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Pakistán, cuestiones de familia

Fuentes: Rebelión

A una semana de las elecciones en Pakistán los resultados ya están claros y son nada más que lo esperado, aunque sí hubo un leve cambio casi insignificante. El próximo primer ministro será Sharif, pero no Nawaz, el hombre de los militares y el establishment, sino su hermano menor, Shehbaz Sharif. (Ver: Pakistán: un precio a pagar.)

El cambio en sí mismo no representa nada, aunque sí confirma que la política en Pakistán está controlada por tres grandes familias, los Sharif, los Bhutto, que han dado el apoyo necesario en el Parlamento para consagrar al nuevo primer ministro, y por supuesto el clan más poderoso del país, los militares, siempre sentados a la cabecera de la mesa.

Más allá de las alambicadas negociaciones para que la casta política pusiera los papeles en orden, también ha quedado claro el nuevo desfalco al que el establishment ha sometido a los 240 millones de pakistaníes al arrebatarle la victoria al partido del ex primer ministro ahora encarcelado Imran Khan, del Pakistán Tehreek-e-Insaf o PTI (Movimiento por la Justicia de Pakistán).

El resto ya es muy conocido, el partido de Khan, al ser proscrito como tal, lo hizo con candidatos independientes logrando imponerse en las urnas, pero todo estaba montado para que no suceda otra cosa que lo que ha sucedido. (Ver: Pakistán, el retorno de los viejos fantasmas).

En las próximas horas se conocerá la composición final de la cámara y los lugares a ocupar por las primeras figuras de los principales partidos que se aliaron para esta estafa, la Liga Musulmana de Pakistán (Nawaz) (PML-N) y el Partido Popular de Pakistán (PPP) de la familia Bhutto, cuyo principal candidato, Bilawal, se ubicó tercero en las elecciones del día 8 y las negociaciones con los Sharif han conseguido, como premio de consuelo, que su partido elija al presidente del Gobierno.

La elección de Shehbaz, quien fungió como primer ministro del país tras la espuria en destitución de Khan, desde abril del 2022 hasta agosto de 2023 cuando se disolvió la Asamblea Nacional para celebrar nuevas elecciones, ha sido una sorpresa algo previsible, ya que el grueso prontuario de Nawaz, que ocupó ese cargo en tres oportunidades y provocó que nunca terminase ninguno de sus mandatos por la acumulación de acusaciones de corrupción, lo que lo volvía impresentable ante la comunidad internacional. En 2018 debió abandonar el cargo tras aparecer en los Panama Paper.

La renuncia de Shehbaz de agosto pudo ser el inicio de la jugada que terminó por dejarlo en ese mismo cargo. También el ascenso de Shehbaz, de quien se sabe que tiene mejor relación con los militares desde que articularon en conjunto la destitución de Khan. Su hermano mayor disparó versiones acerca del retiro de la vida política de Nawaz, de 74 años, pero su hija y heredera política, Maryam, se apuró a desmentir por intermedio de un tuit, en el que dice: “Aquellos que conocen a Nawaz también son conscientes de que no está interesado en liderar un gobierno de coalición”.

El nuevo primer ministro se había desempeñado como ministro principal (Gobernador) de Punjab, la provincia más poblada del país, en tres oportunidades, la primera desde 1997 a 1999, por lo que tras el golpe de 1999 del general Pervez Musharraf contra su hermano, debió exiliarse en Arabia Saudita. Una vez retornado volvió al Punjab, ocupando el cargo de Ministro Principal en otras dos oportunidades (2008 a 2013 y 2013 a 2018). Fiel al estilo familiar, Shehbaz también ha recibido acusaciones de corrupción y brutalidad policial. Su padre es un importante empresario del acero y entre las acusaciones aparece la construcción de un puente al que la sabiduría popular bautizó “el puente de la miel”, ya que dicha construcción le abreviaba mucho la llegada a la casa de su amante, Aaliya Hone, después la segunda de sus cinco esposas. Se non è vero, è ben trovato.

El partido de los Sharif, la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N) controla sólo 80 bancas de las 264 del Parlamento y dice haber conseguido que otros seis partidos se hayan comprometido a darle su apoyo para alcanzar las 164 que se necesitan para formar gobierno, entre ellos el PPP con 54. El PTI, el partido de Khan, que por su parte había obtenido 180 escaños en la Asamblea Nacional y una mayoría de dos tercios en el Parlamento, mágicamente se redujo a la mitad, lo que ha sido ignorado por la Comisión Electoral de Pakistán (ECP), por lo que el actual presidente del PTI, Gohar Alí Khan (sin relación familiar con Imran), anunció que presentará los Formularios 45, las actas donde aparece el desglose de los votos, cuyo contenido fue cambiado cuando fueron volcados a los formularios 47, que son la declaración oficial de los resultados escrutados por la ECP.

A la vuelta de la esquina

Hay muchos escollos que el nuevo gobierno deberá manejar con urgencia antes de que los militantes del PTI pongan en marcha las fuertes protestas que sin duda se producirán más allá de las que ya se realizan y conviertan el país en ingobernable. Y la crisis económica, con casi un cuarenta por ciento de inflación anual, eclosione. Lo que sucederá sin duda, ya que el PML-M, no trae otras propuestas que las recetas del FMI, con la misma cantinela de siempre, ajuste, ventas de activos y endeudamiento.

A lo que hay que sumar la grave crisis de seguridad dada la actividad desbocada de los grupos terroristas como el Tehrik-i Taliban Pakistan (TTP), las tensiones provinciales, las áridas relaciones con sus vecinos (Irán, Afganistán e India) y el equilibrio que le tocará hacer entre Beijing y Washington, ambos grandes aliados estratégicos en el desarrollo de infraestructura y la industria militar. Lo que sumado a su ilegitimidad de origen, las probabilidades de que el gobierno sea arrastrado a una crisis más profunda todavía está a la vuelta de la esquina.

El mayor logro de Shehbaz Sharif, en su corto mandato anterior, fue conseguir el rescate del FMI, pero el contexto era otro, había que apaciguar a una sociedad que había presenciado cómo el líder más importante de los últimos 20 años, el peligroso Imran Khan que había roto con el Fondo poco antes de su derrocamiento, era un enemigo jurado de los Estados Unidos y marchaba a profundizar las relaciones con Rusia y China, había sido removido de su puesto por una argucia de la embajada norteamericana, los militares y varios partidos políticos como el PML-N y el PPP, además de otros factores de poder como empresarios y caudillos provinciales.

Si bien Shehbaz podrá mostrar cómo salvó al país de caer en la cesación de pagos con la negociación y firma de un nuevo acuerdo con el FMI tras reunirse con Kristalina Georgieva el último junio, todos saben que la misma soga que lo sostuvo será la que lo ahorque.

El nuevo gobierno apunta a la privatización de algunas empresas públicas como la Pakistan International Airlines (PIA), además de confiar demasiado en las buenas relaciones que los Sharif tienen con el reino saudita y el emirato de Qatar, de los que espera conseguir inversiones.

Mientras en el Parlamento se termina de sazonar el gran enjuague, miles de partidarios de Khan han salido protestar el jueves 15 en distintas ciudades del país. En todas con las mismas consignas, señalando que durante las elecciones nacionales se pagaron sobornos y se manipularon votos que han impedido que el PTI se consagre ganador.

Mientras, desde su prisión, el ex primer ministro Imran Khan ha llamado a movilizarse a nivel nacional el sábado 17 contra lo que calificó, como una “manipulación descarada” de las elecciones nacionales y volviendo a negar que se realizara algún tipo de alianza de los partidos del establishment.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.