Concluyó ayer sábado la 14 conferencia cumbre del Movimiento de los Países no Alineados (Noal), celebrada en La Habana, Cuba. Esta reunión tiene especial significado por varios aspectos. Sin embargo, tal vez el punto más destacado es que demuestra que es posible impulsar otra globalización, que se finque en la solidaridad y no en el […]
Concluyó ayer sábado la 14 conferencia cumbre del Movimiento de los Países no Alineados (Noal), celebrada en La Habana, Cuba. Esta reunión tiene especial significado por varios aspectos. Sin embargo, tal vez el punto más destacado es que demuestra que es posible impulsar otra globalización, que se finque en la solidaridad y no en el capitalismo salvaje, como la que imponen actualmente Estados Unidos y las potencias occidentales.
La cumbre, que contó con la asistencia de 56 jefes de Estado o de gobierno, abordó temas de actualidad mundial y latinoamericana y finalizó con excelentes expectativas, ante los acuerdos conseguidos en «un clima de unidad y cohesión sin precedente», según señaló el canciller cubano, Felipe Pérez Roque.
Para el funcionario cubano es claro: entre los No Alineados «habrá un antes y después de esta cumbre». Pérez Roque aseguró que las coincidencias existentes entre los estados miembros del movimiento permitirán «relanzar» al Noal, venido a menos tras la caída de la Unión Soviética, a principios de los años 90.
Cabe recordar que el Movimiento de los Países no Alineados fue creado en 1956, con el objetivo de impulsar los principios de soberanía, independencia nacional, integridad territorial y autodeterminación, y la lucha contra el imperialismo, colonialismo, neocolonialismo, racismo y la ocupación y dominación extranjeras, en un contexto muy particular, caracterizado por el enfrentamiento de las dos grandes superpotencias Estados Unidos y la URSS y sus aliados.
La cumbre de Cuba mantiene esos objetivos, pero adecuados a las condiciones políticas, sociales y económicas de la actualidad. De hecho, la necesidad de inyectar vitalidad a la agrupación integrada por 118 estados en las condiciones del actual mundo unipolar resultó uno de los puntos de acuerdo unánime de la reunión.
En este sentido, los estados miembros del Noal aprobaron sendos acuerdos que contravienen el tipo de globalización impulsada desde Washington. Así, por ejemplo, la declaración final sostiene que «se deben respetar las decisiones que asuman los estados respecto del uso de la tecnología nuclear y sus políticas sobre el ciclo del combustible atómico, en referencia especial al caso iraní». Ese país está luchando para ejercer su derecho a la energía nuclear, ante la oposición de Estados Unidos y sus aliados, a pesar de que la Agencia Internacional de Energía Atómica aseguró recientemente que Irán no está desarrollando energía nuclear con fines bélicos.
Asimismo, los Noal incluyeron un acuerdo que reconoce que «no hay un modelo único de democracia y que ésta no es patrimonio de país o región alguno», en clara alusión a las pretensiones de la Casa Blanca por imponer su modelo democrático, incluso por la fuerza, como en Irak.
Además, la cumbre apoyó proyectos contra el bloqueo estadunidense a Cuba, las campañas de desprestigio hacia los gobiernos de Venezuela y Bolivia y cualquier forma de terrorismo.
Más allá de los resultados concretos de la cumbre, la reunión de los Noal otorga fuerte impulso a la solidaridad como valor fundamental en la relación entre las naciones. De esta manera, los Noal demuestran que es posible otra globalización, alejada del modelo impulsado desde Washington, que ha profundizado la criminal desigualdad entre las potencias y los países subdesarrollados, afectando así a millones de personas en todo el mundo.