Hace 50 años el presidente Richard Nixon, en Guerra Fría con la Unión Soviética, anunció el fin de las hostilidades contra la República Popular de China (RPCH) con la intención de aprovecharse de las discrepancias entre los dos gigantes socialistas. Lo consiguió. Mao Zedong decidió unirse al «imperialismo descendente» de EEUU para juntos derribar al «social imperialismo ascendente», la URSS, la principal amenaza para la clase obrera mundial. Años después, Jimmy Carter derogaba el tratado de defensa de EEUU con Taiwán para reconocer a la RPCH como el único gobierno legítimo de China. Sin embargo el final de la URSS en 1991, en vez de engrandecer a EEUU, convirtió a China en el mayor motor del crecimiento económico global.
Hoy Joe Biden, consciente de que no puede cometer el mismo error que Barak Obama en 2014, de ir a por China y a por Rusia de forma simultánea, planea aplicar la «táctica de Nixon»: i) romper la alianza entre Moscú y Beijing, ii) dejar de acosar a Rusia, para iii) ir a por China con todo sus fuerzas y medios.
«Si no hacemos nada, nuestros días como superpotencia dominante pueden estar terminando«, advirtió el líder de la mayoría del Senado Chuck Schumer.
Previo a su encuentro con Vladimir Putin y con el fin de meter miedo en el cuerpo de su homólogo ruso, Joe Biden le envió un «mensaje a lo americano»: unas maniobras militares llamadas «Cielo Aliado» en el Mar Báltico, en las que la OTAN empleó 100 bombarderos, entre ellos los B-52H Stratofortress subsónicos. Luego, expresó su profunda preocupación por Alexei Navalny y los «derechos humanos» en Rusia. Por su parte, el Sr. Putin asistía al Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF), recibiendo a los representantes de unos 170 países, sin hacer ninguna mención al Guantánamo, todavía abierto de par en par con al menos 50 ciudadanos de otras naciones, secuestradas y torturadas desde hace décadas, ni de los derechos de los negros en EEUU, ni tampoco de la huelga de hambre del vikingo que asaltó el Capitolio, y está encarcelado junto a medio centenar de compañeros, no por el intento de un golpe de estado sino por vandalismo.
La alianza chino-rusa, que tanto preocupa a EEUU, empezó en julio de 2001 con la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái, una asociación estratégica integral. La reacción de Washington fue contundente: cuatro meses después, la OTAN ocupó Afganistán (tras el 11S), el corazón de Asia Central, zona de influencia ruso-china, con 300.000 soldados.
Desde entonces, la alianza ruso-china se ha consolidado. En 2020, el comercio bilateral alcanzó los 100 mil millones de dólares, al tiempo que el megagasoducto Fuerza de Siberia de 3.000 kilómetros abastecía la economía china con el gas ruso.
EEUU afirma tener miedo de una alianza (sobre todo militar) entre Rusia y China, a pesar de que no hemos visto a los soldados chinos junto con sus colegas rusos en Chechenia o en Ucrania, ni tampoco a los rusos en los cuarteles chinos en Cachemira. De hecho, India es un viejo aliado de Moscú, mientras China ha recogido a Pakistán, tirado por Washington.
Medidas de Biden
Decir que el presidente Putin es un asesino para luego ir a apretarle la mano tragando sapos muestra hasta qué punto este tipo de discursos están dirigidos al consumo interno y cómo «la cultura hollywoodense» se ha filtrado en el discurso político en EEUU, como opina el líder ruso.
«No buscamos un conflicto con Rusia. Queremos una relación estable y predecible«, declara Biden, anunciando la nueva política de EEUU. ¿Se acuerdan del lema «Nuestra profesión es la paz» que agitaba el Comando Aéreo Estratégico de EEUU, a cargo de los bombarderos estratégicos y el arsenal nuclear entre 1946 y 1992? Pues, con este cínico discurso, EEUU ha diseñado una serie de medidas para salvar su hegemonía mundial, supuestamente «amenazada por China»:
– Invertir en la tecnología en EEUU: El 8 de junio, el Senado aprobó un paquete de 170.000 millones de dólares para la investigación y el desarrollo, dedicado sobre todo a la producción de semiconductores y la inteligencia artificial, y cerrar este mercado a los chinos.
– Ordenar una investigación sobre el origen de la covid19.
– Fortalecer el ‘Cuadrilátero’ o el ‘QUAD’, la OTAN asiática, formada por India, Japón, Australia y EEUU, para defender «la libertad y la prosperidad» de Asia a través de la cooperación militar en la región del Indo-Pacífico.
– Utilizar a Taiwán: se les permitirá a los diplomáticos y militares taiwaneses mostrar su bandera y usar sus uniformes en EEUU. El 6 de junio tres senadores del Comité de las Fuerzas Armada de EEUU viajaron a este país para discutir «la seguridad regional». Pero, ¿Qué podrá hacer EEUU si la China continental es el mayor socio exportador de Taiwán?
– Prohibir a los funcionarios estadounidenses asistir a los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022.
– Sabotear el Acuerdo Integral de Inversión Europa-China, y presionar a sus aliados europeos a que declaren a China su enemigo No.1; algo difícil, ya que el país de Mao es el segundo socio comercial de la UE detrás de EEUU, y que la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) china también abarca a este continente. En los primeros dos meses de 2021, unos 2.000 trenes de carga viajaron desde China a Europa, el doble que en 2020. El Grupo de los Siete (G7), a pesar de perder su antaña relevancia económica (en 1975 constituían el 70% de la economía mundial, hoy, el 40%), ha propuesto una alternativa a la IFR china: la Asociación Build Back Better World (B3W), para «Reconstruir un mundo mejor» ayudando a los países en desarrollo con miles de millones de euros: ¿una inversión «sin ánimo de lucro» frente a la inversión «depredadora» china?
– Que los europeos hagan más contra China, por ejemplo, utilizando el ‘genocidio’ de los musulmanes uigures, al tiempo que sus medios de comunicación ocultan su implicación en la matanza de los «musulmanes» yemeníes, sirios, libios, iraquíes o afganos. EEUU trata a Europa como un marido celoso, caprichoso y autoritario a su esposa, a quien aísla e impide tener amistades libremente, le menosprecia y solo le utiliza para cumplir sus deseos, mientras ella, que tras décadas de humillación, ha perdido su autoestima y orgullo, se somete, incapaz de reconocer que los lazos tóxicos con su amo aumentan su fragilidad. «China no está dentro de los límites de la Alianza Atlántica» se rebela el presidente Emmanuel Macron y lo dice con la boca pequeña, aunque su colega Angela Merkel no le recuerda a Biden que fue EEUU quien organizó la «Operación Dunhammer» para espiar a los líderes europeos (¿con qué fines?) que no China o Rusia.
– Retirar las sanciones contra ‘Nord Stream 2’, la empresa que construye el gasoducto Rusia-Alemania, para de este modo, hacer un guiño a Moscú y pedir un compromiso antichino a Berlín a cambio. Alemania se beneficia tanto de esta cooperación con Rusia que está dispuesta a pagar una cuantiosa indemnización a Ucrania por daños que sufrirá una vez que finalice esta tubería que cruza el Mar Báltico sin pasar por Ucrania.
– Forzar a China a caer en una carrera armamentística, para de este modo, invertir en inútiles artefactos bélicos en vez de seguir la lucha contra la pobreza y los proyectos de infraestructura a nivel mundial. China necesita paz para vender sus productos y también para comprar materia prima: El ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi ha sido capaz de sentar en la mesa de negociaciones a Arabia Saudí e Irán en el territorio iraquí. El Golfo Pérsico, además de ser la fuente del petróleo para China forma parte de su Nueva Ruta de la Seda.
– Además de debilitar la posición de China en el escenario mundial, EEUU plantea fomentar un capitalismo «liberal» dentro de China, y no para que sus ciudadanos disfrutasen de las anheladas libertades políticas sino para convertir este país en otra India, donde al menos 820 millones de sus habitantes tienen «libertad total» para vivir en la miseria absoluta. En la televisión china se señala esta realidad y también las colas de hambre en EEUU, los disparos de la policía racista en planea cale, los cadáveres amontonados por el COVID-19, etc.
Aun así, la industria armamentística que se frota las manos: el general retirado Lloyd Austin, secretario del Pentágono, y exmiembro de la junta de la compañía de armas Raytheon, afirma que «China es el principal rival estratégico de EEUU«.
En realidad, estas «medidas» demuestran que Washington no tiene una política hacia China.
La Falsa Guerra Fría II
El Complejo industrial-militar y la OTAN necesitan un enemigo para resolver su crisis existencial y del mismo modo que se inventaron las «armas de destrucción masiva» de Saddam Husein, y el «terrorismo islámico» de Bin Laden y el Buko Haram, ahora convierten a China, que no ha declarado ninguna guerra al Occidente, en su objetivo. La inexistente nueva Guerra Fría presenta los siguientes rasgos:
– Está promovida por EEUU y de forma unilateral.
– El centro de su batalla ya no es Europa sino Asia.
– Parte de la «guerra», que es comercial, se desarrolla en el suelo del propio EEUU.
– No hay una «guerra ideológica». El propio presidente Xi Jinping niega que China estuviera exportando un modelo; no hay propaganda del «socialismo con características chinas» en sus discursos, celebraciones, productos o películas, para exportar su modelo político. lo que sí intenta es ganarse la simpatía de los dirigentes de otros Estados y neutralizar su posible enemistad. Cuando en 2019 china invirtió en el puerto griego de Piraeus, para convertirlo en el puerto más grande de Europa, no pretendía sacar a Grecia de la OTAN. Eso sí, Atenas se negó a apoyar las resoluciones de Bruselas sobre los derechos humanos en China. Beijing exporta su tecnología de vigilancia policial software de reconocimiento facial, por ejemplo, al régimen que se la compre con el único objetivo de ganar dinero, exactamente lo que hacen los «occidentales demócratas»: el grupo de telecomunicaciones Nokia Siemens Networks vendió a la dictadura de Irán la tecnología de supervisión de telecomunicaciones, durante las protestas masivas del 2009, que terminó con varios miles de detenidos y cientos de manifestantes ejecutados.
– China no lidera ningún bloque político, ni exige lazos exclusivos con otros Estados (conmigo o contra mí de EEUU), ni cuenta con una red de aliado, ni mucho menos con bases militares en el extranjero para proyectar su poder. En cambio, el Pentágono, con un presupuesto de 753.000 millones de dólares, cuenta con siete comandos terrestres (y uno para el control del Espacio) con decenas de miles de efectivos y cientos de miles de mercenarios esparcidos por el mundo, sin que este amenazado por ninguna potencia.
– Mientras las tropas de la OTAN están rodeando a Rusia y China, no hay ni un solo soldados de estos países a kilómetros de las fronteras de EEUU. El poder global de ambos, bastante limitado, no es comparable ni de lejos con el de la URSS ni con el de EEUU.
– El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, falta a la verdad cuando dice que «Rusia y China se oponen al orden internacional basado en reglas«. Si por un lado, ha sido EEUU quien ha roto los acuerdos internacionales, y no solo durante la era de Trump, por otro, ambos países ni han pretendido perjudicar los intereses de los EEUU, país con el que tienen amplias relaciones económicas.
La competencia estratégica no es lo mismo que una Guerra Fría.
Biden propone una nueva ronda del juego de suma cero, condenado al fracaso.