Traducido para Rebelión por Felisa Sastre
Tras el viaje de observación desde un helicóptero militar a la devastada costa de Aceh, en Indonesia, el Secretario de Estado, Colin Powell, declaraba en una conferencia de prensa que los estadounidenses » se preocupaban por la dignidad de todas las personas y por cada individuo en particular» y tenían la «obligación de responder a las necesidades de cualquier persona fueran cuales fueran sus creencias».
La mayoría de los estadounidenses son en efecto solidarios y generosos con los otros pero desgraciadamente la administración Bush, de la que Powell forma parte, no representa a Estados Unidos.
Muchas de las actuaciones inmediatas al terremoto y al maremoto, muestran que es pura hipocresía y búsqueda de imágenes en los medios de información mundiales mientras maniobran para proteger los intereses de las grandes empresas y llevar a cabo el plan del Pentágono de introducirse cada vez más en el mundo musulmán.
Tengamos en cuenta, por ejemplo, que el único lugar del Océano Índico que recibió el aviso del inminente maremoto fue la base militar estadounidense en la isla británica de Diego García, que alberga el «Campo de la Justicia», una de las instalaciones secretas que se utilizan para el encarcelamiento y tortura de los sospechosos en la guerra estadounidense contra el terrorismo. Una vez reforzadas las escotillas de la Base, el Pentágono no se molestó en alertar a los países de la región de la inminente catástrofe que se iba a abatir sobre ellos.
Tengamos en cuenta, también, que con el terrible peaje de víctimas aumentando días después de la llegada del maremoto los estadounidenses reaccionaron con consternación y vergüenza cuando el Presidente Bush prometió, en principio, contribuir con unos míseros 35 millones de dólares como ayuda para la región, mientras continuaba posando para los fotógrafos cortando madera durante sus vacaciones en el rancho de Crawford, Tejas. Sólo cuando el responsable de la ayuda de emergencia de Naciones Unidas y el New York Times dijeron que era una oferta cicatera, se empezó a decir que el Presidente pensaba donar más del triple de lo inicialmente anunciado, y los partidos consiguieron que elevara la suma a 350 millones de dólares. Japón ha prometido 500 millones. Trescientos cincuenta millones es, aproximadamente, lo que Estados Unidos gasta en un día y medio de guerra en Irak.
Ahora, el Presidente, está intentando reforzar su imagen en el mundo a costa de la tragedia del tsunami. Está fuera de duda que los trabajadores de la cooperación internacional estadounidense y las agencias que se han desplazado a los países afectados por el maremoto están dedicados a su misión de salvar vidas, pero el Presidente parece menos interesado en salvar vidas que en mejorar su imagen, y el Pentágono en desviar la atención sobre las criminales actuaciones de su Administración en Irak y en otras partes.
Desde entonces, nos hemos visto asaltados por las imágenes de los helicópteros militares despegando del portaviones Abraham Lincoln con alimentos y medicinas para las víctimas del maremoto. El Abraham Lincoln es el mismo barco en el que el presidente, disfrazado de piloto de guerra, aterrizó el 1 de mayo de 2003 para proclamar el fin de las hostilidades en Irak. La utilización de este barco simboliza la forma en que Bush acostumbra a decir una cosa y hacer otra y a aprovecharse de los acontecimientos y de los media para engañar a gran número de sus electores sobre sus intenciones y actuaciones. Nos contó a nosotros y al resto del mundo, por ejemplo, que Irak tenía armas de destrucción masiva cuando tenía la seguridad de que no era así. Más tarde, que Saddam Hussein tenía relación con al-Qaeda cuando sabía que no era verdad. Después, insistió en que quería promover la democracia y el imperio de la ley mediante la celebración de elecciones en Irak. Decenas de miles de personas han muerto y siguen muriendo en Irak como consecuencia de esas mentiras.
Ahora afirma que su objetivo en Indonesia es ayudar a las víctimas del maremoto, pero en lugar de canalizar la ayuda a través de organizaciones neutrales lo está haciendo en Aceh por medio del brutal ejército indonesio, contra el que el Movimiento de Liberación de Aceh viene luchando por la independencia desde 1976.
El ejército indonesio, según el Observatorio de Derechos Humanos (Human Rights Watch) es el responsable de «ejecuciones, desapariciones, torturas y castigos colectivos, así como de la restricción de los derechos fundamentales de expresión, reunión y asociación». El ejército, asimismo, protege las instalaciones de gas natural de Exxon-Mobile en Aceh. Como ha señalado Amy Goodman en Democracy Now, Exxon-Mobile paga directamente a los contingentes militares destacados alrededor de sus instalaciones de gas natural. El Movimiento Aceh ha anunciado un cese de hostilidades desde la llegada del maremoto mientras que el ejército ha atacado a sus equipos de voluntarios y a una docena de aldeas.
Desde el 11-S, Estados Unidos ha aumentado su cooperación militar, y el entrenamiento del ejército indonesio (TNI) como parte de su guerra contra el terrorismo en el país de mayor población musulmana del mundo. Powell ha anunciado en Indonesia que Estados Unidos «está aumentado el número de helicópteros para ayudar al TNI». De la misma forma que en Irak, existe allí una maraña de intereses tejida entre el Pentágono, las corporaciones petrolíferas y las fuerzas militares.
Por ello, causa poca sorpresa que el mundo se sienta escéptico hacia las razones del Presidente Bush al enviar tropas estadounidenses y ayuda a Indonesia por el maremoto.
Roger Burbach es director del Center for the Study of the Americans (CENSA) con sede en Berkeley, California. Es coautor, con Jim Tarbell de «Imperial Overstretch: George W. Bush and the Hubris of Empire«. El pasado año publicó : The Pinochet Affair: State Terrorism and Global Justice.«
Paul Cantor es profesor de economía en el Norwalk Community College en Connecticut.