Japón debe hacer más para proteger la salud de los residentes y empleados afectados por el accidente nuclear de Fukushima, dijo el lunes un investigador de las Naciones Unidas. Anand Grover, enviado especial de la ONU sobre el derecho a la salud, dijo que el gobierno ha adoptado posturas excesivamente optimistas sobre el peligro de […]
Japón debe hacer más para proteger la salud de los residentes y empleados afectados por el accidente nuclear de Fukushima, dijo el lunes un investigador de las Naciones Unidas.
Anand Grover, enviado especial de la ONU sobre el derecho a la salud, dijo que el gobierno ha adoptado posturas excesivamente optimistas sobre el peligro de la radiación y ha realizado solamente limitados exámenes sanitarios tras la fusión parcial de varios reactores en la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi, causados por un sismo y un maremoto en el 2011.
Varias investigaciones, incluyendo una realizada por una comisión designada por el parlamento, criticaron al gobierno por presuntos encubrimientos y por retrasar la difusión de información, lo que hizo que las personas evacuadas de la zona quedaran innecesariamente expuestas a la radiación. Ello causó a su vez una profunda desconfianza pública en el gobierno y la industria nuclear.
Aunque recibió con agrado los presentes exámenes médicos de los residentes afectados, Grover dijo que fueron excesivamente limitados porque su único objetivo es abarcar a los dos millones de personas de Fukushima, y solamente los niños reciben exámenes de tiroides, pese a que el impacto de la radiación se extendió mucho más allá de los límites de Fukushima. Insistió en que la cobertura sanitaria debería extenderse a «todas las zonas afectadas por la radiación», abarcando casi la totalidad de la mitad nororiental de la isla de Honshu. Hasta ahora, solamente un cuarto de la población de Fukushima ha sido examinada.
Los trabajadores de muchas plantas nucleares con contratos temporales no tienen acceso a los exámenes médicos permanentes, y muchos residentes se quejaron que no han podido ver los resultados de sus propios examines sanitarios, dijo Grover.
«La amplitud de los exámenes es desgraciadamente concisa y están basados en las limitadas lecciones del accidente de Chernobyl, además de hacer caso omiso de los estudios epidemiológicos que apuntan al cáncer y otras dolencias en casos de radiación de baja intensidad», dijo Groverd. «Chernobyl no es un buen ejemplo, ya que su estudio en los tres primeros años fue censurado. Por ello no tenemos estadísticas de ese caso».