Introducción:
En la célebre distopía reflejada en la obra de Aldous Huxley titulada “Un mundo feliz”, se escenifica un futuro sombrío para la humanidad. En dicha obra, los individuos reciben todo tipo de distracciones (orgías obligatorias, drogas intensas y espectáculos mediante altas tecnologías). ¿Para qué? Para atrofiar su capacidad crítica.
No es ficticio, sin embargo, el hecho de que la prensa, según uno de sus grandes referentes, Walter Lippmann, reconozca que ésta se creó para “fabricar el consenso”, lo cual, gracias a la gran sofisticación de la tecnología en nuestros días, ha provocado lo que el sociólogo Carlos Elías Pérez denominaría “lobotomía intelectual” sufrida por la ciudadanía.
Revisando en la historia el ambiente patriotero de la España de a finales del siglo XIX, asusta el hecho de advertir el seguidismo emocional de los españoles con respecto a las consignas de la prensa, totalmente alejadas de la realidad del conflicto entre EEUU y España por el dominio de Cuba, cuya derrota en 1898 despertó a nuestro país de una burbuja artificial en la que se dejó encerrar, al haber desertado del pensamiento crítico a aplicar frente a una prensa manipuladora y maniquea. Sin tal deserción, es posible que la crisis del 98 no se hubiese producido, o hubiese sido menos traumática.
A su vez, el escritor Hermann Hesse, tras el estallido de la I Guerra Mundial, sin llegar a desentenderse del conflicto (se llegó a presentar voluntario para defender su país), fue mediáticamente linchado, atacado, calumniado, amenazado y traicionado. Su imperdonable delito: ofrecer un mínimo de pensamiento crítico frente al maniqueísmo nacionalista de su contexto. Si hoy leyéramos sus escritos, nos parecería obvia su postura, y nos asustaría el constatar el lavado de cerebro de sus contemporáneos.
Sin embargo, la gran pregunta es: ¿no está pasando lo mismo en nuestros días? ¿No estamos cayendo en esa “lobotomía intelectual” a la que nos referíamos antes? “Lejos de nosotros, señor, la funesta manía de pensar” era la frase con que los ministros del rey Fernando VII certificaban su sumisión ante el monarca. Y es que los “fake news” podrán ser un fenómeno reciente. Pero la predisposición a desertar del pensamiento crítico no.
Planteamiento general de la cuestión:
Hace cerca de un mes y medio, el presidente ruso Vladimir Putin ordenó a sus tropas la invasión de Ucrania. Ello ha supuesto lo de siempre: destrucción, dolor y muerte de civiles inocente. Sostiene que es un peligro para la soberanía rusa tanto la militarización como la pretensión del país invadido de entrar en la OTAN, y que en la zona oriental pro-rusa (Donetsk y Lugansk) se habrían produciendo con anterioridad a la invasión la muerte de hasta 15.000 personas a manos de milicias nazis ucranianas.
El presidente ucraniano Zelensky ha llamado a la resistencia a su pueblo y a su ejército, y ha solicitado a la OTAN la entrega de armamento y la apertura de una zona de exclusión aérea. Lo primero ha sido atendido, lo segundo no, bajo el argumento (cierto) de que ello posibilitaría el que los aviones de la Alianza Atlántica probablemente derribaran aviones rusos, con lo que la III Guerra Mundial, con armas nucleares de lado y lado, estaría servida.
Hasta donde podemos saber, la resistencia ucraniana está siendo sorprendente: las bajas rusas parecen mayores de lo esperado, y los objetivos militares están lejos de cumplirse. Sin embargo, se habrían atacado objetivos civiles (escuelas, refugios, hospitales…), por lo que las bajas civiles serían numerosas, y los refugiados que han huido del país se acercarían a la cifra de 5 millones.
Ante todo esto, la Unión Europea y EEUU han aplicado una serie de sanciones económicas de alta intensidad, y se está preparando la sustitución del gas con que Rusia surte a Europa por otras alternativas. A su vez, se está armando a la defensa ucraniana, y se está invitando a que ambos países (el invasor y el invadido) sigan negociando, mientras se insta a China, aliada de Rusia, a ocupar un mayor papel como mediador.
Por su parte, la opinión pública mundial no sólo parece volcarse con los refugiados ucranianos, sino que parece estar de acuerdo en responsabilizar a Putin del desastre humanitario que se ha desatado. Para ello, cuenta con la función de la prensa mundial, que ofrece sus noticias, sus imágenes y sus comentarios al respecto.
No hay duda a simple vista: está claro que Putin es el responsable y Ucrania la víctima. Y la comunidad internacional, en concreto la OTAN y la Unión Europea, está tratando de ayudar al invadido intentando parar los pies al invasor. No, no hay duda. Sin embargo, tampoco había duda en la España de 1898 ni en la Alemania de 1914. Pero hoy es fácil advertir que ambas opiniones públicas estaban equivocadas por la histeria generada por la prensa del momento. ¿Estará sucediendo lo mismo en nuestros días?
Aplicando el pensamiento crítico:
1. La culpabilidad inmediata de Rusia:
–Ciertamente, Putin es autócrata hacia adentro (represiones, prohibiciones, detenciones…) y expansionista hacia afuera (Georgia, Chechenia, Siria…). Pero la prensa mundial, de un modo maniqueo y poco riguroso, ha dirigido sus críticas “ad hominem”.
-Así, se oculta que la decisión de ir a la guerra no se debe a la “maldad” de un mandatario (que influye sin duda), sino al contexto geopolítico previo, simultáneo y posterior. Es el contexto, y no tanto la persona, lo que determina el elemento interpretativo de un conflicto.
-Ahora bien, aún dentro del contexto, la decisión de dicha invasión ha sido un acto consciente de Putin, frente a una situación no generada sino heredada por él, pero que sí la ha afrontado dando un salto cualitativo en el conflicto, y llevando la muerte, el dolor y la destrucción a un pueblo inocente.
-Por ello, el responsable inmediato es Putin y el gobierno ruso. Pero no la ciudadanía ni el pueblo ruso.
2. La culpabilidad mediata de occidente:
-Ya en el siglo XVII, según la historiadora Anna Reid, el territorio de la actual Ucrania se incluía en el territorio del entonces Imperio Ruso, como seguía siendo en vísperas de la revolución soviética de 1917. Hay, por tanto, fundamentos para considerar a Ucrania como parte de Rusia, lo que no justifica la guerra, pero sí la intención de la unificación. Por un criterio historiográfico básico, el propio Henry Kissinger ha reconocido el peso esencial de Ucrania con respecto a Rusia a través de los siglos, tanto en la historia y en el idioma como en la religión.
-Tras la revolución soviética de 1917, una coalición de hasta 7 países, entre ellos Estados Unidos, invadió la URSS apoyada por una quinta columna: lo que erróneamente se denominó “guerra civil”, y que dejó varios millones de muertos, y la intensificación de una hambruna. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-En 1918, al final de la I Guerra Mundial, la Rusia comunista se retiró de un conflicto que no era suyo mediante el Tratado de Brest-Litovsk, perdiendo los territorios de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Ucrania (que venía formando parte de Rusia). ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-En 1941, la Alemania nazi, conculcando el pacto Molotov-Von Ribbentrop de no agresión, atacó a la URSS y cercó Stalingrado, dejando un millón de rusos muertos en dicho cerco. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-En 1945, finaliza la II Guerra Mundial, gracias en buena medida al avance soviético hacia Berlín. De los cerca de 70 millones de muertos que dejó, cerca de 25, es decir, la tercera parte, fueron rusos, al verse la URSS envuelta en una guerra occidental que nunca pretendió entablar. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-En 1990, cuando Gorbachov negocia con James Baker la construcción de un nuevo tablero geopolítico tras la caída del muro de Berlín, el americano le promete al mandatario ruso que la OTAN no se expandirá “un solo palmo” hacia el este. Desde el diario madrileño “El País”, experto en cometer “fake news” (leáse Contrainformación de Pascual Serrano o Antiperiodistas de Fernando Casado), se ha mentido al negar la existencia de este acuerdo, tan sólo por el hecho de que no se vio refrendado por documento o declaración oficial alguna.
-A día de hoy, Rusia está siendo cercada por unos 15 países europeos que ingresaron a la OTAN (entre ellos Hungría, Polonia, Bulgaria, Chequia, Eslovaquia, Rumania, Estonia, Lituania o Letonia) contra la promesa de James Baker. Y como recuerda Vicens Navarro, Rusia pidió ser miembro de la Alianza Atlántica, pero su petición cayó en saco roto. Imagine el lector que la guerra fría la hubiese ganado la URSS, y que Gorbachov, tras haber prometido lo contrario, hubiese promovido el ingreso al Pacto de Varsovia a Portugal, Francia, Andorra, Marruecos y Argelia, y negado dicho ingreso a España. ¿Alguien negaría que España estaría siendo cercada? Y, por tanto, ¿cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-Tras la subida al poder de Yeltsin en 1991, siguiendo los consejos y sugerencias de instancias occidentales como el FMI, Rusia se abrió en sólo 100 días al neoliberalismo. Consecuencias: las tasas de pobreza subieron al 75%, cayó la esperanza de vida y se disparó el alcoholismo, a la par que un pequeño grupo de oligarcas se hizo dueño del país. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-El parlamento ruso, de mayoría comunista, se declaró en rebeldía pacífica contra las medidas de Yeltsin. Resultado: el bombardeo del edificio del parlamento, que dejó unos 500 muertos. A día de hoy, la comunidad internacional sigue considerando a Yeltsin, en buena medida, como un demócrata. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-Durante la ampliación de la OTAN a los países vecinos de Rusia, y tras la guerra de Yugoslavia, donde la alianza masacró a cerca de 4.000 civiles, Bill Clinton afirmó, como sostiene Iñaki Gil de San Vicente, que tras la destrucción de Yugoslavia había que destruir Rusia. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-En 2014 se produjo en la Ucrania ya independiente el denominado “euromaidan”. Para unos, fue una revuelta popular contra el gobierno pro-ruso de Víktor Yanukóvich; para otros fue un “golpe suave” (osuerte de golpe de Estado pro-occidental disfrazado de revuelta popular). En efecto, según Iñaki Gil de San Vicente, el golpe fue organizado por la CIA. Así se comprende que el Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, dijese que “los ucranianos deben poder decidir su futuro”, o la presencia en la revuelta del senador estadounidense John McCain, quien les mostró su apoyo. Consta, como afirma Gerardo Moyá Noguera, el hecho de la actuación de milicias nazis, o el que 45 trabajadores fuesen quemados vivos al interior del edificio de un sindicato. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-A partir del “euromaidan”, rusos y ucranianos han violado los acuerdos de paz referentes a las zonas de Donetsk y Lugansk, de mayoría pro-rusa. Además, Europa y EEUU han estado sugiriendo a Ucrania la entrada en la Unión Europea y en la OTAN. Y ahora dice occidente que lo primero tendrá un proceso largo. Y de lo segundo, el propio Zelensky reconoce que no va a poder ser. ¿Cómo no entender el anti-occidentalismo ruso?
-Por todo esto, sostenemos la culpa mediata y necesaria de occidente, que ha estado tensando la situación a lo largo de prácticamente todo el siglo XX, aunque ahora en este conflicto se presente como adalid de los derechos humanos y del derecho internacional, de modo hipócrita.
3. Ucrania como peón de ajedrez:
-Ya hemos visto que los vínculos culturales de la actual Rusia y la actual Ucrania llevan siglos existiendo en cuanto al idioma, la religión y la historia, tal y como reconoce el propio Henry Kissinger.
-Con respecto a la historia, Ucrania ha formado parte de Rusia, de modo más o menos intermitente, al menos desde el siglo XVII y hasta hace un par de décadas y pico.
-Ucrania ha sido y es un peón en el tablero geopolítico: tras el final de la I Guerra Mundial se la anexionó occidente, y unos años más tarde se la anexionó la URSS.
-Durante la URSS, en Ucrania hubo guerrillas anti-soviéticas, y se produjo, durante la presidencia de Stalin, el “Holodomor”, o hambruna masiva provocada consciente o inconscientemente por el gobierno comunista. Se comprende que buena parte de la población ucraniana sea anti-rusa.
-Desde la desmembración de la URSS, occidente ha intentado atraer a Ucrania a su área de influencia, mediante el señuelo de la integración a la Unión Europea y a la OTAN, así como mediante el golpe del 2014.
-Para complicar más el panorama, en Ucrania hay dos idiomas: el ruso y el ucranio, ambos descendientes del mismo tronco eslavo, Hay sobradas razones históricas y culturales que unen a Ucrania más con Rusia que con occidente. Sin embargo, el porcentaje de población pro-rusa se sitúa en torno al 35%, porcentaje semejante a la población pro-europea, si acaso con un par de puntos de diferencia.
-El gobierno de Zelensky, aunque salido de las urnas, probablemente sea responsable de las matanzas de civiles en Donetsk y Lugansk aún antes de la guerra; y de ilegalización, hace años, del partido comunista del país, así como del arresto de Medvedchuk, líder de la oposición. Ya durante la guerra, ha ilegalizado a cerca de 20 partidos. No combate la corrupción, y mantiene una legislación racista contra ucranianos eslavos, húngaros y gitanos, entre otros. Asimismo, según testimonios fiables (la corresponsal francesa Anne Laure Bonnel), el gobierno está bombardeando a civiles ucranianos.
-Es un hecho documentado que, vinculados al Estado y protegidos por él, hay milicias nazis, como reconoció EEUU al sancionar a algunas de estas agrupaciones. Así, la propia BBC ha reconocido la existencia de paramilitares nazis. Son conocidos, entre otros, el “Batallón Azov”, tal y como se atestigua en el libro de Medea Benjamin y Nicholas J. S. Davis titulado » There is no wisdom in pretending that ucranian neo-nazis don’t exist«.
-En última instancia, el pueblo y el gobierno ucraniano tienen derecho a la autodefensa, una vez que oriente y occidente los han usado como peones por intereses geopolíticos. Europa es corresponsable por crear el conflicto y Putin por resolverlo por la fuerza.
4. El tablero geopolítico:
-Los intereses rusos:
a. Defender su espacio vital, como hizo en 1961 Kennedy cuando la crisis de los misiles cubanos, sin que nadie entonces le negara ese derecho.
b. Tratar de incluir a Ucrania en su área de influencia, como manifestación de su mentalidad imperialista.
c. Acceder a los ingentes recursos ucranianos (petróleo, gas, minerales, trigo y girasol, entro otros).
-Los intereses norteamericanos:
a. Reforzar la sumisión económica de Europa frente a EEUU, para disminuir el auge de China y evitar que el viejo continente se vaya desplazando hacia oriente, en el marco del nuevo tablero geopolítico del mundo pluricéntrico y multipolar.
b. Debilitar el poderío de la alianza ruso-china por el socio más débil (Rusia), en el flanco más débil de éste (Ucrania). Recuérdese el oleoducto chino-ruso que pasará por Mongolia.
c. Volver definitivamente a Rusia a la “segunda división” del tablero geopolítico, mediante un conflicto provocado “ad hoc”.
d. Vender a Europa el gas que éste ya no comprará a Rusia por las sanciones, en estado licuado y por barco (lo cual es carísimo).
e. Tener una victoria, no estrictamente militar, de cara a la opinión pública, tras el reciente fiasco en Afganistán, y las anteriores en Irak, Venezuela, Somalia, Vietnam, etc.
f. Acceder a los recursos ucranianos.
-Los intereses europeos:
a. Acceder a los recursos ucranianos.
b. Perfumarse como defensora de la democracia y la paz.
c. Afianzar su sumisión a EEUU, lo cual es un acto de ceguera, ya que el futuro económico es el Pacífico (China) y no el Atlántico (EEUU). Económicamente, las sanciones le perjudican, pues pierde el mercado ruso del petróleo y el gas, que al importarlo de EEUU y del norte de África le sale muchísimo más caro.
-Los intereses chinos:
a. Esperar con los brazos abiertos a que Rusia, económicamente hablando, se eche en manos de China, con lo ésta crecerá como potencia aún más, y aquella se salvará de la debacle.
b. Presentarse ante la comunidad internacional como la salvadora de la situación, sabiendo esperar a que la situación esté madura para ocupar un perfil de hábil mediador.
-Los intereses ucranianos:
a. A corto plazo, sobrevivir, por lo que se le debe reconocer el derecho a la autodefensa.
b. A medio plazo, ingresar a la Unión Europea, lo que puede que suceda; e ingresar en la OTAN, lo que no sucederá.
5. La manipulación mediática en occidente:
-La prensa está mostrando una postura maniquea, visceral y carente de rigurosidad alguna, semejante a la prensa española en 1898 o a la alemana en 1914.
-Los análisis son superficiales (negacionismo de la promesa de Baker a Gorbachov, o del expansionismo de la OTAN bajo la simpleza de que “no se puede negar el derecho de los países a ingresar en la Alianza”). A su vez, se banaliza y casi se oculta el trasfondo geopolítico, y se focaliza el conflicto en la persona de Putin, utilizando la emocionalidad del odio, para favorecer la manipulación.
-Abundan las “fake-news”. El portal Maldita.es, experto en desmontar bulos mediante una metodología rigurosa, ha desmontado todo tipo de falsedades vertidas en la prensa y en las redes sociales (véase https: //maldita.es/malditobulo/20220325/conflicto-militar-rusia-ucrania-bulos/ ), tales como falsas víctimas, falsos ataques, falsas masacres y falsos bombardeos.
-A su vez, se silencian u ocultan atrocidades cometidas por combatientes neonazis ucranianos, tales como destrucciones, ataques a población civil, etc. (véase https://www.resumenlatinoamericano.org/2022/03/31/ucrania-relatos-de-las-practicas-neonazis-silenciadas-por-los-medios-hegemonicos-en-donbass-videos/).
-Se ha creado una histeria mediática donde cualquier intento de analizar con algo de rigurosidad es satanizado, como sucedió con Hermann Hesse hace un siglo. En este contexto, la periodista y corresponsal Anne Laure Bonnel, en una entrevista ofrecida a un medio televisivo europeo, y tras asegurar que el gobierno ucraniano bombardeaba a la población en evidente crimen de guerra, tuvo disculparse por decir la verdad y dejar claro que ella no apoya a ningún bando, sino a la población civil e inocente (véase https://www.youtube.com/watch?v=HH2zE_U5yYw&t=6s).
-En España, el coronel Pedro Baños ha afirmado públicamente su intención de no volver a ofrecer más análisis sobre el asunto. Se queja de que éstos, dotados de rigurosidad y sentido crítico, le han hecho merecedor de numerosos ataques, censuras, insultos y linchamientos mediáticos (recuérdese de nuevo a Hermann Hesse durante la I Guerra Mundial).
-En occidente se han cerrado numerosos medios rusos, sin orden judicial previa, como “Rusia Today”, en claro ejercicio de censura. La censura, valga la ironía, era uno de los actos que se le achacaba desde occidente, y no sin razón, a Putin.
-Como efecto secundario de esta histeria, se ha desatado una ola de solidaridad con el pueblo ucraniano. La gente se está volcando con los refugiados, cosa positiva y que debe seguir así. Sin embargo, otros pueblos no merecen menos solidaridad, tales como el argelino, el libio, el sirio, el iraquí, el yemení, el palestino, el ruandés, el congoleño, etc. Todos estos viven -antes, durante y después de esta invasión- unos conflictos muchos más dolorosos: conflictos generados directamente por occidente, y que por tanto no son beneficiarios de la propaganda mediática occidental.
-A su vez, se ha generado una histeria anti-rusa absurda y dañina. En 2003, a nadie de los que cuestionaron a Bush por la guerra de Irak se le ocurrió hacer boicot a Bob Dylan o a Hollywood. Sin embargo, rayando el ridículo, la histeria y el absurdo, se ha cancelado, entre otros, un curso y unos libros de Dostoievski en Italia; se ha expulsado de laFilarmónica de Munich al maestro Valery Guérguiev; se hansuspendido los conciertos de la soprano Anna Nebrebko, y se ha cerrado en la Universidad de Cádiz el Aula Pushkin.
6. Hipotético desenlace del conflicto:
-Rusia será caballo ganador: cumplirá sus objetivos militares en Ucrania. En unos meses, desmilitarizado el país y garantizado su control sobre Donetsk y Lugansk, se retirará tras lograr el compromiso verificable de que se respetará dicho control. También exigirá que Ucrania ni se militarice ni ingrese a la OTAN. Además, el daño causado por las sanciones económicas se solventará gracias al mercado chino, que absorberá el mercado ruso abandonado por Europa.
-Europa será caballo perdedor: perderá el mercado del gas y el petróleo ruso, y la alternativa africana y norteamericana será mucho más cara, lo que podrá generar malestar social. A medio plazo, incorporará Ucrania a la Unión Europea, lo que tratará mediáticamente como una victoria, pero cuyas ventajas económicas no serán determinantes. Perderá, asimismo, el eje del Pacífico (el futuro) por sumisión al eje del Atlántico (el pasado).
-Estados Unidos no será caballo ganador ni perdedor: asumirá que Ucrania no entrará en la OTAN ni se militarizará, pero venderá como victoria la no anexión de Ucrania a Rusia. Ganará mayor ascendencia aún en Europa, pero su lento declinar como potencia no se detendrá, aunque se haga con parte del mercado europeo del gas y quizá del petróleo.
-China será el gran caballo ganador, y sin despeinarse. Será el gran interlocutor y mediador cuando llegue el momento, y quedará como la única cabeza fría en todo este conflicto (lo cual tal vez sea cierto). El mercado que se cierra Europa en forma de sanciones económicas la ocupará China, por lo que el expansionismo económico y geopolítico de ésta, de modo pacífico (recuérdese la Nueva Ruta de la Seda, el Banco Asiático de Inversión, y la Organización de Cooperación de Shanghái) dará un salto cualitativo. Por tanto, este conflicto supondrá un salto cualitativo de cara a la decadencia de EEUU frente a China como primera potencia mundial.
-Ucrania será el gran caballo perdedor, al ser la invadida: muertos, heridos, desplazados, destrucciones…El país, de “iure” o de “facto”, será dividida en la zona pro-europea y la zona pro-rusa. Asimismo, es posible que entre en la Unión Europea, lo que le reportará considerables ventajas. Es necesario un proceso de desmantelamiento de las milicias nazis.
7. Reflexiones para los movimientos sociales y pacifistas:
-El derecho de Ucrania a la autodefensa.
a. El pacifismo no excluye la autodefensa. Y Ucrania tiene derecho a defenderse junto a su gobierno, que aunque acoja nazis, ataque a civiles, y sea corrupto y represor, es la autoridad electa, y tiene esa responsabilidad. Ahora, los civiles atacados por el gobierno también tienen derecho a autodefenderse de él.
b. Sin embargo, habiendo milicias nazis, y con la constatación de que se está atacando a civiles pro-rusos, no se le debe dar armas al gobierno. La no-violencia es una opción factible (Checoslovaquia, 1968), que si bien debe ser decisión de los propios ucranianos, en nuestra mano está la llamada a la vía diplomática, a las fuerzas de interposición (los cascos azules de la ONU), y a los escudos humanos (recurso utilizado en Palestina, Colombia e Irak).
-La hipocresía de occidente:
a. Europa se niega a enviar tropas o a crear una zona de exclusión aérea. Es una decisión hipócrita, pues tras el vomitivo discurso de José Borrell de que “Europa hará todo lo que pueda”, y de que “no es tiempo de tibieza”, la intervención directa sería su aplicación lógica. Bendita hipocresía: es sabido que todo conflicto se debe resolver mediante el principio de proporcionalidad, principio que se quebraría al internacionalizarse el conflicto. Recordamos la opción de la diplomacia, de la no-violencia, de las fuerzas de interposición y de los escudos humanos.
-La inutilidad de las sanciones:
a. No funcionaron en Cuba (años 60 hasta hoy), ni en Nicaragua (años 80), ni en Irak (años 90), ni en Venezuela (hace 10 años hasta nuestros días). Es contraproducente porque permite al gobierno del país sancionado unificar a sus ciudadanos contra el enemigo sancionador, a la vez que hace sufrir al pueblo, que no tiene culpa.
b. En Rusia sucede lo mismo. Según un artículo del “Financial Times” publicado en 2020, las sanciones que Rusia ya venía padeciendo al menos 5 años antes, beneficiaron tanto a la economía rusa como a su presidente.
c. En este caso, Europa va a salir perdiendo, pues al dejar de comerciar con Rusia deja de recibir de este país el 27% del petróleo, el 40% del gas y el 46% del carbón que necesita el Viejo Continente. Traerlo de otras latitudes (EEUU, África) es mucho más costoso. Es el efecto “boomerang” de las sanciones.
d. Además, el recurso a las sanciones muestra una gran estrechez de miras. Éstas podrían ser útiles acaso en el contexto del mundo unipolar, de hace 3 décadas, cuando el país sancionado no tenía potencia económica de primer orden sobre la que volcarse, pues EEUU era la única. Hoy, en el actual mundo multipolar y pluricéntrico, hay otros colosos (China, La India…), por lo que no sólo las sanciones no son útiles, sino que también son contraproducentes, pues expulsa a Rusia de la órbita europea, y se va con todo su peso económico (relativo pero considerable) a engrosar el poderío de los competidores de occidente (China principalmente).
– La OTAN:
a. Desde la lógica de la OTAN, que ha bombardeado y atacado Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria…, la invasión de Ucrania sería un derecho. La Alianza Atlántica, que cuando se desintegró el Pacto de Varsovia perdió su razón de ser, es la responsable mediata de este conflicto.
– La ONU y el Tribunal Penal Internacional:
a. La primera ni está ni se le espera. En otros conflictos, se le ha utilizado para justificar bloqueos y bombardeos. Ya ni eso. No hace falta. Tal es la manipulación mediática y el lavado de cerebro masivo. Hasta Bush trató de manipularla, pero ya ni se ven en el deber. ¿Para cuándo un derecho internacional digno de tal nombre? Si viene, vendrá de abajo, no de arriba.
b. El segundo, en este caso no sirve, pues Rusia no es miembro signatario del organismo correspondiente. Ahora, caso de que Putin merezca el proceso. ¿Es el único? Aznar, Blair, Bush, Clinton, Obama, Uribe…
8. A modo de epílogo: algunas propuestas de acción:
-Acoger a refugiados ucranianos. Y colombianos, argelinos libios, sirios, congoleños…
-Apoyar, no militarmente, al pueblo ucraniano.
-Convocar manifestaciones por la paz y en defensa de la ciudadanía, no de tal o cual potencia. Es decir, en contra de Putin, de la OTAN y de Borrell. Y del gobierno de Zelensky en menor medida (es víctima mayor en cuanto que presidente de un país agredido, y victimario menor en cuanto que bombardea civiles). Y a favor del pueblo ucraniano.
-Leer medios de comunicación alternativos para contrastar, y aprender a descifrar las claves para identificar las “fake-news”, abundantes en la prensa rusa y en la occidental.
-Luchar, en las calles, en las organizaciones políticas y en los partidos de izquierda, por el no aumento de los presupuestos militares y por la disolución de la OTAN.
Nacho Dueñas (cantautor e historiador)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.