Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín
El 1º de septiembre en la ciudad de Beslam en Osetia del Norte, fue secuestrada una escuela por un grupo de guerrilleros. Cientos de escolares, decenas de profesores y de padres de los niños han sido hechos rehenes. El 31 de agosto junto a la entrada a la estación de metro Rizhskaya de Moscú, se produjo una explosión que provocó la muerte de varios transeúntes y decenas de heridos hospitalizados. El 24 de agosto fueron derribados dos aviones rusos de pasajeros TU-154 y TU-134, a los que habían colocado cargas explosivas. El 24 de agosto en la parada de autobuses de la línea 742, frente a un bloque de viviendas de la Avda. Kaschirsky de Moscú hizo explosión otro artefacto explosivo, provocando heridas de metralla a varias personas. En rueda de prensa, el primer vicepresidente del CC del PCFR, Ivan Mielnikov, expresa su punto de vista ante esta nueva escalada terrorista.
Ni que decir tiene que lo principal ahora es hacer todo lo posible para salvaguardar la vida de los escolares, profesores y padres. Al mismo tiempo es inevitable pararnos a reflexionar sobre lo fundamental: los motivos de los atentados terroristas que se han producido. Y las causas, principalmente a mi modo de ver, no están en el «terrorismo internacional», que desde hace tiempo sirve de eterno pretexto y cómodo argumento para justificar la incapacidad de muchos políticos y militares. Las causas son mucho más serias y profundas; las raíces del problema se encuentran ante todo en el interior de nuestro país. De un país, que hace poco más de diez años se consideraba uno de los más seguros del mundo. Hoy en día los ciudadanos rusos se sienten completamente indefensos, mientras Rusia se encuentra en la lista negra de los países con mayor índice de criminalidad.
La ruina en la economía, la carga acumulada de problemas sociales, el desempleo, la pobreza, la interminable y poco meditada reforma de los servicios de seguridad, los conflictos desatados entre nuestras distintas nacionalidades, los errores que se han cometido en Chechenia, el debilitamiento de los lazos culturales entre los pueblos de Rusia, es aquí donde hay que buscar las causas de situaciones excepcionales que se están produciendo.
Son precisamente los actuales gobernantes los que han engendrado todos estos problemas, y los que como ha quedado más que demostrado son ahora incapaces de hacerles frente. Al parecer y precisamente por eso, la única conclusión que extrajo el presidente Putin del derribo de los dos aviones de pasajeros, es que se confirmaba la conexión de los terroristas chechenos con el terrorismo internacional. Pienso que es poco probable, que la gente que no se muestra indiferente ante este cúmulo de catástrofes y desgracias nacionales, se vaya a consolar con ese tipo de conclusiones de orden geopolítico. Sobretodo si tenemos en cuenta, que detrás de esas declaraciones, se advierte por un lado, el deseo de cargar toda la culpa sobre el terrorismo mundial e inculcar a los ciudadanos el que se tienen que acostumbrar a que los atentados terroristas entren en nuestras vidas como algo cotidiano, propio de los «países civilizados», y por otro el deseo de huir de sus propias responsabilidades ante lo que está ocurriendo. Al mismo tiempo, no podemos dejar de dirigir nuestra atención al hecho de que ni la enorme China, ni la pequeña Cuba, ni los países escandinavos, ni los países del este de Europa, ni siquiera nuestros vecinos Ucrania y Bielorrusia, sufren este tipo de problemas. Cada uno de estos países tiene su propia receta: ya sea un alto nivel de vida, ya sea un buen sistema de seguridad, ya sea una meditada política exterior y nacional. Mientras, Rusia se encuentra con enormes complicaciones en cada una de estas cuestiones.
Por desgracia, nuestra sociedad no advierte de momento en esta concatenación de explosiones, toma de rehenes y muertes terribles, la responsabilidad del poder y del presidente en funciones. Por muy paradójico que resulte, este tipo de sucesos extraordinarios, lamentablemente, sirven para fortalecer las posiciones del gobierno: en una situación de terror y pánico, la sociedad pierde su capacidad para el análisis crítico. Pese a todo, es precisamente este análisis crítico el que nos permite ver más allá de todos estos acontecimientos externos el hecho, de que los actuales gobernantes del país se evaden de resolver los profundos problemas sociales, y hacen dejación de responsabilidad en lo que a garantizar la seguridad se refiere, preocupados únicamente como están en acabar con la oposición y mantenerse en el poder.
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