En las primeras horas de la mañana del lunes 30 de enero se conoció un nuevo atentado en Pakistán que se produjo en una mezquita sunita ubicada dentro del cuartel general de la policía de la ciudad de Peshawar, en el noroeste del país a unos 190 kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán, y apenas a 12 de la frontera con Afganistán. La operación produjo cerca de 50 muertos y más de 150 cincuenta heridos, entre ellos muchos policías que se encontraban en oficinas cercanas. Se estima que al momento de la explosión la dotación de esa fuerza era de 400 hombres.
El complejo policial donde se produjo el atentado cuenta con una construcción altamente fortificada, donde también funciona un departamento antiterrorista, por lo que la ejecución de esta operación ha demostrado un importante nivel de preparación, para lo que el atacante ha debido de ser un combatiente, infiltrado en la fuerza policial, que finalmente se inmoló.
Si bien este tipo de acciones desde hace décadas son frecuentes en el país centroasiático, desde la victoria de los talibanes en el vecino Afganistán en agosto del 202, las operaciones se han incrementado más allá de que Kabul ha asegurado que no brinda ningún tipo de ayuda a sus hermanos del Teḥrīk-ī-Ṭālibān Pākistān o TTP (Movimiento de los Talibanes Pakistaníes), la organización terrorista más activa de las que operan en Pakistán en los últimos 15años.
El TTP había establecido un acuerdo de alto el fuego en noviembre del 2021 con el Gobierno del derrocado Primer Ministro Imran Khan, aunque tras el golpe institucional en abril pasado y la imposición en el cargo de Shehbaz Sharif, muy cercano a Washington, el alto el fuego comenzó a deteriorarse al punto de que tras una serie de confusas operaciones entre el ejército y los muyahidines, el TTP rompió unilateralmente las conversaciones en diciembre último mientras que Islamabad denunció que en los últimos tres meses los rigoristas habrían ejecutado más de 150 ataques.
El quiebre de dicha tregua -los mullah afganos insisten en que deben continuar las conversaciones- se produce en un momento extremadamente sensible para Islamabad, ya que el país, con más de 200 millones de habitantes enfrenta, más allá de una crisis económica, lo que está obligando a las autoridades a buscar una cuota crítica de 1.100 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) como parte de un rescate de 6.000 millones para evitar el default. Estos acuerdos se encuentran estancados desde hace meses. Además el país se enfrenta a las consecuencias del cambio climático, tras una sequía sin precedentes se produjeron inundaciones que abarcaron un tercio del país, en las que murieron casi 2.000 personas y destruyeron más de dos millones de viviendas.
Desde entonces y montados en estas crisis, las actividades de los integristas han ido en incremento, alcanzado con el atentado de este lunes su punto culminante, por lo que se espera una respuesta contundente del ejército.
Respecto al atentado contra la mezquita de Peshawar se conoció que se produjo durante la ṣalāt al-ẓuhr (oración del mediodía), con la presencia estimada de 300 personas. La explosión provocó el derrumbe de algunas paredes y el techo, que cayeron sobre los feligreses, provocando la mayor cantidad de víctimas. Hasta ahora ningún grupo se ha atribuido la responsabilidad del hecho, aunque es altamente probable que haya sido una nueva operación del TTP.
Según algunos testigos, mientras los rescatistas remueven escombros aparecen cuerpos destrozados y muchos sobrevivientes con gravísimas heridas, por lo que se cree que el número inicial de muertos irá en aumento.
Peshawar es la capital de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KP), fronteriza con Afganistán y escenario de continuos ataques wahabitas. Se encuentra gobernada por el Tehreek e Insaaf, el partido político del derrocado Imran Khan, quien sufrió un intento de asesinato en el mes de noviembre (Ver ¿Hacia dónde marcha Pakistán?) quien respecto al ataque contra la mezquita afirmó que “es imperativo que mejoremos nuestra recopilación de inteligencia y equipemos adecuadamente a nuestras fuerzas policiales para combatir la creciente amenaza de terrorismo”.
Dada su cercanía a la frontera afgana, Peshawar ha sido blanco de frecuentes ataques y atentados suicidas. El más grave se registró en marzo del año pasado cuando un shahid (atacante suicida) en una mezquita chiíta asesinó a cerca de 60 fieles, ataque que se adjudicó el Dáesh Khorassan, que también opera contra los talibanes en Afganistán.
En enero más de una docena de militantes de TTP atacaron una comisaría en KP mientras en diciembre decenas de militantes detenidos en un centro antiterrorista en el distrito de Bannu de KP, tras dominar a la guardia se hicieron con el control de las instalaciones durante más de un día (Ver: Pakistán: Un paisaje aterrador).
Un objetivo recurrente
Este tipo de ataques contra centros comunitarios, colegios o mezquitas y madrassas, en particular los pertenecientes a minorías religiosas como los chiíes, sijs o cristianos, no son una novedad en Pakistán y casi se podría afirmar que son un objetivo recurrente.
En la ciudad de Multán, en el centro-norte del país, en septiembre de 1996 unas 20 personas fueron asesinadas en un ataque a balazos contra una mezquita en el marco de la rivalidad sunita – chiíes, acción de la que siempre se ha sospechado que la policía local no estuvo ausente. En 2004 una treintena de personas murieron y otras 60 resultaron heridas en una mezquita chií en Sialkot, en la provincia oriental del Punjab, tras el estallido de un artefacto explosivo. Otras 24 personas murieron y 30 fueron heridos en febrero de 2009 tras un atentado en cercanías de la mezquita chií de Dera Ghazi Khan, en el este de Pakistán. Ese mismo año, particularmente luctuoso, siguieron produciéndose ataques contra mezquitas chiís, en marzo unas 60 murieron y otras 170 sufrieron heridas en un atentado en la región tribal de Khyber. En abril otras 30 personas murieron y 150 resultaron heridas a raíz de un ataque suicida en la provincia de Punyab. En el mes de junio hubo 40 muertos y 50 heridos en el norteño valle de Swat, donde en aquel momento el Ejército paquistaní llevaba a cabo una operación a gran escala contra los talibanes. Finalmente, en diciembre 36 personas murieron, incluidos altos mandos militares, y 45 resultaron heridas en el ataque contra una mezquita situada en la zona militar de la ciudad de Rawalpindi, próxima a Islamabad.
Durante 2010 se produjeron dos grandes ataques. El primero en mayo, cuando fueron atacados seguidores de la secta sunita ahmedi, la que con casi tres millones de seguidores en Pakistán es perseguida y discriminada desde su fundación en 1889. En el punjabi fueron masacradas por el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP) 62 personas y 86 fueron heridas en un doble asalto contra una de sus mezquitas. En noviembre 59 personas murieron en dos atentados contra mezquitas en el noroeste de Pakistán. El primer ataque ocurrió en la de Akhurwal, donde un shahid se inmoló en su interior matando a 56 fieles e hiriendo a un centenar, mientras un grupo de hombres armados atacó la mezquita en Peshawar, asesinando a tres fieles más e hiriendo a otros 24.
En agosto de 2011, en una mezquita de la región tribal de Khyber, 51 personas murieron y 115 resultaron heridas en un atentado suicida. Recién en 2016 se volvería a producir un atentado de proporciones contra una mezquita, en este caso en la región de Mohmand, donde murieron 36 personas, ocho de ellas menores de diez años, y 26 heridos. El hecho fue reivindicado por el grupo Jamaat ul Ahrar (JuA), una escisión del Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP). En marzo de 2017, 22 personas murieron y decenas resultaron heridas en un atentado con coche bomba cerca de una mezquita chií para mujeres de la localidad de Parachinar, en el noroeste pakistaní, reivindicado por JuA. Tres años después, en enero del 2020, murieron 15 personas y sufrieron heridas otra veintena en la ciudad de Quetta, capital del siempre conflictivo estado de Baluchistán. Hasta llegar a marzo del 2022, donde como ya hemos dicho murieron 56 personas y resultaron heridas cerca de 200 en la ciudad de Peshawar.
Mientras la guerra entre los integristas y el gobierno de Shehbaz Sharif se expande, Islamabad parece haber alcanzado un logro cuando el 16 de enero pasado Beijing accedió en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU -donde tiene poder de veto- a permitir que se se apliquen sanciones a Abdul Rehman Makki, emir adjunto de Lashkar-e-Taiba, (LeT) el brazo armado de Markaz Dawa-Wal-Irshad, que opera en Cachemira y ha producido importantes atentados no solo en la región en disputa entre India y Pakistán, sino también hacia el interior de la Unión India, por lo que Abdul Rehman Makki, cuñado de Muhammad Hafiz Saeed, el emir principal de Lashkar-e-Taiba, fue designado “terrorista global”.
Makki, que es el jefe del ala de asuntos políticos de la organización terrorista y estuvo como encargado de la división de relaciones exteriores del LeT y miembro de la Shura (consejo), fue clasificado como terrorista por India y los Estados Unidos. Según Nueva Delhi, habría financiado el reclutamiento de nuevos muyahidines y participando en la radicalización de los nuevos reclutas extranjeros en instalaciones secretas fuera de Pakistán, desde donde habrían partido diferentes ataques, lo que lo posiciona como terrorista global.
Las cuentas de Abdul Rehman Makki fueron congeladas y tiene prohibido viajar. Se cree que es uno de los de los ideólogos de los ataques a Mumbai de noviembre de 2011, en los que murieron 166 personas y cientos resultaron heridas, teniendo como blancos la estación terminal de trenes Chhatrapati Shivaji Terminus, los hoteles Oberoi Trident, el Taj Mahal Palace & Tower y el Leopold Café, entre otros sitios de la capital del estado de Maharashtra.
Según la inteligencia india, para la planificación de aquellos ataques Makki tuvo la colaboración de algunos cuadros del Inter-Services Intelligence (ISI) el todopoderoso y autónomo servicio de inteligencia pakistaní. Siempre está a cubierto cuando Pakistán se encuentra bajo fuego.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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