Con su extracción de minerales, su fortificado ejército y su servilismo a la corona británica, Australia es una de las piedras angulares del proyecto imperial estadounidense.
Si uno se acerca al acantilado situado en Kings Park, en Perth (Australia), se puede contemplar el río Swan y disfrutar de una magnífica vista. Al otro lado de la bahía hay un grupo de edificios de acero y cristal que ascienden al cielo. En cada uno de estos edificios hay un letrero que brilla bajo el fuerte sol: BHP, Rio Tinto, Chevron, Deloitte y otros. Kings Park ya no sobrevive únicamente con el patrocinio del rey británico, que sigue reclamando la soberanía sobre Australia. Parte de Kings Park se llama ahora Rio Tinto Kings Park, puesto que necesita los beneficios empresariales de este gigante de la minería para mantener sus encantos. En una de las avenidas del parque hay árboles separados entre sí por unos pocos metros y en la base de los árboles hay unos pequeños rótulos con nombres de soldados muertos en guerras pasadas; no son tumbas, sino recuerdos adornados con banderas australianas. En el parque se reúnen los tres elementos fundamentales de la provincia de Australia Occidental, cuya capital es Perth y cuyo tamaño es el mismo que el de Europa Occidental: la monarquía británica, las empresas mineras y sus filiales, y el papel que desempeña el ejército.
Reyes
Unos días antes de que yo llegara a Canberra, una senadora aborigen, Lidia Thorpe, interrumpió los festejos dedicados al rey [británico] Carlos III para decir: «Tú no eres mi rey. Esta tierra no es tuya», una contundente declaración contra el trato que ha recibido Australia desde que en enero de 1788 llegaran barcos ingleses al este del país. De hecho, la corona británica reclama la posesión de la totalidad del territorio australiano. El rey Carlos III es el jefe de la Commonwealth formada por 56 países. Toda Commonwealth abarca una superficie que supone el 21% de la superficie total del mundo. Resulta muy interesante que nominalmente el rey Carlos III solo está en posesión de un 22% menos de lo que poseía la reina Victoria (1819-1901).
Al día siguiente de que la senadora Thorpe pronunciara esas palabras un grupo de líderes aborígenes se reunió con el rey Carlos III para abordar el tema de la «soberanía». En Sydney el anciano Allan Murray, del Consejo Local Metropolitano de Tierras Aborígenes, dio la bienvenida al Rey a la tierra de Gadigal y dijo: «Tenemos relatos que contar y creo que ayer en Canberra usted fue testigo de ese relato. Pero el relato es inquebrantable y tenemos que recorrer un largo camino para lograr lo que queremos conseguir, nuestra propia soberanía».
Cuando el capitán James Cook (1770) y el capitán Arthur Phillip (1788) llegaron a esta tierra de Gadigal, se encontraron con personas que llevaban miles de años viviendo ahí. Una epidemia de viruela, que habían traído los británicos, mató en 1789 al 53% de la población de Gadigal y con ayuda de la violencia los británicos acabaron reduciendo a la población a una tercera parte en 1791. Por lo tanto, es correcto lo que el anciano Murray dijo a la prensa cuando se marchó Carlos III: «Se instaló la Union Jack en nuestra tierra sin nuestro permiso. Hemos sido ignorados». No quedó más que barrangal dyara (piel y huesos, como habrían dicho los gadigal). Dado el precio que tiene la tierra en Sydney, el clan gadigal sería hoy uno de los grupos más ricos del mundo. Pero aparte de unos pocos descendientes que no tiene derecho a la tierra, los fantasmas de sus ancestros caminan por las estas calles.
Minerales
Australia es uno de los países más grandes del mundo y tiene un vasto desierto en el centro del país. Bajo su tierra, que durante decenas de miles de años han recorrido diferentes comunidades aborígenes, hay una riqueza que se calcula en 19,9 billones de dólares. En este cálculo se incluyen las reservas que el país tiene de carbón, cobre, mineral de hierro, oro, uranio y elementos de tierras raras. Las empresas mineras australianas (que también son de las mayores del mundo) extrajeron en 2022 al menos 27 tipos de minerales, incluido el litio (Australia es uno de los mayores productores del mundo de litio y anualmente suministra el 52% del litio del mercado mundial).
El 24 de mayo de 2020 los ingenieros y trabajadores de Rio Tinto volaron una cueva situada en la zona de Pilbara, en Australia Occidental, para ampliar su mina de hierro Brockman 4. El pueblo puutu kunti kurrama había utilizado durante 46.000 años esta cueva, situada en el desfiladero de Juukan, y la había conservado como un tesoro de su comunidad. En 2013 Rio Tinto acudió al gobierno de [la región de] Australia Occidental en busca de una exención para poder destruir la cueva y ampliar la mina. Obtuvieron la exención en base a una ley denominada Ley de Patrimonio Aborigena de 1972, que se había elaborado para favorecer a las empresas mineras. Rio Tinto, que hace importantes operaciones en Australia Occidental y en todo el mundo, tiene un valor en Bolsa de 105.700 millones de dólares, lo que la convierte (después de BHP, cuyo valor en Bolsa es de 135.500 millones de dólares) en la segunda mayor empresa minera del mundo (tanto Rio Tinto como BHP tienen su sede en Melbourne). BHP se apresuró a utilizar su permiso para destruir 40 emplazamientos culturales y ampliar su mina de hierro de South Flank en la región de Pilbara, y tras investigar y conversar con la comunidad de Banjima, decidió salvar 10 emplazamientos.
Craig y Monique Oobagooma viven en la finca más septentrional de Australia, cerca del río Robinson. Pertenecen a los wanjina wunggurr, cuyas tierras se utilizan ahora para extraer uranio, y otros metales y minerales. Las minas de uranio del norte pertenecen Paladin Energy, otra empresa minera instalada en Perth, que también posee minas en Malaui y Namibia. Además hay una enorme base militar en la cercana Yampi. Craig me contó que, cuando camina por sus tierras, puede escarbar bajo la tierra y encontrar diamantes rosas, pero, dice, los deja donde están. «Son piedras sagradas», afirma. Se puede utilizar alguna parte de la tierra para que la familia viva mejor, pero no toda la tierra, tampoco las piedras sagradas ni los emplazamientos ancestrales, de los que solo quedan unos pocos
Militares
Los gobiernos de Australia y el Reino Unido firmaron en 2023 un acuerdo para preservar los «minerales críticos» para su propio desarrollo y seguridad. Este acuerdo forma parte de la Nueva Guerra Fría contra China, destinada a garantizar que este último país no es el propietario directo de los «minerales críticos». Entre 2022 y 2023 la inversión china en minería disminuyó de 1809 a 34 millones de dólares australianos. Al mismo tiempo ha aumentado de forma espectacular la inversión australiana destinada a construir infraestructura militar para Estados Unidos: el gobierno australiano ha ampliado la base aérea de Tindal en Darwin (Territorio del Norte) para albergar bombarderos nucleares estadounidenses B-1 y B-52, ha aumentado los puestos de atraque de submarinos a lo largo de la costa de Australia Occidental y ha ampliado las instalaciones de comunicaciones submarinas y de aguas profundos de Exmouth. Todo ello forma parte del históricamente alto presupuesto de defensa de Australia de 37.000 millones de dólares.
Conocí a Euranga en Sydney, cerca de la estación central de ferrocarril. Vivía en un túnel que había pintado con la historia de los pueblos aborígenes de Eora (Sydney). Había pertenecido a la Generación Robada, aquella en la que uno de cada tres niños aborígenes fueron robados a sus familias y educados en internados. Me dijo que la escuela le había dañado su espíritu. «Esta es nuestra tierra y al mismo tiempo no lo es», afirmó. Bajo la tierra hay riqueza, pero la están sacando varias empresas mineras privadas con objetivos militares. La vieja estación de tren situada al lado parece abandonada. En la vasta Australia no existen los trenes de alta velocidad. Como Euranga indicaba en sus dibujos, qué mejor manera de gastar sus preciosos recursos que adoptar los mundos de las comunidades aborígenes tan duramente desplazadas y construir infraestructuras para las personas en vez de para las guerras.
Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es director de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social.Es autor de más de 20 libros, incluidos The Darker Nations [editado en castellano con el título de Las naciones oscuras] y The Poorer Nations [editado en castellano con el título de Las naciones pobres]. Sus libros más recientes son On Cuba: Reflections on 70 Years of Revolution and Struggle [editado en castellano con el título de Sobre Cuba: 70 años de revolución y lucha], Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y (con Noam Chomsky) The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of US Power [editado en castellano con el título de La retirada: Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del poder de Estados Unidos].
Globetrotter produjo este artículo.
Texto original: https://peoplesdispatch.org/2024/11/13/the-choices-that-australia-makes/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.