«Por primera vez en 500 años los países sudamericanos han comenzado a integrarse en forma significativa». Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo en una entrevista en la que destacó que lo mejor que le pudo pasar a América Latina fue que la administración de George W. Bush no le prestara demasiada atención. […]
«Por primera vez en 500 años los países sudamericanos han comenzado a integrarse en forma significativa».
Noam Chomsky respondió a los lectores de BBC Mundo en una entrevista en la que destacó que lo mejor que le pudo pasar a América Latina fue que la administración de George W. Bush no le prestara demasiada atención.
Lingüista, activista, filósofo, Chomsky ha sido durante cuatro décadas uno de los más feroces críticos de la política exterior de su país.
Chomsky respondió desde la ciudad de Boston, donde enseña desde hace más de medio siglo en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussetts. La entrevista fue conducida por Dalia Ventura.
Publicaremos esta entrevista en tres partes. Esta segunda reúne sus respuestas a las inquietudes de los lectores sobre los gobiernos de izquierda en Sudamérica y su relación con EE.UU.
LOS CAMBIOS EN BOLIVIA
Usted se ha referido en el pasado en forma muy positiva a algunos cambios en América del Sur. ¿Podría darnos algunos ejemplos?
En Sudamérica se han dado cambios muy interesantes. Por primera vez en 500 años los países sudamericanos han comenzado a integrarse en forma significativa, tras haber estado separados a lo largo de su historia.
También están comenzando a encarar algunos de sus grandes problemas internos y en este sentido pienso que algunos de los cambios que se están dando son inspiradores.
Tomemos, por ejemplo, el caso de Bolivia, el país más pobre de Sudamérica, donde hay un movimiento popular que ha sido bastante espectacular, si lo comparamos con otros.
Se trata de la población más oprimida del Hemisferio, la población indígena, que ha estado luchando por años sobre asuntos muy importantes.
Hace una década lograron correr de Bolivia a la Corporación Bechtel cuando se trató de privatizar el agua, lo que significó que mucha gente no podía tener acceso a la misma. Fue una victoria sangrienta y grande. Siguieron adelante y finalmente en el 2005 entraron al campo político y eligieron a alguien de sus mismas filas, un campesino pobre, en una elección en la que se habló de temas muy serios sobre los que la gente estaba informada.
No era como en Estados Unidos, donde las campañas se conducen con base en imágenes y brillo, pero se dejan en segundo plano los problemas que hay que resolver.
En Bolivia los temas principales estaban en primer plano y venían del movimiento popular. Eran temas importantes como el control de los recursos, los derechos culturales en una sociedad multiétnica y multilingüe. Eso es democracia verdadera, que puede conducir a algo.
Claro que a las élites de la zona este del país esto no les gusta y por eso están tratando de minar el proceso, y naturalmente, EE.UU. los está apoyando.
El presidente Lula en Brasil es ahora de alguna manera el favorito de Washington, pero esto es así porque casi toda la región se ha movido tanto a la izquierda que Lula es su única esperanza. Y el de Lula es el tipo de gobierno que EE.UU. habría derrocado hace 40 años.
LA INFLUENCIA DE HUGO CHÁVEZ
Muchos lectores apuntan que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, habla mucho sobre usted. ¿Qué piensa usted de él?
Muchos de los programas que ha iniciado me parecen bastante prometedores, como las misiones (programas sociales), los esfuerzos para reducir la pobreza.
Ha impulsado los esfuerzos de integración en Sudamérica, como el Banco del Sur, o Petrocaribe. Todas estas cosas son muy positivas.
Creo que también hay grandes problemas en el país, como el alto nivel de crimen, enorme corrupción, elementos de caudillismo -la tradicional plaga latinoamericana.
Pero pienso que hay buenas señales de que puede ser una influencia positiva.
En realidad, lo que es importante no es mi opinión. Eso no importa, lo que realmente es importante es la opinión de los venezolanos y sobre eso sabemos bastante, aunque la información no se publique en EE.UU.
Cada año, la consultora chilena Latinobarómetro hace encuestas de opinión en América Latina sobre diferentes asuntos. Y desde que Chávez fue electo, Venezuela siempre ha estado en los primeros lugares junto a países como Uruguay en los temas de apoyo popular a la democracia, optimismo sobre el futuro, etc., y esto es mucho más importante que mi opinión.
OBAMA Y AMÉRICA LATINA
Otro tema que preocupa a los lectores es la relación del presidente Obama con América Latina. Elgui Palomino, de Colombia, pregunta cuál es el futuro de América Latina con Obama en el poder.
Hay un comentario frecuente en los círculos de análisis político de que George Bush no le prestó atención a América Latina y que debemos superar esto para beneficio de Latinoamérica.
Yo siento que una de las mejores cosas que le han pasado a América Latina es justamente que Bush no le prestó demasiada atención.
De hecho, esto fue bien formulado por Evo Morales. En septiembre, en el este de su país, hubo un intento bastante violento de socavar la autoridad del gobierno, muchos campesinos murieron, y Unasur, la recién creada unión de repúblicas sudamericanas que es parte de este proceso de integración, celebró una conferencia en Santiago de Chile.
Los participantes emitieron una declaración fuerte en apoyo del gobierno y criticaron la violencia y los levantamientos. Morales respondió agradeciéndoles el apoyo, pero también dijo algo interesante y correcto.
Dijo que por primera vez en 500 años América Latina está tomando el control de sus propios asuntos, sin estar bajo el control de una potencia extranjera. Y al hablar de potencia extranjera pensamos principalmente en Estados Unidos. Esto es muy importante y una señal de su importancia es que no se informó sobre el encuentro en Estados Unidos, se lo consideró una amenaza.
WASHINGTON Y CUBA
Hasta ahora, en relación con Obama, no se puede detectar ninguna posición sobre América Latina. Ha dejado sin efecto algunas de las medidas más extremas de Bush. Por ejemplo, Bush había impuesto restricciones en las relaciones con Cuba que eran muy impopulares incluso entre la comunidad de origen cubano en EE. UU. y Obama relajó esas restricciones.
Pero en cuanto al asunto crucial del embargo, es interesante que en 1962, EE.UU. era lo suficientemente poderoso para torcerle el brazo a los gobiernos de América Latina y forzar a la Organización de Estados Americanos, OEA, a aislar a Cuba. Ahora se da la situación contraria, EE.UU. está aislado dentro de la OEA.
En la última reunión hace unas semanas, EE.UU. apenas logró que se incluyeran algunas condiciones en el llamado relacionado con poner fin al embargo a Cuba.
En EE.UU. por décadas, desde que se han realizado encuestas, la mayoría de la población estadounidense está a favor de la normalización de relaciones con Cuba.
Muchos sectores económicos en EE.UU., en agricultura, industria farmacéutica, energía, también están a favor de esa normalización.
Típicamente, la población está marginalizada y no sorprende que el gobierno no esté de acuerdo con la opinión popular. En general, el gobierno tiende a seguir políticas que sean favorecidas por grandes sectores del sector corporativo, pero en el caso de Cuba esto no se da.
Es uno de los pocos casos en que el poder del Estado, que está en general determinado por las grandes empresas, toma una posición que las contradice.
Hay una especie de interés estatal en castigar a Cuba, que va más allá de los intereses usuales de ganancias y poder. Y es muy claro en qué consiste ese interés estatal. EE.UU. es un país muy libre y tenemos acceso a archivos internos y sabemos que a inicios de los 60 las administraciones de Kennedy y Lyndon Johnson estaban absolutamente furiosas porque Cuba no estaba sucumbiendo al poder de EE.UU. Esto fue descrito como una especie de insulto.
Los servicios de inteligencia identificaron el principal problema de Cuba como «el exitoso desafío a las políticas de EE.UU. durante 150 años», desde la doctrina Monroe, según la cual la intención de EE.UU. era dominar el hemisferio. Y no se podía tolerar un desafío exitoso así que el pueblo cubano «debía ser castigado».
Cuando uno ve el embargo, las medidas económicas y las guerras terroristas de aquel tiempo, estaban dirigidas explícitamente a castigar lo suficientemente al pueblo para que derrocara a su líder si lograba desafiar a EE.UU.
Es algo así como un complejo de la mafia, el Padrino no acepta desobediencia.
LA FIGURA DE CHÁVEZ EN EE.UU.
Algunos lectores como José Ávila se preguntan si debe cambiar la relación con Venezuela. Después de todo, tienen buenas relaciones en lo que más importa a EE.UU. que es el tema comercial.
Hay buenas relaciones comerciales, pero la imagen que se pinta de Chávez en EE.UU. es la de una especie de demonio imposible o monstruo. La imagen que se presenta de Chávez en la prensa es distorsionada y tendenciosa.
Les doy un ejemplo de la ciudad en la que vivo, Boston. El diario The Boston Globe, tal vez el más liberal de EE.UU., publicó la usual batería de ataques contra Chávez pero sí permitieron la publicación de una carta, corta, de un estadounidense que vive en Venezuela, en respuesta a uno de sus editoriales.
La carta decía «yo vivo aquí y las cosas no son como ustedes las describen», así que publicaron la carta, pero al lado colocaron una foto de Chávez en uniforme militar con la mano en el pecho como Mussolini.
¿Por qué hicieron esto? El objetivo es asegurarse de que el público no desvíe su atención y empiece a prestar atención a los hechos. Asegurarse de que el público crea que Chávez es un demonio que está tratando de destruirnos y al que nosotros tenemos que destruir.
Esto no es inusual, es la forma en que se suele presentar a los enemigos, pero en este caso es un ejemplo un poco extremo. Creo que ello se debe a que, al igual que en el caso de Castro, no logran encontrar la forma para librarse de él.
Después de todo, EE.UU. sí apoyó el golpe que brevemente derrocó al gobierno de Chávez hace siete años, pero esto no funcionó y entonces apoyaron una huelga para socavar a la economía y la industria petrolera. Esto tampoco funcionó, así que están buscando algo diferente.
¿Cree entonces que la relación con Venezuela cambiará o permanecerá igual?
Ciertamente me gustaría ver un cambio, pero no veo muchas señales de esto.
Podría decirse que en cierta forma es mutuamente conveniente para ambas partes mantener la relación como está.
En un sentido, pero no es sano ni bueno para ninguno de los dos países.