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¿Quién va a hacerse cargo del mundo, y cómo? (II)

Fuentes: Cubarte

¿Porqué, entonces debiéramos sorprendernos que el terror se bajase de nivel a favor de la invasión a Irak ? O es que Wolfowitz-Rumsfeld-Cheney y socios estaban presionando a la comunidad de la inteligencia para que presentasen algunos trapos como evidencia para así justificar la invasión, Blair y Straw también: los vínculos iraquíes con el terror, […]

¿Porqué, entonces debiéramos sorprendernos que el terror se bajase de nivel a favor de la invasión a Irak ? O es que Wolfowitz-Rumsfeld-Cheney y socios estaban presionando a la comunidad de la inteligencia para que presentasen algunos trapos como evidencia para así justificar la invasión, Blair y Straw también: los vínculos iraquíes con el terror, las armas de destrucción masiva, todo vale. Resulta un tanto chocante que en la medida que un pretexto tras otro se vienen abajo, y el conjunto de líderes anuncia otro nuevo, los comentarios continúan, uno detrás del otro, cumpliendo un objetivo, siempre de manera conspicua evitando la razón obvia, la cual resulta virtualmente inmencionable.

Las encuestas estadounidenses en Bagdad mostraron que una gran mayoría supuso que el motivo para la invasión fue tomar el control de los recursos de Irak y reorganizar el Medio Oriente de acuerdo con los intereses estadounidenses. No resulta inusual que aquellos del otro lado del palo comprendan lo que realmente pasa en el mundo.

Del hecho existen cantidad de otros ejemplos actuales, obviamente suficientes para los habitantes de Bagdad, de que terror se considera como un hecho menor en comparación con garantizar una correcta disciplina en el Medio Oriente. Justo la pasada semana salió a la luz un revelador ejemplo, cuand Bush impuso nuevas sanciones a Siria, poniendo en vigor la Syria Accountability Act aprobada por el Congreso en Diciembre, virtualmente una declaración de guerra, a menos de que Siria siga los dictados de los EUA.

Siria figura en la lista oficial de estados patrocinadores del terrorismo, pese al reconocimiento de la CIA de que Siria no ha estado involucrada en patrocinar el terror desde hace muchos años y se ha mostrado altamente cooperativa en suministrar importante información de inteligencia a Washington con relación a Al-Qaeda y a otros grupos islámicos radicales, y a favor de otras acciones anti-terroristas. La gravedad de la preocupación de Washington con relación a los vínculos de Siria con el terror fue revelada por Clinton hace diez años, cuando él ofreció eliminiar a Siria de la lista de estados que patrocinan el terror si se avenía a los términos de paz estadounidense-israelíes. Cuando Siria insistió en recuperar su territorio conquistado, permaneció en la lista.

Habiendo sido eliminada, esta sería la primera vez que un país queda fuera de la lista desde 1982, cuando los actuales funcionarios en Washington, en su fase de seguidores de los dictados de Reagan, sacaron a Saddam de la lista, de modo que pudieron brindarle un flujo de ayuda que malamente necesitaba mientras que éste llevaba adelante sus peores atrocidades, seguidos por Inglaterra y muchos otros que de nuevo nos dicen algo sobre la actitud hacia el terror y los crímenes de estado, como es el hecho de que Irak fue sustituido en la lista por Cuba, quizás reconociendo el hecho de que la guerra terrorista estadounidense contra Cuba que se estaba librando desde los años de Kennedy, había alcanzado entonces un clímax de ferocidad.

Nada de esto, y mucho más por el estilo, se supone que nada nos diga sobre la «guerra contra el terror» que fue declarada por la administración Reagan en 1981, rápidamente devenida en una asesina guerra terrorista, y re-declarada con la misma retórica 20 años después.

La puesta en práctica de la Syria Accountability Act, aprobada casi unánimemente, privó a los Estados Unidos de su principal fuente de información sobre el terrorismo radical islámico para alcanzar el alto objetivo de establecer en Siria un régimen que aceptara las demandas estadounidenses Israelíes – un patrón no inusual, pese a que los comentaristas lo hallan sorprendente, no importa cuán fuerte fuese la evidencia y habitual el patrón, y no importa cuán racional las opciones en términos de prioridades de planificación claras y comprensibles.

El Syria Accountability Act del pasado diciembre nos dice más sobre prioridades del estado y doctrinas prevalecientes de la cultura moral e intelectual, como señala el erudito en asuntos internacionales Steven Zunes. Su demanda medular se refiere a la Resolución 520 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que llama al respeto por la soberanía y la integridad territorial del Líbano, violada por Siria, debido a que ésta aún retiene en el Líbano fuerzas que fueron bienvenidas allá por los Estados Unidos e Israel en 1976 cuando su misión era masacrar palestinos.

Pasado por alto por la legislación congresional, y por los informes y comentarios noticiosos, está el hecho de que la Resolución 520, aprobada en 1982, estaba claramente dirigida contra Israel, no contra Siria, y también el hecho de que mientras Israel violaba esta y otras resoluciones del Consejo de Seguridad concernientes al Líbano durante 22 años, no hubo llamada alguna para aplicar sanciones contra Israel o para reducir la enorme e incondicional ayuda militar a esta nación. El silencio de 22 años incluye a éstos que ahora firmaron el Acta condenando a Siria por su violación de la resolución del Consejo de Seguridad ordenando a Israel abandonar Líbano. El principio es bien claro, escribe Zunes: «La soberanía libanesa debe ser defendida sólo si el ejército ocupante es de un país al cual se oponen los Estados Unidos de América, pero resulta innecesaria si el país es un aliado de los Estados Unidos.» El principio se aplica de manera bien amplia en diversas esferas, por supuesto, no solamente en los Estados Unidos.

Una observación al margen: por 2-1, la población estadounidense se manifiesta a favor de un Israel Accountability Act, manteniendo a Israel con posibilidades para desarrollar armas de destrucción masiva y de cometer abusos contra los derechos humanos en los territorios ocupados. No obstante, esto no figura en la agenda, y aparentemente ni siquiera ha sido informado.

Existen muchos otros ejemplos de las claras, pero imperceptibles prioridades. Para mencionar una, el Departamento del Tesoro tiene un buró (o departamento), la Office of Foreign Assets Control cuya tarea es la de investigar transferencias financieras sospechosas, un componente crucial de la «guerra del terror.» La OFAC posee 120 empleados. Hace unas pocas semanas la OFAC informó al Congreso que cuatro se dedicaban a seguirle el rastro a las finanzas de Osama bin Laden y de Saddam Hussein, en tanto que casi dos docenas se dedicaban a vigilar y hacer cumplir el embargo contra Cuba – incidentalmente, declarado ilegal por todas las relevantes organizaciones internacionales, aún la complaciente Organización de Estados Americanos. De 1990 a 2003 la OFAC informaba al Congreso que habían 93 investigaciones relativas al terrorismo con $9000 en multas, y 11,000 investigaciones relativas a Cuba con $8.000,000 en multas. No se despertó el menor interés entre aquellos quienes consideraban la desconcertante cuestión de que si la Adminsitración Bush – y sus predecesores – bajaron de nivel la guerra del terror en favor de otras prioridades.

¿Por qué el Departamento del Tesoro debería dedicar muchísima más energía para estrangular a Cuba que para librar la guerra contra el terror? Los Estados Unidos de América son una sociedad genuinamente abierta; por lo tanto poseemos cantidad de información acerca de la planificación estatal. Las razones básicas se explicaron en documentos secretos hace 40 años, cuando la administración Kennedy buscaba culpar a Cuba como sede de «los terrores de la tierra», como apuntaba Arthur Schlesinger en su biografía de Robert Kennedy, quien mantuvo las operaciones contra el terror como su máxima prioridad. Los planificadores del Departamento de Estado adviritieron que la «existencia en sí» del régimen de Castro constituye un «desafío exitoso» a las políticas estadounidenses remontándose 150 años, a la Doctrina Monroe, nada de rusos, pero un desafío intolerable al amo del hemisferio. Aún más, este desafío exitoso alienta a otros quienes pudieran infestarse por la «idea de Castro de tomar parte en el asunto por sus propias manos,» Schlesinger había advertido al entrante presidente Kennedy, resumiendo el informe de la misión del Presidente en América Latina. Estos peligros resultan particularmente graves, elaboró Schlesinger, cuando «la distribución de la tierra y otras formas de riqueza nacional favorecen en gran medida a las clases convertidas en propietarias y a los pobres y no privilegiados, estimulados por el ejemplo de la revolución cubana, están ahora exigiendo para una vida decente.» El sistema completo de dominación pudiera destejerse si la idea de tomar parte en el asunto por sus propias manos extiende sus tentáculos malignos.

El desafío exitoso permanece intolerable, con una clasificación bien elevada como una prioridad que está bien establecida, internamente racional, lo bastante clara para las víctimas, pero no perceptible para los agentes. El clamor sobre las revelaciones de las prioridades de la administración Bush, y las actuales audiencias en Washington por los atentados del 11 de septiembre, son solamente ilustraciones de esta curiosa incapacidad para percibir lo que resulta obvio, incluso como una posibilidad para entretener.

Volviendo al terror, existe un amplio consenso entre especialistas sobre como reducir la amenaza – manteniéndolo ahora en la subcategoría que resulta doctrinalmente admisible: el terror de ellos contra el nuestro – y también como incitar atrocidades terrroristas adicionales. las cuales más tarde o más temprano, se tornarán verdaderamente horrendas. Es simplemente una cuestión de tiempo antes que se vinculen el terror y las armas de destrucción masivas, como se anticipó en la literatura técnica bastante tiempo antes del 11 de septiembre.

La invasión a Irak es típica: con bastante frecuencia la violencia incita una respuesta violenta. Serias investigaciones sobre Al-Qaeda y Bin Laden revelan que éstos eran virtualmente desconocidos hasta que Clinton bombardeó Sudán y Afganistán en 1998. Los bombardeos condujeron a un gran aumento en apoyo, reclutamiento y financiamiento para las redes del tipo de Al-Qaeda (Al-Qaeda no es realmente una organización) convirtieron a Bin Laden en una figura principal y crearon una relación mucho más estrecha entre Bin Laden y los Talibanes, anteriormente frías y hostiles.

Podemos, si nos gusta, aprender algo más sobre la civilización occidental por la reacción a los bombardeos en Sudán, los cuales condujeron a decenas de miles de muertes de acuerdo con los pocos estimados creíbles, una catástrofe humanitaria pronosticada con antelación por el director de Human Rights Watch. Como es habitual, la investigación resulta dispersa y no existe interés. La reacción pudiera ser diferente si un ataque terrorista destruyese la fuente principal de suministros farmacéuticos en los Estados unidos de Norteamérica, Inglaterra, Israel, u otros lugares de importancia – los cuales pudieran haber sido mucho menos serios, dado que los suministros pueden fácilmente volver a surtirse en un país rico. Esto no es del todo inusual. Otra vez, aquellos del otro lado del palo tienden a ver el mundo algo diferentemente, despertando la furia de los guardianes de los valores de la civilización.



Traducción: Frank Martínez