La situación de crisis permanente de Pakistán vive hoy un nuevo episodio. En las últimas semanas se venía especulando con que el generla-presidente Pervez Musharraf haría todo lo que estuviera en su mano para seguir en el poder. En realidad, según los resultados de las elecciones del pasado día seis, Musharraf debería permanecer otros cinco […]
La situación de crisis permanente de Pakistán vive hoy un nuevo episodio. En las últimas semanas se venía especulando con que el generla-presidente Pervez Musharraf haría todo lo que estuviera en su mano para seguir en el poder. En realidad, según los resultados de las elecciones del pasado día seis, Musharraf debería permanecer otros cinco años como jefe del Estado, pero una decisión del Tribunal Supremo podría cambiar todo el panorama político de un plumazo.
En septiembre varios líderes de la oposición presentaron ante el Supremo un recurso contra Musharraf para intentar paralizar la reelección del general en los comicios de octubre aduciendo que el doble cargo ostentado de presidente y general iba contra la constitución del país. En un primer momento el presidente intentó esquivar el golpe prometiendo que dejaría el Ejército, pero finalmente no lo hizo. Mientras tanto, los opositores se dedicaron a manifestarse por Islamabad y el Gobierno los reprimía a porrazos. El Supremo decidió posponer el veredicto y permitir que el general se presentara a las elecciones.
Detenciones
Y el Supremo tenía previsto hacer público su veredicto en las próximas horas que, en caso de ser contrario a Musharraf, habría puesto de patitas en la calle al presidente de un plumazo. Pero para asegurarse de que esto no va a ocurrir, el jefe del Gobierno pakistaní declara esta mañana el estado de excepción y «un nuevo orden constitucional ante el deterioro de la ley y el orden» y provoca que las decisiones tomadas en cualquier tribunal carezcan de valor. El anuncio lo ha hecho a lo grande. Según algunos ciudadanos, los paramilitares se desplegaron por las cadenas de telvisión de todo el país para que se emitiera el comunicado.
Pero el tribunal no sólo no ha dado su veredicto sino que el presidente, Iftikhar Chaudhry, ha sido puesto «bajo custodia» junto a otros ocho jueces cuando se encontraban en la sede del Supremo, donde se habían desplazado tras conocer la imposición del estado de excepción. Antes de su arresto, Chaudhry y los otros ochos magistrados declararon ilegal e inconstitucional el nuevo orden proclamado.
Al Qaeda y la oposición
En realidad la seguridad en Pakistán sí que se ha deteriorado. La poca simpatía que despierta Musharraf entre los muyahidines hizo que a finales de septiembre Bin Laden lo tachara de «demonio» y llamara a los ‘hermanos’ de Al Qaeda a declararle la guerra. Además, hace menos de un mes, su aliada en el Gobierno, Benazir Bhutto, fue víctima de un atentado que mató a 139 personas, y del que resultó ilesa.
Las voces contrarias al general no han tardado en aparecer. La propia Bhutto se ha mostrado contrariada desde Dubai donde se encontraba visitando a su familia; «Pensé que el Gobierno iba a trabajar por arreglar las instituciones y no por destruirlas». Desde el exilio en Arabia Saudí, el principal opositor a Musharraf, Nawaz Sharif se ha mostrado indignado esta mañana y ha dicho que el país «se está dirigiendo hacia la anarquía», según los medios de comunicación de la región.