Antonio Guterres, el portugués secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) inauguró el debate anual de la Asamblea General afirmando que enfrentamos la cascada de crisis más grande de nuestras vidas, entre ellas la del cambio climático, la pandemia global, amenazas a la paz y los derechos humanos y crecientes brechas, mientras la solidaridad está ausente en la acción, justo cuando más la necesitamos.
Lo triste es que sus palabras no tuvieron repercusión, al menos inmediata. Llamó por una renovación del contrato social y comentó que para eso se requiere superar seis brechas. Una, la de la paz, no sólo entre países, sino dentro de ellos, y advirtió que los golpes de Estado han regresado; dos, la del clima; tres, la brecha entre ricos y pobres, y eso empieza, dijo, poniendo fin a la pandemia para todos en todas partes; cuatro, la brecha entre géneros; cinco, la de la confianza, y seis, la brecha entre generaciones.
Quizá Guterres no fue muy diplomático pero sí contundente: estoy aquí para hacer sonar la alarma: el mundo tiene que despertarse. Estamos al borde del abismo y actuando en el sentido equivocado. El mundo nunca ha estado tan amenazado… o tan dividido, dijo. Algunos representantes latinoamericanos recordaron las célebres palabras de un militar golpista boliviano: “Ayer estábamos al borde del precipicio, hoy dimos un paso al frente”.
Habló también sobre algunos de los conflictos bélicos más crudos que están sucediendo, como las guerras internas en Etiopía y Yemen; esta última es la peor de todas, ya que los enfrentamientos bélicos llevan siete años y generaron una situación humanitaria catastrófica en el país, dijo.
Guterres condenó como obsceno y como una acusación moral del estado del mundo que una mayoría más rica ya esté vacunada cuando más de 90 por ciento de los africanos siguen esperando por su primera dosis y denunció el incremento de la desconfianza, producto de promesas incumplidas, derechos violados, corrupción, y advirtió que ante “multimillonarios que se pagan un viaje de placer al espacio mientras millones padecen hambre en la Tierra… y los jóvenes no ven un futuro… los pueblos a los que servimos y representamos pueden perder fe” en sus gobiernos e instituciones.
Afirmó que una investigación reciente en 10 países registró que la mayoría de los jóvenes sufren altos niveles de ansiedad y angustia por el estado del planeta y advirtió a los mandatarios que el 60 por ciento de sus futuros votantes se sienten traicionados por sus gobiernos. Y, más conciliador ya, concluyó que la mejor manera de avanzar los intereses de sus propios ciudadanos es por avanzar los intereses en el futuro común.
Y en una de las intervenciones más esperadas, el presidente estadounidense, Joe Biden, habló por primera vez en la ONU como mandatario, y sin referirse al cuadro de situación descrito por Guterres, envió un mensaje de cooperación y multilateralismo para enfrentar la crisis sanitaria mundial, la crisis climática y el terrorismo, tratando de marcar un giro de 180 grados sobre las políticas de su predecesor Donald Trump.
Biden hizo énfasis en que Estados Unidos se está abriendo a una “nueva era de diplomacia” tras los 20 años de guerra en Afganistán, dijo que el mundo está viviendo una década decisiva y que “en lugar de continuar librando las guerras del pasado, estamos fijando nuestros ojos en desafíos como la pandemia global, abordar el cambio climático, las amenazas cibernéticas y gestionar el cambio de la dinámica del poder global”.
“El poder militar estadounidense debe ser nuestra herramienta de último recurso (…)De hecho, hoy en día, muchas de nuestras mayores preocupaciones no pueden resolverse ni abordarse con la fuerza de las armas”, dijo.
Y, sin mencionar a Rusia y China, aseguró que “no buscamos una nueva Guerra Fría o un mundo dividido”, y dijo que Washington está listo para trabajar “con cualquier nación que dé un paso al frente y busque una resolución pacífica para compartir desafíos, incluso si tenemos intensos desacuerdos en otras áreas, porque todos sufriremos las consecuencias de nuestro fracaso”.
Como cada año, el primer mandatario en hablar fue el brasileño, siguiendo una tradición que comenzó en 1947 cuando el diplomático Osvaldo Aranha abrió la primera sesión de la Asamblea General de la ONU. En este caso, el privilegio recayó lamentablemente sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien quiso vender “un Brasil diferente de aquel de que se habla en los diarios y en la televisión”, mintiendo abiertamente sobre los recursos que su gobierno destinó a la protección del medioambiente.
Bolsonaro proclamó esencialmente a su país como un milagro económico, social, político y hasta ecológico, al sugerir que 84 por ciento del Amazonas está intacto y que 66 por ciento de su territorio está cubierto de la vegetación nativa de cuando el país fue descubierto. Eso sí, afirmó que Brasil “tiene a un presidente que cree en Dios, respeta a los militares, valora la familia, es leal a su pueblo… es mucho, una base sólida, si consideramos que estábamos al borde del socialismo”.
Impunmente, dijo que “se duplicaron los recursos para fiscalización en los órganos de las agencias ambientales. Y los resultados ya comienzan a aparecer” cuando en realidad en abril el gobierno aprobó un recorte de 24% en el presupuesto ambiental para 2021 en comparación con el de 2020. También mintió sobre los datos de deforestación en la Amazonia: habló de una reducción de 32% en comparación con el mismo mes de 2020, cuando en realidad hubo un aumento de 7%, un récord desde 2012.
El presidente brasileño, también a contramano del mundo, defendió los tratamientos contra la covid-19 con medicamentos sin eficacia comprobada científicamente y también volvió a faltar a la verdad cuando dijo que durante su mandato no se registró ningún caso de corrupción, a pesar de varias investigaciones sobre corrupción de su administración, incluso en la gestión de la pandemia.
El ministro de salud de Brasil, Marcelo Queiroga, quien llegó en el mismo avión que Bolsonaro, a quien acompañó durante la reunión bilateral que mantuvo con el primer ministro británico, Boris Johnson, anunció que dio positivo por coronavirus. “Me quedaré en cuarentena en EEUU, siguiendo los protocolos de seguridad sanitaria», dijo
El presidente de China, Xi Jin ping, resaltó la necesidad de la solidaridad mundial para enfrentar la pandemia y ampliar los esfuerzos a fin de apoyar el desarrollo internacional. En un discurso por video,afirmó que es preciso hacer de las vacunas bienes públicos globales para garantizar sus acceso universal, sobre todo a los países más pobres.
En obvia respuesta a Estados Unidos, declaró que el éxito de un país no tiene que implicar el fracaso de otros, y el mundo es suficientemente grande para acomodar el desarrollo en común y el progreso de todas las naciones. y reprobando el papel que se asigna Washington como juez internacional de la democracia, Xi señaló que un mundo de paz y desarrollo debe abarcar a civilizaciones de diversas formas, y debe acomodar rutas diversas a la modernización.
“La democracia no es un derecho especial reservado a un país individual, sino un derecho que los pueblos de todos los países deben gozar, dijo tras condenar toda intervención militar externa para las llamadas transformaciones democráticas y recordó que China nunca ha invadido o atropellado a otros, ni buscado la hegemonía en el pasado, tampoco lo hará en el futuro.
Un nuevo actor en el escenario internacional este año fue el presidente peruano Pedro Castillo, quien llegó al podio con su gran sombrero emblemático y recordó que él marca la primera vez que un maestro rural ha asumido el poder como resultado de un voto por el cambio social sustentable en su país.
Aseguró que su gobierno está en contra de la exclusión y a favor de la justicia social, no sólo se trata de consolidar el imperio de la ley, sino de hacer valer los derechos del pueblo. Enfatizó, como maestro, la educación como clave para el futuro, al afirmar que un pueblo educado nunca será engañado.
En la sede de la ONU resonaban la advertencia –apocalíptica para algunos- de Guterres. Algunos representantes latinoamericanos recordaron las célebres palabras de un militar golpista boliviano: “Ayer estábamos al borde del precipicio, hoy dimos un paso al frente”.
Mirko Trudeau es miembro del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)