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Myanmar: Silenciando la disidencia

Fuentes: BNI Multimedia Group [Imagen: Centro de Información Karen]
Traducido para Rebelión por Cristina Alonso

A pesar de la clausura de los medios de comunicación independientes, de las órdenes de detención, de la tortura, de la cárcel y de la clandestinidad o el exilio, el periodismo en Myanmar sigue desafiando a la junta militar para encontrar nuevas formas de informar, escribe Phil Thornton.

El matrimonio de la periodista Phyo y el también periodista Ko Soe Ya, está decidido a seguir publicando, a pesar del cierre forzado de su oficina por los militares birmanos, que revocaron su licencia y emitieron órdenes de arresto, obligando a la pareja a buscar la clandestinidad en lo que creían que sería un lugar seguro en la frontera.

Las lluvias del monzón amainan mientras Phyo se toma un tiempo para reflexionar sobre los acontecimientos que han cambiado su vida y la de su marido desde que los militares golpistas desmantelaron, el 1 de febrero de 2021, la incipiente infraestructura parlamentaria nacional y arrestaron a sus legisladores electos.

«Nos casamos justo un mes antes del golpe de estado. Nuestra luna de miel ha sido la primera línea de la revolución».

La Agencia de Noticias Delta (DNA, por sus siglas en inglés) tenía su sede en la ciudad de Pathein, la capital de la región del delta del Ayeyarwady, hasta que el Consejo de Administración del Estado, nombrado por los militares, canceló su licencia para publicar en noviembre de 2021 y emitió órdenes de detención contra Phyo y Soe Ya en virtud del artículo 505A del Código Penal modificado.

Soe Ya enumera el espectro diverso de noticias que el periodismo de DNA cubría antes de que el ejército les obligara a cerrar y huir.

«El delta es el cuenco de arroz del país: maíz, semillas de sésamo, cacahuetes. La pesca y la agricultura local son importantes productos de exportación para la región y la población deltaica quiere y necesita información [sobre las problemáticas locales]».

Soe Ya utilizó las noticias sobre las que informó DNA para mostrar a la Federación Internacional de Periodistas (IFJ, por sus siglas en inglés) lo importante que era para la comunidad tener acceso a información independiente.

«En nuestra región se encuentran los exóticos elefantes salvajes blancos. La caza furtiva busca su piel y sus colmillos. El número de elefantes está disminuyendo. A las personas agricultoras no les gustan los elefantes salvajes porque destruyen y se comen los cultivos. Las bandas internacionales contratan cazadores furtivos locales para matar a los elefantes. Los cazadores furtivos obtienen información de las personas agricultoras para ayudar a ubicar a los elefantes».

Soe Ya explica la importancia del mayor río de Myanmar, el poderoso Ayeyarwady que, con 2.107 kilómetros fluyendo de norte a sur y dividiendo el territorio nacional en dos, es la vía fluvial comercial más importante del país.

Se calcula que el río tiene hasta 200 especies distintas de peces, cocodrilos de agua salada y el amenazado delfín del Irrawaddy. Phyo comentó que los temas medioambientales, agrícolas y comerciales relacionados con el río Ayeyarwady eran historias importantes que cubría la Agencia de Noticias Delta.

«El dragado del río para obtener arena era local y preocupaba mucho a la población de la zona. Era una gran noticia. Las riberas del río estaban siendo destruidas. Pueblos enteros se perdían por la erosión y los cultivos quedaban destruidos por las inundaciones. La agricultura está cambiando en el delta… la maquinaria sustituye a los búfalos, los pesticidas se utilizan en lugar de los métodos tradicionales sin químicos y hay plantaciones de monocultivo en vez de diversificación de alimentos».

Soe Ya informó que la región del delta era una fuente enorme de mano de obra que emigraba a países vecinos como Tailandia.

«Durante las restricciones por COVID, muchas de estas personas trabajadoras se vieron obligadas a regresar, lo que supuso una noticia importante para nosotros, ya que muchas familias de la región dependían de los salarios del trabajo migrante».

Phyo asiente con la cabeza y añade:

«Habíamos creado una amplia red de fuentes de información. Los temas sobre los que informábamos eran de vital importancia para nuestra comunidad. Desde el golpe militar y la represión de la profesión periodística, no podemos cubrir las noticias que ahora son importantes para nuestro país».

Silenciar la Disidencia

El segundo día tras el golpe de estado, el comandante en jefe del ejército, el general Min Aung Hlaing, formó e instaló un órgano de gobierno títere llamado Consejo de Administración del Estado. Con Min Aung Hlaing como líder y ocho de los 11 miembros iniciales, oficiales en activo de alto rango militar, comenzó a atacar a los medios de comunicación independientes y a opositores al golpe: trabajadores de la sanidad, del ferrocarril y del transporte, estudiantes, servidores públicos, trabajadores de fábricas y periodistas.

En respuesta al golpe militar, las protestas en todo el país se intensificaron y aumentaron cuando la población civil salió a las calles en decenas de miles. Las imágenes de la violenta respuesta militar a las manifestaciones pacíficas, captadas por periodistas y manifestantes, se publicaron en Twitter, en las redes sociales y se mostraron en cadenas de televisión internacionales.

Para el 28 de febrero del 2021, la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos (AAPP) había documentado que al menos 30 personas habían muerto a manos de las fuerzas militares y otras 1.132 habían sido arrestadas en las protestas al golpe.

Zay Yar Myint, periodista del medio de comunicación independiente Myaelatt Athan, explicó a la IFJ cómo las protestas comenzaron a volverse siniestras el 9 de febrero, cuando los soldados y la policía empezaron a disparar munición «real» contra la ciudadanía, incluyendo granadas aturdidoras y balas de goma. Imágenes de francotiradores del ejército en torres de alta tensión, tejados y otros puntos de observación, añadieron la inquietante explicación de por qué un buen número de los manifestantes muertos tenían heridas en la cabeza.

Zay Yar Myint explicó que asistió a una protesta organizada por estudiantes el 28 de febrero en la Universidad de Pyay para «retransmitir en vivo».

«Estaba cerca de los altavoces y de la policía. Llevaba el casco y el chaleco de seguridad. El casco negro leía, en grandes letras blancas, la palabra «PRENSA». Se dispararon granadas de sonido para asustar a la gente. Yo estaba retransmitiendo en directo por Facebook«.

Ahora en el exilio y hablando con la IFJ en un lugar de la frontera con Myanmar, Zay Yar Myint describió cómo la protesta se volvió mortal.

«La policía estaba a unos cinco metros de donde yo estaba informando. Estaba cerca de la policía armada, detuve mi retransmisión para tomar unas fotos… entonces sentí un golpe en el costado de la cara y en el cuello. Me habían alcanzado con balas de goma».

Zay Yar Myint tiene una estatura superior a la media y, con su casco de prensa, destacaba entre la multitud. Si su transmisión en directo fue monitoreada por los militares, eso agrega motivo a la razón por la que fue atacado.

Zay Yar Myint abre su teléfono para mostrar a la IFJ fotos de su cara ensangrentada y otra de las balas de goma del tamaño de una uva que le llevaron al hospital. Las balas de goma, o proyectiles de impacto cinético, consideradas menos letales que otras balas, pueden causar graves daños permanentes si se alcanza a las personas en el cuello (vías respiratorias) o en los ojos. El manifestante civil que estaba junto a Zay Yar Myint recibió un impacto en el ojo, pero evitó la detención mientras la policía se acercaba.

Zay Yar Myint dijo que su novia, que trabajaba en el hospital al que acudió para recibir tratamiento, estaba conmocionada por sus heridas.

«Cuando me vio, lloró. Estaba preocupada. Sabíamos que el ejército me estaba buscando. No me atreví a volver a casa. Me fui y me escondí en la selva».

Zay Yar Myint, al igual que muchas otras personas periodistas, estaba ahora huyendo. Un sitio web pro-ejército llamado Real News, que opera desde la aplicación Telegram, publicó sus fotografías y las de su novia.

«Sacaron nuestras fotos de Facebook. También publicaron las direcciones de mi familia y de mis suegros. Me llamaron mentiroso, dijeron que informaba sobre ‘noticias falsas’ y que no era un verdadero periodista».

Zay Yar Myint dijo que hasta 30 soldados y policías fueron a la casa de su familia para detenerlos.

«Detuvieron a mi suegro y le acusaron del 505A por compartir artículos periodísticos. El ejército persiguió activamente a mi familia. Me preocupan mis amistades y parientes, pero informar es mi profesión… la gente tiene que saber lo que pasa en nuestro país… tenemos que seguir informando de las injusticias que se cometen».

Violación de Leyes

El 14 de febrero de 2021, apenas dos semanas después del golpe de estado, el Consejo de Administración del Estado, en un engaño deliberado, modificó el Código Penal y el Código de Procedimiento Penal del país para dar legalidad a los asesinatos, detenciones, encarcelamientos y torturas de las personas que se oponían al régimen.

Con las leyes en vigor modificadas, el ejército emprendió una campaña de terror contra la mayor parte de la población civil del país: miembros del Movimiento de Desobediencia Civil, artistas, poetas, actores, políticos, trabajadores de la sanidad, periodistas, dirigentes estudiantiles, servidores públicos, trabajadores, conductores de camión y personal ferroviario.

Los militares «criminalizaron», para adaptarlas a su retorcida agenda, lo que son normas internacionales aceptadas en materia de libertades: oratoria, expresión, reunión y asociación.

El Centro para el Derecho y la Democracia publicó en su sitio web que «los militares están utilizando ahora la sección 505A del Código Penal modificado esencialmente como práctica estándar para presentar cargos penales contra diversidad de personas que son consideradas un desafío a la autoridad».

Cualquier persona con un teléfono que haya compartido una foto, un artículo, una viñeta, un poema, una canción, o que haya visitado un sitio de internet y sea considerada crítica del ejército, puede ser detenida y recluida indefinidamente en un centro de interrogación.

La AAPP informa que, hasta el 8 de agosto de 2022, los militares han matado a 2.167 personas, han detenido a otras 15.064, 1.355 están cumpliendo condena, 119 personas han sido condenadas a muerte y cuatro han sido ejecutadas desde el golpe de estado de los militares el 1 de febrero de 2021.

La Red de Periodistas de Myanmar, afiliada a la IFJ, ha documentado que en los 18 meses transcurridos desde el golpe se ha arrestado a 159 periodistas, 3 han sido asesinados y 59 siguen en prisión (47 hombres y 12 mujeres). Entre los asesinados se encuentra Sai Win Aung, más conocido como A Sai K, poeta y editor del Federal News Journal y amigo íntimo de los editores de la Agencia de Noticias Delta, Phyo y Soe Ya.

Periodistas en la Clandestinidad

Como muchas personas que huyen de la persecución militar y de las amenazas de detención, los tres amigos se habían trasladado a zonas bajo la protección de una organización armada de las minorías étnicas: la Unión Nacional Karen (KNU, por sus siglas en inglés).

Phyo, A Sai K y Soe Ya fueron tres de entre las decenas de miles de personas que se refugiaron en Lay Kay Kaw, una nueva ciudad creada en 2014 y anunciada como símbolo de paz tras el acuerdo de alto el fuego alcanzado en enero de 2012 entre la KNU y el ejército de Myanmar.

La junta militar, enfadada por la aceptación, protección y defensa por parte de la KNU de las personas desplazadas karen, de manifestantes antigolpistas de la ciudad, del mundo de la política, de periodistas y estudiantes, tomó represalias convirtiendo la región en un campo de batalla.

En una entrevista con la IFJ, el jefe de asuntos exteriores de la KNU Padoh Saw Taw Nee explicó las dificultades de atender al creciente número de personas que huyen de la violencia militar en Myanmar.

«Ahora hay muchas personas recién llegadas a nuestra zona, representantes de todos los ámbitos de la vida: profesionales de la sanidad, líderes de huelga, estudiantes, activistas, policías y militares y periodistas. Han huido porque temen por sus vidas y les resultó difícil llegar hasta la frontera. Hay muchos puestos de control del ejército birmano para pasar».

La agencia de la ONU responsable de las personas refugiadas, ACNUR, informó que, desde el golpe de estado del 1 de febrero de 2021, 897.000 personas han sido desplazadas. Estas cifras elevan el número de personas desplazadas internas en Myanmar a 1.244.000.

Padoh Taw Nee comentó que los ataques a las personas karen de la zona rural han sido una estrategia a largo plazo del ejército de Myanmar para desplazar a la población civil, pero el uso de drones, helicópteros y aviones de combate ha añadido un nuevo nivel de brutalidad.

«Es aterrador en las aldeas… no hay búnkeres… no hay protección. La junta está matando a su propia gente».

A pesar de los ataques aéreos y los bombardeos, Padoh Taw Nee dijo que la Unión Nacional Karen seguirá ofreciendo ayuda, a pesar de estar escasa de recursos.

«Se trata de una crisis humanitaria internacional provocada por el golpe de estado de la junta militar. Seguiremos alimentando, ofreciendo refugio y cuidando lo mejor que podamos a estas personas sufriendo la persecución de la junta».

Padoh Taw Nee explicó que, en las regiones de las minorías étnicas, la estrategia de la junta contra la población civil consiste en utilizar primero tropas de infantería para bombardear las aldeas y desplazar a la población. Luego, cuando la KNU defiende a la gente, se utilizan drones y/o aviones espía para ubicar los lugares donde se esconden las personas desplazadas. Le siguen los ataques aéreos.

«Por nuestra experiencia en la Brigada 5 (de la KNU), cuando hay combates entre nuestros soldados y el ejército birmano, la junta militar toma represalias con ataques aéreos dirigidos a la población civil. Estas personas no son objetivos militares. Obliga a decenas de miles de personas de nuestro grupo étnico a desplazarse a las selvas y a correr riesgos para cruzar la frontera y ponerse a salvo».

La embestida aérea contra la población Karen de Lay Kay Kaw y sus alrededores comenzó de nuevo el 23 de diciembre. Mientras los jets bombardeaban la zona, el ejército atacaba disparando más de 50 proyectiles de artillería pesada.

El 23 de diciembre, los periodistas de la Agencia de Noticias Delta, Phyo y Soe Ya tomaron la decisión, por razones de seguridad, de separarse. Phyo se fue a una ciudad fronteriza tailandesa con otras mujeres preocupadas por su seguridad. Soe Ya se quedó en la zona de Lay Kay Kaw con su amigo, A Sai K, para trabajar en los reportajes sobre los combates y personas desplazadas.

El día de Navidad de 2021 llegó con fuertes descargas de artillería del ejército en Lay Kay Kaw y pueblos cercanos. Soe Ya, junto con su buen amigo A Sai K, se refugiaba en la escuela del pueblo de Htee Mae Wah Khee. El ejército birmano atacó con su artillería las aldeas de Mae Taw Talay, Hpalu Gyi, Htee Mae Wah Khee y Yathit Gu, utilizando con resultados mortales proyectiles de 60 mm, 81 mm y 120 mm.

Soe Ya informó a la IFJ que cuando «las armas grandes y pesadas empezaron a bombardear la aldea, decidimos huir al pueblo más cercano, Hpalu». En el camino, A Sai K murió por la metralla y Soe Ya recibió heridas en la cara.

El asesinato de A Sai K fue condenado en una declaración emitida en su momento por la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay. «Trabajadores de los medios de comunicación como Sai Win Aung (alias A Sai K) arriesgan su vida para mantener al público informado. Su trabajo merece ser reconocido y su seguridad protegida de acuerdo con el derecho internacional humanitario, que prohíbe los ataques a civiles».

A pesar de salir de la zona de conflicto de Lay Kay Kaw, tras sobrevivir a los bombardeos aéreos y terrestres para intentar encontrar un refugio más seguro en la frontera tailandesa, Phyo y Soe Ya iban a sufrir nuevos sinsabores.

En junio de 2022, Phyo tuvo un aborto espontáneo, que achaca al estrés de vivir en la primera línea de una zona de guerra, a la muerte de su amigo A Sai K, a los esfuerzos para evitar detención en virtud de la sección 505A, y al hecho de ser personas desplazadas viviendo en la clandestinidad sin documentos en Tailandia.

«Cada día teníamos que preocuparnos por nuestra seguridad. No había «normalidad» en nuestras vidas. Ni siquiera podíamos ir a las tiendas. La presión era enorme».

Phyo se dio cuenta de que tenía problemas cuando experimentó un dolor abdominal insoportable y una hemorragia.

«Sabía que necesitaba tratamiento, pero tenía miedo de ir al hospital sin papeles y era durante las restricciones por COVID. El hospital se negó a tratarme sin una prueba COVID, me dijeron que me hiciera la prueba y volviera al día siguiente con los resultados, si eran negativos».

Desesperada y con dolor, Phyo probó en otra clínica.

«Grité… en agonía… sangrando y pensaron que me había causado el aborto yo misma. Intenté explicarlo, pero el dolor y el hecho de no poder hablar el idioma lo hicieron difícil».

Phyo dijo que fue en ese momento cuando pensó que iba a morir y se dio cuenta de que era imposible tomar decisiones sobre el futuro.

«Sabía que tenía que concentrarme y cuidar ahora mi salud como la gran prioridad».

Finalmente, Phyo recibió el tratamiento que necesitaba para recuperarse y poder trabajar, y poder también buscar financiación para que la Agencia de Noticias Delta continuara funcionando. Phyo explica que DNA tiene 11 personas empleadas que necesitan seguir trabajando: periodistas, realizadores de vídeo, editores y administradores.

«Es difícil tomar decisiones sobre el futuro… hemos solicitado documentos legales. Pero tenemos que seguir trabajando… seguir informando… es nuestro trabajo «.

Zay Yar Myint, Phyo y Soe Ya, como mayoría de periodistas de Myanmar entrevistados por la IFJ, reconocieron que muchas noticias importantes no están recibiendo el amplio escrutinio y la cobertura que la ciudadanía espera de una prensa independiente y libre.

Periodistas con los que se habló para este artículo enumeraron el estado calamitoso de la economía, el desplome de la moneda local, el coste de la vida, el trastorno del sistema educativo, el fracaso del sector sanitario, la situación COVID, la venta de las infraestructuras del país a los amigos de los militares, la falta de acceso a las telecomunicaciones, el encarcelamiento de personas por motivos políticos y la destrucción y futura división causadas por una guerra civil que afecta a todo el territorio nacional.

Zay Yar Myint, al igual que Phyo y Soe Ya, decidió quedarse en la región, en lugar de solicitar el reasentamiento en un tercer país. Zay Yar Myint explica por qué.

«A mi edad nunca habíamos vivido esto… nunca esperábamos esta respuesta violenta… lo que han hecho los militares era inimaginable. Todo el país los odia ahora, han quedado expuestos por su brutalidad hacia la ciudadanía. La lucha por la democracia es importante. He rechazado la oportunidad de ir a otro país. Mis cualificaciones son mis escritos… seguiré utilizándolos para mantener fuerte la revolución en nuestro país… no podemos parar ahora… tenemos que seguir luchando para recuperar nuestras libertades robadas».

Phil Thornton es periodista y asesor principal de la Federación Internacional de Periodistas (IFJ) en el Sudeste Asiático. Este artículo apareció por primera vez en la IFJ.

Fuente original en inglés: https://www.bnionline.net/en/news/myanmar-silencing-dissent