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Algún día tendremos que comer tornillos

La expansión industrial china está devorando millones de hectáreas de tierra cultivable

Fuentes: The Guardian

Traducido para Rebelión por LB

En China está prohibido convertir tierras agrícolas en otros usos, pese a lo que continúan las expropiaciones ilegales de tierras generando un conflicto violento

En un tembloroso video grabado con un teléfono móvil se puede ver cómo decenas de campesinos armados con palas arremeten contra personas situadas fuera de cámara. En otro, una muchedumbre enfurecida golpea una valla de hierro corrugado construida en torno a un polígono industrial. Otros clips muestran a un hombre herido tendido en el suelo y a la gente gritando: «¡Llamad a una ambulancia!»

Imágenes de los conflictos violentos que a principios de este año estallaron en la aldea de Xujiancheng, situada en la provincia de Hebei, fueron entregadas a The Guardian la semana pasada por parte de los habitantes de esa localidad, que quieren llamar la atención del gobierno chino sobre lo que, según dicen, es una lucha por sus derechos legales y por la seguridad alimentaria del país.

Los aldeanos llevan seis años protestando contra una promotora que está tratando de confiscar sus tierras de cultivo para construir en ellas urbanizaciones y fábricas de bolsos. Los agricultores dicen que se han visto obligados a abandonar sus cosechas tras haber recibido indemnizaciones insuficientes.

«El promotor contrató a 200 o 300 matones para pelear contra nosotros», dijo un hombre que sólo reveló su apellido, Gao, por temor a represalias. «Me hicieron firmar la renuncia de mis tierras. Si no lo hubiera hecho los matones me habrían pegado». Dijo que seis personas habían sido hospitalizadas en los enfrentamientos de enero. Las manifestaciones continúan al día de hoy.

Los funcionarios de propaganda del municipio de Baigou, que supervisa esta zona, situada aproximadamente a dos horas de Beijing, así como los de una oficina de desarrollo local, se negaron a responder a estas acusaciones o dijeron que no tenían conocimiento de ningún conflicto.

Las historias de desalojos forzosos y protestas sangrientas en las zonas rurales de China han sido el pan de cada día en los últimos años a medida que las ciudades se han ido expandiendo y se necesitan cada vez más terreno para construir parques industriales, bloques de viviendas, carreteras y ferrocarriles.

Muchos agricultores creen que las autoridades locales están conchabadas con los promotores para escamotearles el pago de una indemnización justa y de una parte del aumento del valor de la tierra cuando se recalifica para uso comercial. Esta es una queja común entre los manifestantes en Xujiancheng, que han destrozado las ventanas de la oficina del promotor, han derribado los muros construidos alrededor de sus campos agrícolas requisados y han colocado pancartas de protesta en vallas próximas a la obra. En lo que fueron las más feroces protestas desde enero, llevaron a primera línea dos ataúdes vacíos para mostrar que estaban dispuestos a luchar hasta la muerte.

Pero esto no es un simple caso de campesinos empobrecidos a los que se despoja de sus tierras. Aunque solo ganan 9.000 yuanes (980€) al año por cada mu (1,16 hectáreas) de tierras de cultivo, parece que la mayoría de ellos disfrutan de ingresos mucho mayores gracias a un segundo empleo, incluyendo -en el caso de un hombre- la compra y venta de bolsos fabricados en las fábricas contra las que están protestando. Varios manifestantes conducían flamantes berlinas Mazda.

Los campesinos dicen que su tierra es una válvula de seguridad necesaria para proporcionar los alimentos que necesitan tanto ellos como su país.

«Es verdad que podíamos ganar más dinero trabajando en las fábricas, pero la tierra es nuestra red de seguridad. Aunque solo tengamos un pequeño pedazo de tierra, gracias a ella podremos comer. Sin ella, siempre deberemos temer la posibilidad de que se acaben los alimentos», dijo un granjero llamado Huang, de la aldea vecina de Huaziying, también implicada en la disputa. Huang dijo que recientemente ha comenzado a acaparar maíz porque le inquieta el sistema de suministro de alimentos mundial en un período de desastres naturales, inestabilidad política, aumento de precios y disminución de la superficie de tierras de cultivo.

«Creemos que el gobierno central nos apoyará», dijo. «El Estado tiene una buena política para proteger las tierras cultivables. No lucharíamos si no pensáramos que [el Estado] está nuestro lado». Una esperanzada pancarta de protesta reza: «Invitamos al Departamento Nacional de Recursos a que venga a inspeccionar esta zona».

Huang muestra una fotocopia del documento 47 del Consejo de Estado de 2010 en el que se establecen las directrices nacionales sobre desarrollo urbano. Un párrafo dice: «Está prohibido asignar otros usos a las tierras agrícolas, sea cual fuere el pretexto». Sin embargo, en otros apartados se explica cómo reubicar a los habitantes rurales.

Esto pone de manifiesto las contradicciones y desafíos que enfrenta el desarrollo en China, un país que quiere modernizarse e industrializarse manteniendo al mismo tiempo un alto grado de autosuficiencia alimentaria. Según el gobierno, para alimentar a una quinta parte de la humanidad en una décima parte de la tierra cultivable del mundo es necesario reservar para la producción agrícola un mínimo de 120 millones de hectáreas.

Pero la urbanización y la desertificación han erosionado esta base, a pesar de los esfuerzos realizados para compensar las pérdidas transformando humedales en campos de arroz en Heilongjiang y en otros lugares. Hace dos años funcionarios del gobierno dijeron que estaban dentro del 1% de esta línea roja.

Incluso esto puede ser [un cálculo] optimista. «La línea roja ya se ha franqueado. Las estadísticas publicadas sobre tierras de cultivo son inexactas», dijo el abogado Cailiang Wang, experto en litigios sobre la propiedad». En 10 años hemos perdido 900 millones de mus (60 millones de hectáreas) de tierra agrícola. La política del gobierno central sobre este asunto es nula».

El problema, dice, es que las perspectivas de promoción de los líderes locales dependen de su éxito en la promoción del desarrollo urbano.

Tang Jun, un experto en asuntos rurales de la Academia China de Ciencias Sociales, se mostró de acuerdo en que hay un signo de interrogación en torno a la superficie mínima de terrenos agrícolas, ya que la urbanización está expandiéndose al campo en lugar de concentrarse alrededor de las grandes ciudades.

«En China estamos construyendo ciudades en todas partes y en cualquier lugar. Eso significa que estamos ocupando una gran cantidad de tierras agrícolas», dijo. «Los gobiernos locales piensan más en sus propios intereses que en la situación general. Fingen seguir la política de protección de tierras agrícolas del gobierno central pero en realidad están haciendo lo contrario».

A pesar de las presiones sobre la tierra, China ha mantenido un alto grado de autosuficiencia alimentaria gracias a la modernización de las prácticas agrícolas y al uso de más estimulantes de crecimiento y de fertilizantes químicos para mejorar la productividad. Algunos analistas sostienen que el umbral mínimo de tierras agrícolas podría ser reducido de forma rentable si se importara del extranjero comida más barata, pero eso es discutible en un país donde muchos recuerdan las hambrunas de la década de 1960, que mató a decenas de millones de personas. Las cuestiones de alimentación y tierras siguen siendo muy sensibles en China.

El primer ministro Wen Jiabao admitió el resentimiento generalizado que provoca la apropiación ilegal de tierras y se comprometió a castigar a los funcionarios corruptos. En marzo el gobierno lanzó su última campaña para poner fin a esa práctica.

«Algunas autoridades locales están fomentando ciegamente la expansión de la construcción urbana para obtener beneficios económicos, perjudicando los derechos de los agricultores y socavando la estabilidad social», afirmó Yun Xiaosu, viceministro de tierras y recursos, según un artículo publicado por el diario China Daily.

Se ha convertido en un mantra familiar en la última década. Pero Wang, el abogado, dice que hay pocos indicios de que la situación cambie sin la adopción de medidas más radicales para empoderar a los campesinos, garantizar los derechos a la tierra y dar mayor prioridad a la producción agrícola.

«Para mantener el «umbral mínimo» [de superficie cultivable] que nos garantice la seguridad alimentaria necesitamos democracia, reformas políticas y mecanismos más democráticos de supervisión y negociación», dijo.

Fuente: http://www.guardian.co.uk/environment/2011/may/19/china-food-illegal-land-grab-protests/print