No se trata ciertamente de una evocación de Saint Exupéry sino de algo mucho más grave y menos espiritual: el cultivo de amapolas en Afganistán. El 90% de la heroína y del opio que se consumen en el mundo proceden de ese país asiático invadido por cerca de 100 mil soldados procedentes de los EEUU […]
No se trata ciertamente de una evocación de Saint Exupéry sino de algo mucho más grave y menos espiritual: el cultivo de amapolas en Afganistán.
El 90% de la heroína y del opio que se consumen en el mundo proceden de ese país asiático invadido por cerca de 100 mil soldados procedentes de los EEUU y de otros países de la OTAN para tratar de eliminar, según datos de la CIA a unos 100 militantes Talibán. Pero lo más curioso es que ese reducido núcleo de Talibán y algunos más seguramente habían logrado reducir hasta en un 90% la producción de dichos alucinógenos antes de la intervención usamericana. Las fotos de los campos de cultivo de amapolas son de una increíble belleza pero me parece dudoso que los afganos las sigan cultivando tan solo para embellecer el paisaje. Es evidente que tales extensiones, se calculan unas 130 mil hectáreas, no pueden pasar desapercibidas ni al más distraído ni al más insensible de los observadores.
Es demasiado evidente que existe toda una estructura no ya de ocultamiento, porque sería imposible instrumentarla sino de protección por tratarse de un recurso demasiado valioso y que pareciera fundamentar en gran parte la presencia de ejércitos occidentales en aquel país. Pero raro es asombrarse cuando existen precedentes tan importantes como las dos guerras del opio inducidas contra China por el imperio británico en el siglo XIX. Entre 1839 y 1842 primero y entre 1856 y 1860 luego en que aliado con Francia terminó obligando a los chinos a tolerar la importación de opio desde la India Británica, pese a que los emperadores chinos había prohibido su consumo, desde hacía ya cuatro décadas, por los problemas sociales y de salud que esa adicción les ocasionaba.
Lo que trataban de conseguir los ingleses era equilibrar su déficit comercial con China de la que importaban, sedas, porcelanas y té destinados al consumo de los países occidentales.
Creo que más de una vez solemos comprobar que la historia se repite. También en Afganistán el Mulah Omar había prohibido, antes de la presencia estadounidense, la producción de opio. Cambian los escenarios, cambian los protagonistas, cambian las épocas pero lo que ciertamente no cambia son el afán de lucro, la ambición y la desmesura en la codicia que no repara en sacrificar millones de vidas humanas, las de los soldados, las de los simples civiles y las de los consumidores para alcanzar sus mezquinos y sórdidos intereses. De algún modo un verdadero genocidio.
Hace pocos días la emisora británica BBC difundió la noticia de que varios militares británicos y canadienses habían sido acusados de transportar heroína a Europa en vuelos militares no controlados, lo que apenas parece ser un botón de muestra del verdadero trasfondo de la situación por que el negocio de la droga, según la publicación Russian Today les reportaría a los militares usamericanos 50.000 millones de dólares anuales, dinero que constituye la savia vital que según el Director de la oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) Antonio M. Costa «garantiza la supervivencia del sistema económico usamericano y occidental en los momentos de crisis»
No creo que exista otra interpretación posible porque los campos de amapola son tan visibles y extensos que resulta imposible imaginar que no pueden ser controlados y sin esa materia prima no hay opio, ni heroína, ni algunos otros derivados medicinales. De manera que, respondo, lo «esencial» o sea la imprescindible materia prima amapola, adormidera o Papaver somníferum «no es invisible a los ojos»
Debido a sus propiedades sicotrópicas se derivan de ella el opio y la heroína, como del cáñamo de la India, otra planta asiática la marihuana y el hachis aunque de esta última se extrae una fibra cuyos usos son más aceptados como la confección de vestidos, cuerdas y papel. También en medicina la adormidera es base de la morfina y de otros hipoanalgésicos, pero es sin duda su participación en las drogas generalmente «prohibidas» lo que le otorga mayor valor a su aparente que no cierta clandestinidad.
Pero para completar el panorama afgano es imposible no mencionar que en estos días han descubierto en el norte del país un yacimiento petrolífero con reservas de hasta por lo menos 1800 millones de barriles junto a minas de oro y litio que podrían transformar al país en la Arabia Saudí del litio uno de los metales alcalinos actualmente más cotizados por su uso en baterías, pilas y otras aplicaciones de la industria energética y del que los EEUU es el principal consumidor.
Es muy probable que estos nuevos descubrimientos no desplacen la producción de drogas ilícitas para los que ya existe una infraestructura mercantil que sería difícil desmantelar pero si es también más que posible que la ocupación imperial se mantenga indefinidamente en aquellas tan lucrativas y promisorias latitudes, aunque la población afgana siga manteniéndose en un 50% bajo el nivel de pobreza y su tasa de desocupación alcance el 40%.
¡Nada de lo que allí sucede es invisible a los ojos!
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