Recomiendo:
1

Razones y pasos de una guerra sin fin (o de la guerra del fin) (III)

Fuentes: Rebelión

1ª parte

1. Un capitalismo en la UCI

2. Acumulación bélica de capital

2ª entrega

3. Algunos entresijos de la Guerra Total o Guerra sin fin

4. El asedio a Rusia dentro de la Guerra Total: ciertos pasos decisivos

***

3ª Parte

5. Por qué estas batallas de la Guerra Total no son una lucha entre imperios

Rusia está intentado frenar la desestabilización de sus fronteras y en sus fronteras, causada por la OTAN,[1] y busca marcar su posición en el mundo como potencia soberana a respetar. Entre otras muchas opciones, promoviendo el proyecto multipolar frente a la dominación unilateral norteamericana, en estrecha unión con China para el desarrollo, entre otras variadas opciones, de la Ruta de la Seda.

Pero, en contra de tanta obstinación por parte de los centros de inteligencia de la OTAN de presentar a esta formación socioestatal como un imperio más, y a su pugna con la OTAN como una “lucha entre imperios”, consignas que siguen tan acrítica como absurdamente buena parte de las izquierdas integradas europeas [la mayoría de ellas financiadas, infiltradas o cooptadas para ello (ver al respecto, por ejemplo, Michael Hudson: «La guerra es contra Europa y Alemania» | Burbuja.info; pero especialmente de interés es la entrevista a Frances Stonors: «LA CIA Y A LA GUERRA FRÍA CULTURAL» [1999]» Entrevista a la Autora:Frances Stonors Saunders – Bing video, así como la conferencia de Gabriel Rockhill, Gabriel Rockhill, “Critical and Revolutionary Theory» – YouTube); además: Slavoj Žižek y la izquierda como defensores del capitalismo de guerra OTAN-Occidente | Geopolitica.RU (geopolitika.ru)], -sobre todo agresivas las provenientes del mundo del trotskismo, el anarquismo, el “verdismo” y las del ámbito “post” o neosocialdemócrata-[2], Rusia está lejos de poder ser calificada como “imperialista”. Veamos algunas razones[3].

Rusia viene de una URSS disuelta y vencida en una guerra que duró unos 45 años tras la ya previa agresión masiva contra la URSS desatada como 2ª Guerra Mundial. Brutalmente empobrecida y condenada a una reprimarización (a exportar de nuevo sus recursos básicos y la producción del sector primario), con una altísima destrucción del tejido productivo y de los pilares sociales[4].

En la actualidad, y a pesar de su proceso de re-soberanización, no forma parte del grupo económico dominante del capitalismo mundial. No tiene apenas importancia dentro del mundo financiero. En la década pasada contaba con una sola entidad entre los principales 50 bancos del mundo (en términos de activos) y sólo dos entre los 100 mayores.

Arrastra, además, un bajísimo desarrollo del circuito crediticio interno. Al contrario de lo que ocurre con las potencias imperiales, Rusia ha venido sufriendo una permanente fuga de divisas (la primera formación socioestatal del mundo en fuga de divisas, acometida por la nueva oligarquía que EE.UU.-OTAN propiciaron en el país y cuyos fondos están centrados en inversiones inmobiliarias o paraísos fiscales, además de especulación financiera global: nada que ver con inversiones de corte “imperialista”). A continuación, algunos datos de Katz:

“La economía rusa tampoco es influyente en la exportación de capitales. En este plano se ubica apenas por encima de Finlandia y por debajo de Noruega.

Esa reducida incidencia es coherente con la baja gravitación de sus exportaciones de mercancías. En 2017 el país ocupó el puesto 17 en el volumen de las ventas mundiales, detrás de varias economías que nadie situaría en el club de los imperios (México, Emiratos Árabes Unidos, Singapur).

El petróleo y el gas representan el grueso de los productos comercializados en el exterior, que están integrados en un 82% por materias primas. Este perfil primarizado no se amolda con el retrato de una economía imperialista.

El país cuenta con un PIB inferior a la mitad del prevaleciente en Estados Unidos y la productividad de su mano de obra se ubica también en la mitad de la media europea. La producción manufacturera no dista de India, Taiwán, México o Brasil y suele lidiar con serios escollos para ascender a un escalón superior de la división global del trabajo.”

Fijémonos en lo que nos dice otro solvente autor sobre el tema:

“El papel de Rusia en ‘la formación de asociaciones capitalistas monopolistas internacionales que se reparten el mundo entre ellas’ puede medirse por la posición de las corporaciones del país entre las 2000 corporaciones internacionales más importantes.

Forbes hizo una lista de las 2000 empresas más importantes del mundo basándose en las ventas totales, los beneficios, los activos y el valor de mercado. De las 10 primeras empresas, 5 son chinas y 5 estadounidenses. China alberga 291 empresas del Global 2000 (frente a sólo 43 en 2003). Estados Unidos está a la cabeza con 560. Canadá tiene 50, Australia 39, India 58.

Rusia sólo tiene 4 entre las 100 primeras, en los puestos 43, 47, 73 y 98. Sólo tiene 6 entre las 500 primeras y 25 entre las 2000 primeras.

Su cuota empresarial total muestra una ligera tendencia descendente, no ascendente: en el periodo 2008-2013, entre 29 y 30 empresas rusas entraron en la lista Global 2000. Las 2000 empresas de esta lista representan 39,1 billones de dólares en ventas, 3,2 billones en beneficios, 189 billones en activos y 56,8 billones en valor de mercado. Las ventas de las 252 empresas rusas ascienden a 568.000 millones de dólares, apenas un 1,45% del total. Sus activos colectivos ascienden a 1.757.300 millones de dólares, lo que supone algo menos del 1% del total. Entre los monopolios internacionales, Rusia es un actor muy minoritario.” [Stansfield Smith, EsRusiaImperialista.pdf (lahaine.org) (recomiendo su lectura completa)].

Si nos vamos al gasto militar, las razones sobre su condición imperial tampoco se sostienen.

Reconocido oficialmente (los gastos militares siempre son mayores de los que se admiten en las cuentas del PIB), EEUU representaba en 2019 un 38% del gasto militar total, con 732.000 millones de dólares (más de 800.000 en 2021 y superará el billón en 2027: dos terceras partes del dinero público de Estados Unidos pasa por los bolsillos de los militares –El presupuesto del Pentágono superará el billón de dólares dentro de 5 años – mpr21). Por su parte, el conjunto de la UE gastó en 2020, 198.000 millones de euros. Es decir, entre ambas entidades políticas sumaron cerca de 1 billón de dólares. Teniendo en cuenta que el gasto militar total en 2019 fue de 1,91 billones de dólares, quiere decir que entre las dos reúnen casi el 50% del gasto militar mundial [El gasto de los países de la OTAN en defensa, estadísticas, datos y gráficos (epdata.es)].

Si terminamos de incluir ahí al conjunto de la OTAN, en 2021 el total del gasto militar de los 30 países que integran la OTAN ascendió a 1.048.511 millones de dólares constantes de 2015, y representa un incremento del 2,11 % respecto a 2020.  Presupuesto que financia a 3.317.000 militares que integran los ejércitos de los países OTAN (120.000 son los efectivos que corresponden a España) [El gasto en Defensa de los países OTAN – Noticias Defensa Opinión]. Es decir, la OTAN da cuenta de alrededor del 56% del gasto militar mundial.

Frente a toda esa monstruosa suma armamentista, Rusiadestinó 65.000 millones de dólares a defensa, lo que representa alrededor del 3% del gasto mundial. El 3% contra el 56%. Mala situación para ser “imperialista” [Lista de países por gastos militares – List of countries by military expenditures – abcdef.wiki; Rusia – Gasto público Defensa 2020 | Datosmacro.com (expansion.com); Rusia: gasto militar | Statista].

Eso sí, sus necesidades de defensa ante el acoso occidental obligan a Rusia a emplear en gasto militar en torno al 3,9 por ciento de su PIB, lo que proporcionalmente es muy alto, impidiendo que más parte de esa suma sea destinada a fines productivos o sociales (proceso recurrente que está detrás de las agresiones del Eje Anglosajón más la red mundial sionista (rms) para obligar a los países, como ya se hizo con la URSS y como se viene haciendo desde más de medio siglo con Cuba y Corea del Norte, a gastar más de lo que sería “económicamente sano” al esfuerzo militar)[5].

En cuanto a la activación de organizaciones defensivas regionales, como la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la Unión Económica Euroasiática (UEEA) y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), lejos de indicar una expansión imperial rusa, viene urgida por los mortíferos intentos de desestabilización que el Eje Anglosajón-rms ha acentuado en las dos últimas décadas -como acabamos de ver en el apartado anterior-, ya sea en territorios de exrepúblicas soviéticas, en la más estrecha zona de seguridad rusa, junto a sus mismas fronteras, o incluso en el propio interior de Rusia.

Otro test todavía digno de tomar en cuenta, para que una formación socioestatal pueda ser considerada imperialista, como sostiene Smith siguiendo a Lenin, es que debe cumplir con los siguientes cinco criterios, o al menos con alguno de ellos añadiría yo a las izquierdas europeas (pero Rusia no cumple ninguno):

  1. la concentración de la producción y del capital se ha desarrollado a un nivel tan alto que ha creado monopolios que juegan un papel decisivo en la vida económica [¿dónde están los monopolios rusos dominando nuestras vidas hoy?];
  2. la fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación, sobre la base de este ‘capital financiero’, de una oligarquía financiera [los capitalistas más ricos de Rusia están involucrados predominantemente en la industria, no en las finanzas; solo uno de los 100 principales bancos del mundo es ruso, el estatal Sberbank];
  3. la exportación de capital a diferencia de la exportación de mercancías adquiere una importancia excepcional [Las mayores exportaciones de Rusia son materias primas, no capital; ¿Dónde están los fideicomisos y monopolios de capital financiero ruso que explotan el trabajo del mundo y repatrían su riqueza a Rusia?];
  4. la formación de asociaciones capitalistas monopolistas internacionales que se reparten el mundo entre sí [esos cárteles, por supuesto, existen, pero no incluyen a los monopolios rusos];
  5. Se completa la división territorial de todo el mundo entre las mayores potencias capitalistas. [tal división efectivamente ha tenido lugar, pero Rusia no fue parte de la división y no recoge el botín de la dominación imperialista y la guerra; de hecho, su principal delito es salir en defensa de los que luchan contra el ataque imperialista (Siria, el este de Ucrania) y tratar de mantener su propio territorio libre de dominación y superexplotación imperialistas][6]. ¿Quién se beneficia al etiquetar falsamente a Rusia como ‘imperialista’? – La otra Andalucía (laotraandalucia.org)

El caso de China, que examinaré con más detenimiento en un próximo escrito[7], es mucho más singular. Aquí estamos ante el segundo gasto armamentístico del mundo (unos 293.000 millones de $, frente a más de 800.000 de EE.UU., al finalizar 2021), pero a diferencia del Occidente Colectivo, China no tiene ninguna expansión militar y cuenta sólo con una base militar externa (“contra la piratería” en el estratégico paso del índico por el cuerno de África, en Djibuti). Es decir, que su ejército es clara y palmariamente defensivo (frente al hostigamiento y la envoltura de bases estadounidenses que padece). En cuanto a sus empresas, es cierto que se benefician del juego capitalista de explotación del trabajo en unos y otros lugares, pero no forman parte del entramado de dominación económica-financiera que hoy rige el Sistema.

Como no podemos extendernos aquí en este punto, voy a proporcionar sólo dos citas para la comprensión de por qué esta formación socioestatal está alejada de tener una política imperial. De nuevo Katz [Página Oficial de Claudio Katz » China: Tan distante de imperialismo como del Sur Global (lahaine.org)]:

“La preeminencia de los monopolios en su territorio sólo confirma la incidencia habitual de esos conglomerados en cualquier país. Lo mismo ocurre con la influencia de los capitales financieros, que gravitan menos que en otras economías de gran porte. A diferencia de sus competidores, el gigante asiático escaló posiciones en la globalización prescindiendo de la financiarización neoliberal. No mantiene, además, ninguna semejanza con el modelo bancario alemán de principio del siglo XX que estudió Lenin. (…)

China es un imperio en formación tan sólo en términos potenciales. Gestiona el segundo producto bruto del planeta, es el primer fabricante de bienes industriales y recibe el mayor volumen de fondos del mundo. Pero esa gravitación económica no tiene correlato equivalente en la esfera geopolítico-militar que define el status imperial.

En China convive la ausencia de subordinación a otra potencia, con una gran cautela en la injerencia sobre otros países. No se verifica la dependencia, ni el imperialismo.

La caracterización de China como una potencia que completó su maduración capitalista -sin poder saltar al escalón siguiente de desarrollo imperial- supone que el primer curso no brinda soportes suficientes, para consumar avances hacia la dominación mundial.”

Sobre lo dicho en los dos últimos párrafos, veamos esta otra constatación expresada por Elbaum:

“La Estrategia para la Asociación Económica, conocida como BRICS 2025, se propone como una plataforma para la conformación de un escenario multipolar capaz de respetar las particularidades nacionales y las soberanías. El programa, que fue recalcado por Xi Jinping en la inauguración de la Cumbre, consta de tres ejes centrales: la seguridad concertada, el desarrollo global sostenible y el comercio justo sin proscripciones ni sanciones.

Respecto a la primera dimensión, se propone instaurar un concepto de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible que respete la integridad y autonomía territorial de todos los países. El proyecto, que se titula Iniciativa para la Seguridad Global (ISG), pretende establecer modelos multilaterales de negociación, ajenos a la lógica vertical impuesta por el G7, y refiere a la solución de conflictos –entre ellos el de Ucrania– en los que ningún país puede garantizar su seguridad a costa de una tercera entidad nacional soberana. Ese ha sido el designio de Kiev: insistir en el emplazamiento de aparatología bélica en la frontera con Rusia financiada por Washington y la OTAN.

El segundo eje remite a un desarrollo global sostenible y está basado en la exitosa experiencia china de crecimiento e inclusión. Propone reforzar la coordinación de las políticas macroeconómicas con la ayuda del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) y el aporte de los Acuerdos de Reserva de Contingencia (ARC). El ARC buscará garantizar un esquema de protección financiera mundial para contener la volatilidad de los mercados ante la retirada de inversiones, fuga de capitales o ataques especulativos sobre monedas nacionales. Por su parte, el NDB buscará paliar los déficits de infraestructura. Su esquema para los próximos cuatro años contempla la asistencia financiera para los países miembros por un total de 30.000 millones de dólares, o su equivalente en una potencial canasta de monedas de los países miembros.

La tercera dimensión es la del comercio, orientada a superar los esquemas de discriminación basados en sanciones unilaterales y consideraciones político-ideológicas. ‘Los hechos han demostrado una y otra vez –señaló Xi Jinping durante la Inauguración del Foro Empresarial de los BRICS el último 22 de junio– que las sanciones no son más que bumeranes y espadas de doble filo. Los que politicen, instrumentalicen y armamenticen la economía mundial, e impongan a su antojo sanciones valiéndose de su posición predominante en los sistemas financiero y monetario internacionales, sólo terminarán perjudicando los intereses propios y los de los demás, y harán sufrir a todos’.

El cuarto eje se relaciona con la institucionalización y la expansión del bloque que incluye la incorporación de nuevos Estados, mediante una hoja de ruta aprobada durante la conferencia, y la configuración de áreas de cooperación en ciencia, tecnología, innovación productiva y problemáticas ligadas al medio ambiente.”

BRICS, G7 y OTAN como expresiones de la reconfiguración geopolítica global (observatoriocrisis.com)

El respeto entre países, sin imposiciones políticas, ni financieras, sin extorsiones económicas, en dinámicas de ganar-ganar, es lo que ha caracterizado hasta ahora a la internacionalización china[8]. Rasgos antitéticos con la globalización unilateral anglosajona. Razón de más para que se presente como el enemigo sistémico a batir.

Hoy por hoy EE.UU. sigue siendo todavía el único país que puede emprender una ofensiva bélica en varios puntos del mundo a la vez, y en cualquier lugar del mundo, por la disponibilidad de efectivos para actuar, el poderío de sus armas, la capacidad logística o la geografía militarizada que acompaña a su liderazgo mundial y su domino financiero-monetario, económico-tecnológico y comercial, con pleno control de las instituciones de gestión del orden global (que Washington  utiliza, sin contrapesos, para imponer la privatización de la infraestructura mundial, controlar la tecnología, el petróleo, el gas, los alimentos, los minerales, los recursos básicos y un largo etc.), y porque tiene más de 173.000 tropas en todo el planeta desplegadas en 254 bases e instalaciones militares (según informe del Conflict Management and Peace Science Journal; ver también Secret Wars: El ejército de EEUU interviene directamente sin Autorización en más de 77 países – Responsible Statecraft • (kaosenlared.net); y por supuesto, el libro de Daniele Ganser, Los ejércitos secretos de la OTAN. El Viejo Topo. Barcelona, 2010). No hay “imperio” que pueda surgir bajo este Imperio Mundial (más allá de una condición subimperial subordinada al hegemón), no hay lugar para más “imperios” mientras él exista.

6. El fin del orden mundial del siglo XX

“Tan pronto como desapareció la URSS, el Occidente colectivo abandonó sin contemplaciones la pretensión de que no intervendría en los asuntos de otras naciones. Se embarcó en su agresivo programa de expansión de la OTAN. Intervino militarmente en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Haití, Siria y convirtió las sanciones económicas en armas políticas y a las agencias internacionales en instrumentos de su poder; haciendo del cambio de régimen un objetivo explícito y público.” (Alan Freeman: Dicho al oído de Putin: el capital actúa globalmente, los pueblos del mundo también deben actuar unidos a nivel mundial – Observatorio Crisis).

Hoy, en su creciente delirio unilateral, EE.UU. emprende también un trabajo de demolición sistemática de las instituciones internacionales, del sistema de relaciones y compromisos multilaterales, de desconocimiento y hasta el repudio de las decisiones de Naciones Unidas (y de su Consejo de Seguridad) que constituyen la legalidad internacional. En un proceso lento pero seguro de desconstrucción del derecho internacional y de la propia ONU, del conjunto del entramado mundial que el mismo hegemón moldeó en su fase ascendente [la ONU, el FMI, el BM, la UNESCO, el G7, el G20, la OMC, el Foro de Davos, etc., están todavía bajo su control, con sedes repartidas por el Occidente Colectivo] y que ya le incomoda en la actual fase degenerativa, de acumulación militarizada y reestructuración de la dominación mundial (ver cuadro 2).

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Cuadro 2

Convenciones, Protocolos y Acuerdos no firmados por EE.UU. o firmados pero no ratificados (listas no exhaustivas)

No firmados

Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena;

Protocolo de Kyoto;

Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción (Tratado de Ottawa);

Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la Pena de Muerte;

Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid;

Pacto Mundial para la Migración, de Marrakech;

Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar;

Resoluciones condenatorias de la violencia neofascista en Europa (sólo EE.UU. y, sospechosamente, Israel y Ucrania, se niegan sistemáticamente a suscribir esas condenas);

Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad;

Convención Internacional contra el reclutamiento militar, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios…

Pactos firmados por EE.UU. pero no ratificados (por lo que se exime a sí mismo de su cumplimiento)

Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) (sólo Santo Tomé y Príncipe y Afganistán tampoco lo ratifican);

Convención sobre los Derechos del Niño (sólo EE.UU. y Somalia no lo han ratificado);

Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados;

Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía;

Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes;

Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación;

Convenio sobre la diversidad biológica;

Tratado de prohibición completa de todos los ensayos nucleares;

Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales;

Convenio relativo a la libertad sindical y a la protección del derecho de sindicación;

Convenio sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva;

Convenio sobre la edad mínima de admisión al empleo;

Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados;

Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional…

Por si todo esto fuera poco, sólo desde 2017 hasta el final del mandato de Trump en enero de 2021, EE.UU. ha desmontado diferentes pactos o espera romperlos. El 1 de junio de 2017, anunció la retirada de su país del acuerdo climático de París, firmado en 2016.

El 23 de enero de 2017 se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés); un pacto suscrito en febrero de 2016 por 12 países que, juntos, representan el 40 % de la economía mundial y casi un tercio de todo el flujo del comercio internacional.

EE.UU. también ha salido del Pacto Mundial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Migración y Refugiados, así como de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

También ha modificado unilateralmente el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), un acuerdo comercial entre este país, Canadá y México. Y aun así, impone aranceles a las importaciones mexicanas.

27 años antes, en 1994, el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, firmó un acuerdo con Corea del Norte para desmantelar el programa nuclear de este país asiático. Casi una década más tarde, al cambiar el mandato, el presidente George W. Bush, calificó a Pyongyang de “eje de mal” y preparó el terreno para romper el acuerdo.

Después de eso ha tenido lugar la profundización del desconocimiento y hasta el repudio norteamericano de las decisiones de Naciones Unidas (y del Consejo de Seguridad) que constituyen la legalidad internacional.

En un proceso lento pero seguro de desconstrucción del derecho internacional y de la propia ONU, EE.UU. reconoció a Jerusalén como capital de Israel (otro país que se jacta de no cumplir resolución alguna de la ONU).

Seguidamente, anunció que se retiraba del Plan Integral de Acción Conjunta firmado con Irán, así como también del Tratado sobre armas nucleares con Rusia.

Además, el 25 de marzo de 2019, Estados Unidos reconoció la “soberanía” de Israel sobre el ‎Golán ocupado, lo cual equivale a aceptar la adquisición de territorios mediante la guerra.

Todo indica que últimamente no se detiene ni ante la manifiesta violación sin tapujos de embajadas, como la norcoreana en Madrid o la de Venezuela en Washington.

Un trabajo, en suma, como se indicaba más arriba, de demolición sistemática de las instituciones internacionales, del sistema de relaciones y compromisos multilaterales.

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A través de los pasos geopolíticos que va dando el hegemón en decadencia puede apreciarse, en cualquier caso, que el mundo que salió de la Guerra Fría llega a su fin. Muere definitivamente el largo siglo XX, y con él muchas de sus certezas. La excepcionalidad de Israel, la alianza energético-militar de EE.UU. y Arabia Saudita, la singularidad de Corea del Norte, la subordinación continental de “NuestraAmérica” a EE.UU., pueden estar viendo el principio de su fin tal como se han manifestado hasta hoy. Por el contrario, junto con la subordinación y marginalización de Europa, la apertura de los mares del Pacífico en torno a China, el surgimiento de una nueva África interconectada y el nacimiento de nuevas instituciones económicas y políticas internacionales[9], pueden comenzar a tener visos de verosimilitud. El nuevo mundo multipolar que comienza a construirse (OCS, Nueva Ruta de la Seda, OTSC, Unión Económica Euroasiática…), bien podrá en breve empezar a levantar también nuevas instituciones mundiales y cuanto menos reformar democráticamente la ONU (no lo que entiende el Occidente Colectivo que es “democratizarla”, expulsando a Rusia –y quizás a China- de la permanencia en el consejo de seguridad, para así quedarse ellos solos o con algunos países satélites en torno suyo).

A todo ello intenta EE.UU. oponerle diversos Bloques de Poder Regionales Tutelados para aparentar multipolaridad[10], así como la ya mencionada estrategia de Guerra Total permanente, “guerra sin fin”, en la que parece dispuesto incluso a la opción nuclear[11] (mientras que la UE ha pasado a ser algo entre oficina administrativa de la OTAN y su agencia de mensajería).

Entramos, pues, en una nueva era de inestabilidad, incertidumbre y riesgo sistémico, de pugna sin tregua por mantener el dominio mundial unipolar, que conlleva la posibilidad de seguir apropiándose de unos recursos cada vez más escasos; de tensión bélica generalizada y de destrucción de sociedades y franco peligro de todo el hábitat planetario; pero también de apertura a otro mundo posible a partir del desmoronamiento económico o de la ya no tan inalcanzable superación del capitalismo y el consiguiente derrumbe de todo su orden mundial; del fin de la globalización unipolar anglosajona, que viene a significar también la desoccidentalización del mundo. De momento, ya lo estamos viendo, el fin de la era neoliberal viene acompañado del ocaso del orden político que la precedió: la democracia liberal. El capitalismo actual va despojándose de sus adornos reformistas y ha entrado ya en una fase abiertamente postdemocrática.

No podrá haber una contratendencia de esta guerra sin fin “hasta que se establezca una alternativa al conjunto de instituciones internacionales centradas en el poder de Estados Unidos” (Michael Hudson, El Nuevo Orden de Estados Unidos y la posición de Alemania*** – Observatorio Crisis).

El mundo entero está pendiente, por ello mismo, del pulso que se juega en Ucrania y, en general, entre el Occidente Colectivo (con el Eje Anglosajón-rms al mando de su brazo armado de la OTAN) y la dupla chino-rusa que lidera el proyecto de Eurasia como embrión de un nuevo mundo en gestación, al que cada vez se acercan más formaciones socioestatales del Oriente y el Sur Globales. Porque este conflicto se extiende al planeta entero[12], marcando la línea de fractura entre dos épocas y el probable final de una era dominada por el Occidente Colectivo, una dominación que tras la caída de la URSS dio paso a un mundo unipolar de imposición y salvajización social en buena parte del planeta.

Todo parece indicar que esta guerra es la antesala de una gran transición civilizatoria[13].

En ese cauce de vorágine, de esta corriente histórica plena de torbellinos, va adquiriendo verosimilitud que se puedan trazar las bases de un nuevo orden con mayores posibilidades de estar basado en normas de respeto mutuo, soberanía y democracia social, aunque para ello resulte imprescindible, antes o después, rehacer caminos más allá del capitalismo y emprender de momento, al menos, algunas medidas claras vinculadas a procesos de soberanía estatal, y poco a poco popular, como insistió Samir Amin. Entre ellas resulta condición imprescindible levantar sistemas industriales autocentrados e integrados en los que las diferentes ramas de la producción se conviertan en proveedoras y puntos de venta entre sí, orientadas ante todo al consumo interno. Hecho que requiere de una creciente planificación y de la propiedad estatal y nacional de la moneda, el sistema impositivo, el comercio exterior, los recursos, infraestructuras y servicios estratégicos; amén de la nacionalización de los monopolios y la iniciación de los medios de socialización de su gestión.

Es ineludible procurar, así mismo, la soberanía alimentaria, lo cual conlleva una apuesta por un sector agrícola destinado a satisfacer las necesidades de la propia población, con reformas agrarias que aseguren el acceso a la tierra y otorguen los medios para trabajarla adecuadamente. Controlando así también los flujos migratorios del campo a las ciudades, para ajustar el ritmo al crecimiento del empleo urbano.

La articulación del progreso en cada uno de estos dos campos ha de ser el foco principal de las políticas estatales, de cuyo éxito depende a su vez la consolidación de amplias alianzas populares de trabajadores/as y campesinos/as. Lo cual crea un terreno favorable para los avances de la democracia de base, participativa,y de la soberanía popular.

A todo ello habrá que ir sumándole más pronto que tarde las claves entrañadas en el concepto estratégico de “civilización ecológica”, pergeñado en la URSS y asumido hoy por China a través de un marxismo ecológico (tal como nos explica Bellamy Foster en Civilización Ecológica, Revolución Ecológica – Observatorio Crisis).

Las mayores o menores posibilidades de emprender esos grandes y decisivos procesos dependerán de cómo se diriman las luchas de clase internas (verticales y horizontales) en las principales formaciones socioestatales en liza[14].

También de cómo se combata el “Gran Reset” del capitalismo, como veremos en la próxima entrega.

Notas:

[1] Recomendaría emplear los 3 minutos veinte segundos de tiempo que dura este vídeo ruso hecho en 2014, para tener una mejor perspectiva del transcurso de los acontecimientos: https://www.youtube.com/watch?v=dzUHfAXMWBw

[2] Este tipo de izquierdas fue designado por la propia CÍA como “izquierda compatible” -anti-marxista y anti-comunista-. “Compatible” con el capitalismo, claro está. Su labor consistiría en “un revisionismo permanente (…) una continua renovación del contrato con la gente, para modernizar la aplicación de nuestros valores”. Obsérvese la reiteración de semejantes expresiones en el vocabulario ideológico actual de nuestras izquierdas institucionales y en general integradas en el orden del capital. Ver LA CONSOLIDACIÓN DE LA “IZQUIERDA COMPATIBLE”: DE LA CAÍDA DE LA URSS A LA «POLÍTICA DE LAS IDENTIDADES» | Canarias-semanal I Digital informativo de ámbito internacional y actualización diaria. Ver también para lo que significa “el verdismo” en el caso de Alemania: nakedcapitalism.com/2022/11/washingtons-woman-in-berlin-how-germanys-foreign-minister-is-helping-the-us-crush-the-german-economy.html

[3] Sigo aquí muy de cerca a Claudio Katz ESRUSIAUNAPOTENCIAIMPERIALISTAII.ELLEGAD.pdf (lahaine.org). En lo que discrepo con él es en la caracterización que hace de Rusia como “un imperio no hegemónico en gestación”. Para nosotros, todos y cada uno de los pasos que Rusia está dando por el momento son estrictamente defensivos, a pesar de las apariencias, como espero quede claro en el desarrollo de este artículo. Nada que ver, hoy por hoy, con proyecciones imperiales.

[4] La derrota en la Guerra Fría dejó desvalidas a las poblaciones del conjunto de territorios que componían la URSS, incluida Rusia. La ONU calcula en más de 10 millones las muertes prematuras y los niños muertos en el pre-parto debido al deterioro de la sanidad pública, la malnutrición, el alcoholismo y la tensión asociada a la falta de recursos. Un rápido deterioro se experimentó también en otros indicadores de desarrollo humano: educación, esperanza de vida (disminuyó en más de 5 años), investigación y cultura, áreas en las que la URSS había alcanzado cotas punteras. El 40% de la población vivía por debajo del umbral de pobreza, en comparación con el 1,5% antes de la caída de la Unión Soviética. La riqueza que había sido creada casi de la nada por el esfuerzo conjunto de toda la población soviética, fue parcelada en unos pocos años y acaparada por individuos que se convirtieron en oligarcas enormemente ricos de la noche a la mañana, y de la que también de una u otra forma se apropiaron las transnacionales extranjeras y el propio FMI. Entre 1992 y 1998 el PIB ruso cayó a la mitad, lo que no había ocurrido ni durante la invasión nazi (muy aconsejable seguir aquí a Klein, Noemi. La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Paidós. Barcelona, 2011).

Fruto de esas circunstancias, Rusia arrastra todavía en su interior formas del capitalismo salvaje y de desprotección de la fuerza de trabajo que el capital global reserva para sus zonas periféricas (eso que se suele llamar “Tercer Mundo”). Mucho de lo heredado de la derrota de la Guerra Fría perdura, como la precariedad y desprotección de su mercado laboral y hasta cierto punto el deterioro de sus servicios sociales. También presenta serios problemas con el tratamiento energético y el desarrollo social; cuenta con una escasa población para tan enorme territorio; su tejido industrial-tecnológico civil es aún débil y la economía experimentó un proceso de re-primarización (o predominio de la exportación de recursos primarios) costoso de revertir y más aún con la guerra económica desatada por EE.UU. y sus aliados subordinados, entre sus carencias más importantes. No obstante, gracias a sus enormes recursos energéticos, a su desarrollo humano y a haber conservado los avances técnicos de la URSS en campos clave, como el militar y ciertos ámbitos de la investigación científica, así como la herencia formativa de la sociedad soviética, ha podido recuperarse como formación social emergente e incluso convertirse en un referente mundial de re-soberanización y del multilateralismo. Estas condiciones le han permitido por primera vez comenzar a intervenir con éxito en algunos lugares donde EE.UU. y su brazo armado global, la OTAN, habían irrumpido para destruir, y muy especialmente en Siria (un auténtico puñetazo ruso en la mesa de la geoestrategia global), tras la contención que ya Rusia había hecho al Eje Anglosajón en Georgia.

[5] Sobre lo que representa el gasto militar como lastre de la economía, es de interés consultar el trabajo de Carcanholo, Reinaldo. “Interpretaciones sobre el capitalismo actual, crisis económica y gastos militares” y Apéndice I: “Los gastos militares y la transustanciación de la riqueza”, en Andrés Piqueras y Wim Dierckxsens (eds.), El colapso de la globalización. La humanidad frente a la gran transición. El Viejo Topo. Barcelona, 2011.

[6] Nos dice también Smith: “Para ser una potencia imperialista, no basta con dedicarse al comercio internacional o tener una capacidad de defensa importante. No es el comercio, sino la dependencia de las superganancias generadas por la exportación de capital por parte de los monopolistas financieros lo que indica que una economía pasa de la etapa inferior del capitalismo a la etapa superior del monopolio (imperialismo). Y no es una capacidad militar per se la que prueba la intención agresiva, sino el uso que se hace de ella.” 

[7] Imprescindible para calibrar mejor su posición mundial, consultar al menos algunas referencias sobre este nuevo gigante, de nuestro equipo del Observatorio Internacional de la Crisis: Herrera, Rémy y Long, Zhiming, «Some Considerations on China’s Long-Run Economic Growth: 1952–2015 – From the Analysis of Factor Contributions to that of the Profit Rate », en Structural Change and Economic Development, vol. 44, n° 3, pp. 14-22, Nueva York, 2018. Herrera, Rémy y Long, Zhiming. ¿Es China capitalista? El Viejo Topo. Barcelona, 2021.

[8] Condiciones que incluso han llevado a bastantes autores, incluido al propio Katz (y que aquí sí comparto en alguna medida), a criticar su falta de espíritu internacionalista:

“Pero ese afianzamiento de la soberanía ha empalmado con el abandono de las tradiciones antiimperialistas. El régimen pos-maoísta se alejó de la política internacional radicalizada que auspiciaba la Conferencia de Bandung y el Movimiento de los No Alineados. También sepultó cualquier gesto de solidaridad con las luchas populares en el mundo. Ese viraje constituye la otra cara de su cautela geopolítica internacional. China evita conflictos con Estados Unidos, sin interferir en los atropellos que consuma Washington. La elite gobernante ha enterrado todos los resabios de simpatía con las resistencias al principal opresor del planeta.”

La situación de Cuba hoy no sería tan dramática, por ejemplo, si China hubiera desarrollado al menos un porcentaje mínimo del internacionalismo que aplicó la URSS. Todavía menos explicable esto (o explicable apenas por su ‘pasar desapercibido’ en el mundo capitalista) cuanto que China es mucho más poderosa económicamente que el país de los soviets. Dejo aquí enlace a un buen artículo del economista Alan Freeman, para sopesar lo que se perdió a escala mundial ya con la disolución del Komintern o Tercera Internacional: Dicho al oído de Putin: el capital actúa globalmente, los pueblos del mundo también deben actuar unidos a nivel mundial – Observatorio Crisis. Con una cita del mismo comienzo también el siguiente apartado.

[9] Cada vez más roto el consenso de Washington, las instituciones multilaterales se van liberando de las ataduras del Tesoro estadounidense, para dotarse de otros parámetros económicos y políticos.

[10] Así, el Bloque Turcomano, Bloque Intermarinum, Bloque Global Nato, “Horizonte Europa”: negociaciones con Armenia, Georgia, Israel, Moldavia, Balcanes Occidentales, Túnez, Turquía y Ucrania (ver EEUU acelera la formación de Bloques de Poder Regionales Tutelados para diseñar el Mundo Multipolar 4.7.2022).

[11] Estas son palabras de María Zajarova, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso: “La OTAN continúa bombeando al régimen de Kiev con armas y municiones por un total de 42.300 millones de dólares, le suministra inteligencia, entrena a sus soldados, acercándose así a la peligrosa línea de la confrontación militar directa con Rusia” [Rusia califica de «militarización» de la UE el proyecto comunitario de movilidad militar | Diario Octubre (diario-octubre.com)].

En un texto de siete expresidentes de Nuestraamérica, firmada también por excancilleres, exministros, exparlamentarios y congresistas en ejercicio, dado a conocer el 15 de noviembre de 2022 y dirigido a 12 presidentes en funciones para justificar la recreación de Unasur, se señala que el mundo padece “una anomia en cuanto al respeto al derecho internacional” que “genera una especie de caos global en el cual asoma incluso el riesgo de una tragedia producida por el armamento nuclear”, por lo que “se requiere una intervención urgente de los organismos multilaterales, que hoy en día están desgraciadamente debilitados y son a menudo impotentes.” El texto llama a conseguir soberanía sanitaria, alimentaria y energética.

[12] Con el AUKUS para asediar a China en todo el Pacífico y el Índico, y con toda África convertida en el frente sur de la OTAN, para propiciar la total desestabilización continental, de manera que sus recursos no sean aprovechados para sí mismos ni para el proyecto multipolar y se puedan seguir apropiando por el Occidente Colectivo (algunas consideraciones al respecto: https://thetricontinental.org/newsletterissue/africa-new-cold-war/). También la OTAN está abriendo un nuevo frente en el Sahel para el control de la región: Mali, Mauritania, Burkina Faso, Senegal, Níger, Nigeria… con algunos países convertidos ya en objetivos militares. Entre ellos, por supuesto, Argelia, a la que se busca desestabilizar y quizás a medio plazo aniquilar como se hizo con Libia. Además, USA invade de nuevo el Cuerno de África (mirando a Chad y Sudán) para cortar el avance chino y ruso en el área… Aquí el Reino de España se convierte en objetivo militar de primera línea al ser el único país europeo-africano (de mi cosecha: Madrid: la OTAN se hace global | Al Mayadeen Español).

[13] Es sin duda el momento de encrucijada histórica que vivimos el que hace proliferar las reuniones, cumbres, encuentros, foros y conferencias regionales e internacionales. En el momento de acabar estas páginas prácticamente coinciden en noviembre de 2022 las del ASEAN, el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico, la Alianza del Pacífico, la COP27, la RCEP, el G20 -donde además Sudáfrica pidió que la Unión Africana sea miembro permanente de este foro- y los BRICS, entre las más importantes “por arriba”; pero al tiempo se reúnen también los pueblos, como el Congreso de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños (Con declaración contra el imperialismo y por la paz concluye VI Congreso de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños – Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños) o el Foro de Sao Paulo. Se trata de dirimir las posibilidades de controlar las tendencias sistémicas o bien de ir sacudiéndose las dominaciones ancestrales. Saber posicionarse adecuadamente y formar bloques de defensa y mutua ayuda resulta vital para las posibilidades emancipatorias del Sur y el Oriente Globales.

[14] Es vital para constituirse en izquierda altersistémica eficaz saber posicionarse en esas luchas tanto a escala interna de cada formación socioestatal, como externa o internacionalista, para distinguir entre agresores y agredidos, entre actitudes y procederes imperiales y acciones reactivas propias de quienes están a la defensiva y en la pugna por un mundo donde el poder, los recursos y la riqueza social estén repartidos más democráticamente entre países (¿también entre clases?: a eso tiene que aspirar indispensablemente el posicionamiento internacionalista). Imprescindible, por tanto, discernir entre intereses de las oligarquías y los de las clases trabajadoras y sus posibilidades en cada una de esas batallas, como se intenta describir en la última entrega.

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