en la encíclica que sirve de marco teórico a su pontificado. 

La Iglesia llevaba décadas viendo que los fieles se le escapaban como arena de las manos. Ratzinger apostó por la vía benedictina, esto es, por proteger la Iglesia tras los gruesos muros de un convento benedictino, y desde él, con la colaboración de “minorías creativas”, irradiar una luz que alumbraría de nuevo el mundo, puesto que la idea sería superior a la realidad. Tras la dimisión – o fracaso – de Benedicto XVI, Francisco optó por lo contrario: ir en busca de todas y cada una de las periferias del mundo, dar cabida a “todos, todos, todos” en una “Iglesia en salida”, “un hospital de campaña”, una Iglesia, en suma, en camino, misionera.

Entre la intransigencia inquisitorial y la aventura misionera se mueve el péndulo de la Iglesia. Antes del fallecimiento del papa, sus enemigos –tanto los conservadores como los progresistas– consideraban fallida también la misión de Bergoglio. Escribe Santiago Alba Rico: “El clericalismo de la derecha odió a muerte sus reformas; el anticlericalismo de la izquierda las ignoró. La derecha sabía lo que se hacía; la izquierda se equivocó”. Un sacerdote brasileño al que le pedí que me sintetizara cómo veía él a Francisco me dijo: “Duro con los de dentro, blando con los de fuera”. Jamás ha habido un papa tan anticlerical.

Se nos ha ido Francisco. Al haber sido el primero en muchas cosas, costará que vaya a ser el primero y último en todas ellas. Su legado es enorme. Tuvo éxito abriendo procesos y no ocupando espacios porque, para él, “el tiempo es superior al espacio” (EG 222-225). Se va un papa misionero que deja incompleta su misión. De acuerdo: no cerró “el corazón hotelero y comercial del catolicismo organizado”, pero tampoco es que nos matáramos ayudándolo. No consiguió cerrar lo del diaconato femenino ni el celibato. El cuidado de la casa común, la paz en Ucrania y en Gaza y en todos los frentes de la tercera guerra mundial a pedazos siguen ahí.¿Podíamos haberle hecho algo más de caso? Seguro. Mal por nosotros.Se nos va un papa que añoraremos porque era él quien venía a buscarnos. Se va un papa astuto que desacralizó el papado, tendió puentes con los no creyentes, afirmó que ya no estábamos en la Cristiandad, y gritó, en tiempos de trumpismo global, “¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!”. Francisco hizo de todo –incluídas dos encíclicas que son obras maestras, Laudato si’ y Fratelli tutti– para acercarse a un mundo que le respondió muchas veces haciéndole oídos sordos. Algunos seguirán empeñados en que ni así. Dirán: “Ya, pero era papa”. Vistas las portadas de la prensa mundial, Francisco ha cumplido con el primer objetivo del buen misionero: supo, partiendo de menos que cero, en tiempos de neopaganismo supuestamente cristiano, recuperar para la Iglesia muchísima autoridad. Y lo hizo sencillamente: predicando con el ejemplo.

Gorka Larrabeiti es profesor de español residente en Roma.

Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/francisco-mision-cumplida_129_1981861.html

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