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Rohingyas, otro año de soledad

Fuentes: Rebelión

Mientras el año se acaba más de un centenar de rohingyas navegan en derrota hacia Malasia, aunque según otros informes esa embarcación ya ha naufragado frente a la costa de Aceh en la isla de Sumatra, Indonesia.

En todo caso no importa, su destino no será otro que el de hundirse algunas millas antes o algunas millas después, ya que las autoridades de Yakarta advirtieron de que impedirán que la embarcación con toda su carga toque sus costas, incluso obligándolos por la fuerza a volver a aguas internacionales, a pesar de conocerse que la embarcación tenía el motor averiado y rumbos en el casco, a lo que se suman las adversas condiciones climáticas, por los que la posibilidad de un vuelco es inminente.

ACNUR, la agencia para refugiados de las Naciones Unidas, dice estar profundamente preocupada por la situación de seguridad y la vida del pasaje, por lo que solicitó al Gobierno de Indonesia que se les permita el desembarco seguro e inmediato.

La embarcación fue avistada por primera vez por pescadores locales el domingo 26 a unas 60 millas (96 kilómetros) de la costa de Bireuen, distrito de la provincia de Aceh, según dijo el líder tribal de la comunidad. Y refirió que si bien sus hombres no habían podido remolcarla, dadas las condiciones climáticas y las averías, habían entregado comida, agua y ropa a las 60 mujeres, 51 niños y nueve hombres.

Los pescadores informaron de que, si bien su situación era muy precaria, en general sus condiciones físicas eran buenas, a pesar de llevar más de un mes de navegación y la falta de agua y alimentos. Los rohingyas habrían manifestado a los pescadores su voluntad de llegar a Malasia.

Dado el marco de situación, las autoridades indonesias dicen haberles proporcionado víveres, medicamentos, un motor, para suplantar el dañado, personal para la reparación de los rumbos del casco y combustible. Y que una vez determinadas las maniobras, la nave debería volver a aguas internacionales. El jefe del distrito de Bireuen, escudándose en la pandemia, dijo que su preocupación era que algunos de los refugiados pudieran tener coronavirus, por lo que controlarán que su derrotero hacia Malasia continúe seguro y no toque territorio indonesio.

Estas120 personas son parte del poco más de millón de rohingyas que han debido escapar de su país, Birmania, dejando atrás sus pequeñas explotaciones agrícolas, las que en su gran mayoría fueron destruidas por el Tatmadaw, el ejército birmano, por orden de la entonces jefa de Estado en la sombra Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991, ahora detenida por corrupción por sus antiguos socios en el holocausto rohingya tras el golpe de Estado del pasado 1 de febrero.

La persecución contra los rohingyas, un grupo étnico musulmán absoluta minoría en el país de mayoría budista (91,5 por ciento) comenzó en 2017 en respuesta a un supuesto ataque de un grupo rebelde vinculado aparentemente con el Dáesh, aunque las verdaderas intenciones de Naypyidaw eran completar una limpieza étnica que ya lleva algunas décadas iniciada. Los desplazados rohingyas, tras haber sufrido torturas, violaciones masivas y asesinatos, en su gran mayoría encontraron refugió en la vecina Bangladesh, donde junto a la frontera con Birmania levantaron unos 34 campamentos “provisorios” en la región de Cox’s Bazar, donde cientos de miles de refugiados se hacinan en las peores condiciones sanitarias, al capricho de la naturaleza y el cada vez más acuciante cambio climático.

Se cree que los pasajeros de la embarcación que ahora estaría rumbo a Malasia habría escapado de algunos de los atiborrados campos de refugiados de Cox’s Bazar antes de ser trasladados a la isla de Bhasan Char, que se formó hace unos 20 años a 30 kilómetros del continente en el estuario del río Meghna, a la que solo se puede acceder por barco después de tres horas de navegación, ya que las características lodosas del terreno impiden la construcción de pistas de aterrizaje. En Bhasan Char, en plena ruta de los Monzones, el Gobierno bangladesí ha creado un establecimiento que si bien cuenta con una mejor infraestructura que los laberínticos campamentos de Cox´s Bazar, dada la naturaleza de la isla propensa a las inundaciones, sus márgenes cambiantes ya están siendo carcomidos por las intensas mareas de manera constante (Ver Rohingyas: Una isla lejana.). Hasta ahora Dhaka ha logrado instalar en ese nuevo destino solo a unas 20.000 personas de las 100.000 que pretende ubicar en ese destino.

Solo les queda el mar

Estos 120 rohingyas, como un perfecto símbolo de todo ese pueblo, no cuentan con ningún respaldo ni siquiera por parte de sus propios hermanos, que los ignoran. Indonesia, como hemos visto más arriba, les han negado la acogida a pesar de ser la nación con mayor población musulmana del mundo, con casi 200 millones de fieles, que representan el 95 por ciento de sus habitantes. Tampoco se cree que en Malasia su suerte cambie, ya que a pesar de que la comunidad islámica es levemente mayoritaria, un 52 por ciento de los más de 40 millones de habitantes, las condiciones no están dadas ya que ha sido el destino de varios miles de rohingyas tras el comienzo de la limpieza ética religiosa en Birmania, llevados hasta esas costas prácticamente engañados por traficantes de personas que los abandonaban en las playas y allí quedaban al capricho de las autoridades de Kuala Lumpur.

En India, donde se cree hay cerca de 20.000 rohingyas que se han refugiado a lo largo de la historia, se encuentran al igual que todos los musulmanesen la Unión, más de 200 millones, en una situación extremadamente crítica por las políticas antiislámicasdel Primer Ministro Narendra Modi.

Y en Bangladesh, un país netamente islámico con más del 85 por ciento de fieles de un total de 125 millones de habitantes, el Gobierno de la Primera Ministra Sheikh Hasina ha comenzado a establecer políticas restrictivas acerca del establecimiento de sus “hermanos” llegados desde Birmania.

En lo que prácticamente se puede definir como un pogromo, las autoridades de Dhaka han ordenado la destrucción de más de 1.000 carpas, consideradas “ilegales” pertenecientes a refugiados llegados en las últimas oleadas tras las últimas operaciones de limpieza del Tatmadaw.

Bangladesh, parece estar renunciando a sus políticas de acogida que tanta admiración han generado en la comunidad internacional tras el inicio de las persecuciones en Birmania. Según se ha conocido los pasados días 10 y 11 de diciembre, ingresaron funcionarios gubernamentales en uno de los campamentos del área de Cox’s Bazar con excavadoras, martillos hidráulicos y palas para derriban las tiendas y chozas recientemente levantadas, ante las miradas desesperadas de sus habitantes y sus vecinos, que saben que ese puede ser su propio destino.

El golpe de febrero en Birmania ha sido un verdadero tiro de gracias para las ilusiones rohingyas de volver alguna vez a sus tierras. La asonada militar ha echado llave a cualquier posibilidad de su retorno y ahora saben que solo les queda escapar hacia adelante.

La violenta represión contra los ciudadanos que hasta hace poco aplaudían el accionar del Tatmadaw contra la etnia musulmana hoy la están viviendo en carne propia con la incautación de sus derechos ciudadanos de los que jamás gozaron los rohingyas y los mismos sistemas represivos desbordados de asesinatos, violaciones, desapariciones y torturas.

La represión desatada contra la ciudadanía en general en Birmania, a plena luz del día y frente a la pasividad de la comunidad internacional, recuerda las acciones que los rohingyas vivieron en la fase definitiva de la operación que terminó por expulsarlos casi en su totalidad del país, por lo que no existe la posibilidad de un retorno seguro.

Los rohingyas saben que ya no tienen lugar ni en su antigua patria ni entre sus hermanos musulmanes, por lo que para ellos solo queda el mar.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.