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Entrevista a José Luis Martín Ramos sobre Afganistán. La última revolución del siglo XX (El Viejo Topo, 2023)

«Nunca he considerado una invasión la intervención de la URSS en Afganistán»

Fuentes: Rebelión [Imagen: Paseantes por las calles de Kabul en 1979. Créditos: TASS, tomado de Peoples World]

José Luis Martín Ramos (Barcelona, 1948) es catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona. Entre sus principales publicaciones cabe citar aquí: Rojos contra Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002); La rereguarda en guerra. Catalunya, 1936-1937 (2012); El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en España (2016); Historia del PCE (2021); La Internacional Comunista y la cuestión nacional en Europa (2022). Recientemente ha publicado en El Viejo Topo, Afganistán. La última revolución del siglo XX. En este último ensayo centramos nuestra conversación.


Salvador López Arnal.- Sorprende el título de tu libro: Afganistán. La última revolución del siglo XX. ¿Qué revolución fue esa? No suele hablarse a día de hoy de la revolución afgana.

José Luis Martín Ramos.- Es un olvido interesado para muchos. El 30 de abril de 1978 el Partido Democrático Popular, comunista, tomó el poder en Afganistán; el proceso de transformación revolucionaria acabó 14 años después.

Salvador López Arnal.- ¿Desde cuándo que existe Afganistán como nación, como Estado-nación si me permites la incorrección?

José Luis Martín Ramos.- Desde el último tercio del siglo XIX, cuando se afirma un poder regional pastún, con sede en Kabul, frente a la dominación británica en la India y en el límite de los avances del Imperio Ruso en el Sur de Asia Central.

El estado afgano –que difícilmente puede considerarse estado-nación– se consolidó cuando el emir Amanulah Khan, aprovechó el fin de la Gran Guerra para conseguir emanciparse del protectorado británico y proclamar luego, en 1926, el Reino de Afganistán.

Salvador López Arnal.- Comentas que Afganistán fue un territorio olvidado por el movimiento comunista hasta después de la Segunda Guerra Mundial, que no constituyó objeto de ninguna consideración particular en los debates de la Internacional Comunista sobre la cuestión colonial, ni en el Congreso de los Pueblos de Oriente desarrollado en Bakú en septiembre de 1920, ni en los debates sobre la cuestión colonial desarrollados entre el segundo y el quinto congreso de la IC. ¿Cómo puede explicarse ese olvido?

José Luis Martín Ramos.- Más que olvido, desconocimiento. La representación exterior de Afganistán estuvo en manos británicas hasta el final de la Primera Guerra Mundial; y dentro del país no había ningún germen de movimiento revolucionario. Por otra parte, el estado soviético consideró a Amanulah Khan como un aliado nacionalista frente al imperialismo. De hecho, la primera intervención del Ejército Rojo en Afganistán se produce en 1929 para ayudar a Amanulah Khan contra el golpe contra él promovido por el Imperio Británico.

Salvador López Arnal.- ¿Qué posición mantuvo Afganistán durante la II Guerra Mundial?

José Luis Martín Ramos.- De no intervención en el conflicto, aunque un sector de la Corte y de la elite de Kabul se inclinó por el Eje, como reacción al antiguo dominador británico.

Salvador López Arnal.- ¿Cuándo y cómo se formó el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA)? ¿Fue propiamente una formación comunista?

José Luis Martín Ramos.- Lo fue desde el primer momento, por más que no lo explicite su denominación, que se inspiró en la del comunismo iraní (el partido Tudeh, partido de las masas populares).

Se formó por la fusión de diversos grupos marxistas en 1964, oficializada en congreso en enero de 1965.

Salvador López Arnal.- ¿Cómo consiguió el poder el PDPA? ¿Fue en algún momento una formación comunista al servicio de los intereses geopolíticos soviéticos?

José Luis Martín Ramos.- Mediante la insurrección de una parte del ejército, vinculada al PDPA, apoyada por los militantes del partido.

Fue una formación comunista alineada con la URSS, no al servicio de ningún interés geopolítico sino de lo que consideraban el interés de los pueblos de Afganistán.

Salvador López Arnal.- Hablas de “una división histórica” del PDPA. ¿Qué división fue esa? ¿Por qué fue importante en términos políticos e históricos?

José Luis Martín Ramos.- La división sobre los ritmos y los objetivos del proceso revolucionario, sobre si desarrollar un programa democrático popular o un programa de construcción inmediata del socialismo, sobre cuál había de ser la base social de la revolución. Temas todos ellos presentes a lo largo de la historia del marxismo revolucionario.

Tenía antecedentes en las diferentes orientaciones tácticas en los sesenta y setenta y se agravó con la toma del poder.

Salvador López Arnal.- ¿Es correcto afirmar, como tantas veces se ha hecho, que la URSS soviética invadió Afganistán como años antes interviniera en Checoslovaquia para aniquilar la Primavera de Praga? ¿Por qué intervino? ¿Pulsiones imperiales o fue otra cosa?

José Luis Martín Ramos.- Nunca lo he considerado una invasión, sí una intervención que se produjo desde el primer momento de acuerdo con una de las dos partes del PDPA.

La razón de la intervención fue el más que previsible colapso de la RDA ante la política sectaria de Amin. La intervención, que se preveía limitada en su presencia territorial y en su actividad, tuvo que ampliarse ante la debilidad del ejército afgano frente a la rebelión islamista apoyada y financiada por EEUU.

No veo pulsiones imperiales en ningún momento.


«Nunca lo he considerado una invasión, sí una intervención que se produjo desde el primer momento de acuerdo con una de las dos partes del PDPA»


Salvador López Arnal.- ¿Qué interés tenía Estados Unidos en Afganistán? ¿Desde cuándo intervino en los asuntos políticos del país?

José Luis Martín Ramos.- Aunque la CIA está presente desde los años cincuenta, el interés explícito de EEUU se produce en 1978, impulsado inicialmente por la esperanza de generar dificultades en la frontera sur de la URSS y orientar a la población musulmana de la URSS contra el estado soviético. Lo hizo ayudando a la rebelión islamista antes de que se produjera la intervención militar soviética y se mantuvo reforzada tras ella con el objetivo de arrastrar a la URSS a un conflicto de larga duración, a una “trampa para osos”, como la llamó un agente de los servicios secretos pakistaníes, intermediarios fundamentales de esa intervención.

Salvador López Arnal.- ¿Tiene sentido afirmar que la guerra en Afganistán fue también una guerra por delegación entre Estados y la URSS en el marco de la guerra fría?

José Luis Martín Ramos.- Solo por parte de EEUU. La URSS no interviene para luchar contra la influencia de EEUU, que no existía apenas en el país; EEUU sí interviene a través de la rebelión islamista para desequilibrar a la URSS.

Salvador López Arnal.- ¿Hay alguna duda a día de hoy sobre la ayuda política, económica y militar de Estados Unidos a los rebeldes islamistas con el objetivo de erosionar a la URSS?

Ninguna en absoluto.

Dedicatoria que se podía leer en la película Rambo III, estrenada en 1988: «esta película está dedicada a los bravos luchadores muyaidines de Afganistán». Créditos: fotograma de la película, en la actualidad suprimido.

Salvador López Arnal.- ¿Qué balance haces del papel político que ha tenido Babrak Karmal en la historia de Afganistán?

José Luis Martín Ramos.- Pienso que en la pugna que lo enfrentó a Taraki primero y a Amin, tenía razón. Su proyecto de revolución democrática popular era el adecuado. Otra cosa es si tuvo la firmeza y la capacidad suficiente para desarrollarlo a partir de 1980, o si los vaivenes de Gorbachov se lo permitieron.


«Su proyecto [de Babrak Karmal] de revolución democrática popular era el adecuado»


Salvador López Arnal.- ¿Por qué se retiró la Unión Soviética en tiempos de Gorbachov de Afganistán? ¿Fue una decisión correcta en tu opinión? ¿Se tenía que haber producido antes tal vez?

José Luis Martín Ramos.- Correspondió al giro de la política exterior soviética por parte de Gorbachov, de retirada del apoyo a los movimientos revolucionarios en el Tercer Mundo. Fue una decisión compleja –para mí negativa- imposible de resumir en cuatro líneas.

Salvador López Arnal.- ¿Colapsó la República Democrática tras la retirada de la URSS?

José Luis Martín Ramos.- No inmediatamente, no tras la retirada militar, que es la que ordena Gorbachov; en 1990, Yeltsin amplió la retirada a todo apoyo político, financiero y de suministros militares y a pesar de ello el colapso tardó año y medio en producirse.

Salvador López Arnal.- Te cito: “La República de Afganistán desapareció en medio del caos. Con ella acabó el proyecto de reforma revolucionaria iniciado en abril de 1978, recuperado en enero de 1980 y suspendido en espera de un proceso de transición a la paz, que nunca llegó, a partir de 1987. El futuro, en los siguientes treinta años, no volvería a ver una propuesta popular reformadora semejante, el estado afgano fue derivando hacia un estado fallido y la polarización cultural, ideológica, fue dominada finalmente por las versiones extremas del islamismo político, mientras que la narcoeconomía siguió dominando la producción para el mercado e interfiriendo en beneficio de sus mafias, y las internacionales, en todos los ámbitos de la sociedad y de la política afgana”. ¿Esa es aproximadamente la situación de Afganistán a día de hoy?

José Luis Martín Ramos.- Sin duda.

Salvador López Arnal.- Te vuelvo a citar: “La segunda conquista de Afganistán por el movimiento talibán, permitida -como mínimo- por el gobierno de EEUU y consumada el 15 de agosto de 2021…”. ¿Permitida como mínimo, alentada por el gobierno de EEUU? ¿Por qué?

José Luis Martín Ramos.- No tengo la respuesta exacta; sí la sospecha de que Biden decidió soltar el lastre de un país que nunca interesó por sí mismo a EEUU.

Salvador López Arnal.- Una pregunta inapropiada tal vez: ¿cuál es la principal aportación de tu ensayo?

José Luis Martín Ramos.- Espero que sea superar el olvido.

Salvador López Arnal.- ¿Qué sentido tuvo, si lo tuvo, aquella dura y prolongada discusión entre comunistas afganos y no-afganos en los primeros años ochenta en nuestro país (y creo también en otros países próximos)? ¿De qué discutíamos exactamente? Ser afgano era más o menos como ser estalinista, dogmático y antidemocrático.

José Luis Martín Ramos.- Esa sí fue una polémica por delegación. No se discutía de la situación afgana, que desconocíamos, sino de nuestros propios problemas y de los de la relación del comunismo europeo con la URSS.

Salvador López Arnal.- ¿A quién interesa hoy lo que sigue sucediendo allí? ¿Cuál es la situación de la mujer en estos momentos? Hace pocos días mujeres afganas han hecho un llamamiento a la “comunidad internacional” para que las liberen de la esclavitud y la tortura que están sufriendo de nuevo desde agosto de 2021.

José Luis Martín Ramos.- A casi nadie. Y esa situación -muchísimo peor que la de la mujer en Irán- no se originó en 2021, sino en la derrota de la revolución afgana en 1992. Nadie se acuerda, ni parece querer acordarse, del importante movimiento por la emancipación de la mujer que acompañó a la revolución, liderado por Anahita Ratzebad.

Anahita Ratzebad, de pie a la derecha, dirigiéndose a un grupo de activistas. Créditos: familia Ratzebad, vía X, tomado de Peoples World.

Salvador López Arnal.- ¿Sigues estudiando, sigues investigando sobre Afganistán?

José Luis Martín Ramos.- No. Intento seguir lo que está pasando, pero la información que nos llega es prácticamente nula.

Salvador López Arnal.- Muchas gracias por tu amabilidad y por tu libro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.