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¿Qué es China?

Fuentes: Rebelión

China se ha instalado, conjuntamente con EEUU, como una de las dos potencias más importantes del mundo, por lo que resulta de alto interés caracterizar su sistema económico, social y político, dado que su ya significativa influencia en los demás países previsiblemente no dejará de acrecentarse y, por lo tanto, es algo que nos concierne a todos.

La “Reforma económica”

Luego de ganar la guerra civil y acceder al gobierno en 1949, el Partido Comunista de China (PCCH) intentó un desarrollo económico basado en la estatización generalizada de la economía y la colectivización del sector agropecuario, con importante ayuda de la Unión Soviética hasta 1956, cuando las relaciones entre ambos países se deterioraron por causas que no vamos a analizar aquí. Luego de eso China quedó considerablemente aislada del mundo y trató de impulsar un desarrollo en forma autárquica, por sus propios medios, pero con resultados negativos, por lo que luego de la muerte del histórico líder Mao Zedong en 1976 y con Deng Xiaoping en el gobierno, en diciembre de 1978 se toma la trascendental decisión de abrirse al mundo e implementar la denominada “Reforma Económica”.

El historiador Ken Hammond, especializado en Asia Oriental, señala que: “Para 1976, año de la muerte de Mao, China era aún un país muy pobre, atrasado tecnológicamente, con una economía básicamente agraria, y con el 80% de su población bajo la línea de pobreza, sobreviviendo con una precaria economía de mantenimiento (arroz y papa). (1)

El líder Deng Xiaoping, cuando hizo la justificación del cambio de rumbo que significaba la “Reforma Económica”, entre otras cosas señaló que “la pobreza no es socialismo”.

El gobierno chino decidió, básicamente, lo siguiente: atraer inversiones extranjeras en las denominadas “zonas especiales”, ubicadas en la costa sureste, imponiendo la condición de que se crearan empresas mixtas donde el Estado (nacional o de provincias) tuviera el 51 % de las acciones y que las empresas extranjeras transfirieran tecnologías; se cambió el régimen agrario de colectivización comunal por un sistema mixto de cooperativas y explotaciones privadas familiares e individuales y, como la tierra en China es propiedad del Estado, este la da en concesión; la distribución de bienes y servicios se produciría en el “mercado socialista”; la economía se desarrollaría en el marco de una planificación estatal quinquenal (característica de gran importancia).

Según el citado profesor Ken Hammond: “La economía de China hoy en día es un híbrido de empresas estatales y otras empresas de propiedad colectiva, que van desde grandes entidades nacionales hasta fábricas o talleres a nivel de región o municipio (alrededor del 45 por ciento de la propiedad de los activos), y un sector privado que incluye tanto empresas nacionales como internacionales (alrededor del 35 por ciento de la propiedad de los activos). Otro 20 por ciento de las empresas se ubica en una zona intermedia, con una combinación de propiedad pública y privada.” Y agrega que: “Las empresas estatales, tanto a nivel central como local, forman el núcleo de la economía productiva y la infraestructura, predominan también en la banca y las finanzas, y son la principal fuente de ingresos del gobierno.” (1)

En cuanto a los resultados producidos por la política de la “Reforma Económica”, Enrique Fanjul, Profesor del Máster de Relaciones Internacionales de la universidad San Pablo, afirma que: “Desde que se abordó la política de reforma, el PCCH lidera un gran proceso de transformación económica que ha producido una mejora espectacular en las condiciones de vida de la población, así como una notable liberalización en el marco de sus libertades personales.” Agregando que: “En diversos aspectos de la política económica se percibe una actuación de las autoridades que buscan empujar este cambio estructural: aumentos del salario mínimo, subvenciones al consumo de una serie de productos en las zonas rurales, progresiva extensión de los sistemas de Seguridad Social, etcétera.” (2)

Desde 1978 hasta el 2020, el PBI de China se multiplicó por 86, algo sin precedentes en el mundo. China ha pasado a ser la mayor economía mundial, si se mide en términos de PPA (paridad de poder adquisitivo).

Hay que destacar el excepcional logro de que en China, país de 1.400 millones de habitantes, se erradicó la pobreza, sacando de esa condición a 800 millones de personas desde 1979, año de comienzo de la “Reforma Económica”, hecho considerado como uno de los más significativos en la historia de la civilización a nivel mundial.

¿Entonces qué es China?

Es común que, por ignorancia o por mala fe, se denomine “comunista” a cualquier país dirigido por un partido comunista, o que tenga una importante intervención del Estado en la economía, o simplemente que aplique medidas de contenido social.

El concepto de sociedad comunista, elaborado por Marx, sería una sociedad donde previamente el capitalismo haya desarrollado las fuerzas productivas y la globalización de la economía a un nivel tal que, por un lado, sea ínfima la necesidad de trabajo humano y, por otro lado, los estados nacionales hayan desaparecido o hayan sido subsumidos por el sistema económico mundial. Entonces, el sistema estaría maduro para que la propiedad de los medios de producción y circulación de bienes y servicios en lugar de estar en manos de una ínfima cantidad de capitalistas, sea socializada, o sea pase a manos del conjunto de la sociedad y sea autogestionada por ella mediante sofisticados sistemas de democracia participativa. Por otro lado, habrían desparecido los Estados nacionales y la población mundial autogestionaría su propia organización.

Está claro entonces que el comunismo, así concebido, no ha existido nunca y que estamos lejos aún de llegar a las condiciones objetivas de desarrollo que lo permitan, aunque la realidad indique que se evoluciona hacia ellas.

Lo que ha existido hasta ahora es una etapa de transición entre el capitalismo y el comunismo, iniciada con la revolución soviética en Rusia en 1917, que podría concluir en el sistema económico social comunista, en un tiempo indeterminado, pero seguramente muy largo comparado con la vida del ser humano. Es a lo que llamamos “etapa socialista”.

Por otro lado, esta etapa socialista no empezó en los países más desarrollados del capitalismo, sino en países atrasados, debido a que, como lo analizó Lenin, es donde las contradicciones del capitalismo son más agudas. El socialismo en esos países ha debido lidiar con condiciones extremadamente exigentes, ya que se debe construir un sistema económico social alternativo al capitalismo, desarrollar la economía desde niveles de gran atraso, sacar a la población de la pobreza y enfrentar la hostilidad de los países capitalistas dominantes. La consecuencia es que se han desarrollado experiencias de construcción socialista muy diversas, según las condiciones concretas de cada país, resultando la de China la más exitosa hasta ahora.

El hecho de que en China coexista un sector estatal, aun cuando hegemónico, con propiedad privada, minoritaria pero significativa, lo cual produce la persistencia de clases sociales, lleva a que haya debate sobre si eso es socialismo, capitalismo, o algo mixto.

Al respecto, Li Bingyan, miembro de la Escuela Central del Partido Comunista de la provincia de Jiangsu de China, dice lo siguiente: “China no ha experimentado el estadio de gran desarrollo posible en el capitalismo, el grado de abundancia de medios de producción no ha alcanzado el requerido para la eliminación de la propiedad privada, por lo que tomará aun un largo proceso de la historia de China para eliminar totalmente la propiedad privada. Como dijo Marx, <La abolición total de la propiedad privada sólo es posible después de que se haya creado gran abundancia de medios de producción>”. Y agrega: “Adherir a la dirección realista de la reforma, es enfatizar el papel central del gobierno de regular la economía bajo la premisa del rol del mercado en la asignación de recursos, adherir a la posición dominante de la propiedad pública y prestar atención a la equidad social y la justicia.” (3)

Sobre estos asuntos, en una discusión sobre el desarrollo de las políticas de la Reforma, en noviembre de 2013, Xi Jinping, presidente de China y Secretario General del PCCH, expuso la posición del partido: “En 1992, el XIV Congreso Nacional del Partido estipuló que la reforma económica de China tenía como objetivo establecer una economía socialista, permitiendo que el mercado desempeñara un papel en la asignación de recursos bajo un macro-control estatal”… “….Debemos consolidar y desarrollar inquebrantablemente la economía pública, persistir en el papel de liderazgo de la propiedad pública, dar mayor importancia al papel de la economía estatal y aumentar incesantemente su vitalidad, levantando su poder y fuerza.” (1)

Respecto de la existencia de clases sociales en China, es importante el siguiente razonamiento del profesor Ken Hammond: “Bajo las políticas de reforma, China ahora tiene capitalistas, pero no tiene una clase capitalista que pueda controlar el estado y moldearlo según sus propios intereses.” (1)

En todo caso, el PCCH, que gobierna el país, afirma que allí se está construyendo la “vía china al socialismo”. Además, el PCCH se ha fijado como meta para el año 2049, cuando se cumpla el centésimo aniversario de la llegada del partido al gobierno, haber construido “una sociedad socialista altamente desarrollada”. Hay razones para confiar que lo logren, si se considera que hasta aquí han conseguido concretar todas las ambiciosas metas que se han fijado.

¿Puede ser China imperialista?

En una entrevista, el historiador indio Vijay Prashad, Director del Instituto Tricontinental y autor de 25 libros sobre el continente asiático, dijo lo siguiente: “…imperialismo es el sistema económico que está basado en la utilización de fuerzas extra-económicas para conseguir ventajas para sus propias empresas.” (4)

En ese sentido, es importante observar que la historia muestra que China, a lo largo de su milenaria civilización, ni en la época imperial ni en la etapa iniciada en 1949, no ha recurrido a la fuerza militar para agredir, invadir o forzar a otros países a someterse a sus intereses. En los tiempos imperiales, la Gran Muralla china fue construida como defensa ante los ataques de los nómades mongoles y, en la época actual, China desarrolla fuerzas armadas con declarado objetivo defensivo. Solo hubo un suceso bélico en 1979 donde China atacó a Vietnam, como respuesta china a la invasión previa de Vietnam a Camboya, aliada de China para entonces.

EEUU, mediante medios de comunicación del campo capitalista alineados con sus intereses, difunde la acusación de que la actual creciente actividad de China como financista en el exterior, mayormente de proyectos de infraestructura, la también creciente radicación de empresas chinas en el exterior, mayormente estatales, y el mega proyecto internacional chino denominado “Nueva Ruta de la Seda”, expresarían el riesgo de un imperialismo chino. Aquí se podría aplicar un conocido dicho popular: “el ladrón juzga a los demás según su propia condición”…

En la ya mencionada entrevista, el historiador indio Vijay Prashad dijo lo siguiente: “Los chinos en el comercio internacional han tomado una posición: este comercio nos ha beneficiado, tenemos enormes excedentes y ahora reciclaremos el excedente construyendo redes de transporte (Nuevas Rutas de la Seda). Esto es mucho más productivo que el modelo occidental.” (4)

En realidad, EEUU está lanzado a una ofensiva económica, diplomática y propagandista contra China y a obligar a sus aliados europeos y asiáticos a sumarse, debido a que se resiste a perder la hegemonía mundial que ha tenido desde la segunda guerra mundial en adelante, ya que observa como China comienza a superarlo en economía, ciencia y tecnología y condiciones sociales para el pueblo. Además, China logra que se utilice cada vez más el yuan, en lugar del dólar, como moneda para sus crecientes transacciones internacionales, lo cual es una gran amenaza para los EEU, que han tenido desde los acuerdos de Bretton Woods en 1944, la extraordinaria ventaja de imprimir dólares como moneda mundial, lo que les ha permitido tener sistemáticamente grandes déficits fiscales y comerciales, cubiertos básicamente mediante emisión monetaria, haciéndole pagar así al resto del mundo esos déficits.

Pero además, asunto muy importante, China, al contrario que EEUU y sus aliados europeos y asiáticos, no interviene en los asuntos internos ni en la política exterior de los países con los que sostiene relaciones económicas, ni condiciona los acuerdos económicos a que los países adapten sus políticas a los intereses chinos, lo cual explica en gran parte el acelerado aumento de las relaciones de China con cada vez más países del mundo, en particular con los países subdesarrollados.

A China le ha ido muy bien con esas políticas respecto a sus relaciones con los demás países y manifiesta su interés en continuar por esa vía: Ante el XIX Congreso del PCCh de 2017, Xi Jinping aseguró “No importa a qué etapa de desarrollo llegue, China nunca buscará la hegemonía”. (5)

En cuanto a las crecientes relaciones económicas entre China y nuestra América Latina, el economista, nacido en Francia, Enrique Dussel Peters, profesor de economía en la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinador del Centro de Estudios China-México en esa universidad, analizando el importante rol del sector estatal en las relaciones económicas de China con los países de América Latina y el Caribe, dice lo siguiente: “China desde esta perspectiva, es cualitativa y cuantitativamente diferente a cualquier otra de las mayores economías del mundo; en el caso de las inversiones directas en el extranjero de China, ninguno de los 25 principales países con inversiones directas en el extranjero tiene instrumentos institucionales similares para orientarlas y canalizarlas; por otra parte, las inversiones directas públicas (es decir estatales) en el extranjero no representan más de 5% en cualquiera de esos 25 países, mientras que en el caso de China alcanzan el 86,89%.” (6)

Efectivamente, no es lo mismo para, por ejemplo un país latinoamericano, tratar con empresas privadas extranjeras, que solo buscan su máximo beneficio independientemente de los intereses de los países donde se radican, que tratar con el Estado chino, con quien se pueden hacer acuerdos marco que contemplen los intereses de ambos países. Depende de los gobiernos latinoamericanos lograr que tales acuerdos sean beneficiosos, aprovechando que China no recurre a injerencias ni amenazas de ningún tipo para defender sus intereses.

La conducción política de China

Contrariamente a lo que comúnmente se cree, China no tiene un sistema político de partido único, ya que desde 1949 hay nueve partidos políticos, aunque es clara la hegemonía y conducción del PCCH, el partido ampliamente mayoritario, lo cual es explícitamente aceptado por los demás partidos.

El PCCH es el mayor partido comunista del mundo, con más de noventa millones de afiliados, cuyos miembros tienen que trabajar voluntariamente en el seno del pueblo ya que, como parte muy importante de la ideología marxista en la que se forman, se destacan las elaboraciones teóricas de su líder histórico Mao Zedong, en cuanto a la acción política que deben seguir los comunistas, denominadas “Línea de Masas”. Reproducimos a continuación algunos de sus conceptos:  

“El pueblo, y sólo el pueblo, es la fuerza motriz que hace la historia mundial.” “Es necesario enseñar a cada camarada a amar a las masas populares y escucharlas atentamente; a identificarse con las masas dondequiera que se encuentre y, en lugar de situarse por encima, sumergirse en ellas; a despertar a las masas y elevar su conciencia política de acuerdo con su nivel del momento, y ayudarlas, ciñéndose al principio de plena voluntariedad, a organizarse gradualmente y a desplegar paso a paso todas las luchas necesarias que permitan las condiciones internas y externas en un tiempo y lugar determinados.” (7)

El evidente hecho de que el PCCH tiene una amplia legitimidad en el seno de la población china, debe tener mucho que ver con que sus militantes trabajan en el seno del pueblo tratando de seguir esos principios, aparte, claro está, de ver que se benefician con el gran desarrollo económico, la modernización del país y el permanente mejoramiento de las condiciones de vida, logrados bajo la conducción del partido.

Como dicen sus dirigentes comunistas, China está intentando construir el socialismo con las particulares características de ese país.

Notas:

(1) http://www.gracus.com.ar/2021/04/14/china-socialismo-o-capitalismo/

(2) https://www.politicaexterior.com/articulo/hacia-un-nuevo-modelo-de-crecimiento-chino/

(3) https://www.tesis11.org.ar/la-profundizacion-de-la-reforma-y-la-globalizacion-del-socialismo/

(4) https://publicogt.com/2020/05/24/intelectual-indio-habla-sin-pelos-en-la-lengua-acerca-del-modelo-chino/

(5) https://nuso.org/articulo/xi-deng-mao-china-comunismo-apertura-economia/

(6) https://nuso.org/articulo/la-omnipresencia-del-sector-publico-de-china-y-su-relacion-con-america-latina-y-el-caribe/

(7) https://www.tesis11.org.ar/china-el-socialismo-y-la-linea-de-masas/

Carlos Mendoza, ingeniero, escritor, especializado en temas de política y economía política. En el 2014, invitado por la Academia de Ciencias Sociales de China, participó en dos foros internacionales sobre “Socialismo”, en Beijing, y “Línea de Masas”, en Xiangtan.