Traducido para Rebelión por Felisa Sastre
Probablemente en estas fechas, habrán oído hablar de los planes secretos de Bush para atacar Irán y de cómo unidades de las Fuerzas Especiales estadounidenses han estado llevando a cabo operaciones en el país desde hace algún tiempo. Seymour Hersh, el perturbador periodista del New Yorker, ha sacado a la luz esta historia a principios de esta semana.
«Los objetivos inmediatos de los ataques serían destruir, o al menos paralizar por algún tiempo, la capacidad nuclear de Irán. Pero existen otros motivos, igualmente útiles, para el trabajo», escribe Hersh. «Un asesor del Gobierno me ha contado que los halcones del Pentágono, en debates privados, están impulsando que se lleve a cabo una ataque limitado sobre Irán porque creen podría conducir a la caída de los dirigentes religiosos».
Se trata de una crítica cáustica. La administración Bush, que ha impedido que el asunto pasara por el Congreso antes de iniciar las operaciones secretas, está llevando a cabo esa eventual invasión de forma muy distinta a como lo hizo con la invasión en Irak. Las razones pueden ser de naturaleza política. La población estadounidense, o al menos quienes se opusieron a la guerra de Irak, plantearon muchas dificultades a Bush para llevar a cabo la guerra contra el régimen de Saddam Hussein.
Al manifestarse en las calles, y después en el Capitolio, obligaron a que se produjeran debates públicos en los que se investigaron cuidadosamente los motivos de Bush. Y ahora que han quedado al descubierto muchas de sus mentiras sobre el programa de armas de destrucción masiva de Irak y de sus relaciones con Al Qaeda (sobre lo que Bush podría discrepar), Bush y compañía tendrían que esforzarse para conseguir el apoyo suficiente para justificar entrar en otra guerra con un ejército ya muy presionado.
Sin embargo la administración Bush no tiene que preocuparse por la oposición a una segunda vuelta. Mientras Hersh hace conjeturas sobre que la eventual oposición a Bush de Irán podría evitarse llevándola a cabo grupos de operaciones especiales israelíes, la oposición política puede que no llegue a atravesar los umbrales del Congreso. Después de todo, los Demócratas hace tiempo que están de acuerdo en que el asunto de Irán debe ser tratado con medios militares.
Hace poco, la ascendente estrella «progresista» del Partido Demócrata, Barack Obama, declaraba que «estaría a favor de una solución «quirúrgica» con ataques de misiles contra Irán.
Tal como declaró al Chicago Tribune el 26 de septiembre de 2004, «La gran cuestión que se va a plantear es la de si Irán se resiste a las presiones para que paralice su programa nuclear, incluidas las sanciones económicas que espero se le impongan si no coopera, llegados a ese punto…¿alguien, nosotros, adoptaremos acciones militares?». Y añadió, «Lanzar ataques con misiles contra Irán no es la mejor situación en la que meternos», dadas las circunstancias actuales de la guerra en Irak. «Pero, por otra parte, tener una teocracia musulmana que posea armas nucleares es todavía peor». Obama continuó razonando que no debería descartarse un ataque militar a Pakistán si «los violentos extremistas islámicos llegaran «a tomar el poder».
El senador Kerry ya había expresado esta misma opinión el 29 de mayo de 2004, cuando declaró al Washington Post que la administración Bush no «ha sido contundente con el tema del armamento nuclear, ni tampoco, como le acabo de decir, con Corea del Norte, hay que mantener la atención sobre el objetivo».
Incluso el tranquilizador presidente de la DNC (Convención Nacional Demócrata), Howard Dean, considerado el brazo liberal del Partido Demócrata, está de acuerdo en que Bush no ha prestado suficiente atención a Irán. En The Forward se cita la siguiente frase de Dean «Estados Unidos tiene que …adoptar una postura mucho más dura con Irán y Arabia Saudí porque están financiando a los terroristas».
En efecto, mientras hacía campaña para la presidencia, Dean afirmó que el presidente Bush había sido demasiado suave con Irán. En una aparición en marzo, en el programa de la CBS Face The Nation, Dean fue mucho más allá al decir que «el presidente Bush tenía compromisos con los saudíes e iraníes»
El 12 de agosto de 2004, el especialista Stephen Zunes escribía en Foreign Policy in Focus sobre el programa de los demócratas:
Uno de los probables objetivos de la fuerzas armadas estadounidenses bajo una administración Kerry es Irán. Su programa recoge que Estados Unidos tiene derecho a una intervención militar al señalara que «un Irán con armas nucleares es un riego inaceptable para nosotros y para nuestros aliados». Sin embargo no expresa preocupación alguna sobre los ya existentes arsenales nucleares del vecino de Irán, Pakistán, o de su cercano Israel. Irán ha exigido que toda la región esté libre de armas nucleares, lo que parecen rechazar los demócratas, al parecer se porque obligaría a que los aliados estadounidenses en la región también habrían de desprenderse de su arsenales nucleares. Tanto los demócratas como los republicanos creen que en lugar de presionar para el establecimiento de tratados multilaterales y verificables de control de armas, Estados Unidos puede establecer efectivamente una especie de apartheid nuclear, en el que ellos determinen qué países pueden tener armas nucleares y cuáles no.
Así que, ¿se supone que de verdad podemos creer que los demócratas presenten alguna oposición significativa al pasatiempo militar en Irán?
No, salvo que entendamos por «oposición» «apoyar».
Joshua Frank es autor del libro de próxima aparición Left Out!: How Liberals Helped Reelect George W. Bush (Fuera la izquierda: De cómo los liberales ayudaron a la reeelección de Bush, que se va a publicar a principios de 2005 en Common Courage Press. Se le puede contactar en [email protected]
20 de enero de 2005