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Sufismo y wahabismo en el norte del Cáucaso

Fuentes: Amanecer

El Islam fue introducido en Chechenia a lo largo de un período de varios siglos y ganó a un número significativo de conversos en los s. XV y XVI, pero no echó raíces hasta bien entrado el s. XVIII. Los chechenos se convirtieron a la rama sunní del Islam, con un énfasis particular en la […]

El Islam fue introducido en Chechenia a lo largo de un período de varios siglos y ganó a un número significativo de conversos en los s. XV y XVI, pero no echó raíces hasta bien entrado el s. XVIII. Los chechenos se convirtieron a la rama sunní del Islam, con un énfasis particular en la tradición sufí. El sufismo -un movimiento gnóstico del Islam que pone el énfasis en la espiritualidad y el misticismo y establece prácticas destinadas al logro de un mayor desarrollo espiritual interno- se convirtió en una parte fundamental de la identidad nacional chechena. Mijail Roshin, profesor del Instituto Oriental de la Academia de Ciencias de Rusia, manifestó a RFE/RL que «la naturaleza fundamental del sufí reside en que la persona que ha escogido este camino puede alcanzar un contacto directo con Dios. Los seguidores del sufismo tienen un profesor que actúa como intermediario entre Dios y la persona. El profesor proporciona los preceptos, en base a los cuales los seguidores deben comportarse. Por regla general, ellos respetan estas reglas.»

El Islam tradicional de Chechenia ha estado representado por dos tariqas u órdenes sufíes: la Qadiriya y la Naqshbandiya. La orden Qadiriya apareció por primera vez en el Cáucaso a mediados del s. XIX. La Qadiriya enseña una práctica mística que, a diferencia de la Naqshandiya, permite un «dhikr» ritual que incluye danzas, canciones e incluso música. Es el «dhirk del lenguaje». Con su voz, ellos intentan influenciar a las personas que están tomando parte en el dhikr e incluso a los que están mirándoles desde fuera. Todas estas prácticas están prohibidas por la Naqshbandiya, que prefiere una forma de dhikr interior y silenciosa, cerrada a los extraños, que se denomina «dhikr del corazón.» Cabe señalar que el Islam en Asia Central y la región del Cáucaso fue preservado, primero en la Rusia zarista y luego en la Unión Soviética, principalmente a través de las órdenes sufíes.

Al principio del s. XX había 800 mezquitas y muchas escuelas islámicas en la república. Sin embargo, desde 1928 a 1941, el dictador soviético José Stalin intentó eliminar las tradiciones islámicas de Chechenia. La mayoría de las mezquitas fueron cerradas y los clérigos y creyentes musulmanes fueron encarcelados, deportados o ejecutados.

En 1944, Stalin ordenó la deportación de toda la población de Chechenia e Ingushetia a Kazajstán. Según Roshin, lejos de destruir las órdenes sufíes, las deportaciones en masa tuvieron en realidad el efecto contrario. «Puede parecer extraño, pero la deportación ayudó a conservar las tradiciones islámicas, ya que las autoridades soviéticas creyeron que, al estar en el exilio, los chechenos se olvidarían de ellas. Sin embargo, los chechenos preservaron su vida espiritual, su mundo islámico interior.»

A finales de los años cincuenta, tras la muerte de Stalin y la campaña de desestalinización del nuevo líder soviético, Nikita Krushchev, los chechenos recibieron el permiso para volver a su hogar. No obstante, la persecución de las órdenes sufíes no finalizó. Sólo en 1979 permitieron las autoridades soviéticas la apertura de algunas mezquitas con el fin de detener el crecimiento de los centros clandestinos sufíes. En Chechenia e Ingushetia había entonces 5 mezquitas legales y 292 clandestinas.

La era Gorbachov trajo más libertad, pero también más dificultades económicas. Los recortes de salarios, escasez de comida y desempleo llevaron a la aparición de algunas estructuras criminales que desestabilizaron la sociedad chechena. Las órdenes sufíes se hicieron débiles y fueron incapaces de funcionar en estas condiciones. Esta situación favoreció la difusión del wahabismo.

El movimiento wahabí se originó en Arabia Saudí en la segunda mitad del s. XVIII. Los wahabíes defienden una visión ultraortodoxa del Islam, que rechaza las «innovaciones» introducidas en la religión tras la muerte del Profeta Muhammad. El wahabismo se opone la veneración de los santos y otras manifestaciones de religiosidad popular, algo que se había convertido ya en algo habitual dentro de las órdenes sufíes. El movimiento wahabí unió a las tribus de la Península Arábiga en el s. XVIII y más tarde, a principios del s. XX, proporcionó los fundamentos sobre los que se construyó el moderno estado de Arabia Saudí. El wahabismo apoya así interpretaciones estrictas y estrechas del Islam y, de este modo, ha sido a menudo calificado de fundamentalista. Los wahabíes, por su parte, se consideran seguidores del «puro Islam» y consideran al sufismo como una desviación de las enseñanzas islámicas originales.

En los medios occidentales el wahabismo es asociado a menudo con la violencia. Sin embargo, existen manifestaciones del wahabismo que rechazan claramente el recurso a la violencia a pesar de su oposición a la influencia extranjera en los países musulmanes y e incluso al gobierno saudí. Otras interpretaciones wahabíes están vinculadas estrechamente al régimen saudí y denuncian todas las formas de disidencia que amenazan el orden político actual en el reino.

Said Yajyev, un líder espiritual sufí que enseña Islam en la Universidad estatal de Moscú, explicó a RFE/RL cómo y por qué este movimiento religioso islámico echó raíces tan fácilmente en Chechenia. «El wahabismo en Chechenia comenzó a expandirse en los años ochenta, durante el período de la glasnost. Y la gente, que consiguió su libertad por primera vez, comenzó a buscar un nuevo tipo de religión y nuevas ideas. El wahabismo fue capaz de crecer en Chechenia porque en aquel tiempo nadie podía hacerle frente y negar sus falsos dogmas. No existía ninguna oposición religiosa a esta corriente y ahora sucede lo mismo.»

«Los wahabíes niegan el papel del maestro, que resulta muy importante para los sufíes. También se oponen al culto a los santos y las peregrinaciones a los mausoleos, que están ambos muy extendidos entre los seguidores del Islam sufí. Entre los musulmanes del Cáucaso, y entre los chechenos en particular, está muy extendido el ritual de las condolencias. Cuando alguien fallece, existe un ritual de condolencias que es seguido por los parientes del fallecido y por todo el pueblo. Sin embargo, los wahabíes creen que es suficiente el enterrar a la persona muerta. Creen que es inútil realizar un ritual de condolencias.»

La crisis económica y la primera guerra con las tropas federales rusas empobrecieron a muchos chechenos que no pudieron continuar sufragando las costosas tradiciones de los funerales. Así pues, muchos jóvenes comenzaron a pensar que los wahabíes enseñaban principios que tenían más relevancia para la vida actual en Chechenia y que las tradiciones de enterramiento eran erróneas y se hallaban en oposición a los auténticos principios islámicos. Muchos jóvenes comenzaron a pedir a los que llegaban a sus casas para asistir al ritual de las condolencias que las abandonaran.

Los wahabíes comenzaron también a traer dinero de Chechenia desde algunos países del Golfo y esto incrementó notablemente su popularidad entre muchos chechenos. En algunos lugares, tales como Daguestán, miembros de los grupos wahabíes protagonizaron enfrentamientos con miembros de las órdenes sufíes locales. De este modo, mientras que algunas personas parecían estar dispuestas a aceptar las interpretaciones wahabíes del Islam, muchos otros estaban, y están, satisfechos con la forma en que la religión ha sido practicada en su región durante años, si no siglos.

La creciente influencia wahabí ha tenido serias consecuencias por Chechenia y su pueblo. Algunos de los chechenos radicalizados penetraron en Daguestán en el verano de 1999 y fueron expulsados de allí por el Ejército ruso. Más tarde, las tropas rusas entraron en Chechenia y comenzó la segunda guerra en esta república.

Por su parte, las órdenes sufíes han tratado de mantener la distancia con respecto a este conflicto. Muchos creyentes y líderes espirituales han optado por abandonar Chechenia para buscar refugio en la vecina Ingushetia o en otras partes de Rusia. En la actualidad, los sufíes componen probablemente del 90 al 95% de la población de Chechenia. Sin embargo, los wahabíes, incluso aunque representan una minoría de un 2 ó 3%, son un grupo muy organizado con ambiciones políticas, que está tratando de promover sus propios intereses e ideología no sólo en Chechenia, sino en toda la región del Cáucaso.

Algunos expertos consideran que la mayoría de los sufíes tradicionales son miembros de diversas tariqas que se hallan desunidas y compitiendo entre sí, y carecen de ambiciones políticas. También rehúsan mantener relaciones con los muftis pro-rusos y los clérigos nombrados por ellos. Estos expertos creen que la debilidad de estas tariqas en los asuntos teológicos podría animar a un mayor número de sus seguidores a unirse a la corriente wahabí. Sin embargo, existe ahora una nueva generación de sufíes chechenos, que han recibido una educación sufí en Siria y Turquía, y este hecho está haciendo que el sufismo de Chechenia sea ahora más brillante y puro de lo que era hace diez años.