Todo apunta hacia que la paz y reconciliación se enraizaron otra vez en Nepal con el histórico pacto sellado en Katmandú entre el gobierno y la oposición, después de un lustro de una desestibilizadora crisis política. El entendimiento de ocho puntos para la democratización se logró entre el primer ministro interino Girija Prasad Koirala, a […]
Todo apunta hacia que la paz y reconciliación se enraizaron otra vez en Nepal con el histórico pacto sellado en Katmandú entre el gobierno y la oposición, después de un lustro de una desestibilizadora crisis política.
El entendimiento de ocho puntos para la democratización se logró entre el primer ministro interino Girija Prasad Koirala, a nombre de la Alianza de los Siete Partidos (ASP), que dirigió la agitación antimonárquica, y el veterano líder de los insurgentes, Pushpa Kamal Dahal, alias Prachandra.
Esta constituyó la tercera oportunidad que los insurgentes sostuvieron negociaciones con la administración en los últimos cinco años, pero en el 2001 y 2003 fracasaron dado el rechazo a sus exigencias de comicios constituyentes y redacción de una nueva Carta Magna, conseguidas ahora.
El acuerdo, respaldado por la comunidad internacional, desbrozó el camino para la celebración de elecciones a la Asamblea Constituyente y disolución del Parlamento, abierto tras su cierre por el monarca en el 2002, a raíz de las demostraciones y protestas públicas de abril último.
Precisamente, el Ejército Popular de Liberación de Nepal (EPLN) alcanzó un convenio con la ASP, principales partidos opositores, en noviembre pasado para luchar por la convocatoria de elecciones a una Asamblea Constituyente en el país surasiático
Esa especie de mapa de ruta rubricado incluye la instalación de un nuevo Ejecutivo interino con la inclusión de la agrupación armada y una comisión de expertos encargada de redactar una Constitución, que plasme a Nepal como democrático, republicano y laico en lugar de monárquico.
Además, invita a la ONU a supervisar y evaluar el desarme del ejército real, confinado ahora a sus cuarteles, y de la guerrilla, así como la disolución de sus administraciones populares en la mayoría de los distritos controlados en el territorio, más de la mitad del país.
El gobierno se comprometió asimismo a suministrar ayuda económica durante la verificación del armamento en sus campamentos a los más de 10 mil combatientes del EPLN.
La organización rebelde, brazo armado del Partido Comunista de Nepal, comenzó su lucha en 1996 por establecer una República, en sustitución de la monarquía parlamentaria. Ese conflicto causó más de 13 mil muertes.
Pero la verdadera crisis política en Nepal se inició el 1 de junio del 2001, cuando en un suceso rodeado aún de misterio el príncipe heredero Dipendra presuntamente asesinó, antes de suicidarse, a 11 miembros de su familia real, incluidos sus padres, el rey Birendra y la reina Aishwarya.
A continuación ocurrió lo inesperado, el príncipe Gyanendra, tío de Dipendra y hermano del monarca fallecido, sin posibilidades algunas de sucesión, heredó el trono y en octubre del 2002 depuso el Parlamento, asumió su control y lo entregó a nuevos funcionarios reales adeptos.
El ya rey Gyanendra acaparó el 1 de febrero del 2005 el poder absoluto y destituyó al Consejo de Ministros democrático y, a partir de entonces, gobernó con manos de hierro, pese a los reclamos contrarios internos y de la comunidad internacional.
Esto, lógicamente, desató las protestas populares e incrementó la violencia armada en su contra, cuyo detonante resultó la huelga general y agitación de abril último que forzó su renuncia a favor de la democracia.
De ahí que, el nuevo pacto suscrito por el gobierno y los rebeldes contribuye a un clima de confianza mutua como primer paso para el entendimiento, paz y reconciliación en Nepal.