Al principio se dijo que el virus salió de la sopa de un murciélago que se servía en un mercado de animales de la ciudad china de Wuhan. Luego se cambió el relato y se informó de que “la cosa” se escapó de un laboratorio. Más tarde EEUU acusó a Beijing de ocultar información clave sobre el bicho.
El cabreo fue creciendo y el dragón asiático culpó a unos soldados estadounidenses de haber propagado la enfermedad durante unos ejercicios militares-deportivos celebrados en 2019 en la urbe china donde quizás comenzó la película de terror que tanto daño y dolor está causando.
El caso es que los Hunos y los Otros lograron que los pueblos, que se están adaptando con una asombrosa facilidad a la Era de la Postverdad, no exigieran responsabilidades a sus líderes. Al contrario, se unieron, “con sutiles empujones mediáticos”, a la Guerra Fría donde siempre pierden los más débiles.
Los que cortan el bacalao no tardaron en darse cuenta de los beneficios del Covid. Después de meter el miedo en el cuerpo se podía proceder “a la limpieza de los establos” y quitarse de encima a los insumisos, a los críticos o a los que se oponen al establishment basado en la riqueza que producen “los diamantes de sangre”.
En China se pelea, principalmente, en tres frentes: contra el imperialismo USA, los disidentes de Hong Kong y los musulmanes (uigures) de Xinjiang -que buscan la creación de un Turquestán Oriental independiente- que ahora viven (debido “al alto nivel de contagios”) bajo asedio militar y policial.
En EEUU mientras tanto se avivó el odio contra “los comunistas” (incluido el Podemos español) y se decidió aumentar el ingente arsenal bélico para impedir “el peligroso crecimiento” de China y Rusia que “amenazan con comerse vivos a la América del éxito y a la Europa del desconcierto”.
Con todo este lío ahora viene la organización Mundial de la Salud (OMS) y nos alerta de que para el próximo mes de marzo el 50% de la población europea estará contagiada por el omicron, la nueva variante del virus mutante.
Mientras el pueblo es manipulado y vive desinformado, la clase dirigente aprovecha su oportunidad de oro para liquidar “la antigua economía social que creaba puestos de trabajo con salarios insostenibles”.
La consigna es: Ante el peligro de morir hay que quedarse en casa. Mantenerse alejado de los líderes que hacen todo lo posible por nuestro bienestar, por nuestra felicidad.
Las élites han apostado descaradamente por el trabajo virtual pagado con bitcoins (o similares), es decir: dinero virtual sin ningún valor, y han ordenado el cierre de millones de centros de empleos físicos donde trabajaban seres humanos que intercambiaban ideas “face to face”, socializaban y, si tenían suerte, follaban.
Ahora los dueños de las redes (palabra que tiene mucha más miga de lo que parece), la araña, el oxígeno, el agua, el Sol etc. nos presentan un futuro de colores y nos invitan a currar en nuestras cuevas. Eso sí, disfrutando en nuestros ratos libres de “todos los lujos holográficos”.
Parece que los que mandan no ven con malos ojos que el virus “haga el trabajo sucio” eliminando a los que son una carga o incómodos. Esos tipos nos quieren arrojar a un futuro donde impere “el calla, no protestes, haz esto” porque, arguyen, los padres y las madres de la patria te han perdonado la vida y les debes, postrado, adoración.
Blog del autor: Nilo Homérico
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