Durante los pasados días hemos escuchado y leído en los medios de prensa nacionales en Puerto Rico la referencia a un punto de Asia Central conocido como el Estrecho de Ormuz. Ubicado en el Golfo Pérsico en lo que también se conoce como el Mar de Omán, se trata de un estrecho golfo similar a […]
Durante los pasados días hemos escuchado y leído en los medios de prensa nacionales en Puerto Rico la referencia a un punto de Asia Central conocido como el Estrecho de Ormuz. Ubicado en el Golfo Pérsico en lo que también se conoce como el Mar de Omán, se trata de un estrecho golfo similar a un meandro de río, que representa la transición marítima entre el Golfo Pérsico, localizado al sur de la República Islámica de Irán, y el inicio del brazo de mar conocido como el Mar de Omán. La importancia de la posición geográfica del área estuvo vinculada por siglos a las tropelías de piratas que hostigaban el tránsito marítimo a través de esta vía de navegación. Sin embargo, a partir de la primera mitad del siglo XX, su importancia geopolítica adquirió una nueva dimensión, particularmente vinculada a la transportación del petróleo.
Con un ancho entre 60 y 100 kilómetros, es decir, mucho menor que lo que serían las dimensiones lineales de Puerto Rico de cara al norte, y sustancialmente menor de lo que representa el ancho de nuestra Isla, por este estrecho marítimo se transporta al presente el 40% de la producción petrolera a escala mundial.
La situación de tensión en la región se ha agravado desde el pasado mes de noviembre, sobre todo a partir de las declaraciones del Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu y su Ministro de Defensa Ehud Barak, cuando comenzaron a gestionar del Parlamento autorización para una acción militar contra Irán para impedir el desarrollo de su programa nuclear. Las acciones de los funcionarios israelíes fueron inmediatamente seguidos por la Comisión Internacional de la Energía Atómica, la misma que durante la década de 1990 y la primera década de siglo XXI avaló las pretensiones estadounidenses contra Iraq bajo el supuesto desarrollo de armas de destrucción masiva y su alegado programa nuclear, emitiendo un nuevo Informe en que acusaban a Irán de aproximarse a la fabricación de un artefacto nuclear.
A las gestiones de Netanyahu y Barak, se sumaron acciones encubiertas realizadas presuntamente por fuerzas especiales israelíes, estadounidenses y de la OTAN contra una instalación bélica iraní vinculada a su programa de desarrollo de misiles balísticos de largo alcance; así como acciones dirigidas a la eliminación física de científicos iraníes comprometidos en su programa nuclear.
Las tensiones entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán se agravaron posteriormente en diciembre pasado cuando las defensas iraníes, mediante un ataque cibernético, lograron derribar en buen estado, un avión no tripulado estadounidense que llevaba a cabo operaciones de recopilación de información de inteligencia, el cual había despegado desde Afganistán.
El llamado del Presidente Barack Obama a la aprobación de nuevas sanciones económicas contra Irán, conllevó la advertencia de éste último de que las mismas podrían recibir la respuesta de un bloqueo impuesto por sus fuerzas armadas a la navegación por el Estrecho de Ormuz. Ante la inminente aprobación de una nueva Ley de Gastos de Defensa del Congreso de Estados Unidos, que incluye la imposición de medidas económicas extraterritoriales por parte de dicho país respecto a Irán, a los efectos de imponer sanciones económicas a instituciones financieras en Estados Unidos que lleven a cabo transacciones con Irán, la respuesta no se hizo esperar.
El gobierno iraní desarrolló en los pasados diez días ejercicios militares combinados en la zona del Estrecho de Ormuz en el cual participaron, de forma activa, fuerzas de aire, tierra y mar. En ellas, Irán probó el uso de misiles tierra-tierra; tierra-mar y mar-mar con el propósito de demostrar no solo el estado de disposición de combate de sus tropas, sino también su capacidad para afectar la navegación de buques en el Estrecho de Ormuz. De acuerdo con analistas como Elio Ohep de la publicación «Petroleum World«, la finalidad perseguida por los ejercicios militares iraníes procura establecer presión sobre Estados Unidos y sus aliados para «conseguir demorar la aplicación de las sanciones por parte de la Unión Europea y ganar tiempo». A lo que se refiere el comentario es precisamente al llamado hecho por Alain Juppé, Canciller de Francia, que reclama del resto de países de la Unión Europea «sanciones más estrictas» respecto a Irán, llamándoles a seguir el ejemplo de Estados Unidos.
Las declaraciones de los jefes militares iraníes sobre el éxito de los ejercicios llevados a cabo, a juicio de los voceros estadounidenses, más que reflejo de fortaleza, representan «una posición de debilidad» y «una confirmación de que enfrenta una presión creciente»; que Irán «se encuentra cada vez más aislado»; y finalmente, que con tales declaraciones, la República Islámica de Irán solo procura «desviar la atención de su población de las dificultades internas, incluyendo los problemas económicos por las sanciones». Irán sin embargo, se expresa indicando que está completamente en condiciones de llevar a cabo su empeño si continúan los planes imperialistas contra su gobierno. Ante el señalamiento de que en cualquier momento podría proceder a cerrar el Estrecho de Ormuz, Estados Unidos ha respondido indicando que trasladará su Quinta Flota con base en Bahreín, a aguas del Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz para impedirlo. Para ello Estados Unidos cuenta con portaaviones, submarinos nucleares, unidades anfibias de la Infantería de Marina, destructores, fragatas y aviones de combate, a los cuales podrían eventualmente sumarse buques de la Segunda Flota provenientes de la Costa Este de Estados Unidos y otros componentes navales provenientes de la Flota localizada en el Pacífico.
Un conflicto en la región, sumaría, además, fuerzas armadas de la OTAN y seguramente de Israel y otros estados árabes en la región aliados de Estados Unidos como serían los casos de Kuwait, Arabia Saudí y otros emiratos árabes en la península arábica. En el caso de Irán, los intereses de la Federación Rusa e incluso de la República Popular China, podrían estar también en la línea de fuego dado las consecuencias que tendría para el balance geopolítico de la región un mayor control de Estados Unidos.
En el momento en que se debaten todas estas coordenadas geopolíticas, el Presidente de la República Islámica de Irán Mahmud Ahmadinejad ha anunciado su gira por América Latina donde visitará varios países, incluyendo la República Bolivariana de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Cuba, todos ellos países que forman parte del ALBA. Tal visita, en el contexto internacional del desarrollo de los acontecimientos en Asia, solo puede examinarse desde la confianza de Irán en las capacidades de su país para, incluso bajo una situación tan difícil, estar en condiciones de que su presidente haga el referido viaje. Ciertamente, un evento así solo puede darse desde la perspectiva de un presidente y un gobierno firmemente convencido de la estabilidad interna de su país y de su capacidad para reaccionar a cualquier evento de provocación o conflicto que pudiera surgir. Así son las formas en que la diplomacia, en ocasiones, envía sus mensajes a otros países.
En definitiva, los sucesos en la región del Estrecho de Ormuz deben mantener nuestra atención en los futuros meses. Se trata de un conflicto latente, el cual puede dispararse en cualquier momento, conflicto éste que definitivamente no se limitará a otro enfrentamiento más de Estados Unidos y la OTAN con una país musulmán, sino un conflicto con todo el potencial de involucrar otros estados de la región en un torbellino de llamas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR