El campo central de la guerra ideológica que se libra en Oriente Medio es Líbano. Por mucho que los medios estadounidenses reflejen en sus páginas la situación en Irak (no hay que olvidar que lo único que les preocupa es el número de sus soldados muertos) no es en este país árabe donde se está […]
El campo central de la guerra ideológica que se libra en Oriente Medio es Líbano. Por mucho que los medios estadounidenses reflejen en sus páginas la situación en Irak (no hay que olvidar que lo único que les preocupa es el número de sus soldados muertos) no es en este país árabe donde se está jugando el futuro de la zona, sino en un pequeño país mediterráneo, también árabe: Líbano. Y lo es desde que hace un año se produjo el hecho más importante en lo que va de siglo XXI: la derrota de Israel en la segunda guerra de Líbano. Con ella no sólo de frustraban los planes neocoloniales de EEUU -ya bastante debilitados por la guerra de Irak- de crear un «nuevo Oriente Medio» sumiso a las pretensiones imperialistas y formado por las distintas concepciones religiosas, etnias y razas siempre en conflicto, carentes de un poder central fuerte y que, al ser más débiles, aceptarían de buen grado la presencia estadounidense «sine die», sino que se derrumbaba el fin del mito de la invencibilidad del todopoderoso Tsaal y, con él, se iniciaba el proceso que ahora está en marcha y que no es otro que los pueblos han adquirido conciencia de que pueden tomar en sus manos su propio futuro. Es el origen de la situación que vemos hoy día en Líbano, en Palestina y en Irak, aunque en este último país viene de un poco más lejos y está trufada de múltiples variantes.
En esta guerra ideológica está interviniendo todo el mundo: Francia, Rusia, EEUU, Arabia Saudí, Egipto, Jordania, Siria, Irán, la siempre inoperante e ineficaz Liga Árabe y hasta el pacato gobierno español, convertido en correveidile de la Administración Bush en Afganistán y Líbano tras un primer gesto honesto y valiente como fue el retirar las tropas del Irak ocupado. Todos estos actores, si hacemos excepción de Rusia, que mantiene un acuerdo político-económico-militar con Siria y acaba de recibir a los principales dirigentes de Hamás, representan su papel con un mismo guión: el control de lo que consideran «amenaza shíi», dando por buena la estrategia diseñada por el Pentágono en 2006 y que se conoce como «las fronteras de la sangre» (1), y evitar la influencia de Siria e Irán en la zona.
Mal guión, pero con un impresionante presupuesto que garantiza buenos efectos especiales. El padrino, el gran productor ofrece cerca de 60.000 millones de dólares (46.000 millones de euros) que garantizan un buen espectáculo, con la salvedad que los muertos en este caso no serán de ficción, sino reales. Armar a saudíes, egipcios, jordanos, a los países del Golfo y a Israel no es ninguna quimera. Por una parte, se tranquiliza a unos regímenes que sienten cada vez más en su nuca el aliento de sus pueblos y, por otra, se otorga un balón de oxígeno a la propia economía estadounidense revitalizando el complejo militar-industrial e intentando retrasar, de esta forma, el anunciado declive económico. Un declive que se anuncia como inmediato tras la crisis del sector inmobiliario estadounidense pero que aún no es tal. Ya en 2004, como consecuencia de los gastos que ocasionaba la guerra de Irak, los economistas estadounidenses vaticinaron que su país podía vivir en una situación de déficit estructural hasta 2009. Por su parte, los economistas europeos consideran que esa crisis llegará cuando la tasa de cambio del dólar respecto al euro alcance la proporción de 1’50 dólares por un euro (2). En enero de 2007 la cotización era de 1 euro=1’32 dólares. Ocho meses después se sitúa en 1 euro=1’36 dólares. Crisis sí, pero no por ahora mientras China no diga lo contrario: por el increíble monto de reservas de dólares que tiene, la llave de la crisis mundial está en sus manos..
Sigamos con Líbano. Tanto el guión de esta película de temática árabe como el movimiento entre bambalinas ponen de manifiesto que el gran padrino estadounidense está muy preocupado. No es capaz de salir del atolladero iraquí, ve cómo se le rompe su estrategia en Palestina y sólo puede ofrecer un posible triunfo en Líbano -imponiendo un claro tutelaje internacional- para que su megalomanía imperial no se derrumbe como un castillo de arena en la playa al ser alcanzado por el agua. De ahí el empecinamiento que ha puesto en este pequeño país y, de ahí, el abuso que está haciendo de la ONU para ofrecer una pátina de legitimidad internacional a su política.
A las órdenes del gran patrón
La administración Bush se ha caracterizado por demoler todo el sistema multinacional amparado por la ONU, especialmente tras la invasión y ocupación neocolonial de Irak, pero ahora le utiliza con el descaro de los bravucones. Ya lo apuntaron en el año 2002 personajes como Robert Kagan o Michael Ignatieff: «actuar al margen de la ONU cuando no nos sea útil y recurrir a ella cuando sirva a nuestros intereses». Ellos fueron los ideólogos de la Nueva Estrategia de Seguridad que pomposamente presentó Bush en septiembre de ese mismo año y que sancionó el concepto de la famosa «guerra preventiva». Con Irak prescindieron de la ONU, con Líbano la están utilizando hasta la náusea.
Por lo tanto, nada de lo que hace la ONU en los últimos tiempos es inocente, y mucho menos en el tema libanés. Sólo en los últimos cuatro años, el antidemocrático Consejo de Seguridad -en tanto en cuanto se mantenga el derecho de veto y se impida la ampliación democrática de otros miembros con carácter permanente- del organismo multinacional ha aprobado 26 resoluciones sobre Líbano, lo que hace un promedio de 6 resoluciones al año, una cada dos meses. No es un mal promedio, superado sólo por países africanos como Costa de Marfil, Liberia, Sudán o Congo. Ni siquiera Irak recibe tal promedio de resoluciones del CS (sólo 9 se han aprobado sobre este país en guerra desde 2004, índice que hemos tomado con Líbano desde la primera resolución que nos ocupa en este tema, la 1559), lo que apoya la afirmación realizada al principio de este artículo: Líbano es en estos momentos mucho más importante estratégicamente para EEUU que Irak.
Si bien el plan de dominación de Oriente Medio se inició con la consigna de «lucha contra el terrorismo» tras el 11-S y las guerras de Afganistán e Irak, el eslabón más débil dentro del plan de reordenación estratégica en el que se incluía también a Arabia Saudí y Egipto (Plan de Asociación EEUU-Mundo Árabe, presentado por Condolezza Rice el 12 de diciembre de 2002), y con la pretensión de buscar una solución definitiva al problema palestino de acuerdo con los intereses de Israel, el fracaso en Irak decidió el vuelco hacia Líbano. Es evidente que sin la lucha de los patriotas iraquíes este plan hubiese tenido éxito en un primer momento, por lo que la ralentización del mismo hay que ponerlo en el haber de los patriotas iraquíes. Pero son los patriotas libaneses quienes lo han paralizado tras su triunfo en la guerra del pasado verano, amplificando las dificultades imperialistas.
De esas 26 resoluciones de la ONU, 9 son técnicas, es decir, se limitan a ampliar el mandato para que las fuerzas de la FINUL continúen en territorio libanés supuestamente para velar por el respeto de la Línea Azul (frontera entre Líbano e Israel) y, desde agosto de 2006, por el cese de hostilidades tras la segunda guerra del pasado verano. El resto son claramente políticas. Desde que en octubre de 2004 se aprobase la Resolución 1559 (exigiendo a Siria retirar sus tropas de Líbano, el desarme de las milicias palestinas que protegen los campos de refugiados y de la organización armada de Hizbulá), y a excepción de las que hacen referencia a un tribunal internacional que investigue la muerte en atentado de Rafik Hariri, ex primer ministro libanés, todas tienen este mismo común denominador, aunque tras la aprobación de la R1701 (agosto de 2006) con la que se estableció el «cese de hostilidades» se suele incluir un nuevo argumento: desde Siria fluyen armas hacia los grupos palestinos y Hizbulá, por lo que las fronteras no son seguras y hay que terminar con ello.
Este es, también, el argumento de la última iniciativa, una declaración presidencial -aprobada el pasado 3 de agosto- que va a ser el preludio de una nueva resolución en la que se acoja la intervención internacional en la frontera de Líbano con Siria. El presidente de turno del CS de la ONU es el representante de la República Democrática de Congo, un hombre más permeable a las presiones estadounidenses que sus antecesores, los embajadores chino y sudafricano. Merece la pena señalar que Sudáfrica se ha opuesto en reiteradas ocasiones a las más duras resoluciones que tanto Francia como EEUU y Gran Bretaña han presentado sobre Líbano, logrando su suavización. De hecho, la actitud sudafricana es calificada por la prensa estadounidense como «traición» (3) no sólo por lo que se considera «obstrucción» de las iniciativas estadounidenses en la ONU, sino por su relación con Irán y el hecho de que hace un año, con la segunda guerra de Líbano, la ministra de Asuntos Exteriores de ese país africano, Nkosazana Dlamini Zuma, se mostrase solidaria con la lucha de Hizbulá frente a la «agresión israelí».
Pues bien, con un presidente del CS de la ONU más dócil EEUU y Francia han logrado la aprobación de una declaración que en sus aspectos más importantes recoge «el pleno apoyo al gobierno legítimo y democráticamente elegido del Líbano» (otra vez el argumento de la pretendida legitimidad democrática, eludiendo que según la constitución tras la dimisión de los ministros shíies y un cristiano el gobierno no tiene capacidad alguna para tomar decisiones), «expresa su seria preocupación por las violaciones del embargo de armas a lo largo de la frontera sirio-libanesa» (mencionando de forma expresa a Hizbulá, al Frente Popular de Liberación de Palestina-Comando General y a Fatah Intifada) y muestra su «profunda preocupación» por los soldados israelíes capturados por Hizbulá en julio de 2006, pidiendo «que sean devueltos de inmediato y sin condiciones». O sea, lo de siempre. Máximo cuando se limita a regañar a Israel por el aumento de las violaciones del espacio aéreo libanés y le «alienta» a resolver la cuestión de los prisioneros libaneses detenidos en sus cárceles. Alentar no es conminar, como sí hace con Hizbulá.
La ofensiva imperialista sobre Líbano: una cronología reciente
Al imperialismo le preocupa, y mucho, la situación en Líbano. A finales de septiembre se tienen que celebrar elecciones presidenciales y, según la constitución, el canditado tiene que ser un cristiano. Por lo tanto, sólo hay tres candidatos posibles: uno del bloque neoliberal -a su vez dividido y con tres precandidatos- que apoya al primer ministro Fouad Siniora; otro del bloque opositor que se articula alrededor de Hizbulá y cuya cabeza visible es Michel Aoun; y un tercero, que podría ser el candidato de consenso, el actual jefe del Ejército Michel Suleiman. Los dos últimos no son del agrado de EEUU, aunque vería en Suleiman el mal menor. No hay que olvidar que, en contra de la versión oficial del gobierno, Suleiman ha negado que detrás de la organización Fatah al Islam, con la que el Ejército libanés mantiene un duro enfrentamiento en el campo de refugiados palestinos de Narh al Bared desde el mes de mayo, esté Siria (4). Y dijo algo más: [Fatah al Islam] es un rama de Al Qaeda que había planeado utilizar Líbano y los campos de los [refugiados] palestinos como asilo seguro para lanzar sus operaciones en Líbano y al exterior». Un desmarque oportuno respecto del gobierno de Siniora y un guiño claro a Hizbulá, con quien había tenido desencuentros tras el comunicado en el que este movimiento político-militar había dejado patente su posición al comienzo de los combates en el campo de refugiados palestinos de Narh al Bared (5).
Por lo tanto, todos los pasos que se están dando llevan como común denominador el objetivo de controlar Líbano. Conviene hacer un exhaustivo repaso cronológico de las iniciativas que se han puesto en marcha y que cada quién saque las conclusiones oportunas:
a) 7 de mayo: informe del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, sobre Líbano repitiendo los argumentos que desde el fin de la guerra del verano de 2006 quieren convertir en realidad y que son, en síntesis, los de la penúltima iniciativa del presidente de turno del CS reseñados más arriba. El informe de Ban Ki-moon se daba a conocer tras el fracaso de la pretensión de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña de que el Consejo de Seguridad aprobase una nueva resolución sobre Líbano reforzando al gobierno de Siniora y acusando a Siria e Irán de continuar apoyando con armas y dinero a Hizbulá. El intento de aprobar dicha resolución fue parado por Rusia y China, así como por otros países miembros del CS de la ONU como Ghana y Sudáfrica. En el borrador que fue parado se pedía que el CS de la ONU formase una «misión independiente» formada por «un comité de expertos de la ONU» para controlar la frontera (6). Una misión que iba a estar compuesta por países europeos y a la que se invitaba a egipcios y jordanos, los dos únicos países árabes de la zona que mantienen relaciones diplomáticas con Israel.
b) 10 de mayo: el gobierno de Siniora firma un acuerdo con el FMI para supervisar el gasto del Estado libanés, lo que fue duramente criticado por Hizbulá, Amal y el Movimiento Patriótico Libre (la organización mayoritaria dentro de los cristianos y compuesta en su mayor parte por la clase media y media-baja de esta religión). Este acuerdo pretendía ser el colchón que calmase los ánimos de los países que comprometieron una ayuda de 8.000 millones de dólares en la conferencia que se celebró en París en enero, justo en unos momentos en los que el país estaba paralizado como consecuencia de una serie de huelgas contra las medidas neoliberales del gobierno.
c) 20 de mayo: aparición del grupo islamista Fatah al Islam y comienzo de los combates en el campo de refugiados palestinos de Narh al Bared. Desde ese día tanto las fuerzas que apoyan al gobierno de Siniora como sus patronos occidentales se han apresurado a acusar a Siria de estar detrás de este grupo con el objetivo, según ellos, de dificultar la puesta en marcha del tribunal internacional que investiga la muerte del primer ministro Rafiq Hariri. Desde hace casi dos años el tema Hariri (un multimillonario sunita estrechamente vinculado al régimen saudí y, en concreto, al principe Bandar bin Sultan, hoy Consejero de Seguridad de Arabia Saudí) es la única explicación que tiene el gobierno para explicar lo que pasa en Líbano y que no es más que una muestra de su seguidismo hacia las políticas neoliberales diseñadas por el FMI y el BM y su propia corrupción e incompetencia. De hecho, y según los sindicatos libaneses, aún existen 200.000 refugiados internos del millón de personas que se vieron obligadas a abandonar sus casas ante los bombardeos israelíes, unos 120.000 trabajadores han perdido sus empleos tras la guerra y la reconstrucción de las zonas bombardeadas de mayoría shií sigue en manos de Hizbulá, sin que el Estado haya hecho acto de presencia.
d) 30 de mayo: el CS de la ONU aprueba la Resolución 1757 que establece un tribunal internacional para perseguir y llevar a juicio a los responsables del atentado contra Rafiq Hariri. Lo hace amparándose en el Capítulo VII de la Carta Constitucional de la ONU (que incluye el derecho a usar la fuerza) y está dirigida contra Siria.
e) 2 de junio: a instancias del gobierno, se despliegan 300 integrantes de las Fuerzas de Seguridad Interna a lo largo de la frontera Siria-Líbano para asistir al ejército libanés en tareas de supervisión de la frontera. Esas fuerzas son leales a Saad Hariri, hijo del ex ministro asesinado y hombre fuerte de la coalición que respalda a Siniora y son conocidas en Líbano como «la milicia de Hariri». Tras el fin de la guerra recibieron 60 millones de dólares de EEUU (7). Semanas más tarde, también llegaría una ayuda militar estadounidense al Ejército libanés.
f) 11 de junio: el enviado de la ONU para Oriente Medio, Terje Roed-Larsen, presenta un informe al CS el que muestra su «profunda preocupación por el movimiento ilegal de armas» en la frontera con Siria. Este hombre, de conocidas simpatías por Israel, no ocultó que se remitía a informes en ese sentido del gobierno de Líbano, de Israel «y de otros estados», que no mencionó.
g) 24 de junio: atentado contra las tropas de la FINUL de nacionalidad española. Este contingente es el que tiene peor reputación entre los habitantes del sur de Líbano debido a su agresividad a la hora de patrullar por los pueblos de la zona y envío de equipos de reconocimiento a colinas y lugares frecuentados por los aldeanos en búsqueda de posiciones de Hizbulá y escondites de armas. No obstante, el atentado hay que entenderlo como una acción dirigida contra los intereses de Hizbulá y la estabilidad que se vive en el sur del país, al contrario de lo que está sucediendo en el norte con los combates de Narh al Bared y la inestabilidad de Trípoli.
h) 28 de junio: Ban Ki-moon publica un nuevo informe sobre Líbano en el que se lamenta de que no se hayan puesto en práctica las medidas acordadas en la Resolución 1701, insiste en la porosidad de las fronteras y el envío de armas tanto a Hizbulá como a organizaciones palestinas (citando expresamente al FLPL-CG) y regaña suavemente a Israel por violar el espacio aéreo libanés diariamente, a veces hasta en 20 ocasiones por jornada. La mención a las resoluciones 1559, 1680 y 1701 es reiterada en numerosas ocasiones, acusando a Hizbulá de su incumplimiento (8).
i) 29 de junio: publicación de un informe desclasificado de la CIA en el que se reconoce que el principal dirigente religioso shií de Líbano, Muhammad Husain Fadlallah, fue objeto de seguimientos y que se diseñó un plan para asesinarle en los años 80 del siglo pasado. Un atentado contra él falló -aunque murieron varias personas y cerca de 200 resultaron heridas-. Se consideraba a Fadlallah, al igual que hoy, el principal referente religioso de Hizbulá, no sólo de la comunidad shíi. El informe tiene como finalidad recordar a los dirigentes de Hizbulá que están en la mira de los servicios secretos estadounidenses, especialmente desde que a finales del año pasado Bush diese el visto bueno a las operaciones secretas contra Hizbulá (9).
j) 13 de julio: el diario israelí Haaretz, citando «fuentes oficiales del gobierno en Jerusalén» publica que «el cartógrafo de la ONU ha transmitido a Israel que las granjas de la Shebaa son territorio libanés, por lo que Israel debería retirarse del área y pasaría a ser considerado territorio internacional controlado por la FINUL» (10).
k) 16 de julio: otro ataque con bomba contra las tropas de la FINUL, esta vez de nacionalidad tanzana. No causó más que daños materiales leves.
l) 17 de julio: el cartógrafo de la ONU que estudia el territorio de las granjas de la Shebaa, Miklos Pinte, estima que su extensión está entre los 20 y los 40 kilómetros cuadrados, pero los israelíes ocupan 70 kilómetros cuadrados (11). Este es un territorio que Líbano reclama como propio, los israelíes dicen que pertenece a Siria y este país dice que es territorio libanés.
ll) 18 de julio: Ban Ki-moon sale rápidamente a reconvertir la situación y dice que la ONU «no puede confirmar que las granjas de la Shebaa son territorio libanés» (12). Según el diario libanés The Daily Star, «Israel ha advertido a la ONU que realizar el mapa [de la Shebaa] podría reiniciar el conflicto [con Hizbulá]» y cita al portavoz de la ONU en Nueva York, Farhan Haq, para echar tierra sobre el asunto diciendo que «el cartógrafo aún no ha terminado su trabajo». Al mismo tiempo, anuncia una visita in situ del cartógrafo a la zona, aunque sin precisar fecha. El dócil Ban Ki-moon tiene ante sí un tremendo dilema, puesto que si la ONU establece que las granjas de la Shebaa son territorio libanés ocupado por Israel, como apunta el cartógrafo, se va a conceder legitimidad a Hizbulá como movimiento político-militar de liberación nacional, por lo que van a quedar, de facto, anuladas todas las resoluciones que ha venido aprobando el Consejo de Seguridad instando al desarme de la Resistencia Islámica. De ahí la rapidez con que Ki-moon salió prácticamente a desmentir al cartógrafo.
m) 1 de agosto: George Bush firma una orden ejecutiva, en forma de decreto, por la que se congelan los activos financieros de personas, instituciones y empresas que se oponen al gobierno neoliberal de Fouad Siniora (13). Este decreto no tiene desperdicio puesto que considera que el combate contra el gobierno de Siniora «contribuye a la inestabilidad política y económica de Líbano y de toda la región» y, por lo tanto, «[las personas, instituciones o empresas que lo combaten o se oponen a él] constituyen una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política extranjera de los EEUU» (apartado 1). A pocos días de las elecciones parciales para renovar los escaños de dos diputados cristianos muertos en atentado, es una clara provocación y una descarada injerencia en la política interna de un país soberano, además de una amenaza explícita para los opositores.
n) 2 de agosto: el coordinador especial de la ONU para el proceso de paz en Oriente Medio, Michael Williams, reconoce que ha mantenido «cerca de 20 reuniones» con dirigentes de Hizbulá referentes al intercambio de los soldados israelíes capturados el verano pasado y los presos libaneses en cárceles israelíes (14). Esas reuniones no dan resultado porque, por una parte, Hizbulá se niega a un reparto por etapas, al que tan aficionados son los israelíes (unos cuantos prisioneros liberados a cambio de que la otra parte «se porte bien», como han hecho siempre con los palestinos) y, por otra, porque en esas conversaciones no sólo se abordaba el tema de los presos de una y otra parte, sino «de muchos otros componentes», según la versión del diario Haaretz (15), aunque no especifica cuáles.
ñ) 5 de agosto: elecciones en dos distritos de Beirut, de mayoría cristiana. El Movimiento Patriótico Libre, organización cristiana maronita que mantiene una alianza con Hizbulá y otras organizaciones libanesas en contra del gobierno de Fouad Siniora, vence en uno de ellos, Metn, frente al candidato Amin Gemayel, ex presidente del país e histórico dirigente de la Falange Libanesa. Es de reseñar que el escaño en cuestión había pertenecido al hijo de Gemayel, Pierre, muerto en atentado. La correlación de fuerzas cambia y el futuro presidente libanés no puede ser elegido sin la aprobación del MPL. El voto de la comunidad armenia, representada en el partido Tashnag, es decisivo y anuncia una colaboración con las fuerzas antigobierno. El Tsahnag argumentó su voto como «una protesta contra la marginalización [de la comunidad armenia] por parte del gobierno» [de Siniora] (16).
o) 6 de agosto: los pro-occidentales de Siniora denuncian fraude en las elecciones de Metn y amenazan con designar un presidente del Líbano sólo con la aprobación de una mayoría absoluta de los parlamentarios (la mitad más uno del número total de parlamentarios), que tienen, y no con los dos tercios del Parlamento como indica la Constitución. La inconstitucionalidad de tal decisión significaría la creación de un nuevo gobierno por parte de la oposición, por lo que un sector del gobierno, encabezado por el propio Siniora, propone como «transición» que el primer ministro, es decir, él mismo, asuma las prerrogativas del presidente del país.
p) 10 de agosto: el primer ministro, Fouad Siniora, se reúne con el embajador de EEUU, Jeffrey Feltman, para analizar la situación y discutir sobre la ayuda estadounidense al Ejército libanés.
q) 13 de agosto: el jefe del Ejército libanés, Michel Suleiman, acompañado por el presidente del Parlamento, el shíi anti-gobierno Nabih Berri, se reúne con el patriarca maronita para hablar de las elecciones presidenciales y sondear la posibilidad de que el general sea un candidato de consenso.
r) 14 de agosto: Suleiman afirma públicamente que se postula para dirigir un gobierno interino si no se llega a un consenso para elegir presidente. Su papel sería de transición a la espera de cómo evolucionasen las cosas a nivel exterior, especialmente las elecciones presidenciales de EEUU en noviembre de 2008. La oposición sólo vería con buenos ojos esta candidatura si al mismo tiempo se estableciese un gobierno transitorio que garantizase la celebración anticipada de nuevas elecciones parlamentarias. Sin embargo, para que Suleiman tenga éxito en sus pretensiones necesita tranquilidad en todos los aspectos, por lo que es imprescindible que hayan terminado los combates en el campo de refugiados palestinos de Nahr al Bared. De ahí la aceleración del tema, la aceptación de las negociaciones para la salida de los familiares de los combatientes de Fatah al Islam y el recrudecimiento de los combates.
s) 16 de agosto: Francia presenta un borrador de resolución para el CS de la ONU para extender un año más el mandato de la FINUL. En él se recogen nuevas prerrogativas para las fuerzas de la FINUL, como una mayor presencia en poblados y aldeas y un aumento de las patrullas, reducidas al mínimo tras el atentado mortal contra las tropas españolas.
t) 24 de agosto: el Consejo de Seguridad aprueba la resolución presentada por Francia por unanimidad. No obstante, se hubo de suavizar el texto porque países como Rusia y Sudáfrica criticaron que en lo que debería haber sido una resolución técnica de ampliación del mandato de la FINUL se incluyesen «cuestiones sensibles» como el tema de los soldados israelíes capturados por Hizbulá, a quien la ONU califica en esta resolución de «secuestrados» (17). Un día antes, Israel volvió a violar el espacio aéreo libanés con once vuelos a alta y baja altura, según denunció el Ejército libanés.
u) 30 de agosto: el contingente francés de la FINUL realiza un ejercicio militar en el poblado de Tiri, cerca de la frontera israelí. Se trataba de «interceptar a un enemigo que procuraba cruzar la Línea Azul [frontera entre Líbano e Israel] y asaltar las áreas bajo la protección e la FINUL». En ese ejercicio militar se utilizaron tanques Leclerc y terminó «con la detención de docenas de terroristas». Según el coronel Chaptal, al mando del ejercicio, el término enemigo se refería a «cualquier persona que [en el sur del Líbano] amenazase u obstruyese la puesta en práctica de la resolución 1701 del CS de la ONU» (18).
Unos planes frustrados por la resistencia popular
La ofensiva imperialista está en marcha y se acelera a medida que se acerca la fecha del 25 de septiembre, inicio de las presidenciales; la contraofensiva antiimperialista, también. La derrota de Israel en la segunda guerra de Líbano el pasado verano frustró los planes de EEUU en la zona. Con Hizbulá convertido en un actor de primer orden en la escena política libanesa, EEUU tiene que reconvertir su estrategia a través de la ONU. Así, con la ONU convertida en un apéndice de la política exterior estadounidense, las tropas de la FINUL se han convertido en parte de la lucha global por el control de Oriente Medio, no sólo en Líbano.
El gobierno de Siniora es frágil y esquelético, con una nula eficacia incluso para poner en marcha su agenda neoliberal -la economía ha decrecido un 2% en el primer semestre de este año (19)- y con las funciones vitales de su ejecutivo paralizadas. Los pomposos compromisos de la cumbre de París III, celebrada en enero, no se han materializado y el derrumbamiento del estado es un hecho. Por lo tanto, a EEUU sólo le quedan dos opciones: o dar un «golpe de palacio» al estilo Abbas en Palestina, es decir, promover que Siniora asuma las funciones del presidente del país, o reforzar lo que Roberto Satloff, nuevo «gurú» de la Administración Bush, llama «inestabilidad constructiva». O lo que es lo mismo: «neutralizar las fuerzas radicales» (Hamás en Palestina, Hizbulá en Líbano) aunque tengan apoyo popular. Por el momento, ese intento se hace «por las buenas» utilizando a la ONU.
Pero este organismo, desde la invasión y ocupación neocolonial de Irak no es más que un fraude que justifica y encubre los intereses imperialistas. Por no mencionar el papel que tuvo en el crimen de lesa humanidad al que fue sometido el pueblo iraquí, víctima de un embargo que mató a más de un millón de personas, la gran mayoría niños, tras la primera guerra del Golfo en 1990. Sin embargo, hoy la ONU está recibiendo su propia medicina en Líbano. Lo que desde el Consejo de Seguridad se considera «incumplimiento de resoluciones» por parte de Hizbulá, principalmente, no es más que la devolución de la moneda en casos como los del autismo israelí y la inaplicación de las decenas de resoluciones sobre Palestina, sin ir más lejos. La ONU en Líbano es como un elefante que se va encaminando hacia el cementerio. Da vueltas en círculo (el monotema de las resoluciones) sintiendo la muerte mientras la sitúa en un espacio. Sólo que, al contrario que los elefantes cuando van a morir, su imagen no es la de la dignidad.
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(1) Alberto Cruz, «El grito de la calle árabe, sin justicia no hay paz» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=36850
(2) Alberto Cruz, «Veinte céntimos» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=44199
(3) The Wall Street Journal, 8 de agosto de 2007.
(4) The Daily Star, 13 de agosto de 2007.
(5) Alberto Cruz, «La nueva estrategia de EEUU en Líbano: la guerra secreta contra Hizbulá» http://www.nodo50.org/ceprid/territorios/mo/mo6.htm
(6) The Daily Star, 20 de abril de 2007.
(7) Ibid.
(8) Informe del Secretario General sobre la aplicación de la resolución 1701 (2006) del Consejo de Seguridad. S/2007/392. 28 de junio de 2007.
(9) The Telegraph, 23 de diciembre de 2006.
(10) Haaretz, 13 de julio de 2007.
(11) Haaretz, 18 de julio de 2007.
(12) The Daily Star, 18 de julio de 2007.
(13) www.whitehouse.gov/news/releases/2007/08/20070802-1.html
(14) The Daily Star, 3 de agosto de 2007.
(15) Haaretz, 3 de agosto de 2007.
(16) The Daily Star, 5 de agosto de 2007.
(17) Resolución 1773 aprobada por el CS en su sesión nº 5733. S/RES/1773 (2007)
(18) The Daily Star, 1 de septiembre de 2007.
(19) The Daily Star, 24 de agosto de 2007.
Agradezco a Agustín Velloso sus aportaciones al texto.
Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor especializado en Relaciones Internacionales.
albercruz (arroba) eresmas.com