La «oposición consentida», ese acuerdo oficializado entre la izquierda legal del Perú y los grupos de poder, tiene su propia música de fondo. Se rodea de un discurso demagógico tan parecido en esencia y contenido a los que usan los partidos burgueses para cada ocasión electoral. Si los candidatos de la derecha ofrecen puentes donde […]
La «oposición consentida», ese acuerdo oficializado entre la izquierda legal del Perú y los grupos de poder, tiene su propia música de fondo. Se rodea de un discurso demagógico tan parecido en esencia y contenido a los que usan los partidos burgueses para cada ocasión electoral. Si los candidatos de la derecha ofrecen puentes donde no hay ríos, la izquierda ofrece pan, trabajo y hasta millones de vasos de leche para los niños menesterosos.
Cada vez que se han abierto las puertas electorales, la izquierda no ha dejado de publicitar su estridente octavilla partidaria para gritar «¡Por una salida democrática y popular a la crisis!». «¡Vota por IU para renovar el Perú!», dijeron sin remordimientos en 1990, cuando acabaron apoyando la candidatura presidencial de Alberto Fujimori. Y así fue en el año 2000 cuando dijeron luchar «por una salida democrática y popular»(1), pero terminaron sosteniendo la campaña electoral de Alejandro Toledo. Peor fue en 1983, cuando Alfonso Barrantes Lingán candidato de IU (Izquierda Unida) ganó la alcaldía de Lima. La propaganda dijo entonces que se había dado inicio a la «Era de la alegría». La realidad demostró que los pobres de Lima jamás vieron la alegría ni en fotografía. El alcalde «socialista» de Izquierda Unida (IU) hizo prevalecer, la represión, los atropellos y la injusticia contra sus propios electores. Desde hace más de 24 años los grupos de izquierda se han subido al carro electoral de la burguesía y desde ahí han reclamado su militancia en la «lucha por la democracia» y en «defensa de los intereses de la población y de los trabajadores». También han jurado que la lucha electoral es para «acumular fuerzas» para la revolución social. Como dice Patria Roja, las elecciones «deben estar subordinadas y servir a la acumulación estratégica de fuerzas, pues es aquí donde se habrán de definirse los acontecimientos en el futuro próximo». (2). O como dijo en el año 2000 Javier Diez Canseco, uno de los líderes de la izquierda peruana cuando ya habían escalado el carro electoral de Alejandro Toledo: «Se han abierto nuevos tiempos. Un esperanzador camino se vislumbra posible hacia la democracia, la descentralización, la moralización y la justicia social…Toledo ha evidenciado criterio político y firmeza en diferente momento». (3).
Las cifras de la pobreza contra las mentiras
Contrariamente a lo que dice la propaganda de la izquierda legal peruana, los procesos electorales, tan falsos como el mismo sistema político actual en Perú, han ido paralelos al aumento del hambre, la miseria, y la militarización de la sociedad oficial. Ninguno de los ofrecimientos electorales, ya sea de la izquierda o la derecha, se han materializado en hechos concretos. Desde 1980, para no ir muy lejos en la historia, la izquierda señaló que su participación electoral era para luchar contra el hambre y la miseria. «Erradicar las injusticias sociales», dijeron muchas veces. En 1980 la población atrapada en las garras de la pobreza era aproximadamente 5 millones de personas. En 1986, los pobres (pobres y pobres extremos) aumentaron a 6’981,836 suma que significó el 41.6% de la población total del Perú. En 1991, los pobres y pobres extremos aumentaron a 12’147,420 que significó el 55.4% de la población. En 1994 los pobres y pobres extremos subieron a 12’155,359 que fue el 53.4% de la población. En el 2000 los pobres y pobres extremos llegaron a 13’863,142 que significó el 54.7% de la población. (4).
Las cifras muestran que bajo el gobierno de «Todas las Sangres» que Izquierda Unida contribuyó para que llegue al poder, el hambre y la miseria se han ampliado dramáticamente. El número pobres ha crecido a más de 14 millones de parias de la miseria. De esta cantidad, los peruanos que prácticamente mueren de hambre (pobres extremos) son 4’200,000 personas que viven con ingresos que no pasan de 2.50 a 3.50 nuevos soles diarios (70 y 80 céntimo de dólar por día), mientras que los sueldos de los parlamentarios y altos funcionarios del Estado (muchos de Izquierda Unida) sobrepasaban los 4 mil dólares mensuales, aparte de vehículo del año, combustible gratuito, pasajes y jugosas bolsas de viaje para viajar al extranjero, y otras prebendas otorgadas por el Estado.
¿Izquierda Unida ha defendido los derechos e intereses de los asalariados cómo dice en su propaganda electoral?. Dejemos que hablen las cifras de la miseria. En 1980, que sindicamos como el auge primaveral y de «democracia» para la izquierda peruana, el desempleo absoluto registró una cifra de 392,400 personas, que en porcentajes significó el 7% de la Población Económica Activa (PEA) de ese entonces 5’605,000 trabajadores. En el mismo periodo el subempleo fue de 2’869,900 (51.2% de la PEA). ¿Qué pasó cuatro años después (en 1984), cuando IU había ganado la alcaldía de Lima y tenía un buen ramillete de senadores y diputados en el parlamento?. Las cifras oficiales muestran que en 1984, el desempleo casi se duplicó con 691,4000 personas (10.9% de la PEA de 6’320,800). Por su parte el subempleo ascendió a 3’627,100 (57.4% de la PEA). (5).
Posteriormente, en 1990 llegó Fujimori, que con el apoyo de la izquierda legal ganó las elecciones, hizo trizas los derechos laborales y el saldo de 10 años de fujimorimo fue DOS MILLONES Y MEDIO de trabajadores sin empleo y cerca de 9 millones de subempleados. En el año 2003, la era del «cholo Toledo», que fue catapultado a la presidencia con el voto de la izquierda legal, el desempleo alcanzó a más de 3 millones de trabajadores (3’240,000) al 10% de la población en edad de trabajar (18 millones de personas en edad de trabajar(6). En el mismo periodo el subempleo aumentó a 70% lo que equivale a que varios millones de trabajadores no tienen ni trabajo ni salario fijo.
En cada proceso electoral realizado en los últimos 24 años la izquierda ha usado sus mejores discursos para engatusar tras su propaganda a los trabajadores. Ha dicho que lucharía por mejores salarios y mejores condiciones de vida. La realidad muestra que este periodo, resulta una verdadera pesadilla para los asalariados. En 1990, Fujimori liquido la estabilidad laboral y el derecho a la negociación colectiva de los pliegos de reclamos. A partir de ahí la jornada de 8 horas se ha elevado en la práctica de 10 a 12 horas de trabajo por día. El salario mínimo vital en la actualidad es apenas de un poco más de un dólar por día (35 dólares al mes), cuyo poder adquisitivo se ha reducido en 70% comparado a los salarios de los inicios de los años 80. Entre 1990 y 1996, mientras que la izquierda entonaba canciones y recitaba poesías en homenaje a la democracia burguesa, 700 mil trabajadores eran arrojados a la desocupación. De esta suma 400 mil pertenecían al sector público (estatal) y 300 mil al sector privado.
¿Hizo algo la izquierda para remediar los graves problemas sociales de los trabajadores bajo los últimos 4 gobiernos (1980-2004)?. Absolutamente nada. No sólo cerraron los ojos frente a esta situación, sino que incluso contribuyeron para que los gobiernos apliquen con más intensidad sus políticas antilaborales. No pocas veces los líderes de la izquierda así como sus sucursales en el movimiento sindical y popular se vieron concertando pactos y acuerdos con los gobiernos de turno del Perú. El más reciente ejemplo de esta situación se refiere a la participación de la izquierda en el «Acuerdo Nacional» institucionalizado por el gobierno actual. Este acuerdo, uno de los tantos que han existido en las décadas pasadas, fue convocado por Alejandro Toledo en julio de 1992. En esa fecha el actual gobierno ya estaba tan desprestigiado como ahora. Mediante un decreto supremo se creo el Acuerdo Nacional y fue integrado a la infraestructura de la presidencia del Consejo de Ministros. De esta manera, esta alianza integrada por los partidos político (derecha e izquierda), gremios sindicales y hasta la jerarquía religiosa del país, pasó a ser parte del Estado y en razón de ello quedó estipulado que su dirección recaía en el mismo Alejandro Toledo.
El Acuerdo Nacional, si para algo ha servido, ha sido exclusivamente, para servir de cortina de humo y encubrir la nefasta política económica y social que aplica el gobierno de Alejandro Toledo. Uno de las organizaciones sociales firmante del Acuerdo Nacional (julio 1992) ha sido la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), cuya dirección burocrática está en poder del viejo y desprestigiado Partido Comunista del Perú (ex pro soviético) y del «maoísta» Partido Comunista del Perú (Patria Roja). Como parte de los arreglos entre el gobierno y los dirigentes sindicales, Mario Huamán Rivera, presidente de la CGTP recibe del Estado 4,500 dólares mensuales en gratificación a su participación como funcionario de EsSalud (empresa del Estado encargada de la seguridad social y la salud). En estos turbios arreglos entre izquierdistas, dirigentes sindicales y el Estado, se puede encontrar una de las causas objetivas de la crisis del movimiento sindical peruano y su debilidad para responder con contundencia las políticas antilaborales de los diferentes regímenes peruanos. Este fenómeno se refleja en la disminución y falta de calidad en las huelgas y luchas sindicales en las últimas dos décadas. Por ejemplo, en 1988 se efectuaron 814 huelgas, y entre ellas muchas contra el Estado. En 1991 (primer año del fujimorismo) a pesar de las destroza situación para los trabajadores solo hubieron 315 huelgas. Y así en lo sucesivo las huelgas fueron descendiendo hasta llegar a solo 77 en el año 96 (7). La disminución de las huelgas, no se debió a un desgano de los trabajadores para defender sus derechos, sino más a las maniobras que hizo esta izquierda al interior de las centrales obreras y sindicatos que aún controlan burocráticamente.
Bruselas, 22 de octubre 2004.
Notas y bibliografía
1. Patria Roja, comunicado público, del 27 de julio del 2000.
2. X-XI Plenos del Comité Central. Resoluciones Políticas, Patria Roja, febrero 1990.
3. Javier Diez Canseco, La República, 16 de abril del 2000.
4. Fuente: PNUD-Organización de las Naciones Unidas- 2002.
5. Actualidad Económica, Especial número 8 del 1985.
6. Población en Edad de Trabajar (PET) se refiere a personas de 14 hasta los 64 años en disponibilidad de trabajar. Los organismo oficiales, como el Instituto Nacional de Estadísticas del Perú, calculan el PET para el 2001 en 18 millones de personas.
7. Las huelgas. En 1998 fueron 814, en 1991 sumaron 315. En 1992 fueron 219. En 1993 solo 159. En 1994 llegaron 168. En 1995 se contabilizaron 102 y en 1996 fueron 77. (Fuente Organización de Estados Americanos (OEA) informe del 6 de febrero 1998).