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Serbia: pequeña noticia de una gran chapuza

Fuentes: Megachip

Traducido por Gorka Larrabeiti

Pequeñas noticias que burlan maliciosamente la atención. Para esconder hechos incómodos. Agencia de prensa Reuters, ayer a las 17:32: «Serbia wins U.N. assembly vote to refer Kosovo independence to international court of justice». Serbia, anuncia Reuters, gana la votación en la Asamblea de Naciones Unidas para obtener el juicio del Tribunal Internacional sobre la legitimidad de la declaración de independencia del Kosovo.

La resolución, añade poco después la agencia Ansa, se aprobó con 77 votos a favor, 6 en contra y 74 abstenciones, entre las cuales se contaban las de muchos países europeos. Los abstenidos, que con su «no voto» consintieron a Serbia alcanzar este importante resultado político, son la verdadera curiosidad. La Europa de la Unión se presentó al voto dividida: Chipre y España, por ejemplo, apoyaron la petición serbia, porque -lo mismo que Belgrado- sus respectivos gobiernos temen que las minorías separatistas sigan el modelo del Kosovo declarando la independencia.

Italia, por su parte, se abstuvo. Lo hicieron también Francia, Alemania y Gran Bretaña, líderes en la UE del partido «estadounidense» del reconocimiento. En fin: ¿qué sucedió? Se supone que los jueces del Tribunal Internacional de Justicia tardarán entre dos o tres años en expresar su parecer legal acerca del estatuto de la antigua provincia serbia de mayoría albanesa. De hecho, se produce un largo espacio vacío que en la Asamblea de la ONU, donde se juntaron a la hora del voto países con objetivos bien distintos. Para ser precisos, ni que decir tiene que los Estados Unidos y Albania votaron contra el recurso a la justicia; entonces, ¿por qué la «traición» inglesa de sus primos de ultramar? El embajador de Gran Bretaña ante la ONU, John Sawers, dijo que la petición de contar con la opinión del Tribunal «es más política que legal y vale para frenar el reconocimiento del Kosovo como estado independiente». «La independencia del Kosovo es y seguirá siendo una realidad -prosiguió Sawers- reconocida por 22 de 27 países de la Unión Europea, organización de la que Serbia quiere formar parte».

Traducción de la traducción. Démosle un regalito «político» a Serbia sabiendo que:

1. Para Belgrado, Kosovo se ha perdido definitivamente.

2. Si Serbia pretende asomarse a la Unión Europea, no tendrá más remedio que tragar antes o después.

Resultados inmediatos, pocos. Proyectos, muchos. Inconvenientes posibles, infinitos. Seguro que, a partir de hoy, se detendrá todavía más el difícil camino internacional del Kosovo albanés en busca de reconocimientos. Sólo 48 estados soberanos de los 192 que forman parte de Naciones Unidas. Seguro que habrá nuevos problemas para la admisión de Kosovo en el Fondo Monetario Internacional y en otras «Instituciones técnicas» que preceden el reconocimiento pleno de soberanía. Seguro que la Asamblea de la ONU entierra definitivamente los triunfalismos de una cumbre política kosovar que había vendido a su opinión pública el shangrilá occidental con garantía estadounidense ya hace dos días. ¿Recapitulación de los europeos, ayer favorables al reconocimiento del Kosovo, hoy perplejos y temerosos? Mejor dejar en suspenso a esa banda de exaltados: cuestan demasiado y garantizan demasiado poco.

Ahora el problema de los «amigos europeos» es la Serbia del amigo Boris Tadic, a la que más tarde o más temprano alguien tendrá que decidirse a darle algo en concreto. Pongamos, la división de Kosovo. El norte de Mitrovica, más algún monasterio ortodoxo en la margen adecuada del río Ibar, que vuelve a ser serbio. Y el Kosovo albanés que limita con Macedonia y Albania a bregar con sus vecinos del suroeste en la misma lengua. Geopolítica de la esperanza, a la espera de alguien que, sobre el terreno, crea en ello de verdad. ¿Qué será, qué hará, a partir de mañana, la misión civil de la ONU del UNMIK? ¿Qué relaciones logrará entablar con la ilegítima Eulex de la Unión Europea? La aceptación real de la misión europea Eulex es el precio de las muchas abstenciones europeas que Belgrado tendrá que pagar en breve. Pero las letras de cambio son otras muchas. ¿Acaso la parte de la clase dirigente del Kosovo albanés, que actualmente está perdiendo, y que creció como los demás en la «política» de los kalashnikov, estará dispuesta a esperar durante años al Tribunal Internacional de Justicia? ¿Qué otros intereses nacionales en la zona han ido divergiendo entre los cada vez menos firmes aliados estratégicos de EEUU? Una sugerencia al comandante italiano de la OTAN en Kosovo: podría ser prudente pasar ya mismo al estado de alerta «naranja».

Fuente: http://www.megachip.info/modules.php?name=Sections&op=viewarticle&artid=8025