Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional en la actual Administración de Donald Trump, presentó un informe que culpa al equipo de la última presidencia de Obama de falsificar la supuesta interferencia rusa, ‘Russiagate’; subrayó que existen pruebas irrefutables de que Obama promovió la narrativa inventada de que Rusia interfirió en las elecciones presidenciales de EEUU de 2016. “Las pruebas que hemos encontrado y que hemos publicado apuntan directamente al presidente Obama como responsable de la elaboración de esta evaluación de inteligencia”. Desclasificó documentos que confirman la no participación de Rusia en cualquier interferencia en las elecciones estadounidenses, e indican también que durante todos estos años la narrativa antirrusa en los medios estadounidenses y la política hostil de Washington contra Moscú se han construido sobre la base de informes falsos.
El batiburrillo comenzó cuando la Sra. Clinton proclamó que Trump, con ayuda de los rusos, le birlaron el triunfo en las presidenciales de EEUU, los Medios de Información Masiva respaldaron esa denuncia y sirvió de secuaz el senador McCain. En feroz contraofensiva, Trump indicó que no hubo contubernio entre él y Rusia y que, más bien, “hubo connivencia con la candidata demócrata Hillary Clinton”. Según sus palabras, después de un año de mentiras se destapó que “la tramposa Sra. Clinton y este comité (electoral) pagaron a una compañía vinculada a Rusia para derribar al presidente Trump con ayuda de un agente extranjero”. Se refería a que el periódico ‘The Washington Post’, escribió que el Partido Demócrata y gente de la Sra. Clinton pagaron 9.2 millones de dólares para financiar el dossier sobre una investigación de Christopher Steele, exagente de los servicios secretos británicos, acerca de una supuesta colusión de Trump con Moscú.
Sin embargo, y pese a no probarse ninguna acusación contra Trump, el Congreso de EEUU decretó sanciones contra Rusia por intervenir en la elección del primer mandatario. Para ello, se abrogó funciones de competencia exclusiva del presidente de la república y no reformó la Constitución para obtener dicha potestad. Lo absurdo del caso es que, pese a estar en desacuerdo con esta ley por ser inconstitucional y nociva, el Presidente Trump la aprobó para alejar momentáneamente la amenaza de un ‘impeachment’ contra él y su vicepresidente.
No sólo eso, sino que esta insensata ley destruía las bases de la democracia, puesto que fue aprobada por el Capitolio en contra de un gobierno que contaba con el apoyo de la mayoría de la población. ¿Qué tipo de democracia representativa es esa? ¿A quién representan esos representantes? ¿Por qué Trump, cabeza legal del Estado, que fue electo por un sistema electoral creado por los fundadores de EEUU para que respete y haga respetar la Constitución de ese país, aceptó que el Congreso cometa un acto nocivo e inconstitucional? La acusación de haber sido electo y representar a una potencia extranjera convertía a Trump en un gobernante ilegítimo, por lo tanto la ley firmada por él también era ilegítima. ¿Cómo aplicar una ley decretada por un órgano que no tiene potestad para ello y que fue aprobada por alguien que, según esa misma ley, no tiene autoridad por haber sido electo con el apoyo de una potencia extranjera?
El absurdo es evidente: si Rusia no intervino en la elección de Trump, entonces la ley es ilegal por basarse en una acusación falsa, y si Rusia intervino en la elección de Trump, entonces la ley también es ilegal por ser aprobada por una autoridad falsa. Se debe recalcar que es la primera vez en la historia de EEUU que sucede algo así: un presidente, cuyo partido detenta la mayoría absoluta en el Congreso, del que además es la cabeza principal, para evitar un ‘impeachment’ aprueba una ley “nociva e inconstitucional”.
En ese entonces el Presidente Trump dijo que los ciudadanos fueron estafados como lo demuestra la conclusión del informe del fiscal especial John Durham: “Después de una extensa investigación, el asesor especial John Durham concluye que el FBI nunca debió iniciar la investigación Trump-Rusia. En otras palabras, los estadounidenses fueron estafados”. Durham dijo que el FBI no tenía información que indicara que la campaña electoral del expresidente Trump estuvo orquestada en connivencia con funcionarios rusos. También acusó al FBI de tratar la investigación de Trump de manera diferente a otras que involucran a Hillary Clinton, la rival demócrata de Trump en aquellas elecciones. “El personal superior del FBI mostró una grave falta de rigor analítico con la información que recibían, especialmente información de personas y entidades afiliadas políticamente”, que el FBI empleó información de Inteligencia “no corroborada, sin procesar ni analizar” para lanzar investigaciones sobre la campaña de Trump y sus posibles lazos con Rusia.
Durante casi una década, los medios de comunicación de EEUU promovieron la agenda antirrusa, mientras las autoridades realizaban política hostil contra Rusia, acusándola de interferir en las elecciones presidenciales de 2016. Todos estos años tanto demócratas como republicanos criticaron al Kremlin, sin sólidas pruebas, por sus supuestos intentos de influir al resultado de los comicios.
Ahora, nueve años después, en EEUU se ha desatado un escándalo en torno al expresidente Barack Obama, que es acusado de orquestar un bodrio sobre la presunta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 y el apoyo de Moscú a Donald Trump. El escándalo plantea cuestiones no sólo sobre las acciones de la Administración de Obama, sino sobre toda la política estadounidense hacia Rusia, incluidas las sanciones impuestas sobre la base de acusaciones inventadas. Gabbard calificó esas acciones de ser “una grave politización y manipulación de la inteligencia e intención de deslegitimar al presidente Trump incluso antes de que tomara posesión, de golpe de Estado de varios años y conspiración traicionera”. Obama y su equipo de seguridad nacional “dirigieron la creación de una evaluación de la comunidad de inteligencia que sabían que era falsa”.
Cabe destacar que estos documentos desclasificados demuestran que todas las acusaciones contra Rusia y la narrativa propugnada durante casi diez años por los políticos estadounidenses eran falsas. Los primeros documentos desclasificados revelaron que, en los meses previos a las elecciones de noviembre de 2016, la comunidad de inteligencia sistemáticamente había evaluado que Rusia “probablemente no estaba tratando de influir en las elecciones utilizando medios cibernéticos”. Sin embargo, días después, la Casa Blanca reunió a los máximos responsables del Consejo de Seguridad Nacional para hablar de Rusia. Luego de la reunión, el asistente ejecutivo del entonces director de Inteligencia Nacional, James Clapper, envió un correo electrónico a los líderes de la comunidad de inteligencia encargándoles “a petición del presidente Obama la creación de una nueva evaluación que detalle las herramientas que Moscú utilizó y las acciones que tomó para influir en las elecciones de 2016”.
Según Gabbard, de acuerdo con los archivos, Obama y su equipo de inteligencia “fabricaron conclusiones a partir de fuentes de mala calidad, ocultaron pruebas e información creíble que refutaban sus falsas afirmaciones, desobedecieron las normas tradicionales de la comunidad de inteligencia y ocultaron la verdad al pueblo estadounidense”.
Cabe destacar que el Presidente Putin calificó tales acusaciones de histeria. “¿Alguien piensa seriamente que Rusia puede influir en la elección del pueblo estadounidense? ¿Es EE.UU. una especie de ‘país bananero’?”, dijo en aquel entonces.
Actualmente, Trump subraya que Obama “intentaba liderar un golpe de Estado. Encontramos pruebas absolutas. Esto no es como evidencia, es una prueba irrefutable de que Obama era sedicioso, que Obama estaba intentando liderar un golpe de Estado. Y fue con Hillary Clinton, con todas estas otras personas. Pero Obama lo lideró, era el cabecilla”.
Ahora bien, debido al ‘Russiagate’, Moscú ha estado bajo sanciones estadounidenses, especialmente durante la presidencia de Joe Biden, lo que ha creado una situación explosiva que podría conducir al mundo a una desastrosa guerra. Dios nos ampare de que la crisis se agudice y la verdadera guerra estalle. Pues, no habrá donde esconderse. Por lo tanto, sería de esperar que el Presidente Trump corrija este error, eliminando las injustas sanciones que EEUU, basado en la mentira, impuso a Rusia, algo que ni siquiera los muy optimistas esperan que haga.
Rodolfo Bueno
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