El discurso del presidente estadounidense Barack Obama anunciando el retiro de 33.000 soldados de Afganistán para 2012 revela que priorizó los intereses del Pentágono por encima de la preocupación de funcionarios clave de la administración sobre el impacto económico de la guerra. En una sección del discurso, que debe ser interpretada en el contexto de […]
El discurso del presidente estadounidense Barack Obama anunciando el retiro de 33.000 soldados de Afganistán para 2012 revela que priorizó los intereses del Pentágono por encima de la preocupación de funcionarios clave de la administración sobre el impacto económico de la guerra.
En una sección del discurso, que debe ser interpretada en el contexto de su pasada política en Iraq, Obama pareció apoyar el deseo del secretario de Defensa, Robert Gates, y del general David Petraeus, jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, de mantener un sustancial número de combatientes en territorio afgano más allá de la públicamente anunciada «transición» en 2014.
Gates y Petraeus obtuvieron lo que más querían de Obama sobre el repliegue de los soldados que forman parte de la estrategia «surge» (embate) para frenar al movimiento islamista Talibán.
Petraeus había insistido en la necesidad de dos «temporadas de combate» más para desgastar al Talibán antes de la «transición» en 2014, cuando pasará a manos de las autoridades afganas la plena responsabilidad de la seguridad en el país, según indicó el periódico británico The Guardian.
Informes indican que Petraeus quería que el primer repliegue el mes próximo se limitara a 5.000 soldados. No obstante, Obama dijo que la primera fase del retiro debía ser de 10.000 uniformados, pero aclaró que podía ser completada recién a fines de este año.
Esto le permite a Petraeus llevar a cabo su primera temporada bélica con todos o casi todos los soldados que quería.
La opción ideal de Petraeus era demorar el repliegue de la mayor parte de los efectivos hasta fines de 2012, pero al menos logró que en la segunda fase de combates tenga un número de uniformados suficiente para sus planes, según una reseña hecha por altos funcionarios a periodistas.
Aunque el discurso dice: «Traeremos a casa a un total de 33.000 soldados para el próximo verano» boreal, un funcionario dijo claramente en rueda de prensa que el repliegue se concretaría recién en septiembre de 2012.
Obama también dejó la puerta abierta en su discurso a mantener una significativa proporción de soldados de combate en Afganistán después del repliegue de 2012 para un periodo indefinido más allá de la «transición» de 2014.
«Luego de esta reducción inicial, nuestras tropas seguirán regresando a casa a un ritmo estable, mientras las Fuerzas de Seguridad Afganas van asumiendo el liderazgo», explicó Obama en su discurso el miércoles.
«Nuestra misión pasará de combate a apoyo. Para 2014, este proceso de transición será completado, y el pueblo afgano será responsable de su propia seguridad», añadió.
Ese lenguaje es similar al usado para el caso de Iraq. De hecho, un alto funcionario de Washington que habló con periodistas el miércoles por la tarde llamó la atención sobre el paralelo entre los dos procesos de repliegue, señalando que la administración «procuraría el mismo tipo de esfuerzo responsable para reducir la guerra que se tomó en Iraq en los últimos dos años».
Uno de los elementos clave del modelo en Iraq es la decisión de Obama de mantener hasta hoy en el terreno brigadas de combate con la etiqueta de «tropas no combatientes», a pesar de la promesa hecha en febrero de 2009 de que serían retiradas.
Las tropas estadounidenses continúan realizando patrullajes unilaterales en Iraq, y Gates sigue presionando al primer ministro de ese país, Nouri al-Maliki, para que pida una ampliación del plazo de repliegue bajo el acuerdo de noviembre de 2008.
El lenguaje del discurso de Obama preparó el terreno para mantener las tropas en Afganistán en forma indefinida.
Gates y Petraeus consideran que las fuerzas deben tener la flexibilidad de continuar en Afganistán para evitar el colapso de la coalición formada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Estados Unidos y el gobierno de Hamid Karzai.
Basándose en esa premisa, convencieron el año pasado a Obama a que abandonara su decisión inicial de señalar a julio de este año como fecha para la transición.
Incluso después de que se fijara 2014 como límite para completar las operaciones de combate y devolver la responsabilidad de seguridad al gobierno afgano, Gates y Petraeus veían la idea del repliegue solamente como una «meta aspiracional», como lo definió el portavoz del Pentágono, Geoff Morell.
Fue la misma frase usada por el gobierno de George W. Bush (2001-2009) en julio de 2008 para indicar que no tenía intención de aceptar la demanda de Maliki para un completo repliegue.
Incluso después de que el gobierno de Bush firmara el acuerdo con Maliki en noviembre de 2008, el Pentágono y las autoridades militares no ocultaron su intención de seguir combatiendo en Iraq de forma indefinida.
La facción liderada por el vicepresidente Joe Biden esperaba que Obama retirara a todos los 30.000 soldados para fines de este año de Afganistán y siguiera replegando más el año próximo, arguyendo principalmente que no se podía cubrir el costo de la guerra.
Biden y otros señalaron que los planes militares de Petraeus y Gates tendrían como consecuencia cortes drásticos en programas públicos, en momentos en que la guerra se había vuelvo claramente impopular.
Gareth Porter. Historiador y periodista de investigación especializado en seguridad nacional de Estados Unidos. Su último libro, «Perils of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in Vietnam» (Peligros del dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam), fue editado en 2006.