Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
La situación en Irán sigue siendo febril aunque un general iraní afirmó el pasado miércoles [3 de enero de 2018] que las protestas en contra del gobierno habían «concluido» tras seis días de disturbios. El general de la Guardia Revolucionaria de Irán Mohammad Ali Jafari anunció que la «sedición» había terminado y elogió «la vigilancia y preparación del pueblo» que, según él, «hizo que el enemigo experimentara otro fracaso».
Pero a pesar de sus afirmaciones y de varias manifestaciones progubernamentales celebradas el pasado miércoles, los viejos problemas que desencadenaron las protestas (y las 22 personas muertas y más de 500 detenidas) significan que es probable que cualquier respiro no sea sino temporal. Varios vídeos difundidos por activistas y no verificados por Middle East Eye (MEE) parecían mostrar que la tarde del miércoles y el jueves seguían las manifestaciones en varias localidades, incluidas Isfahan, Hamedan y Kermanshah.
Desde 2013, cuando fue elegido presidente Hassan Rouhani en una plataforma de reforma, hay una profunda frustración de que no se hayan abordado con determinación la corrupción y el paro (que actualmente llega al 40 % de los jóvenes, los cuales conforman la mitad de la población), aunque sigue fluyendo el dinero a las arcas de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés) para llevar a cabo sus operaciones militares en Siria, Líbano, Gaza y Yemen. Al mismo tiempo se cree que la IRGC, que aplastó brutalmente las últimas protestas importantes de la oposición en 2009, es dueña de aproximadamente el 15 % de la economía iraní.
Este cúmulo de problemas llegó a su punto crítico cuando en un paso sin precedentes Rouhani dio a conocer algunos detalles de su próximo presupuesto. Durante mucho tiempo Rouhani y su equipo habían considerado que las reformas del mercado libre y la reducción del papel del gobierno central en la economía eran cruciales tanto para hacer que Irán fuera más competitivo como para reducir la influencia de los intereses creados y del amiguismo en el sistema iraní.
En un discurso televisado en directo el 10 de diciembre por la televisión iraní Rouhani anunció que se iban a destinar grandes cantidades de dinero a la IRGC y a otros organismos religiosos, una medida que en opinión del economista Djavad Salehi-Isfahani era un intento de enfocar la ira de sus partidarios. «Es evidente que no esperaba manifestaciones, sino que esperaba que el debate fortaleciera su poder cara a los conservadores del parlamento», declaró a Middle East Eye.
A pesar de que esta generosidad con la IRGC era un punto de discordia, había otros dos aspectos en el presupuesto que provocaron más indignación: el fin de las transferencias directas de dinero y un aumento del 50 % del precio del petróleo.
Las transferencias de dinero en efectivo, que empezaron bajo la presidencia del expresidente Mahmoud Ahmedinejad, originalmente sustituyeron parcialmente los subsidios de diferentes artículos. En Irán las recibe unos 77 millones de personas a pesar de que Rouhani ha pedido a las familias acomodadas que renuncien a ellas.
El nuevo presupuesto tiene el objetivo de recortar los pagos en unos 5.300 millones de dólares al tiempo que entrega dinero a la agencia de bienestar social del gobierno y al Comité de Asistencia del Imán Khomeini. Los dos proporcionan dinero a ciudadanos con bajos ingresos tras estudiar los casos uno a uno.
«Su presupuesto es muy malo para la clase media baja […], es lo contrario de lo que se debería hacer», explicó Salehi-Isfahani. «Si se pretende subir el precio de la energía hay que dar alguna ayuda para pagarlo a quienes tienen menos ingresos e incluso ingresos medios. El dinero que se distribuye es riqueza nacional así que la gente no espera que se le dé con condiciones o que sea gestionado por una burocracia que no es muy transparente. A la gente le humilla decir ‘soy pobre, quiero dinero’ y luego someterse a todo tipo de investigaciones. Creo que es mucho más importante que el miedo a la corrupción».
«Muerte al dictador»
El 29 de diciembre se organizó una manifestación en la ciudad conservadora de Mashhad. Pero aunque el objetivo de las protestas originales era debilitar a Rouhani, la combinación de las nuevas medidas de austeridad y un nuevo presupuesto de 11.000 millones de dolares para el ejército (un aumento del 20 %) hicieron que la chispa se convirtiera en un incendio arrasador que amenaza a todos los pilares del Estado iraní.
Algunos manifestantes limitaron sus peticiones a las reformas económicas y a gritos de «¡Pan, trabajo y libertad!», mientras que otros llamaban a la rebelión total gritando «¡Muerte al dictador¡» y «¡No queremos una República islámica!». Otros se centraron en la ayuda económica de Irán a Hamas e Hizbola gritando «¡Olvidad Gaza y Líbano, sacrificaré mi vida por Irán!», mientras que unas pocas personas expresaban su apoyo a la monarquía Pahlavi, derrocada en 1979 y que actualmente vive en el exilio.
Agravios fraguados a lo largo del tiempo fueron saliendo a la luz a medida que las protestas se extendían a zonas del país habitadas por un mosaico de etnias y grupos religiosos diferentes reprimidos durante mucho tiempo bajo el control de la República islámica.
Miles de personas tomaron las calles en la ciudad de Ahwaz , en la provincia de Khuzestan, que a consecuencia de las políticas energéticas del gobierno se ha convertido en la ciudad más contaminada del mundo. Las zonas rurales de Irán, que han conocido un fuerte aumento de la pobreza desde que Rouhani llegó al poder, fueron los focos de protesta más fuertes (en contraste con el habitual epicentro de Teherán).
Los sindicatos, que están fuertemente restringidos en Irán, también expresaron su apoyo a las manifestaciones. El impago de salarios, a veces durante meses, ha sido uno de los problemas principales del país y las protestas contra este problema ha menudo han provocado detenciones, disparos y la brutalidad de las fuerzas de seguridad.
La actual huelga en la refinería de azúcar de Haft Tapeh debido a que sus trabajadores llevan meses sin cobrar sus salarios tras la privatización de la empresa, ha sido uno de los focos de descontento que ofrece un telón de fondo a las manifestaciones de la semana pasada.
En la ciudad de Kermanshah, con una mayoría étnica kurda, hubo varias manifestaciones mientras que grupos armados vinculados al Partido Democrático del Kurdistán Iraní (PDKI, por sus siglas en inglés) reivindicaban el asesinato de al menos tres miembros de la IRGC en la ciudad fronteriza de Piranshar. «Quienes afirman que las manifestaciones son el resultado de una lucha de poder dentro del régimen lo hacen para tratar de deslegitimizar o minimizar las reivindicaciones de los manifestantes con el fin de ocultar la realidad de Irán. La gente quiere un cambio de régimen y las protestas son la expresión pública de esta realidad», afirmó Loghman Ahmedi, jefe de relaciones internacionales del PDKI, en declaraciones a MEE. «La comunidad internacional también debería darse cuenta de que reforma en Irán significa preservar y perpetuar este régimen opresivo y, por consiguiente, debería apoyar moral, política y materialmente la lucha por la libertad y la democracia en Irán».
Entre quienes respondieron alborozados a las protestas están los partidarios del Mujahideen e-Khalq (MEK), un movimiento de oposición iraní de larga data que actualmente tiene su base en Albania tras haberse refugiado durante años en Iraq (lo que suscitó la ira de muchos iraníes). La líder del MEK o, más especialmente de su grupo principal, el Consejo Nacional de Resistencia de Irán), Maryam Rajavi, se apresuró a elogiar las manifestaciones y pidió el derrocamiento de la República islámica. «Los manifestantes tienen las manos vacías, pero Khamenei les teme, a ellos y a su generación, porque están decididos a no parar hasta derrocar a los mulás», tweeteó el miércoles.
Grupos afiliados al MEK, que originalmente fue un grupo islamo-marxista antimonárquico en la década de 1960, pero huyó de Irán en la de 1980, organizaron muchas manifestaciones ante las embajadas de Irán en Europa.
Los partidarios del MEK también han tenido una presencia importante en las redes sociales y han difundido muchos vídeos e imágenes de las protestas en Irán ayudados por los conocimientos de inglés de sus activistas.
Pero aunque el MEK fue quien alertó al mundo de la existencia del programa nuclear de Irán, también se le ha criticado por ofrecer una información menos creíble y por los métodos de adoctrinamiento utilizados en la organización, que algunos exmiembros han descrito como lavado de cerebro.
El MEK estuvo incluido en la lista de organizaciones terroristas [elaborada por Estados Unidos] entre 1997 y 2012, y el Departamento de Estado afirmó en una declaración en al que se notificaba que lo sacaba de la lista: «El Departamento de Estado no pasa por alto ni perdona los pasados actos de terrorismo del MEK [… ]. El Departamento está seriamente preocupado por el MEK como organización, en particular respecto a las acusaciones de abusos cometidos contra sus propios miembros».
Holly Dagres, la responsable del informativo The Iranist, previno acerca de permitir que grupos como el MEK o los depuestos Pahlavi establecieran el relato de las protestas en el extranjero y señaló que ambos grupos tenían poco apoyo dentro de Irán. «Aunque son diferentes […], ambos defienden lo mismo, el cambio de régimen», explicó. «Las protestas actuales no son diferentes y se ve por lo que publican en los medios sociales y sus intentos de dirigir las manifestaciones en Washington, en lo que denominan ‘Solidaridad con los manifestantes iraníes'».
Un sistema «a prueba de golpes»
Mientras quienes llevan largo tiempo en la oposición estaban ansiosos por aclamar las manifestaciones como el principio de un nuevo levantamiento para derrocar la República islámica, otros han sido cautelosos a la hora de sobrestimar el significado de lo ocurrido la semana pasada en la que ha habido tanto manifestaciones de apoyo al gobierno como una notable falta de implicación de las grandes cantidades de personas que participaron en las manifestaciones de 2009. En aquellas manifestaciones los manifestantes se centraron en una queja específica (el supuesto fraude electoral a favor de Ahmedinejad) y tenían unos líderes diferenciados y visibles, como Mir Hossein Musavi.
La falta de interés, particularmente en la capital, hace mucho más fácil que se imponga la represión en caso necesario, afirmó Dagres, y advirtió que el sistema en Irán era casi «a prueba de golpes» y que utilizarían lo que fuera necesario para permanecer en el poder. «El gobierno iraní es muy consciente de que la comunidad internacional está observando las protestas. Dicho esto, la cantidad de manifestantes en las calles no era muy grande», declaró a MEE. «Imagino que dependen de ralentizar los teléfonos móviles e internet para impedir que se comparta la información, que es la razón de que el tamaño de las manifestaciones haya fluctuado la semana pasada. Si no funciona, finalmente pasarán a la ofensiva».
Aunque el parlamento de Irán es capaz de bloquear la propuesta de Rouhani de subir el precio del carburante, Djavad Salehi-Isfahani advirtió que ahora se necesitaría un estímulo económico serio por parte de Rouhani si este quería evitar que Irán se desestabilizara aún más. «Pasar del populismo a la globalización es un cambio peligroso y debería haber sido mucho más lento», explicó.
Fuente: http://www.middleeasteye.net/news/bread-jobs-and-freedom-set-agenda-iran-protests-continue-927546731
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