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Rusia, la última frontera para la nueva ultraderecha

Fuentes: Rebelión

El sistema, los mercados, en definitiva el poder, desde ya bien entrados los años ochenta, en su sistema de dominación ha dado un gran salto de calidad. Descubriendo que gracias al gran avance de la tecnología aplicada a los medios de comunicación, renovando los ya clásicos medios impresos (diarios, periódicos y revistas), fortaleciendo las radios y la televisión -a los que sumaron las nuevas tecnologías que en portales y redes sociales multiplican al infinito y mucho más allá el hartazgo- sus “verdades”. Consiguiendo que aquello adjudicado a Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich “miente, miente que algo quedará”, convertirlo en algo como “cuanto más repitas la mentira, más verdad será”.

Por lo que ya no es necesario utilizar la violencia como último recurso para instalarse en una sociedad y saquearla a su gusto. Lo que antes hacían los militares torturando y asesinando hoy lo pueden hacer de manera mucho más efectiva e higiénica empresarios reconvertidos en políticos sin la necesidad de asesinar de manera casi artesanal de a 20 o 30 mil “subversivos” por golpe, sino que descastan generaciones enteras sumiéndolas en la pobreza más abyecta, en el analfabetismo más cerrado y en un sistema de vida tan crudo que les deja como una únicas salidas la televisión imbécil o las drogas duras, que son absolutamente lo mismo.

Estos gobiernos de ocupación logran perpetuar el mal aplicando recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) que endeudan a los pueblos por décadas y abriendo la nación a los fondos de especulación financiera que terminan llevándose absolutamente todo. Quizás por estos días Argentina sea el mejor ejemplo de esto, con un préstamo acordado entre el FMI y la gerencia del ndranghetiano Mauricio Macri, fuera de todo marco legal, lo que hoy compromete, como nunca, los destinos del país latinoamericano (mí país).

Los grupos de tareas, armados por el Pentágono y Wall Street, con sus nuevos socios supremacistas se desperdigaron en el mundo y dirigidos por oscuros gerentes como Silvio Berlusconi, Jair Bolsonaro, Andrzej Duda, Luis Lacayo Pou, Iván Duque, Mauricio Macri, Narendra Modi, Víctor Orbán, Lenín Moreno, Sebastián Piñera, Petro Poroshenko, Álvaro Uribe o Volodímir Zelenski, entre otros, de los que su epítome es Donald Trump y su guía espiritual Steve Bannon, con el poder de los grandes trust de información, hoy pueden convertir una guerra de dominación o una invasión en una de “liberación”, a un líder popular en un ladrón de gallinas y a un corrupto consumado, con prontuarios que podrían abarcar metros de estanterías en cualquier tribunal, en un Nelson Mandela o un Gandhi, con solo con un par de tiradas y algunas emisiones televisivas goebbelianamente repetidas.

Ya se ha visto hasta el hartazgo con qué facilidad se pueden crear monstruos y situaciones perentorias de las que ciento de millones de personas necesitan ser rescatadas de sus respectivos tiranos. Como la que por estos días se está viviendo con una monumental operación contra la Federación de Rusia, e la que la consabida campaña mediática, de no detenerse, podría encender un conflicto de proporciones desconocidas.

Nuevamente el ensamble OTAN-Pentágono, tras sus recientes fracasos en Bielorrusia y Kazajistán, vuelve a la siempre oportuna Ucrania, que azuza de manera constante la paciencia del Kremlin con declaraciones sobre los preparativos rusos para invadir, gobernada por el actor cómico Volodímir Zelenski.

La atronadora campaña mediática ha levantado un espectro de entre 100.000 y 150.000 efectivos del ejército ruso a lo largo de la frontera ucraniana dispuestos a invadir el país. Mientras el Sluzhba Vnéshney Razvedki (SVR), el servicio de inteligencia exterior ruso, prepara una acción de falsa bandera para dar la excusa al presidente Vladimir Putin para que ¡por fin! pueda invadir la rebelde Ucrania. Y de allí en más la reacción justificada de Washington y sus socios menores. En este paso de comedia Europa denuncia que Putin también prepara un gobierno prorruso, obviamente, para instalarlo en Kiev que gobierne por cuenta y orden del exjefe de la KGB.

Como para agregar más dramatismo a la situación, Londres y Washington informaron de que han empezado a evacuar a personal de sus embajadas en Kiev, lo que hace inminente el comienzo de una guerra entre Ucrania y Rusia que, de concretarse, sin otros jugadores sería resuelta en unos pocos días a favor de Rusia, obviamente.

Arrastrar el análisis hasta el estallido de una guerra real es jugar en extremo y de manera poca seria con el horror que, en el campo de lo concreto, es incomprobable, a excepción de que tanto el Pentágono como la OTAN hayan decidido destruir el mundo o exista un cisne negro que desde aquí no avizoramos, aunque a razón de pecar de muy predictivos solo podría de tratarse de un golpe de Estado contra Putin.

¿Dónde queda el punto de no retorno?

Como dijimos hace unos días (Ver: OTAN, a toda velocidad contra Rusia), tras el fracaso de la reunión OTAN-Rusia en Bruselas, el debilitado presidente Joe Biden, con apenas un año en el cargo, se debe una conversación con su par ruso, a pesar de que en el marco de su desesperante situación política, con la entonces derrota de Afganistán cada vez más inminente o la degradación natural de la edad, se atrevió a tratar de asesino al presidente Putin. Sin duda, y más allá de eso, ese encuentro es perentorio para resolver la escalada prebélica en las fronteras rusas.

La evidencia es cada vez más clara de que superado ese punto de no retorno la guerra será real y la vida de millones de personas se perderán de manera inmediata. Más allá de la fuerte alianza que Rusia tiene con China, Irán y Bielorrusia y la indiscutida superioridad militar norteamericana, harán que el resultado dependa de la velocidad con que se actué una vez declarado el conflicto, que difícilmente se disputará en territorio ruso, sino para empezar en las naciones atlantistas del este europeo, lo que apenas daría tiempo a la Europa blanca para advertir a sus pueblos de que ha empezado otra era. Por ejemplo Francia, si bien secundaría en el contexto tratado, es un país clave dentro del continente y tiene unas cruciales elecciones presidenciales en abril, donde la ultraderecha amenaza con finalmente alcanzar el Gobierno.

Aunque en el marco de la fortuita guerra contra Rusia se acaba de producir la primera baja, nada menos que la del Jefe de la Armada alemana, el vicealmirante Kay-Achim Schönbach, quien tras declarar que toda la cuestión de Ucrania es una pavada y decir que lo único que quiere Rusia es respeto, se ha visto obligado a renunciar al cargo y retirarse a su casa. Aunque antes ya había advertido de que respecto a la recuperación de Rusia de la península de Crimea declaró en febrero de 2014 “la península de Crimea se ha ido. Nunca volverá. Esto es un hecho”, lo que ha producido un verdadero terremoto al interior de la OTAN, ya que Crimea es constantemente reivindicado por los fascistas ucranianos.

Mientras los tambores de guerra se incrementan en la frontera rusa-ucraniana, los Estados Unidos continúan con el abastecimiento de armamento a los fascistas ucranianos, como parte de las continuas acciones de los Estados Unidos, que parecen estar dirigidas desde Wall Street y no desde 1600 Pennsylvania Avenue, Washington DC, intentando desmoronar la última frontera de la nueva ultraderecha.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.