Zulfikar Ahmad Bhutta, experto en salud infantil de la Universidad de Aga Khan, en esta sureña ciudad pakistaní, no está sorprendido por el último brote de sarampión, que mató a más de 300 niños y niñas. «La tragedia era previsible», dijo, señalando como causa principal la escasísima cobertura de los programas de inmunización infantil. «La […]
Zulfikar Ahmad Bhutta, experto en salud infantil de la Universidad de Aga Khan, en esta sureña ciudad pakistaní, no está sorprendido por el último brote de sarampión, que mató a más de 300 niños y niñas.
«La tragedia era previsible», dijo, señalando como causa principal la escasísima cobertura de los programas de inmunización infantil.
«La cobertura de vacunación regular de Pakistán es de alrededor de 65 por ciento, y solo algunas ciudades de (la oriental provincia de) Punjab muestran mejores resultados», señaló en una declaración de prensa el representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Pakistán, Guido Sabatinelli.
La OMS también indicó que la amplia diferencia en la cobertura de inmunización entre provincias, distritos y ciudades pakistaníes es uno de los factores del último brote de sarampión.
En 2011 hubo unos 4.000 casos de esa enfermedad, con 64 muertes. Estos aumentaron el año pasado a 14.000 contagios, con 306 fallecimientos. La zona más afectada fue la sudoriental provincia de Sindh, donde murieron 210 niños y niñas, la mitad en diciembre.
El gobierno inició el primer día de este año una vacunación masiva de niños y niñas de entre nueve meses y 10 años de edad en ocho distritos de Sindh.
Maryam Younas, portavoz de la OMS, dijo a IPS que 1,3 millones de dosis de vacuna fueron destinadas a una población de 2,9 millones de personas.
El sarampión, una infección respiratoria contagiosa causada por un virus, puede transmitirse a través de la tos o de los estornudos.
Los síntomas más comunes, explicó el médico Mohsina Noor, del Instituto Nacional de Salud Infantil, en Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, son fiebre, tos e irritación de ojos. En tres o cuatro días se desarrollan erupciones en la piel, comenzando en la cara y propagándose luego al resto del cuerpo.
El hospital infantil donde trabaja Noor recibe en promedio entre cinco y seis casos complicados cada día.
Para proteger a un niño del sarampión se necesitan dos dosis de la vacuna, disponible desde 1960. Sin embargo, la enfermedad sigue matando en todo el mundo, advierte la OMS.
En 2010, hubo 139.000 muertes por sarampión en todo el mundo, lo que equivalió a aproximadamente 380 cada día o 15 cada hora. No obstante, esto representó una caída de 74 por ciento respecto de 2000 gracias a las campañas de vacunación.
Bhutta, miembro del equipo de expertos independientes sobre salud materna e infantil de la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas, dijo a IPS que otros países de la región, como Bangladesh, Nepal e India, lograron erradicar el sarampión.
«Incluso en Afganistán no ha habido importantes brotes de sarampión en los últimos tiempos», señaló.
Pakistán, que se aproxima a los 200 millones de habitantes, es uno de los 10 países donde residen casi dos tercios de todos los niños y niñas no vacunados del mundo. Los otros nueve son Afganistán, Etiopía, India, Kenia, Mozambique, Níger, Nigeria, República Democrática del Congo y Uganda.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), uno de cada 10 niños en Pakistán muere antes de alcanzar los cinco años, la mayoría por enfermedades que pueden ser prevenidas con vacunas.
El ministro de Salud de Sindh, Sahgir Ahmed, reconoció ante IPS que la provincia tiene limitados recursos: apenas ha podido distribuir 2.448 vacunadores, esto es, solo «uno por cada centro médico, incluyendo los rurales y los de la ciudad».
La médica pediatra D.S. Akram, directora de la organización no gubernamental HELP, que trabaja en salud materna e infantil en varios distritos de Sindh, dijo a IPS que «la distribución de vacunadores es desigual», además de que «muchos son designados políticamente y no cumplen con sus deberes».
Asimismo, señaló, «casi ninguno procura alcanzar a las aldeas, pues son muy pocos y no tienen combustible ni vehículos para hacerlo».
El último brote pone en duda la afirmación oficial de que 82 por ciento de los niños y niñas menores de cinco años en Sindh están vacunados.
«Esas cifras están sobreestimadas, y la inmunización contra el sarampión llega a 50 por ciento, en el mejor de los casos», dijo Akram, quien pidió una evaluación de parte de expertos independientes.
Un estudio nacional sobre inmunización realizado en 2011, que incluyó pruebas de sangre sobre tétanos y sarampión, demostró que solo 50 o 55 por ciento de los niños y niñas pakistaníes estaban protegidos con anticuerpos suficientes.
La situación en Sindh, dijo Bhutta, se habría agravado por las altas tasas de desnutrición.
El experto citó el Estudio Nacional de Nutrición de 2011, según el cual la mitad de todos los niños y niñas menores de cinco años presentaban en las zonas rurales de Sindh durante ese periodo problemas moderados o graves de desarrollo, así como carencias de vitamina A.
Esos factores, sostuvo, pudieron haber favorecido las altas tasas de infección del sarampión.
Muchos expertos insisten desde hace tiempo en que la lucha contra el sarampión quedó rezagada luego de que se destinara la mayor parte de los recursos a la erradicación de la poliomielitis.
«No hay duda de que la erradicación de la polio es importante, pero también lo es la de otras enfermedades que afectan a la infancia», dijo Noor.