Georgia ha reconocido haber empleado municiones de racimo contra Osetia del Sur, comunicó el portavoz de la organización internacional de derechos humanos «Human Rights Watch», Bonnie Docherty, citado hoy por la agencia France Presse. «Representantes georgianos declararon a ‘Human Rights’ que Georgia había empleado bombas de racimo durante el conflicto de Osetia del Sur», afirmó […]
Georgia ha reconocido haber empleado municiones de racimo contra Osetia del Sur, comunicó el portavoz de la organización internacional de derechos humanos «Human Rights Watch», Bonnie Docherty, citado hoy por la agencia France Presse.
«Representantes georgianos declararon a ‘Human Rights’ que Georgia había empleado bombas de racimo durante el conflicto de Osetia del Sur», afirmó Docherty que ocupa el cargo de experto militar en «Human Rights Watch».
Una munición de racimo consta de varias decenas de elementos explosivos que antes de detonar se dispersan para crear una mayor área de impacto. El peligro de ese tipo de munición consiste en que una parte de sus elementos queda sin detonar y se convierte en minas listas para matar a civiles.
El 8 de agosto el Ejercito georgiano invadió Osetia del Sur y atacó su capital, Tsjinvali, con artillería pesada, tanques y aviones. La ciudad quedó en ruinas y el número de muertos entre la población civil totalizó 2.100 personas.
Rusia envió 10.000 efectivos para reforzar el contingente de paz que tenía emplazado en la zona del conflicto y para proteger a los vecinos locales, muchos de los cuales tienen ciudadanía rusa.
La operación de imposición de la paz terminó el 12 de agosto y las partes implicadas acordaron un plan de arreglo del conflicto. Moscú anunció que ultimaría el 22 de agosto el repliegue de sus refuerzos militares de Georgia pero mantendría el número necesario de efectivos de paz en la llamada zona de seguridad.
Las bombas de racimo se empelaron en Iraq, Kosovo, Afganistán y Líbano. Según estimaciones de la ONU, las tropas israelíes arrojaron más de 4 millones de esas bombas sobre el sur del Líbano durante el conflicto armado de 2006. En la mayoría de los casos, la población civil y sobre todo los niños son los más perjudicados por las municiones de racimo sin explotar.