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Las mujeres son clave para la respuesta humanitaria en Myanmar

Fuentes: The Diplomat

Traducido para Rebelión por Cristina Alonso

Desde el golpe de estado, las organizaciones locales de mujeres han dado un paso adelante para satisfacer la creciente necesidad de apoyo a las poblaciones desplazadas internas, la mayoría de las cuales está compuesta de menores y mujeres.

En medio de la actual crisis política y humanitaria en Myanmar, nunca se ha puesto más a prueba la resiliencia y la respuesta de las organizaciones de mujeres que en este momento.

Las mujeres del país tienen un largo legado de liderazgo en las respuestas humanitarias en Myanmar, donde la guerra civil ha estado presente durante más de 70 años. A lo largo de las generaciones, las mujeres han desempeñado un papel importante en la respuesta a las necesidades de las poblaciones desplazadas, en particular de las personas de origen étnico, que durante mucho tiempo han sido blanco de las fuerzas de seguridad del Estado.

En situaciones de crisis, se confía en las organizaciones de mujeres para garantizar la entrega de ayuda y materiales que salvan vidas. Se confía en ellas para garantizar que los materiales que se necesitan con más urgencia lleguen de forma segura a las comunidades de zonas remotas. A lo largo de décadas, estas organizaciones han logrado lo que el gobierno y las organizaciones de cooperación internacional no han podido conseguir, dada su falta de comprensión del idioma nativo y su desconocimiento de las áreas más aisladas del país.

Tras la toma del poder por parte de los militares el 1 de febrero, se ha desencadenado una serie de crisis humanitarias, económicas y de seguridad en todo Myanmar. Casi 900 personas civiles han muerto y miles siguen detenidas por resistirse al poder de la junta. Poco después del golpe, las fuerzas de la oposición comenzaron a organizarse. Las personas manifestándose en las calles empezaron a enfrentarse al despiadado ejercito birmano o Tatmadaw. La resistencia ha crecido en todo el país, y personas de todas las edades, géneros y orígenes se han unido para resistir. Al sureste, en el estado Karen, la sociedad civil está tomando las armas. Profesionales médicos, de la abogacía e incluso el profesorado han comenzado, con la ayuda de los brazos armados de las minorías étnicas de las zonas fronterizas, a entrenarse para combatir.

Sin embargo, incluso con este atisbo de esperanza, el país sólo se ha desestabilizado aún más. Mientras los llamamientos a una acción internacional más enérgica caen en saco roto, las mujeres literalmente se lanzan al fuego cruzado de los enfrentamientos armados para prestar su asistencia. También son ellas quienes se encuentran entre las personas que corren más riesgo en situación de conflicto. Aun así, en Myanmar, las mujeres a menudo se encuentran en primera línea del conflicto, respondiendo a necesidades humanitarias.

Según Radio Free Asia, más del 80% de las personas desplazadas en Myanmar son mujeres y menores. Las personas desplazadas padecen enfermedades crónicas como consecuencia de la falta de acceso al agua potable. Al huir, se les priva del acceso básico al agua potable y a los alimentos del que disponen en sus aldeas. También se han visto obligadas a suspender indefinidamente su educación y sus medios de vida. Cientos de miles de personas corren el riesgo de morir de hambre, ya que el ejército ha bloqueado los canales formales de ayuda humanitaria. Thomas Andrews, relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Myanmar, advierte de la inanición masiva y las enfermedades en la región. La población civil también corre un grave riesgo de contraer el COVID-19. El gobierno no ha respondido en absoluto a la pandemia y el conflicto no ha hecho más que agravar la crisis.

Hace tiempo que se confía en las organizaciones de derechos de la mujer que operan a nivel local por su empatía y su compromiso de prestar ayuda a las personas más vulnerables, y las cosas no han sido distintas durante este año largo y difícil. A pesar de los riesgos, las defensoras de los derechos humanos se juegan la vida para prestar una ayuda muy necesitada. En el estado Kayah, la Organización Nacional de Mujeres Karenni está trabajando para apoyar a más de 60.000 personas desplazadas internas. En el estado Karen, la Organización de Mujeres Karen sigue abogando por la ayuda transfronteriza. Sin embargo, los combates entre el ejército de Myanmar y los grupos armados han desplazado a más de 70.000 civiles solamente en el estado Karen. Las organizaciones de mujeres indígenas en varias zonas de conflicto de los estados Shan y Kachin también están trabajando para responder a través de sus redes y canales locales para apoyar a las personas desplazadas internas.

Una respuesta eficaz a la crisis humanitaria desde el punto de vista del género requiere la ayuda de la comunidad internacional. Las naciones del mundo deben actuar en consonancia con las organizaciones de mujeres lideradas localmente para lograr los mismos objetivos. También es fundamental, en este momento, que los donantes aumenten su flexibilidad y capacidad para trabajar con el liderazgo comunitario y establecer las formas más eficientes y seguras de distribuir la financiación. La ayuda transfronteriza, por ejemplo, es un canal que se está utilizando con éxito para satisfacer las necesidades de las personas que están sobre el terreno.

Las organizaciones locales precisan de inmediato acciones concretas, específicamente apoyo y financiamiento a través de las organizaciones populares de mujeres. El apoyo sobre el terreno es tan importante como el embargo de armas o las zonas de exclusión aérea. En última instancia, el consejo militar de la junta no debe ser reconocido. Las Naciones Unidas, los grupos humanitarios y los actores internacionales deben cortar con eficacia todo vínculo militar. El despiadado enfoque de gobernanza de la junta ha dado lugar al caos y a una muerte innecesaria. Pero es posible contraatacar sin estar en primera línea. Los donantes pueden trabajar a distancia con las organizaciones locales de las minorías étnicas, colaborando para garantizar que la ayuda llegue a las personas más vulnerables, se salven vidas y se haga justicia.

Maggi Quadrini trabaja en materia de derechos humanos para organizaciones de base comunitaria en varios proyectos a lo largo de la frontera entre Tailandia y Myanmar.

Fuente original en inglés: https://thediplomat.com/2021/06/women-are-key-to-the-humanitarian-response-in-myanmar/