Un 40 por ciento de los menores son sometidos a explotación laboral y muchos de ellos ni siquiera cuentan con educación formal. Cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Más de 2,4 millones de niños de entre 5 y 17 años en Centroamérica y República Dominicana trabajan. El 40 por ciento lo hace por debajo de la edad mínima establecida por las leyes de sus países y el 43,5 por ciento no asiste a la escuela. Todo ello evidencia grandes brechas entre los niños que trabajan y los que no, ya que el 84 por ciento de los que no trabajan sí concurren a la escuela.
Esos datos surgen de los últimos análisis e informes elaborados por la Organización Mundial del Trabajo (OIT).
Guatemala tiene uno de los índices más elevados de trabajo infantil, con casi un millón de niños ocupados, seguido de Nicaragua con más de un cuarto de millón y, por último, El Salvador con 222 mil niños trabajando entre 5 y 17 años.
La incidencia del trabajo infantil en la zona es mayor a medida que aumenta la edad.
Así, en la región centroamericana, el 10,8 por ciento de los niños trabajadores tiene entre 5 y 9 años; el 43,8 por ciento entre 10 y 14 años; y el 45,5 por ciento son adolescentes entre los 15 y 17 años.
También hay mayor número de niños que de niñas trabajando y el trabajo infantil predomina en las zonas rurales.
De hecho, la mitad de la niñez trabajadora en Guatemala, Nicaragua y El Salvador está ocupada en el sector agrícola, con un promedio de 34 horas semanales trabajadas.
De los 2,4 millones de niños trabajadores en Centroamérica, aproximadamente el 80 por ciento se encuentra en lo que se denomina trabajo infantil por abolir, no sólo por la edad y por el número de horas dedicadas, sino también porque se ven afectados aspectos importantes del niño como su educación, salud y desarrollo físico y mental.
Del mismo modo que hay una clara relación entre trabajo infantil y escolaridad, también la hay entre trabajo infantil y pobreza, admiten los estudios de la OIT.
En muchas ocasiones, los padres de familia ponen a trabajar a sus hijos para que ayuden a la economía familiar y valoran más este aporte que su educación. El trabajo infantil también es más frecuente en los países con más desigualdades económicas.
En El Salvador y Guatemala, el 10 por ciento más rico de la población recibe un porcentaje del ingreso hasta 30 veces mayor que el 10 por ciento más pobre, mientras que en Nicaragua el 10 por ciento más rico absorbe un porcentaje de ingresos cerca de 70 veces mayor que los más pobres.
No es casual que en esas sociedades aumente e número de niños que se incorporan al delito y a la actividad pandillera, vías informales de contención y sobrevivencia.